lunes, 31 de diciembre de 2012

En Cristal

En Cristal by Miss Aster
En Cristal, a photo by Miss Aster on Flickr.

Mis grandes momentos del #2012: Construyendo mi mundo en esperanza.

















Siempre recordamos lo que ocurrió en un año con cierta sensación agridulce, también quizá un poco de asombro. Y es que hay algo de sorprendente en todas las vivencias que pueden acumular 365 días, la risa, el llanto, la alegría profunda, la tristeza, el temor, la esperanza. Una mezcla de esa capacidad ilimitada de la imaginación para crear y construir el futuro, para soñar y creer que con cada paso que damos, estamos más cerca de ese mundo posible que habita en nuestra mente. En mi caso, mi año estuvo lleno de aventuras, de muchas "primera vez" y de esa sensación enorme de sorprenderte cuando no lo creías posible. Gracias a todos los que de una manera u otra formaron parte de este año extraordinario, emotivo, profundamente significativo. Nos vemos en el #2013, para continuar recorriendo este camino extraño y en ocasiones desconcertante, que llamamos con mucha ingenuidad, vivir. 



domingo, 30 de diciembre de 2012

Las cinco cosas prácticas que aprendí sobre fotografía este año.





He comentado en varias ocasiones, en este su blog de confianza, que este año fue para mi de un sostenido crecimiento fotográfico. Dejé atrás algunas de mis antiguas preocupaciones y comencé a formularme algunas preguntas nuevas, lo que siempre en refrescante. Pero en ese aprendizaje de todos los días, encontré que hay mucho de volver a lo básico, a lo práctico, y más aun, lo que se considera evidente - y a veces no lo es tanto - en el proceso de comprender a cabalidad cualquier disciplina. Y en fotografía, esa revisión digamos, de lo que creíamos aprendido y de lo que damos por sabido, hay mucho de construir una visión personal de lo que hacemos como creadores visuales y más allá, como eternos estudiantes de una técnica - arte que se reinventa a diario. Así que podría decir que mucho de lo que aprendí este año, tiene que ver con ese "volver atrás" y repasar esos conocimientos que parecen son evidentes, dentro de mi educación fotográfica.

¿Y cuales son las cinco cosas invaluables que aprendí en fotografía este año? Podrían resumirse así:

1) De lo básico a lo complejo:

Muchas veces, escucho a fotógrafos - sobre todo, y por increíble que parezca, a los más jóvenes - insistiendo en que no necesitan aprender de manera formal lo que suele considerarse la base de una buena educación fotográfica: me refiero claro está al uso de su cámara y los conceptos esenciales - técnicos y teóricos -  de la fotografía. Resulta preocupante, encontrar que muchos fotógrafos consideran innecesario un aprendizaje metódico y sobre todo, organizado sobre el funcionamiento de su equipo y otros conocimientos básicos dentro del mundo de la fotografía. ¿El Resultado? La técnica convirtiéndose en obstáculo para la creación visual más elemental.

De manera que si algo aprendí este año fue a comprender que la fotografía, como cualquier otra profesión, necesita una base solida de conocimientos que te permita un crecimiento idóneo. De hecho, pasé buena parte del año estudiando a profundidad desde el funcionamiento de mi cámara hasta cosas que asumí básicas como composición, paleta de colores y otros conceptos que me permitieron no solo mejorar ciertas ideas visuales que por muchos años consideré poco importantes, si no también, comprender la fotografía como un conocimiento que necesita pulirse  - y mejorarse - constantemente.

2) Educación antes de Equipo:

Relacionado con lo anterior, se encuentra un punto que al menos en mi país se debate mucho: la compra de equipo fotográfico en contraposición a la inversión en educación como creador visual. No es un punto sencillo. Las escuelas de fotografía en mi país son un fenómeno más o menos reciente y las opciones fueron por mucho tiempo escasas y costosas. Para muchos fotógrafos venezolanos,  tanto profesionales como amateur, hay una disyuntiva constante entre invertir en equipo de última tecnología o intentar educarse de la mejor manera posible, y casi siempre, la tentación de la cámara con más megapixeles o el lente más costoso, termina siendo mayor que la de volver a las aulas de clase para educarse en lo que muchos consideran una profesión empírica.

Lo que aprendí este año - o mejor dicho, reafirmé - es que la mejor inversión que puede hacer un fotógrafo es la de educarse. Acumular equipo  no mejorará tu desempeño profesional y si no lo sabes utilizar de la manera correcta, lo más probable es que se convierta en un obstáculo al momento de crear y construir un lenguaje visual.

3) Referentes no fotográficos:

Es natural que un fotógrafo sienta una sincera admiración por fotógrafos históricos, icónicos o de renombre. No obstante, este año aprendí que lo mejor que puedes hacer en beneficio de tu lenguaje fotográfico es tener referentes que no sean solo fotográficos  Recuerda: La idea visual de la fotografía está directamente relacionada con la pintura y echar un repaso al mundo de las bellas artes, siempre te brindará una manera nueva de comprender el hecho visual como tal. De hecho, una vez leí que el mejor fotógrafo es aquel que utiliza los cinco sentidos al momento de crear, de manera que: escucha buena música, lee poesía y literatura variada, intenta crear a partir de la inspiración súbita o espontánea.Tu lenguaje fotográfico se enriquecerá muchísimo tomando referencias de un lugar tan único como lo es tu propia imaginación.

4) Trabaja en tu propio estilo: 

El estilo fotográfico es un concepto tramposo: pocos lo tienen, pero todos podemos reconocerlo. ¿Como es eso? La idea es de una simplicidad un poco desconcertante: El estilo fotográfico pareciera ser "eso" tan sutil pero evidente que define nuestro trabajo fotográfico. Pero no resulta tan sencillo hacerlo cuando diariamente estamos bombardeados por imágenes  una cantidad demencial de información visual que muchas veces nos satura, no solo como espectadores si no como posibles creadores. De manera que, el estilo, es lo que nos permite luchar en medio del anonimato visual para crear algo propio, reconocible. ¿Como se logra algo tan esencial? Aparentemente, nadie lo sabe con mucha claridad pero en lo que todos los autores que he leído están de acuerdo es que el estilo se logra con una profunda mirada: al mundo, a nosotros mismos, a nuestra manera de crear. Así que inténtalo  encuentra ese elemento, esa linea, esa visión que te distinga sobre  ese gran mundo de imágenes en el que nos hundimos a diario. Dedica un poco de tiempo y dedicación, a la manera como hablas a través de tus fotografías y sobre todo, crea. Tener un estilo pasa por encontrar esa originalidad indispensable a la hora de construir un lenguaje visual.

5) Tómate en serio:

Si pudiera decir cual fue mi mayor aprendizaje este año fotográfico, diría fue justamente este: comprender que la fotografía forma parte de mi vida. Y aceptarlo, no solo como una idea espontánea, un hobbie apasionado, si no como un elemento esencial en mi manera de ver el mundo. Tomarte en serio como fotógrafo te permitirá no solo crecer, si no madurar, a nivel visual, personal y sobre todo, en la búsqueda de ese elemento que te define como fotógrafo. Una manera personal de definir tu manera de construir tu mundo a través de imágenes, y más allá, tu propia percepción del mundo visual.

¿Aprendizaje sencillos? ¿Obvio? Quizá, pero estoy convencida - y cada vez más - que crecer en el mundo de la imagen implica, más que mirar hacia afuera, volver la mirada hacia ese vasto mundo interior que nos pertenece. Y asombrarnos, seguramente, con lo que encontramos allí.

C'est la vie.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Cerrando Ciclos: Brujeando para la esperanza.




Como siempre que termina - o empieza - un ciclo, todos tenemos la natural inclinación de cerrarlo - o abrirlo - de manera simbólica.  El fin de año - cualquiera sea la fecha en que lo celebres o como lo hagas - es uno de esos momentos en que todos parecemos estar muy de acuerdo en que algo termina y otra cosa, totalmente nueva empieza. Y es esa expectativa, esa sensación de crear algo a partir de experiencia y uno que otro resbalón, es lo que hace que los últimos días del año sean especialmente propicios para renovar la esperanza y creer, que con un poco de esfuerzo, tenemos una nueva oportunidad.

Y la Tradición de la Diosa que practico no es la excepción. De hecho, celebramos rituales diarios muy pequeños para digamos que "limpiar" nuestro camino hacia esa transición a una nueva etapa, en esta ocasión cronológica. No obstante, hay unos cuantos que de alguna manera representan ese cambio, esa transición hacia el futuro y uno de ellos es este, que quiero compartir con mis queridos lectores a continuación:



En mis creencias, celebrar el principio y el final de nuestros propios ciclos, simboliza la trascendencia del espiritu humano sobre la muerte, el eterno poder creador de la mente del hombre y la capacidad innegable de la naturaleza de vincular al ser humano con el infinito. Para celebrar esta idea de continuidad, el ritual que incluyo tiene la capacidad de recordarnos cuan valiosa es nuestra capacidad para crear y sobre todo, para soñar a partir de una idea esencial sobre nosotros mismos:


Necesitarás:

7 velas blancas.
Un cuenco para quemar.
Un puñado de granos de mirra.

