viernes, 16 de septiembre de 2011

Proyecto 30 Libros: Uno ruso que sí haya Leído





Resulta dificil creer lo machista y sectario que se cuenta era León Tostoi cuando se lee un libro tan exquisito, sensible y profundamente femenino como Ana Karenina. Una novela donde el eterno misterio del espiritu y la circunstancia de la mujer es analizado de manera concienzuda por el autor, a su manera polifacética, extensa y compleja.  Desde la primera vez que lo leí, me asombró su visión sobre el mundo de la Mujer del siglo XVIII, ese leve critica sobre los silencios, los temores y sobre todo, el aislamiento emocional que ha sido tradicional en la historia femenina y que hasta entonces, ningun autor había dedicado una observación tan contudente como la que lleva a cabo Tolstoi.

Pero habría que repasar un poco la vida del escritor para comprender no solo su novedosa visión sobre la mujer, sino su necesidad de plasmar de manera metáforica sus inquietudes espirituales.  Esta novela supuso el cambio de Tolstoi hacia una problemática social y mística que ocupó sus últimos años. Progresivamente Tolstoi - hijo de un miembro empobrecido de la aristocracia Rusa -, comenzó a cuestionarse sobre su identidad cultural y social. De su ferrea conducta feudalista, su decisión de construir una visión social y espiritual totalmente nueva, le llevó a romper paradigmas sociales e ideas que hasta entonces se consideraban absolutas. Tal vez por ello, Ana Karenina fue su obra más criticada y también la más sorprendente: fue acogida como una reacción contra el movimiento naturalista francés. No obstante Tolstói sigue en Anna Karénina los modos del naturalismo hasta superados, al no considerar éste un fin en sí mismo. Clasificada como la última novela del primer estilo del autor, es la primera en que se traslucen las continuas crisis morales que sufrió el escritor en aquella época.

Ana Karenina es, en cierta forma, la consumación heroica del camino que abrió 20 años atrás la historia de la caída en desgracia de la adúltera Emma Bovary. Sin embargo, lo que en Flaubert hay de expiación casi asfixiante por provinciana, adquiere unos tonos casi metafísicos en Ana Karenina. La historia es, por tanto, similar, pero las resoluciones no son parejas.

La trama es simple, de género. Ana, esposa del alto funcionario Karenin, se enamora de Vronski, un guapo militar. Ana, embarazada por Vronski, huye con éste a Italia, desafiando así el acatamiento a las convenciones sociales que le exigía su marido. La alta sociedad rusa le da la espalda mientras se le estrecha el cerco que culminará en el suicidio: su marido no quiere concederle el divorcio y se niega a que vea a su hijo. Desesperada, abrumada por los celos, Ana se arroja bajo las ruedas de un tren. Es ésta una de las escenas literarias de mayor intensidad que nos ha sido concedida leer, por lo menos eso dijo Vladimir Nabokov, que sentía por esta novela una pasión similar a la que le movía por la poesía de Pushkin.

Habría que fijarse en el contrapunto obligado: la historia paralela del terrateniente Levin, que se construye una vida familiar armónica en el campo junto a su mujer Ketty, y que percibe en las palabras de los campesinos las premoniciones de los sermones evangélicos. Levin prefigura el último Tolstoi, quizá el menos comprendido.

1 comentarios:

Javier Darkona dijo...

Tu primer párrafo me hizo recordar una escena de esa película de Jack Nicholson, "As Good As It Gets". Cuando una mujer le pregunta a su personaje, Melvin: "¿Cómo haces para escribir tan bien a las mujeres?", él dice: "Pienso en un hombre, y le quito toda la razón y el discernimiento".

Chistes sexistas aparte (Por cierto, esa película me parece excelente, porque tengo la impresión de que cuando sea viejo seré como Melvin y me gusta pensar que tendré cualidades que me redimirán, como a él), me gustó mucho tu reseña, me has animado a leer el libro :)

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