martes, 6 de septiembre de 2011

Proyecto 30 libros: Uno de Un Nobel




Me enamoré de Aureliano Babilonia. Comprendí a Amaranta. Me aterroricé con los relatos de aparecidos de Ursula y el Primer José Arcadio. Lamenté la muerte de Melquiades, odié y comprendí al gran Aureliano Buendía, procer patrio de mil batallas sórdidas.  Soñé con Macondo, su rio caudaloso y primitivo, sus espléndida cienaga radiante de amapolas imposibles. Llevé Mariposas amarillas de papel en el cabello el día que me recibí en Letras, para recordar el origen mismo de mi amor apasionado por la palabra. El poder de crear.  Porque desde la primera vez que lo leí, Cien años de Soledad fue para mí una extraordinaria recopilación de ese imaginario de caserio, de pueblo, de ternura, de costumbres, de esta latinoamerica juvenil, destartalada, caótica, compleja e inusitada. Cada una de sus páginas, crea un mundo tan sólido como hermoso, tan poderoso como cercano, una especie de Mitologia privada de la que la Latinoamerica había carecido por completo. Este gran y espléndido cuento de Hadas con sabor a trópico, consiguió recrear no solo nuestra cultura, con todo su fragor y belleza, sino otorgar una identidad única a toda esa idiosincrasia local que hasta entonces la literatura de nuestro continente

Una historia que se construye asi misma:

Cien años de Soledad,  es la historia de los Buendía, la estirpe que estuvo condenada a vivir cien años de soledad. Los Buendía pudieron descansar en paz cuando nació la primera criatura procreada en el amor verdadero.

José Arcadio Buendía y su esposa, Úrsula, son los procreadores de José Arcadio Buendía, el hijo mayor, y Aureliano Buendía, que más tarde sería coronel y Amaranta, la menor; de estos tres nacerán cuatro generaciones que, de manera cíclica como la historia, se irán relacionando y procreando entre ellos mismos, salvo algunas excepciones. Ésta familia acompañada por otros esposos, mujeres y niños, cruzan la sierra y en un lugar desierto encallado en el caribe fundan el pueblo de Macondo; el pueblo es testigo de la felicidad, de la tristeza, de la fortuna y de la desdicha en donde dignamente, durante mas de cien años, vivieron los Buendía.

Guiado por el asombro y la imaginación, José Arcadio Buendía se trastorna con la magia y las invenciones que Melquíades lleva a Macondo cada año con el circo. La obsesión de José Arcadio por las empresas mas inimaginables y su cercana relación con el gitano, Melquíades, son las constantes que marcaran y confirmarán su destino y el de toda su familia. Las relaciones de pasión-amor-odio más fuertes y destructivas se darán en el transcurrir de cuatro generaciones impregnadas por la superstición, el miedo, la religión, la soledad, la inocencia y la solidaridad. Los nombres se van perpetuando de generación en generación como los lazos carnales entre los primos y las tías, los hermanos y las abuelas, etcétera. Por la vida de los Buendía conocemos la historia de Macondo, del caribe y de América. La devastación de la tierra con la fiebre de los bananos, una guerra civil, la creación de los sindicatos.

Los Aurelianos son pensativos, meditabundos y combativos; Los José Arcadios son parranderos, obsesivos, y, locos, son todos. De estas historias personales que construyen la gran historia familiar nacen y viven los seres más extraños, mágicos y desolados que el mundo allá antes visto.

Un mundo propio:

Creo que de la misma manera que para muchos lectores de la lengua Española, siempre sentiré que el gran mérito de Cien años de Soledad fue dotar a nuestra literatura de una madurez y una profundidad originaria, una identidad propia dentro del Mundo de las palabras Universal. En lo personal, considero que la novela no solo construyó un lenguaje propio y reconocible para nuestra propia individualidad literaria, sino que además brindó un rostro reconocible las letras hispanoparlantes.

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