Disposición:

Forma con las velas un circulo en medio del cual te sentarás. Coloca frente a ti, el cuenco para quemar con los granos de mirra en su interior. Ahora, cierra los ojos e imagina que un hilo radiante y plateado te rodea. Este filamento luminoso se encuentra unido a tus muñecas y tobillos y parece flotar en medio de la oscuridad de la habitación donde llevas a cabo el ritual. Visualiza como estos diminutos fragmentos de luz se unen para formar un espiral, que te envuelve y te llena de calor y bienestar. Cuando tu nivel de concentración llegue a un punto óptimo, abre los ojos y enciende las velas, comenzando por la que se encuentra frente a ti y siguiendo el sentido de las agujas del reloj, mientras invocas de la siguiente manera:

"Luz de Luna
Voz de las estrellas
Canto del Universo
Te invoco hoy
Para que seas mi pensamiento
mi guia
y mi convicción
Que sea el cielo nocturno
la medida del divino resplandor
el secreto de la noche eterna
la luz infinita y poderosa
la energía Divina
La inteligencia Universal
Así sea"

A continuación, enciende los granos de mirra, procurando que todos comiencen a arder. Cuando hayas conseguido un fuego alto y el olor comience a extenderse a través de la habitación donde te encuentras, cierra los ojos e imagina que te encuentras flotando en el mar. La noche te cubre y en la oscuridad, la luz de las estrellas resplandece con un brillo plateado teñido en ocasiones de púrpura. Déjate llevar por la paz, la sensación de infinita comprensión que te llena, mientras flotas a la deriva, sostenido por el agua, sintiendo la vibración de las olas contra tu piel, la cálida caricia de ese silencio oscuro y exquisito que te rodea. Disfruta del resplandor de las estrellas, cada vez más poderoso, más firme, un estallido ígneo y cegador que parece lentamente cubrir todo el cielo, centellando y haciendo brillar el agua que te rodea. Siente la fuerza del misterio, la profunda sensación de maravilla que te colma. La huella de la Diosa en ti.

Cuando lo creas conveniente, abres los ojos. Apaga las velas, comenzando por la primera que encendiste y siguiendo el sentido contrario de las agujas del reloj, mientras invocas:

"El poder del tiempo en mí
La fuerza del secreto en mi espíritu
soy la voz y la creación
Crea poder en mí
crea fuerza en mí"

Para completar la estructura mágica que has llevado a cabo, permite que los granos de mirra ardan hasta consumirse y luego come y bebe algo para que puedas asimilar mejor la energía que has obtenido mediante el ritual.

Espero que tu experiencia con este ritual sea tan buena como lo ha sido para mi. Y recuerda, cualquier ciclo que empieces será una nueva manera de crear algo tan intimo como enormemente significativo: tu propia visión del mundo.


Así sea!

viernes, 28 de diciembre de 2012

Castillo de Palabras: Los Treinta libros que marcaron mis primeros treinta años de vida.





Hace unos cuatro meses, mi amiga @LicoaDTP me sugirió escribir una entrada sobre los 30 libros que todos deberíamos leer antes de los 30 años. Empresa dificil, sobre todo teniendo en cuenta que la lectura es un vicio tan personal como intimo y que carece de digamos, un mapa de ruta para recorrer el camino personal de las cosas que soñamos. No obstante, la idea me intrigó y me di a la tarea de investigar de la mejor manera que conozco: preguntando. Escribí algunos correos a mis profesores favoritos de la Universidad, le hice el planteamiento a algunos amigos de gran criterio lector y al final del día, me encontré con una lista no de treinta libros, si no de casi cien que todos deberíamos leer antes de la tercera década de nuestra vida. Por semanas, depuré la lista, sobre todo en base a la idea que la literatura debe ser tan variopinta como libre, hasta que con muchísimo esfuerzo, conseguí llegar a esos libros que deberían ser imprescindibles - en mi poco autorizado criterio -  para todo aquel que ame la lectura. La lista me sorprendió a mi misma: fue como mirar mi niñez, adolescencia y esa primera adustez  reflejada en historias y palabras. Y sentí que justamente eso, es lo que hace la lectura: brindar escenarios a tu imaginación. De manera que como suele ocurrir, el titulo - e intención - de este artículo cambió un poco para llamarse "Los Treinta libros que marcaron mis primeros treinta años de vida" o lo que es lo mismo, las paredes de mi castillo de la memoria. Una forma de soñar.

¿Y cuales son esos libros que forman parte de mi mente, de mi espíritu y mi manera de pensar? La lista no tiene un orden especifico ni una preferencia concreta. En realidad, el único criterio de selección fue mi profundo amor por cada uno de ellos. Lo demás, es simplemente ese caos circunstancial y espontáneo en el que suelo confiar más de lo debido:



2001: Una odisea en el espacio de Arthur C. Clarke
Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain
El americano de Henry James
La metamorfosis de Franz Kafka
La Granja de animales de George Orwell
Anna Karenina de Leo Tolstoy
Macbeth deWilliam Shakespeare
La vuelta al mundo en 80 días de Jules Verne
Cien años de soledad de Gabriel Garcia Márquez.
El Gran sol de Mercurio de Isaac Asimov
El cisne negro de Thomas Mann
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Los hermanos Karamazov de Fedor Dostoevsky
La Divina comedia, de Dante Alighieri
El extranjero de Alberto Camus
La extracción de la Piedra de la locura de Alejandra Pizarnik
Nostalgia de Anton Chekhov ( Que en realidad es un cuento muy corto )
Cajón de cuentos de Anton Chekhov
Cristo crucificado de nuevo de Nikos Kazantzakis
Daisy Miller de Henry James
El caporte de Nikolai Gogol
Narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe
Los nuestros me han enviado de Ivan Turgenev
El Este del edén de John Steinbeck
Fausto de Johann Wolfgang von Goethe
Sentido y sensibilidad de Jean Austen
Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway
Fundación de Isaac Asimov
El Jorobado de Nuestra Señora de París de Victor Hugo
La Ilíada de Homero


¿Solo treinta? Releo la lista y realmente me produce una tremenda ansiedad excluir a otras voces y mundos que de alguna manera, son indispensables en mi mente. Reviso los nombres, incluyo unos y escojo otros, y de pronto, aparece una segunda lista, de los íntimos  los amigos privados. Los que siempre degusto - como el buen vino - al menos una vez al año. Imposible ignorarlos, de manera que redacto, casi por accidente la lista de los indispensables:


El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
Jane Eyre de Charlotte Brontë
Jornada al centro de la tierra de Jules Verne
Los miserables de Victor Hugo
Moby-Dick de Herman Melville
La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Madame Bovary Gustav Flaubert
El amante de Lady Chatterley de D.H lawrence.
Retrato de una Dama de Henry James
Retrato de un artista a un joven de James Joyce
El sonido de la furia de William Faulkner
120 jornadas en Sodoma del Marques de Sade
Historias de Tocador del Marques de Sade.
Thais de Anatole France
La historia de O de Pauline Rouge
Regreso a Roslyn de Pauline Rouge
La guerra y la paz de Leon Tolstoy
La guerra de los Mundosa de H.G. Wells
Cumbres Borrascosas de Emily Brontë
Una temporada en el Infierno de Arthur Rimabaud
Iluminaciones de Arthur Rimbaud.
Hay que ser absolutamente Moderno, de Arthur Rimbaud.
Poemas saturninos de Paul Verlain.
Las Flores del mal, Charles Boudelaire.
Amistades Peligrosas Chordelor de Laclos.
Los Cantos de Maldoror del conde de Lautremont
Moll Flanders de Daniel Dafoe.
El club de la pelea de Chuck Palahniuk
Critica de la razón Pura de Enmmanuel Kant
Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carrol
Alicia a través del Espejo de Lewis Carrol.
El coloso de Sylvia Plath
El Fabricante de Ataudes de Alexander Pushking
La Dama de Picas de Alexander Pushking
El huesped de Drácula de Bram Stoker.
El Ghoul de C.A Smith
Estirpe de la cripta de C.A Smith
El Golem de Gustav Meyrink
El cartero de Charles Bukowsky
El camino de Jack Kerou
Abraza a la Oscuridad de Charles Bukowsky
el Tunel de Ernesto Sábato.
Creación de Gore Vidal
Rayuela de Julio Cortazar
Cronopios y Fama de Julio Cortazar ( El favorito, entre los indispensables, quizá )
Vidas paralelas de Plutarco
Electra de Sofocles
Soy Leyenda de Richard Matheson
El diablo en la Botella de Roberth Louis Stevenson
La sombra del viento de Ruiz Zafón
El principito de Saint Exupery
Carmilla de Sheridan LeFanu
El benefactor de Susan Sontag
Como vivimos ahora de Susan Sontag
La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata
La caza del carnero salvaje de Haruki Murakami
De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki Murakami
1Q84 de Haruki Murakami

Un castillo de palabras. Amigos entrañables.

¿Cual sería tu lista - o tus listas - de libros infaltables?

jueves, 27 de diciembre de 2012

Del #2012 al #2013 en Un día y una noche






Las transiciones siempre me han intrigado: ese período entre dos extremos que parece resumir lo bueno, lo malo, lo raro y lo curioso entre ambos. Por ese motivo, y tomando como excusa el final del año "Apocaliptico" 2012 y el 2013, decidí comenzar un pequeño proyecto que consiste en tomar ( me ) una fotografía justo al despertar y justo antes de ir al dormir. Mirar ( me ) sin ninguna clasificación y pensar como transcurre el tiempo a través de ese sencillo acto de despertar / dormir ( otra transición ) creo que es la mejor manera de despedir / saludar, un año que comienza y otro que termina. Comprender la manera como observo mis pequeñas escenas y más allá, mi cotidiano. Una manera de crear con el día a día, con eso que consideramos normal.

Y estas son las primeras fotografías. Un día y una noche, a punto de dar el gran salto al año nuevo.

¿Te gustaría unirte? Hazlo!

miércoles, 26 de diciembre de 2012

De pequeños / Grandes momentos: Comprender tu imperfección.





