miércoles, 7 de septiembre de 2011

Proyecto 30 Libros: Uno Muy Divertido





Una vez leí que era mucho más dificil hacer reir que hacer llorar, y algo debe de haber de cierto en la máxima: he leído mucho más libros dramáticos realmente buenos, que libros de humor. ¿El motivo? tal vez que la risa es un elemento tan sutil como misterioso, o que la risa es un lenguaje del alma - como diría el Inefable Neruda - que todavía no comprendemos del todo bien. De manera que al momento de escoger un libro muy divertido, me encontré con que tenía pocas alternativas. Sin embargo al final escogí el que siempre me ha parecido además de gracioso, una reflexión muy interesante sobre una serie de temas atemporales: El Fantasma de Canterville de Oscar Wilde.

Una historia Extravagante:

Esta es la historia de un fantasma. De un típico fantasma británico, que vive en un típico castillo británico, asustando a todo el que ose acercarse por allí. Al fin y al cabo es su trabajo. Que no es que le guste mucho, pues está cansado de hacer lo mismo desde hace 300 años, pero su honor está en juego y todo fantasma que se precie debe causar el espanto más terrorífico entre los humanos de su alrededor.

El castillo pertenece a los duques de Canterville desde hace muchísimas generaciones. De hecho el fantasma es un Canterville condenado a vagar de manera indefinida por el castillo, por haber matado a su mujer en un ataque de celos. El actual duque y su esposa salieron huyendo de allí como alma que lleva el diablo y no han vuelto nunca.

Pero ahora hay actividad en el castillo y es porque Lord Canterville ha conseguido vender su propiedad a unos “ilusos” americanos. Éstos han comprado el castillo sin saber lo del fantasma, pues el dueño ha temido que este “pequeño detalle” frustrara la venta.

Aunque parezca mentira, cuando se enteran, no sólo no se asustan, sino que piensan que es un interesante aliciente más, un extra que viene incluido con el castillo, los muebles, los tapices… etc. Han comprado un típico castillo inglés con fantasma y todo. Vamos: la envidia de todos sus conocidos norteamericanos.

Desde el principio se establece una lucha de poder a poder que siempre pierde el fantasma: No sólo no consigue atemorizarlos, sino que es el objeto de la mofa y sorna de sus nuevos dueños. En particular de los dos hijos gemelos pequeños que siempre están ideando alguna “travesura” para ensayar con el fantasma. Pero visto que no consigue asustarlos ni nada que se le parezca, decide utilizarlos en su propio beneficio.

Finalmente todo acabará bien. El amor redimirá al fantasma de su pecado y podrá dejar de arrastrar cadenas por este mundo. Y los americanos se sentirán orgullosos por haber conseguido en pocos días, lo que no consiguieron los ingleses en más de 300 años.


De ayer y de hoy, un relato sin edad:

Creo que lo que más me agrada de El Fantasma de Canterville es el hecho que es por completo atemporal: los tópicos y estereotipos son tan reconocibles que recuerdo que al leerlo, me sorprendió que hubiese sido escrito en el siglo XIX y no durante la época en la que nací. Hay una cierta belleza meláncolica, pero también un fresco cinismo que brinda a la narracción un limpio aire contemporáneo que le permite trascender a su propio tiempo.

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