viernes, 14 de diciembre de 2012

El Gran Logro del #2012: La bruja renacida.







Cuando comenzó este año, decidí - a la manera que se deciden las cosas realmente buenas, sin saber que lo hacía - que sería el año en que dejaría de estar oculta, en lo que mi inefable amiga E. llama "El closet brujo". Fue una decisión de esas extrañas, que como dije, no sabía que tomaba y que quizá venía tomando desde hace mucho tiempo. Un proceso, en realidad. Porque desde hace sus buenos años, he estado en esa linea gris de no saber como expresar mi parte más privada pero deseando hacerlo. Una necesidad que comenzó siendo latente y se convirtió en insoportable. Porque soy bruja, porque es la parte de mi mente más hermosa y más poderosa, la que le da sentido a mi identidad en muchas formas que con los años he ido descubriendo poco a poco. Y la necesidad de expresar esa voluntad de crear, de hablar en voz bien alta de quien soy y en que creo se convirtió en algo parecido a un dolor antiguo. Quería hacerlo, tenía que hacerlo.

Lo hice.

Comenzó con este blog hace unos cuantos meses - ¿Van casi dos años verdad? - y después con mis amigos, los conocidos de siempre, los desconocidos ocasionales. La palabra "bruja" definiéndome  Progresivamente, esa timidez inicial, esa sensación de vergonzosa incomodidad que me hacía sentir hablar sobre mi misma de la manera más abierta posible, desapareció.  Pero no ha sido sencillo. Lo he comentado varias veces. Cuando dices en voz alta, de manera categórica: "soy bruja", suceden varias cosas. Y no siempre son buenas. La más popular sin duda, es esa mirada un tanto inquieta y burlona de tu interlocutor, que intenta comprender que le dices. ¿Te estás burlando? ¿Es una nueva afirmación del feminismo moderno? ¿Me estoy insultando yo misma? Porque no olvidemos, que popularmente y por mucho tiempo, la palabra "bruja" no es un término agradable. O significa cualquier cosa. La mujer malvada que se llama bruja. La mujer demoníaca que se llama bruja. La palabra ofensiva que se llama bruja. Pero yo soy bruja, de las que aman la tierra y celebran la Luna. Las que caminan descalza sobre la tierra y bailan desnudas en la oscuridad. La que está convencida está unida a la energía Universal de manera trascendental. La que ama su cuerpo y aprecia sus ciclos. Cuando digo "bruja" sonrío siempre, porque esas ideas son parte de mi vida, de mi espiritu, de todo lo que soy. Sin embargo, mi amable interlocutor no tiene que estar al tanto de todo eso. No tendría que estar al tanto además. De manera que la mayoría de las veces  aguardo. Con muchos nervios, por supuesto. Ese silencio incomodo que puedo interpretar de cualquier manera. De pronto, mi amable interlocutor deja escapar el aliento y puede o sonreír o simplemente, cambiar el tema. Pocas veces dicen algo más al respecto. Y el tema pareciera quedar cerrado. Y antes, en los tiempos incómodos donde prefería callar yo tampoco habría dicho nada más. Me habría sentido incomoda el resto de la conversación y probablemente, me habría reprochado interiormente haber sacado la palabra, la vieja, la antigua, la extraña, a colación. En algún lugar de mi mente, habría pensado "No tiene sentido".

Pero ahora, sí insisto.

Al primero que le insistí, fue a mi amigo J. Se lo dije y aguardé. Y se lo volví a decir. J, me miró, sonriendo - tiene una amplia sonrisa bondadosa - y después comprendió que hablaba en serio. Me miró de una manera levemente distinta - ¿comprendienMe? - curioso tal vez y después soltó una de sus ruidosas y bonitas carcajadas.

- Mira vos ¿Bruja?
- De la cabeza a los pies.
- ¿Como los cuentos?
- No como niños.
- ¿Todavía?
- Espero tampoco después.

Reímos juntos. Me hizo preguntas. Pareció extrañado, desconcertado pero al final, simplemente el tema fluyó con naturalidad. Espontáneamente. Y la sensación fue gratificante. Fue extraordinaria, en realidad. Porque es una experiencia única liberarte de ese temor, esa sensación dura y en ocasiones de tristes, de ocultar lo que más amas de ti mismo. Porque mi identidad, mi manera de ver el mundo, esa radiante manera de crear y comprenderme mi mente y mi espíritu  es quizá lo más valioso que tengo, esa habitación de mi mente donde todo es luz, donde todo tiene sentido, lugar y una historia. El olor de años de belleza. El tiempo perdido de ternura con el que de vez en cuando vuelvo a tropezar.

No siempre es tan agradable, claro. Decírselo a mi amiga N. fue un tan incomodo que resultó casi doloroso. Y no es porque no lo supiera. En ocasiones, me hacía bromas sobre mi colección de cartas del Tarot, mi pequeño Altar blanco, mi bolsita de piedras en la cartera, mis trenzas ceremoniales cada luna llena. Pero supongo que siempre creyó se trataban de mis "excentricidades", ese lado mio que siempre llamó "salvaje". Pero dije la palabra y algo en su expresión, esa aceptación un poco a regañadientes de mis "particularidades" pareció no ser tan cómoda ahora. Sonrío, una mueca sin alegría y me miro - esa mirada - sin saber muy bien que decir.

- ¿No te da miedo que te crean loca? 
- No, la verdad no.
- Pero va a pasar. Lo del blog se puede tomar como un chiste...
- ¿A ti te parece chistoso?
- No. Pero decirlo por allí...
- ¿Qué?
- Te hace sonar como una persona supersticiosa y loca.
- ¿Lo soy?
- No, que yo sepa. Pero los demás...
- Te lo estoy diciendo a ti.

Sí, me costó entender que ella me consideraba loca y supersticiosa  Un trago amargo sin duda. Y cuando me quedé a solas en la mesa donde estábamos sentadas, revolviendo el café de mi taza lentamente, ya frío, pensé en el precio de revelar tus pequeños secretos, los mejores secretos. La sensación de vulnerabilidad, el miedo pequeño. Y después recordé la alegría de tomar una bocanada de aire y sentir que cada palabra y cada cosa que haces es parte de todo tu pequeño mundo. Me pregunté entonces que deseaba, a donde quería dirigirme y lo supe con mucha claridad.

Libertad.

Y es que hablar de mi misma sin temor, a través de este pequeño rincón que es mi blog, en conversaciones casuales, a desconocidos y a quienes amo,  tiene el valor enorme de brindarme un tipo de libertad muy singular. La libertad de mirarme en el espejo y ver con claridad a la mujer en que me he convertido, a la mujer que toma lo mejor de cada experiencia para crear algo nuevo. La mujer que confía en su manera de construir sus propios conceptos y caminar por el mundo, la que canta en la noche, rodeada de la luz de las velas. Las que mira la Luna y siente una conexión elemental con todas las ideas que representa. La que siente el poder de su feminidad, de las Diosas que habitan en mi mente, del lenguaje Universal en el cual confio y aspiro encontrar en cada cosa que hago. Esa soy yo, Aglaia, la escritora, la fotógrafa, el quijote torpe, la idealista, la malcriada, la desobediente, la llorona, la lectora devota, la creyente firme.

La bruja.

Todas las mujeres de la Luna, en mi.

Asi sea.



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