Bitacora del capitán: Sesenta y cinco Kilos ( quince kilos menos que al comenzar la dieta ), 6 tallas menos.

Como suele suceder, diciembre - al menos en mi país - es el mes del descalabro de las dietas. La comida tipica de las celebraciones es de una variedad que te hace pensar si no fue concebida para el delirio gastronómico del comelón experto: Si eres venezolano, en tu mesa no van a faltar las exquisitas hallacas, el pernil oloroso, la ensalada de gallina recién preparada, el infaltable pan de jamón, que son el menú de casi todas las semanas finales del año. Y hay un cierto placer culpable en comer sin pensar en la talla y en los kilitos de más. Ya nos preocuparemos después, piensas. Ya en enero volveremos a la "normalidad", insistes. El placer de comer para celebrar, para reir, para simplemente degustar esa pequeña tentación de comer lo que se antoje es inevitable.

Luego de pasarme casi ocho meses en dieta estricta, el mes diciembre me asustaba un poco. La navidad era un poco como poner a prueba esa resolución mía de comer por placer y evitar la compulsión de solo hacerlo por costumbre, por tedio, por inquietud o por aburrimiento. Porque si algo tienen las celebraciones decembrinas, es esa dosis de estres familiar que resultar inevitable. Esa sensación extraña que el tiempo corre de manera distinta y que de pronto, todos somos niños de nuevo. Y cuando somos niños ¿Que nos interesa que nos llevamos a la boca? La idea de comer es casi divertida, con un desparpajo sin cuento. Comer, a toda hora. Comer sin pensar en calorias, en combinaciones, en bienestar. Se come porque nos encanta, porque es divertido. Porque es lo que se hace en navidad. Algo de eso supongo queda al crecer, es parte, tan tradicional como la hallaca y el ponche, de las fiestas navideñas.

Pero en mi caso, no todo es tan sencillo. Me pregunté si era el momento de poner mis resoluciones a prueba o simplemente insistir en la dieta, en mirarla como una forma de vida y continuar con mi rigido método de comer pensando en ello, casi obsesionada con el tema. De hecho, durante las primeras semanas de diciembre, lo hice. Evité comer hallacas, ignoré el pan de jamón caliente en mi mesa, rechacé con amabilidad el ponche casero que más de una vez me ofrecieron. Y me sentí satisfecha...pero también triste. ¿Por esto había trabajado tanto durante el año? Me pregunté con cierta inquietud. ¿Tenía sentido considerar la comida con un enemigo de temer, como algo a lo que debía enfrentarme? ¿No había sido eso el origen de todos mis problemas de peso durante toda mi vida? El pensamiento me sobresaltó y me angustió, aunque no lo suficiente para dejar de continuar luchando con la idea de la dieta a medida que avanzaba el mes. Porque de pronto, la idea de comer por puro placer volvió a preocuparme.  La sensación de perder el control. Otra vez. Porque de eso se trata todo ¿No? El pensamiento de volver a caer en el ciclo inevitable de comer, de agredirme con ese placer diminuto.

Sin duda, comprendí luego de semanas de lidiar con esa leve angustia de lo privado. Perder esta nueva capacidad de lidiar con mi propio caos, de comprenderme más allá de los kilos que pierda o que pueda aumentar a medida que evito preocuparme. ¿Voy a vivir de esta manera siempre? Me pregunté con un sobresalto. ¿El resultado de casi un año de esfuerzo es la de perder la espontaneidad del placer de comer, la risa de degustar mi comida favorita? Entonces...¿En qué consiste el triunfo? ¿Cual es el valor de todo el esfuerzo? De pronto todo fue tan claro, que me hizo reír  El triunfo es justamente comprender que luchar contra mi apetito no es la respuesta, si no comprender mi cuerpo más allá. De reír, sí,  con la libertad de mirarme más allá que la suma - o la resta - de grasa y kilos. Porque la normalidad es imperfecta, el poder de crear espontáneo y sin duda, mi cuerpo es mucho de ambas cosas. Es sin duda, mi mejor manera de crear.

Pienso todo esto mientras mastico con deleite un buen trozo de pan de jamón, bebiendo a sorbitos una gran taza de café con leche entera. Sí, que pecado. Entera. Y siento esa satisfacción placentera, casi "pecaminosa" de comer por purisimo placer. Y hay algo de asumir la idea que cuidar mi peso es simplemente aflojar el puño de vez en cuando, tenerme paciencia y más aun, comprender quién soy, para encontrar ese equilibrio entre la imperfección y más allá, esa salud utópica que sigo intentando encontrar en mis habitos y construir por costumbre.

Una diminuta forma de placer.

C'est la vie.


martes, 25 de diciembre de 2012

Lo que me trajo el #NiñoJesus















Para mi sorpresa, el Niño Jesús se acordó de mi este año y me estuvo obsequiando desde mediados de noviembre.   Por supuesto, dejó mis regalos en manos de familiares y amigos y fue hermoso, recibir de cada uno de ellos una muestra de cariño que me hizo sonreír  cuando no llorar - Sí, soy llorona -. El caso es que, recibí desde mis amados gadget electrónicos hasta el milagro diminuto de ver elevarse un globo en el aire rodeada de gente muy queridas. Y todos me hicieron sonreir y me senti muy agradecidas de recibirlos. Porque pequeño o grande, un obsequio casi siempre representa algo muy sentido: un gesto de amor. Así que siempre los agradezco infinitamente todos y forman parte, por supuesto, de esas pequeñas / grandes bendiciones cotidianas que te hacen sonreír.

Y a ti, estimado lector, ¿Qué te trajo el Niño Jesús?


lunes, 24 de diciembre de 2012

El #Grinch navideño y otras menudencias: Feliz navidad...a regañadientes



No es que odie la navidad. Es decir, sí, quizá un poco. Pero no es un odio desmesurado. No soy Ebenezer Scrooge, insultando a su pobre sobrino amable. O el Grinch peleándose con Cindy Lou Who. Pero si, no le tengo un gran cariño. De hecho, siento una respetable desconfianza hacia una fecha donde todos están felices y celebran. Soy del tipo de gente tímida que se sienta en algún lado, con una copa de ponche casero en la mano, esperando no tener que sonreír o decir algo especialmente amoroso e inspirado. No es odio, exactamente entonces lo que siento por la navidad, también es un poco de miedo.

¿Miedo? Sí. Probablemente se deba a que me eduqué en un colegio católico donde la navidad empezaba básicamente en septiembre y había una especie de necesidad de expresar felicidad enfermiza. Era algo digno de verse: las monjas bigotudas que todo el año no parecían tener otra ocupación que odiar al Universo entero por su virginidad beata, se transfiguraban en doncellas de saturnales felices. Una felicidad un poco inquietante: el viejo colegio rebosante de lazos verdes y rojos, el siempre sonriente San Nicolás CocaColareo y otras menudencia que terminaban asombrando al más descreído  Porque había algo en ese espiritu navideño que era un poco de alegría y algo más de cierta histeria misteriosa. Se disfrutaba por supuesto: era un buen cambio a la disciplina enfermiza aquel súbito espíritu de bondad, de mejillas sonrojadas y ánimo beatifico. Pero seguía siendo poco menos que asombroso. Inquietante tal vez.

Más adelante, un poco curada de espanto, me seguía sorprendiendo la histeria colectiva que parecía desbordar familia y ciudad. Porque nada tenía que ver la discreta celebración de Solsticio a la que estaba acostumbrada con esta fiesta rebumbante, donde se confundía carnaval con algo más extravagante: una especie de súbita conciencia sobre nosotros mismos, la necesidad de la fe, la esperanza y el amor. Y eso no está mal por supuesto. Hasta yo en mi cinismo navideño lo sé. Lo que sí me desconcierta - me desconcierta - era esa especie de idea de "Solo por navidad" era posible esa comprensión de ese vinculo invisible que nos une. Esa idea retorcida de únicamente por día al año somos capaces de sonreír y creer que la fe en algo más grande que todo es posible.

Pero filosofías aparte, mi tolerancia es poca. Y de hecho, pasé media vida huyendo con mucha habilidad del golgorio navideño. La mayor parte de mi veintena me declaré un Grinch consumado, uno de esos solitarios de la navidad que no acuden a fiestas, ni aceptan regalos, ni tampoco los dan. Estuve muy convencida que esa repulsión a la fiesta era poco menos que una idea asumida. Una forma de entender que el mensaje me gustaba - ¿a quién no le agrada la alegría? - pero no asumir que debía ser solo una vez al año.

Tuve que tener un pequeño llamamiento de conciencia para que la navidad dejara de ser la fiesta oprobiosa de lo "comercial" y comenzara a tener su significado. Un poco elemental, pero lo suficientemente hermoso como para asumirlo con cierta deportividad. Y no, no me vinieron a visitar tres espiritus cadena en mano la nochebuena, sino que compartí una de esas conversaciones con un personaje inesperado: el Padre Antolín, el sacerdote encargado de velar por las almas aparentemente impolutas de las monjas bigotonas de mi viejo colegio.

Al padre Antolin lo visitaba cada año antes que se fuera a compartir tiempo y pipa en las estrellas. Era un hombre enorme, un andaluz de los de antes, malhumorado y que escuchaba tus pecados con un gran tedio mundano. La penúltima ocasión en fui a visitarle, antes que un infarto se lo llevara de estas tierras ímpias, escuchó mi acostumbrada perorata sobre navidad-que-fastidio-basta-ya y me echó el humo de su pipa en la cara, un poco harto supongo de mi cinismo un poco prefabricado.

- Hablas tanto de la navidad y cada 23 te tengo aquí trayéndome turrón - dijo, tosiendo y riendo - ¿Quién te entiende mocosa malcriada?
- Tu eres distinto. Te quiero y vendré cada año.
- ¿Eso te parece bueno?
- ¿Que si...?
- Responde.
- Claro que me parece bueno. Te quiero muchísimo Antolin. 

Había sonreído, rascándose la barba blanca de Jesuita recalcitrante.

- Entonces, ¿Vienes cada 23 de diciembre por que me quieres?
- Sí, claro.
- Y eso te lo recuerda la navidad.
- Un poco, sí.
- Entonces, la Navidad tiene su truco: recordarte que quieres y porque lo quieres. ¿Habrá algo más importante que eso?

Quise responderle. Decirle de lo comercial, del tráfico espantoso, de la hipocresía general. Pero no pude. Allí estaba yo con mi viejo Antolin, ambos sentado comiendo turrón. Y comprendí la sutil idea, el significado de simplemente dedicar un día a recordar y sonreír. Le tomé de la mano, riendo en voz baja.

- Ganaste.
- No intentes vencer a un sujeto educado en la dialéctica. 

Todavía recuerdo esa conversación. Y sonrío. A pesar de que Antolin ya no está para recordarmelo. Pero si está cada 23 de diciembre, y la navidad después. Porque de pronto, comprender que cada celebración, por extravagante que sea tiene un sentido y una forma de crear, es el mejor sentido que puede tener una fecha cualquiera. ¿Y cual mejor en una fecha que todos parecen muy conscientes de su lugar en el mundo y esa necesidad de crear algo hermoso? Una manera de tener esperanza, quizá.

De manera que colgué los guantes de Grinch. No definitivamente, de vez en cuando me los vuelvo a calzar. Pero quién sabe, hay un momento navideño para todos. Después de todo, Grinch canto en toda su verde alegría junto con Cindy Lou Who el día de navidad en que recuperó su corazón.

C'es la vie

domingo, 23 de diciembre de 2012

MI año en #12Fotos














Si pudiera resumir como ha sido mi año fotográfico, podría decir que estas doce imágenes lo resumen de la mejor manera posible: una búsqueda a todo nivel, cámara en mano, mirando a mi alrededor mientras avanzo hacia algún lugar de mi mente que aún no tengo muy claro cual es. Pero lo que si sé, es que estos doces meses fueron decisivos para encontrar esa puerta hacia ese "otro yo" que la fotografía descubre, muestra, sana, acaricia, construye y reconstruye. Encontré rostros - el mio, el de otros, el de la calle - escenas y pequeñas ideas que crearon una nueva manera de ver el mundo a través del lente. Y es que creo que la mayor satisfacción que me deja este año es haber recuperado la capacidad de sorprenderme a mi misma, de   construir algo tan poderoso como intimo en cada imagen: Un lenguaje personal.

Y tu, mi querido lector, ¿Como fue tu año en fotografías? ¿O en palabras? ¿Creciste? Te invito a pensarlo un poco. Estoy convencida que, como a mi, te sorprenderá la respuesta.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Proyecto: 26 Obras de Arte.

Creo que si pudiera definir mi año fotográfico con una palabra sería "crecimiento". Por primera vez, en varios años, mi aprendizaje como creadora visual fue más allá de lo teórico y se hizo mucho más vivencial y sobre todo privado. Decidí luchar contra mis temores, mis limites, mis prejuicios y crear, de la manera más libre que pude. Y el resultado es este: La culminación de un Proyecto que me permitió comprenderme no solo como fotógrafa si no como artista visual. Recorrer uno a uno mis principales referentes, estudiar a fondo su estilo, comprenderlo más allá de una idea conceptual, me permitió recorrer un camino personal en el que aprendí de mis propios errores y aciertos, mirándome en un espejo cambiante muy intimo: el de mi propio lenguaje como fotógrafa. Una manera de crecer y transformarme a través de la imagen, de observar con detenimiento lo que ha sido mi trabajo hasta ahora. Este es el resultado: veintiséis imágenes que recorren ese sendero visual que todo apasionado de la imagen sigue a través de sueños, referencias inconclusas y abstractas, deseos y experiencias. En ellas, plasmé mis deseos y formas de búsqueda personal y me acompañaron desde mis pintores favoritos hasta mi principal referente visual. Una manera de reconstruirme, a todos los niveles, quizá solo para destruirme otra vez. Un ciclo interminable de renacimiento. Aquí les dejo el Proyecto completo: la manera más precisa y profunda que tuve este año que termina de hablar.


 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Llegó #ElFinDelmundo: ( y siguió de largo ) La lista de las cosas que debimos hacer si el mundo se hubiese acabado





Y llegó el fin del mundo: el día que por décadas se esperó, alimentando la imaginación mundial con las teorias de la conspiración más retorcidas y todo tipo de profecias descocidas, que terminaron en un brillante día de Solsticio. Porque eso si nos obsequió este apocalipsis fallido: un día brillante, de un azul de sueño, con olor a diciembre bonito e incluso - para los caraqueños - la visita de Pacheco. Pero con todo, queda la sensación de cierta ¿decepción? - sí, soy morbosa - por la profecia más vieja de todas que no se cumplió. O al menos no hasta ahora - fanfarrea misteriosa - mientras escribo este artículo y un sol tan limpio que asombra entra por el ventanal de mi estudio. Así que previniendo que en las siguientes 20 horas ocurra algo digno de mención a las futuras generaciones que se reirán de nosotros, comparto con mis queridos lectores, una lista  que confeccioné por puro ocio sobre las cosas que deberíamos hacer hoy, a las puertas del supuesto cataclismo intergalactico anunciado por los venerables mayas:

1) Llamar por teléfono a todos los que nos han caído mal y hemos tratado por diplomacia y empezar la ronda de insultos: sí, a todos, desde el cura confesor - quién lo tenga - hasta la suegra insoportable y disfrutar de la variedad de groserías que posee nuestro castellano natal
2) Destrozar a batazos la estatua cursi del Prócer patrio de su preferencia.
3) Correr por la calle desnudo. Si es posible, gritando y dando saltos de loc@
4) Hacerle una visita al vecino que insiste en escuchar reguetón y comenzar a destrozar, de manera metódica y casi artística, cada cd, reproductor de música e ipod que el desgraciado en cuestión utilizó para amargar las mañanas. Volver a utilizar el bate.
5) Ir al restaurante costoso que siempre quisiste ir y que presumiblemente no cerró por el fin del mundo y comer lo más caro de la carta. Repetir. Acompañarlo del postre más costoso - y si tiene nombre en francés, mejor -. Tomar vino de cosecha. Café colombiano. Por último, acercarte a la puerta y escapar sin pagar la cuenta de los mesoneros enfurecidos y personal de confianza que te perseguirá.
6) Vandalizar calles y aceras. Pero no las tuyas: procura que sean la del santurrón sermoneador, el zoquete avarioso y toda la fauna desagradable que tuviste que soportar en este viaje por la tierra que hoy termina. Ahora, si eres tu, reconoce tu mezquindad y aprovecha además, de disfrutar del caos público para hacerlo.
7) Ve y estampale un beso a tu amor platónico. Si alcanza el tiempo, algo más. (Check, se intentará )
8) Abre el cuadernito de las dietas que nunca hiciste, y quémalo  Y que vivan los carbohidratos. Compra la torta más grande que encuentres, una botella de ron añejo, pan de jamón y sientate a tomar tu última cena ¿Ya para qué cuidarse? Vivan los Mayas.
9) Confiesa que te gustó Crepúsculo, que además leíste bañad@ en lágrimas los libros, que estás comenzando con Cincuenta Sombras de Grey y te gusta mucho. Llegó la hora de la verdad!
10) Insulta a un policía. Si puedes dale un puñetazo también.

Ñapa: Desea que sea el fin del mundo o será bastante complicada tu vida de ahora en adelante si hiciste la mayoría de las cosas incluidas en la lista.

¿Una lista sin sentido? Por supuesto, hablamos de un apocalipsis que nunca sucedió. El chiste más viejo de todos. De manera que ¿Cual sería tu lista? Nos vemos en los comentarios.





jueves, 20 de diciembre de 2012

#ConfesionesDelFinDelMundo: Vandalismo Prêt-à-Porter





Y hoy es un día singular, que junto con el de mañana, pasará a la historia de la anécdota como la quinta vez en fila que sobrevivimos al fin del mundo. Al menos en esta década. Desde pastores evangélicos hasta profecías de dudosa procedencia insistieron durante este nuevo milenio que vivíamos los albores del fin. Y no ocurrió nada. De hecho, mientras escribo esto, imagino el artículo que escribiré el sábado muy temprano - aunque debería escribirlo hoy, porque a esta hora nuestros amigos Australianos ya sobrevivieron al apocalipsis maya - y me asombra la credulidad general que todos tenemos hacia esa idea de un "final" anunciado del mundo como lo conocemos. Una ingenuidad de niños, que supongo tiene mucho que ver esa atracción que todos sentimos por lo misterioso y lo asombroso. Cual sea el caso, el del 21 de Diciembre del 2012 debe ser probablemente el intento más ambicioso de la cultura pop por darle identidad a ese anunciado cataclismo que debería arrasar con el mundo hasta sus cimientos. Al menos, es el que más curiosidad ha despertado, lo que ya no es poco en un mundo que no se asombra.

En mi caso particular, he disfrutado mucho con esta leve histeria colectiva con respecto a la fecha, así que decidí "despedirme" a lo grande, con algunas confesiones del fin del mundo. A menos de veinticuatro horas en que los mayas cumplan su amenaza intergalactica, decidí hacer una lista de algunas de mis locuras durante mis treinta y no te importa años de vida. Esas que pocas veces se cuentan y que hacen reír a carcajadas por inauditas. Supongo que es una manera de conmemorar este espíritu niño del creyente, de esos asustados feligreses del "fin del mundo" que realmente están inquietos por lo que podría ocurrir el día de mañana.  Una manera de recordar nuestra fragilidad y quizá nuestra simpleza como hijos de una sociedad torpe.

¿Y cuales serían esas confesiones del fin del mundo? Pues ninguna de ellas incluyen asesinatos o algo realmente ilegal, pero si bastante de un espíritu festivo que hasta mi me sorprende tener. Así que comencemos este particular mea culpa:

* La vándalica de la correspondencia ajena: 

Cuando era niña, sentía un nada sano interés por la casilla de correos de mi edificio. Me encanta la idea que muchas de aquellos sobres de correspondencia ajena contenían "secretos", por lo que por unos cuantos años, me dediqué a robar, intercambiar e incluso leer las cartas y recibos de mis vecinos. Por supuesto, pronto me desencanté del pasatiempo ( la mayoría de los "secretos" que encontraba era la tarifa que mi vecino pagaba por electricidad ) pero seguí cometiendo mi pequeño crimen por esa sensación de enorme satisfacción que siempre produce lo ajeno y la tentación. Al final, mi carrera como criminal postal acabó cuando la conserje, luego de meses de vigilancia, me capturó con las manos en la masa, debido a lo cual me retiré sin mucha dignidad del negocio del espionaje.

* El experimento con la Liga de frenos y otros intentos químicos:

Cuando comencé en la Universidad era aún muy niña. Tenía quince años recién cumplidos y estaba muy convencida que era una especie de luminaria en las aulas del salón de clase donde comencé una licenciatura de Leyes que detestaba. De manera que durante ese primer año en la universidad, mi comportamiento fue poco menos que el de una niña que era incapaz de adaptarse al nuevo ritmo del mundo "adulto". Aprendí a fumar, olvidé los hábitos de estudio y me volví una especie de anécdota de misma.  El caso es que ese desorden interno terminó cuando aplacé varias materias en un mismo período - cosa que jamás me había sucedido - y me encontré más frustrada que nunca en medio de aquella universidad detestaba y esa licenciatura que no me producía el menor interés. Pero por supuesto, con quince años la vida se ve distinta - más simple, supongo - y me reacción fue culpar a mis profesores, sobre todo al anciano de Derecho Romano I que además, parecía sentir una especial antipatía por mi. ¿El resultado? Mi primer experimento vandálico propiamente dicho: un día antes de las vacaciones navideñas, tomé un recipiente de liga de frenos común y lo arrojé sobre la carrocería del adorado Chevy del profesor. Ni yo misma me creía lo que sucedió después: el escándalo público de toda la clase lamentando lo ocurrido, la minuciosa investigación que se llevó a cabo,  la furia del profesor que por meses mastico la furia por el oprobio. Y el hecho que jamás me descubrieran: pero no hizo falta. Hasta el final de aquel año de pesadilla, purgué en pánico mi propia culpa, esperando ser expulsada de la universidad, descubierta de alguna manera rocambolesca que no tenía idea cual podría ser. Pero no sucedió. Lo que sí ocurrió, fue que el susto mudo y la culpa me hicieron madurar rápidamente y al año siguiente, me dejé llevar por la rutina y el estudio. Encajé de alguna manera. Y todo gracias a mi instinto criminal, quién lo diría.

* Tiradora de papas profesional:

Vivo en una concurrida Avenida, así que es habitual que se lleven a cabo espectáculos y eventos publicos más o menos importantes de vez en cuando no solo en la calle, sino en la plaza justo al frente. Durante años, he tenido que soportar escándalos, fiestas y bailantas de diversa índole durante horas, para desquicio de mi muy escasa paciencia. Hasta que descubrí mi talento para arrojar papas congeladas a la concurrencia. Lo hago por gusto, con una sensación de venganza lo bastante maligna como para mejorar mi brazo y mi punteria. He arrojado papas congeladas durante marchas públicas, fiestas de guardar, eventos privados y públicos, y aunque no he logrado acabar con los espectáculos que ataco - ni mucho menos - si ha sido la mejor manera que encontré para expiar la furia y la incomodidad que me produce la obligada asistencia al espectáculo público gratuito. ¿Que si me divierto? claro, en mi extensa carrera como tiradora de papas congeladas, he escuchado gritos e insultos, las groserias más granadas del extenso repertorio castellano. ¿Que si me han descubierto? Creo que un par de veces, pero nadie ha hecho otra cosa que mandarle recuerdos a mi querida madre. De manera que sigo haciéndolo sin retiro anunciado.


¿Anécdotas frugales? Por supuesto, nunca dije que mi pequeño prontuario criminal fuera de especial gravedad, pero aun me hace reír esa capacidad para el caos que todos tenemos y sobre todo, recordarlo justo antes de una fecha que pasará a la historia como la gran burla a la cultura popular, o lo que es lo mismo, otro de los chistes malos que el mundo encaja sin mucho sentido del humor.


C'est la vie.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Carta al niño Jesús:




Querido niño Jesús:

Se ha hecho una costumbre que te escriba por estas fechas, aunque ya no tenga la edad de un niño, aunque sí la convicción, quizá. Porque lo hago, sin falta., por esta sensación de prodigio que me invade desde que empiezo a redactar las primeras lineas. El asombro de creer, con toda la confianza limpia de quienes confiamos  en los milagros. Sonrío, sí, mientras recuerdo mi niñez, las numerosas cartas que te envié y que de alguna manera u otra siempre tuvieron respuesta. Porque como diría el inefable Antoine de Saint-Exupéry, lo realmente valioso solo puede verse con los ojos del corazón.

De manera que vuelvo a escribirte para contarte este año tan poderoso en significado, en crecimiento y en sueños que he vivido. Para narrarte, otra vez, como me he vuelto un poquito más niña, al comprender que el mundo es de los que soñamos, los que construimos, con una paciente lentitud, ese camino hacia lo que creemos, lo que confiamos, lo que está por venir. Y que esperanza es esta Niño Sagrado, la de confiar en que somos capaces de construir algo totalmente nuevo a partir de cada idea y pensamiento. La esperanza de los que miramos el mundo recién nacido cada día, de los que cerramos los ojos para escuchar la canción del viento, los que caminamos por la calle de la ciudad e intentamos encontrar en ella belleza, a a pesar de todo lo que puede ocultarla. Los que luchamos por creer.

Pensé durante días en qué podría pedirte me dejaras al pie del árbol navideño que nunca he colocado en mi casa. ¿Que obsequio podría desear, esta mujer niña en que me he convertido con esfuerzo, que ha crecido para encontrar que en realidad todos somos ingenuos en el deseo? Y de pronto, comprendí que no quería nada porque todos mis regalos, los valiosos, los importantes, los he recibido durante el año. Sin saberlo, quizá sin comprenderlo del todo. Pero están allí:   obsequios de los que llevo entre los brazos a diario, de los que agradezco a ciegas. Los que llevo en mi espíritu y en mi boca. En mi manera de crear. Porque esta carta, como cada año, no es para pedirte un obsequio, si no para agradecerte, todos los que he tenido, los invisibles, los ingrávidos, los inesperados. Los realmente valiosos.

Porque he recibido tanto de cada sueño que nace en mis dedos: he fotografiado hasta la extenuación. Llorando de frustración y luego de alivio, siempre sosteniendo la cámara entre mis manos para observar el mundo desde los salones de mi mente. Cada imagen un obsequio, cada rostro que he capturado, una historia que contar, un momento que atesoro. He fotografiado con los dientes apretados de rabia, de furia, de angustia, de felicidad, de satisfacción. He llorado a través de imágenes, he bailado en la oscuridad de mi mente. Y que obsequio ha sido este, el de continuar un año más encontrando un significado a la luz y a la sombra, confiando en mi sueño para continuar.

Y también recibí el obsequio de leer. A toda hora, en todo momento. Apretando los libros con el fervor del creyente, abrazando la palabra para encontrar mundos en ella, mirándolos flotar a mi alrededor. Libros que me conmovieron, me asustaron, me hicieron sentir amor y dolor. Libros y Universos nuevos, que me recordaron cuan poco sé del mundo, cuanto necesito aun descubrir. Libros y palabras, hablándome de ese poder de creación misterioso que podemos olvidar en lo cotidiano, en el día a día que desgasta, que a veces agota tanto.

Escribir, como siempre, fue el regalo que me prometí. Y me lo obsequié cada día, cada noche, a toda hora. Escribir por deseo, por necesidad, por angustia, por encontrarme en mis palabras, por olvidarme en ellas, por cerrar puertas que estuvieron demasiado tiempo abiertas, por abrir otras y aspirar el aroma de lo nuevo. Cada palabra tallando un nuevo rostro a cada sueño. Lo hice a diario, a conciencia, con los labios apretados , los dedos temblandome. Porque escribir duele, divino Niño, porque escribir desconcierta y se clava en un lugar de la mente que te deja tan exhausto como vulnerable. Pero lo sigues haciendo. Por el deseo y el sueño, porque no puedes contenerte, porque no quieres contenerte quizá.  Y comprender eso es el gran obsequio, la necesidad, el silencio, la manera de creer y confiar.

Porque si algo aprendí este año, Niño hermoso, fue a confiar. Sin dudas, luchando con la incertidumbre a diario, a volverme de nuevo ingenua a pesar del riesgo, de comprender el valor de un acto de fe. A paladear el placer enorme y casi olvidado de sonreír por pura ingenuidad. De esforzarme por encontrar la belleza en mi mundo, por construir algo mejor que la simple desazón. Ha sido una lucha pequeña, personal pero enorme en su significado y tal vez, el gran regalo que he recibido, ha sido ese: aprender que lo que deseas, es un trabajo de todos los días, es una esperanza que sostienes con esfuerzo, que levantas a pesar que a veces sea tan pesada que sientas no puedes sostenerla sobre los hombros. Pero de alguna manera encuentras la fuerza. La encuentras para enfrentarte al miedo, a la angustia, a la simple incertidumbre. Lo logras y sonreír, es el regalo, el obsequio sutil que no esperaste recibir.

De manera Divino Niño, que esta vez, tampoco te pido nada, porque ya lo tengo. Tal vez, ese sea otro de esos aprendizajes que solo comprendes cuando estás a sola y el tiempo transcurre a tu alrededor, sin nombre. Que cada regalo en tu vida, ya lo obtuviste por la mera idea de soñarlo e intentarlo alcanzar.

Gracias entonces, pequeño recuerdo de la infancia, por recordarme el peso de las pequeñas cosas y el deseo de los grandes y personales descubrimientos.

Te quiere siempre.

A.

martes, 18 de diciembre de 2012

Cuando la avaricia rompe el saco: Instagram contra el derecho de autor del usuario. Lo que debes saber.





Como muchísimos adictos al mass media y a las redes sociales, desperté - en un madrugonazo 2.0, digamos - con la noticia que la red social Instagram había cambiado sus políticas de privacidad en detrimento del autor. Una idea preocupante, si pensamos en el alcance de Instagram como banco de imágenes y el vertiginoso número de material fotográfico que se incluye en su plataforma por minutos. Investigando un poco, me asombra la manera como la nueva normativa no solo cambia por completo lo que hasta ahora ha sido Instagram si no como irrespeta lo que es el sentido de la esencia de la red social hasta ahora: El compartir imágenes de una manera sencilla y funcional.

A estas horas, por supuesto,  no tengo mucho que explicar sobre la decisión de Instagram de tomar el derecho de autor de sus miembros y utilizarlo como mejor le convenga. Igualmente y en mi modo abogado, creo conveniente explicar de manera muy clara que es lo que Instagram hará de ahora en adelante con tu material fotográfico y como te afecta como fotógrafo o simplemente apasionado de la fotografía y titular del derecho de autor de la imagen.

El párrafo de la discordía, se encuentra incluido en la revisión a la normativa de privacidad de la red social y dice lo siguiente:

"Parte o la totalidad del servicio podría ser soportado por ingresos publicitarios. Para ayudarnos a ofrecer contenido patrocinado o de pago interesante, aceptas que un negocio u otra entidad pueda pagarnos para mostrar tu nombre de usuario, tu aspecto, tus fotos (incluyendo los metadatos asociados) y/o las acciones que tomes, en conexión con promociones o contenido patrocinado, sin ninguna compensación para ti." 

En términos legales claros, ¿Que quiere decir lo anterior? Que Instagram podrá vender, sin tu permiso expreso, tus fotografías para fines publicitarios o comerciales, sin consultarte y sin que recibas compensación monetaria de por medio. Además, perderás tus derechos de autor de origen: si tus fotografías son vendidas a un tercero, el comprador podrá hacer uso de tu fotografía de la manera que prefiera, sin que puedas intervenir u opinar al respecto. ¿En conclusión? Instagram es el propietario, una vez que incluyas en la red Social tus imágenes, de no solo la fotografía como tal, sino de la metadata y derechos de autor difusos que puedan asociarse a ella.

Si continúas leyendo la nueva normativa, encontrarás algunos elementos casi tan preocupantes como lo anterior: Instagram se exime de la responsabilidad legal de lo que pueda suponer hacer tu contenido fotográfico público, una vez vendido a un tercero. De hecho, no tendrás crédito ninguno y mucho menos compensación económica por el uso que se haga de ellas.  Textualmente el apartado señala que Instagram  “no será responsable del uso o divulgación del contenido que subas”. Por lo tanto, cualquiera puede tomar tus fotografías, utilizarla de las maneras en que prefiera y cuando quiera, y no podrás opinar al respecto. Un pensamiento muy inquietante, si tomamos en cuenta que la mayor parte del banco de imágenes de Instagram es de indole personal.

Por último, Instagram señala que la fecha donde se hará efectiva la medida será el 16 de enero y señala que todos los usuarios que no estén de acuerdo con ella, tienes hasta esa fecha para borrar su cuenta de la plataforma. De no hacerlo, a partir del 16 de enero cualquier fotografía que sea incluida en Instagram deberán atenerse a la nueva normativa, que como dije, le concede un derecho real a Instagram - y Facebook por añadidura - de tus imágenes.

¿Que hacer?

Particularmente, mi Instagram es un banco de imágenes personal con fotografías más o menos casuales de lo  que acontece en mi cotidiano y que en mi opinión no , pero si tus imágenes de Instagram forman parte de tu trabajo fotográfico personal, te recomiendo descargues tus fotografías y estés atento a lo que pueda ocurrir con la plataforma hasta el venidero mes de enero.

En el caso que quieras  descargar tus fotografías Instagram directamente a tu pc,  puedes utilizar al menos dos programas que te permitirán tener todas tus fotografías Instagram en el formato que te sea más conveniente. El primero es Instaport. me, cuyo proceso de descarga es bastante sencillo: solo debes entrar con tu usuario y contraseña Instagram: la página te permitirá obtener  en formato .Zip toda tu galeria de fotografias. El otro  programa que puedes utilizar es Copygram. El proceso no es tan sencillo, pero tienes la posibilidad de descargar las fotografías por grupo o completas. Para hacerlo,  solo debes ir a la página web de Copygram y hacer en clic en la opción "Backup Photos". Una vez allí, incluye tu  nombre de usuario y clave de la plataforma Instagram y podrás descargar, también en formato .zip, tus fotografías.

¿Y que podemos esperar de Instagram?

Tradicionalmente, Facebook ha tenido un preocupante historial de correcciones de último momento  al derecho de autor del material que se comparte en su plataforma y la privacidad de los miembros de su comunidad virtual, que luego rectifica cuando el escándalo público se convierte en detrimento para la empresa. No obstante, en Instagram, puede que la rectificación no ocurra pronto: La gran mayoría de los usuarios de Instagram prestarán poca o ninguna atención a las nuevas políticas de privacidad y es bastante probable que el malestar de un grupo de usuarios no sea lo suficientemente notorio como para provocar una enmieda en la polémica nueva visión sobre la privacidad del material que se comparte. De manera que, recomiendo que si no deseas que el contenido de tu Instagram sea compartido sin tu consentimiento, comiences a buscar opciones con respecto al destino de tu material y a reflexionar sobre la importancia de tus derechos como autor de tus imágenes.

Actualización: 

6:00 de la tarde del día de hoy: En una inteligente maniobra y debido a la presión ejercida por los usuarios sobre lo que consideraron una agresión a sus derechos de autor sobre las imagenes que comparten en la red social, Instagram rectificó su politica de privacidad e hizo publico el siguiente comunicado http://blog.instagram.com/post/38252135408/thank-you-and-were-listening donde reconoce los derechos de autoría y comercialización de los usuarios sobre las imágenes contenidas en su plataforma. Interesante respuesta a una protesta pública a nivel global y que demuestra el poder de la opinión 2.0,  que se manifestó en defensa de lo que consideraron una violación a sus derechos elementales de autoria. Este reconocimiento, además, abre la puerta para una interesante argumentación con respecto a la utilización legal y derechos de comercialización del trabajo fotográfico en las redes sociales más populares de la web.


lunes, 17 de diciembre de 2012

De la violencia y lo cotidiano: A propósito de lo ocurrido en Newtown, Connecticut.





Continúo un poco asombrada por lo ocurrió en Newtown, Connecticut. Obviamente, vivo en un país muy violento y la noticia de un asesinato no es nada nuevo para mi.  En mi ciudad, hay unos 65 asesinatos cada fin de semana, y otros tantos que están fuera de las "estadísticas". En el resto del país, la cifra es más o menos parecida y al final del día, todos los venezolanos tenemos la impresión de vivir en una guerra anónima donde los bandos en lucha son la población civil desarmada y la criminalidad, esa idea brumosa que no termina de definir contra qué nos enfrentamos. De manera que sí, la noticia de la matanza de Connecticut no asombra tanto por estas latitudes. La muerte es la muerte, quién sea la causante. Lo que sí asombra, al menos en mi caso, es la manera como la noticia, el hecho, la circunstancia, lo que queda después del horror está siendo manejada por la sociedad estadounidense y la mundial. Como esta gran aldea urbana esta digiriendo la muerte de niños y adultos por un criminal absurdo, fruto probablemente de toda una historia de violencia sutil que en aquí, en Venezuela, no podemos comprender bien. Porque aquí en Venezuela, me atrevería a decir en latinoamerica, la muerte no es producto ni consecuencia, es impulso, es furia, es locura. Pero esta muerte, de lo planeado y lo que se crea a partir de la locura, nos es casi desconocida.

Decía uno de mis profesores de Leyes, que en Venezuela no hay verdaderos psicópatas  En nuestro país, decía aquel profesor, metódico y muy meticuloso para hablar de cifras y todas esas subdivisiones del crimen a la manera legal, que los asesinatos en Venezuela eran cosa de la pasión y el momento. Para explicar el tema, dibujaba en la pizarra algo que él llamaba la bomba de tiempo: un circulo rodeado de pequeñas flechitas. Cada una, era un detonante. Y solía insistir que en nuestro país se mataba por odio, por furia, por el impulso del momento. Se mata para robar, por celos, por furia, por forcejeos  Un hombre que apuñala a su mujer, a su amante. La mujer que saca una pistola en el calor de una discusión y dispara. Los gritos, la desesperación. El crimen en nuestro país es pasional.

Al contrario, en otras latitudes, los crímenes son cosa meditada. Los cometen el vecino silencioso, el amigo sonriente, el sujeto extraño de la oficina, el chico atormentado del salón. Se planean por semanas, se decide cuando será mejor y más impactante realizarlo. Y probablemente eso es aun más aterrador que el disparo en medio de la discusión, la ráfaga de metralla en un asalto. Porque ese asesinato que se construye día a día, del odio que se cocina a fuego lento, es probablemente un asesinato que ocurrió en la mente del asesino mucho antes que se cometiera. Y aterra un poco el pensamiento, de ese asesinato por escenas, que va ocurriendo a medida que el asesino encuentra razones suficientes para decidir hacerlo, para disfrutar la idea de la muerte, de la sangre, de lo que ocurrirá entonces y como acabara todo. Es una sensación escalofriante, imaginar a ese asesino con rostro aburrido, mirándolo todo, decidiendo quien morirá y quién no, quién recibirá su odio en forma de bala y a quién ignorará, si lo hace. Un pensamiento inquietante, perturbador.

Así ocurrió probablemente en Newtown: el asesino era un chico callado, tímido y que mucho de sus compañeros describen como "extraño". Un asesino que decidió serlo por razones que nunca comprenderemos del todo. Que con toda probabilidad creo y construyó el escenario de la muerte con tanta precisión que cuando lo cometió, no tuvo dudas, no titubeó. Simplemente disparó. Disparó sin pensar, una y otra vez, porque en su mente ya había ocurrido, ya todos estaban muertos desde el momento en que decidió que el asesinato sería su manera de abandonar el anonimato o de acabar con un sufrimiento incomprensible para cualquiera.  Y lo hizo. Sin que le temblara el pulso para disparar contra niños y maestros en una escena de pesadilla. Disparó y asesinó por una motivación tan turbia que resulta incomprensible, tan enormemente dura que duele: no existe un motivo. Porque el motivo real es tan abstracto y carente de sentido, como la furia de una discusión cualquiera o un robo por arrebatar una cartera. Una idea sobrecogedora, o aun peor, incomprensible para los que observamos, los espectadores de este asesinato en masa que carece de razón real.

Es difícil asumir la existencia de la violencia o a un peor, de su inevitabilidad. Tal vez por ello, nunca terminamos de comprender su origen, su proceso o quizá su simple realidad.

C'est la vie.

domingo, 16 de diciembre de 2012

#Elecciones16D2012: La abstención triunfando de nuevo






Hoy es un día que probablemente recordaremos por años: el día donde la oposición demostró que carece de la preparación política para comprender la realidad que se ha construido el país. Es casi media tarde de la jornada electoral donde se escogerán a los Gobernadores de todos los estados del país, y aunque aun, no hay resultados numéricos, lo que se observa es que hubo un gran triunfador: La abstención. Después de casi catorce años debatiéndonos en el valor y la defensa del voto, hoy un importante número de votantes que decidió que no valía la pena votar o peor aún, que el voto carece de importancia. De manera que, luego de catorce años de un duro proceso de recuperar espacios contra la hegemonía gubernamental, el ciudadano común retrocedió un paso y de nuevo, permitió que la maquinaria electoral oficialista trinfará. Una circunstancia no solo preocupante, si no que además demuestra que el país político ha cambiado muy poco durante la casi década y media de transición política a un modelo caduco que carece de aplicabilidad real pero que para muchos venezolanos es mejor que la propuesta brumosa de la oposición.

Porque, el problema más notorio de la oferta electoral opositora es que no existe. El liderazgo opositor se ha dedicado y durante bastante tiempo, a erigirse como "alternativa" para "sacar a Chavez". Una propuesta sin solidez, carente de cualquier sustentabilidad. Pero además de eso, que ya sería bastante grave, el electorado opositor es espontáneo: mientras que la maquinaria electoral gubernamental está construida y diseñada para asegurar participación, el voto opositor depende de la capacidad del liderazgo opositor para convencer al votante de ejercer su derecho, lo cual resulta no solo grave, si no que además hace que el voto dependa de una decisión emocional. De manera que hoy, a casi tres meses de la derrota electoral de la oposición, el voto se ejercerá por razones emotivas: decepción, furia o simplemente indiferencia. Una perspectiva preocupante para lograr cualquier meta electoral concreta.


De manera que, en mi personalisima opinión, el voto opositor siempre deberá enfrentarse, además de la propuesta electoral, a ese imponderable de la decisión que depende de  una abstracción moral que poco tiene que ver con la verdadera oferta electoral. Y me parece, que el liderazgo opositor, nunca ha tomado en cuenta esta variable, al menos para que sea comprensible. La maquinaria electoral actual de la oposición es deficiente, con muy poca capacidad de movilización y lo que es peor, carece de verdadera efectividad. Así que creo que para construir una base electoral viable, la oposición necesita una maquinaria electoral que permita cubrir tres puntos que el actual sistema ignora:

* Educar sobre que realmente significa el voto: No hablamos de una abstracción moralista. Explicar, con mesas de trabajo, gráficos, infografia sobre la evolución del voto en nuestro país Comprender que espacios políticos se han ganado y cuales están en juego. Aprender como se construye una plataforma opositora que permita recuperar espacios a través de las votaciones. Eso permitiría dejar de crear "Mesias" salvadores y el rumor de "porcentaje oculto". El elector opositor del 7 de Octubre no tenía la menor duda que Capriles ganaría...y lo siguiente que ocurrió es que cuando no ganó, la consecuencia lógica además de la decepción es la duda. La MUD no se tomó la molestia de explicar las disparidades en actas - por ejemplo el voto nulo - votos errados por tarjetón con problemas - y toda una serie de variables. No hubo una sola reunión con el electorado para explicar los resultados. ¿Resultado? Lo que vivimos hoy: una abstención monstruosa. La gente actua por emoción, no por comprensión efectiva y lógica del peso del votante.

* Una plataforma política que exija y de manera contundente, garantías mínimas: Aquí la MUD le importa bastante poco si Lucena sale vestida de rojo de pies a cabeza o el mentado plan República amenaza al electorado. Y si no le importa lo básico, menos cosas de envergadura como el cambio de fecha electoral y la ley de circunscripciones. Hay un lamentable desconocimiento de lo que es la base electoral venezolana, el rasante del Venezolano que vota y de manera concurrente o el que solo vota cuando las circunstancias terminan empujándolo a hacerlo.

* Una maquinaria que sustituya la Confianza del voto espontáneo en la viabilidad de la propuesta electoral: Aquí no se estimula al voto de manera práctica y lógica, si no con campañas de concientización que realmente, dudo tengan el menor valor concreto. Todas muy hermosas, muy educativas pero poco efectivas. El comando de campaña MUD podría tener unidades habilitadas para ayudar a los votantes que deseen hacerlo, tener un Centro capacitado que permita resolver dudas en SITUS, que sea un planteamiento solvente que permita movilizar electores. El PSUV si lo tiene y dispone además de un conteo preciso y claro sobre cuanto porcentaje de votantes necesita. Obviamente, en el caso del PSUV se habla de chantajes, amenazas, violencia, coacción. Pero eso no impide que esa estructura pueda copiarse de manera exitosa en el lado opositor.

Mientras la discusión del votante sea ¿Por qué voto? y no "Debo votar para construir una plataforma sólida de oposición política" el país seguirá vestido de rojo de pies a cabeza.

Del Líder inexistente a la simplicidad de la propuesta: El vacío del discurso electoral

 Indudablemente, el problema electoral solo es un síntoma del enorme problema de cultura política que estamos sufriendo. La oposición requiere de un liderazgo, sea quién sea, o como sea legitimizado que ofrezca una alternativa. No hablamos de otra cara, hablamos de una posibilidad que sea comprensible y aceptable para el votante medio. Aquí se necesitan además de las simbólicas "Bolas" un cerebro preparado para comprender en que país vivimos. Y el país en que vivimos es el siguiente: Tanto oficialismo como oposición tienen un discurso antagonista que impulsa los extremos. Aquí nadie está discutiendo sobre qué ofrece el candidato propuesto. Aquí nadie sabe ni siquiera - me pregunto si les interesa - que plan de gobierno, propuesta, alternativa ofrece el posible gobernador. Aquí, vivimos en la fantasia de salir de "el malo" por el "mio" que no "es tan malo". Aquí, como comenté, somos tan adolescentes que continuamos proponiendo candidatos que sean "Mesías" - Y hablo de lado y lado: Aquí se habla de candidatos quemados, de candidatos de dedos. Candidatos y candidatos. ¿Y las propuestas? ¿Que estamos construyendo? ¿Hay debate? ¿Hay análisis? ¿Hay estadisticas? ¿No verdad? Entonces aquí el problema no pasa con escoger un líder "que nos caiga muy simpático", que "tenga bolas", que se siente a darle a razón a quienes analizan las elecciones desde los doble cedulados o los errores de un REP inflado. Aquí desde ORIGEN todo proceso electoral carece de solidez porque no ofrece otra cosa que "en contraposición de". Y eso ocurre porque aquí votar es un acto abstracto "Vota contra Chavez" , "Vota contra los ricos".

De manera que insisto,  aquí el problema radica en que construimos la casa desde el techo. Aquí el problema es muchísimo más preocupante que el resultado final, porque radica más allá del mero planteamiento del acto electoral. Aquí necesitamos entender que el candidato es el último escaño de un proceso que comienza CON NOSOTROS, como electores. Que transcurre por integrar a las bases, a los ciudadanos, a los que realmente levantarán el proceso en la propuesta. Un candidato representa todo eso, es el peldaño final. Pero eso, aquí, no existe. Al menos no de momento. Y mientras continuemos con esta lucha abierta a interpretación, continuaremos caminando entre tropezones por el camino electoral.

sábado, 15 de diciembre de 2012

La Pornografía de lo Cotidiano: Entre el dolor y el amarillismo.







Ayer ocurrió otro de esos inauditos hechos de violencia que parecen ser parte frecuente de la historia reciente de EEUU: un asesino entró en un colegio y disparó a malsalva antes de suicidarse. El saldo de muertos y heridos casi alcanza la veintena y de nuevo, hace que los norteamericanos comiencen a cuestionarse sobre el uso de las armas y las leyes que lo permiten - o que no deberían permitirlas -. Como sea el caso, la reflexión no se queda en Tierras del Tio Sam y no solamente referido al tema del armamento en manos de civiles. Ayer, mientras la tragedia parecía hacerse mayor y más angustiosa con el correr de las horas, tuve la impresión que otro tema, tal vez no tan urgente y mucho menos evidente, surgía entre el caos de información que parecía llegar de todas partes. Porque mientras las imágenes y  las descripciones de lo que ocurría se multiplicaban en todos los medios de comunicación, sentí que había algo obsceno allí. Inquietante. No sabía cuando ni de qué manera,  pero tuve la clarisima sensación que se cruzó una linea que abarcó ese amarillismo morboso que todos consumimos con toda tranquilidad desde que la globalización se hizo moneda de uso común, hacia algo más, una pornografía de lo cotidiano que me asombró y me aterrorizó un poco.

Al principio fue un par de imágenes. En una de ellas, una mujer, que supuse sería una de las madres de las pequeñas victimas, lloraba a gritos, con el rostro vuelto hacia el cielo, los puños apretados contra el rostro, en lo que parecía ser un paroxismo de angustia. En otra, un hombre joven gritaba impotente, hacia el lente de la cámara, hacía el mundo quizá,  sosteniendo lo que a primera vista deduje se trataba de un juguete, un objeto pequeño que seguramente había pertenecido a uno de los fallecidos en la tragedia. ¿Se trataba de su hijo? ¿De su hermano? No había modo de saberlo, pero tuve una clara sensación de dolor, de desconcierto. Un pensamiento de "esto es suficiente" y me pregunté si aquellas imágenes, donde no había sangre, donde no podía ver ningún cadaver,  habían sobrepasado alguna linea imaginaria en mi mente. ¿Era necesario para mostrar la historia irrumpir en esa privacidad del dolor, en esa intimidad del que sufre, del que grita sin control, de la espontaneidad de la angustia? No lo sé, tal vez si, pero para mí era excesivo. Casi insoportable.

Más tarde, sintonicé un canal Norteamericano para enterarme de lo detalles de la noticia. Y de nuevo, lo excesivo, esa crudeza innecesaria pareció extenderse alrededor, no solo como parte de lo que deseaba saber, si no como protagonista de toda idea que pudiera tener al respecto. Porque mientras intentaba comprender que había sucedido, como un hombre armado había entrado en un colegio de primera enseñanza disparando, lo único que podía ver eran las imágenes sangrientas, las madres gritando. Y otra vez, esa pornografía de lo cotidiano, que como diría mi amiga @Sinlentesrojos se alimenta y se nutre de ambos lados: Allí estaba la madre sosteniendo en brazos un niño que lloraba a gritos frente a la cámara, mientras dos mujeres se arrodillaban de dolor sin que el vídeo dejara de captarlas. Lo miré todo, abrumada, desconcertada y me pregunté que tanto aportaba a la noticia el llanto, la desesperación, aquella exposición dura y evidente del dolor ajeno. Probablemente mucho, vuelvo a insistir, pero para mi, en mi personalisima opinión, no lo necesitaba. No necesitaba ver a la madre anónima que se tiraba de los cabellos con los puños cerrados, o los grupos abrazándose sollozando. El dolor era evidente, la fidelidad de la noticia requería esa narración muda, sin nombre quizá...¿pero desde cuando ha sido necesario que sea así? ¿Cuando cruzamos el límite invisible de lo que se cuenta, lo que se registra y necesitamos la morbosidad? Porque no dudo sea necesaria, ahora mismo, lo que me pregunto es cuando empezó a serlo.

Y es que comunicar y registrar un hecho de violencia siempre tendrá sus pro y sus contra. Habrá las voces de protesta que criticarán la crudeza de las imágenes y el papel de la ética periodística. Desde los orígenes formales de la fotografía, tal vez por su inmediatez, por la capacidad de la fotografía de capturar un momento irrepetible, la imagen que capta la cámara se convirtió en un objeto de denuncia, en una manera evidente y poderosa de contar la historia mientras ocurre. Pero ¿Cuando el contar-el dolor se convirtió en mostrarlo, restregarlo frente a los ojos del mundo hasta que se desdibuja, pierde su cualidad de peso y valor y se transforma en una imagen más? Sí, lo sé, Capa siempre fue un documentalista duro, sin concesiones. Pero mirar las fotografías de Capa era comprender la guerra desde el ángulo de la violencia real, de la crudeza incontestable. ¿Amarillista? no podría decirlo, pero había tanto de documento y de evidencia, tanto de contar y hablar, esa furia elemental de ser testigo y querer decirlo que quizá la morbosidad se transformaba en otra cosa. En una expresión de principios. En una forma de contar.

Carter fue un martir de su necesidad de contar. Se suicido luego de ganar el Pulitzer por una fotografía que habló de los horrores del hambre con más claridad que mil palabras juntas. Pero volvemos al tema interminable. ¿Por qué Kevin Carter no ayudó a la supuesta victima que moría frente a su lente? Después se dijo que fue el ángulo, que en realidad el buitre no esperaba por la muerte del niño. ¿Importa acaso? Lo que asumimos y comprendimos de su imagen trascendió. ¿Donde queda la ética? ¿Debe haberla?  Nachtwey hablaba hace poco en una interesante entrevista que la crudeza y el dolor deben ser mostradas. ¿Pero hasta que punto es esa crudeza documento? Para el gran fotógrafo la cosa parece ser clara: Lo muestro, lo cuento, es mi trabajo. Pero jamás Nachtwey, con su necesidad de mostrar, de contar en imagenes lo que ocurre, parece buscar algo más que el documento, la narración. ¿La morbosidad es parte de su trabajo? Tal vez. Pero ¿Cuanto es espectador y observador? ¿Que tanto muestra lo subjetivo?

Hace poco, leía un interesante articulo de Carlos Spottorno titulado "El costo del acceso" que justamente hablaba sobre el documento visual que cuenta una historia y cuando de esa experiencia de lo que se cuenta, puede afectar al fotografo. Y pensé en Kevin Carter, atormentado por años, y después, el protagonista de la noticia de hace varias semanas, el fotógrafo que captó el momento justo antes que un hombre muriera bajo los rieles del metro de Nueva York, tratando de explicar porque tomó la fotografía en lugar de ayudar a la victima. La ética de lo que se cuenta, la necesidad de mostrar, que el mundo pueda ver con ojos asombrados la imagen que narra, el legado definitivo. La interrogante continúa allí y me debate interior sigue siendo el mismo: ¿Donde está el limite? ¿Que es más allá de la integridad de la historia que se cuenta?

No lo sé.

Hace un par de años, cursé un taller de fotografía con el periodista Walter Astrada. Era bastante ingenua por entonces, en lo que se refiere al documento como valor histórico y tenía una peregrina idea sobre ética. Pero Walter, con su visión práctica pero a la vez curiosamente sensible sobre la imagen puso algunas cosas en claro en mi mente. En una de esas largas discusiones donde debatíamos sobre ideas como ética, el documento visual y lo subjetivo  Walter dejó escapar una frase que creo es para mi, una de las más certeras que he escuchado sobre el tema. Cuando le pregunté como se sentía cuando fotografiaba una mujer golpeada, un hombre herido o un cadaver me dijo: "Siento que debo hacerlo. Que debo cuidar esa imagen para que diga algo. Cuando no lo siento, sé que la fotografía no es la correcta ni dice nada". ¿El deber moral quizá? Me pregunté mientras Walter mostraba sus imágenes, todas durisimas e inquietantes, pero aún así profundamente significativas. ¿Cual es el rol del fotógrafo? ¿Y de la imagen? ¿Y de lo que se desea decir? Una metáfora, tal vez, me dije, observando su trabajo con un renovado respeto. Una manera de narrar.

Hoy, veo de nuevo las noticias de la tragedia en Newtown y siento ese asombro desconcertado del observador que no comprende bien lo que ve. Y es tal vez esa ausencia de empatía de inmediata - a pesar de lo crudo, lo evidente - lo que diferencia los poderosos documentos visuales de Capa y estas fotografias apresuradas de madres destrozadas por el dolor. El simbolo, el más allá de una imagen que muestra el dolor, sin otro trasfondo que la morbosidad.

C'es la vie.