martes, 19 de abril de 2016

Crónicas de una Nerd entusiasta: ¿Es “Juego de Tronos” una serie machista? Te explico por qué no lo es.




Hace unos años, participaba en un grupo de lectura que analizaba la por entonces desconocida serie de libros “Canción de Hielo y fuego” del escritor George R. R. Martin. Entre los participantes, había un gran interés no sólo por el desarrollo de una sólida novela río sino también, por la capacidad del escritor para crear un Universo literario coherente y profundo. Se debatió el uso de la magia, de la fantasía y la ficción, esa mezcla de lo verídico y lo creíble que brindaba a la saga una solidez inesperada, la mirada múltiple de los personajes, la violencia como parte del discurso y como no podía ser de otra forma, el rol de las mujeres dentro de la historia. Siendo como soy una feminista que no se molesta en disimularlo, de inmediato que el punto se tocó todo el grupo me miró con atención. Me encogí de hombros.

— La figura de la mujer se comprende desde el contexto medieval que usa el autor como referencia — opiné — ni más ni menos.

Hubo asentimientos, algunos murmullos de apoyo pero también miradas de sorpresa. Una de las mujeres de la concurrencia pareció ofendida por lo que acababa de decir.

— ¿Me estás diciendo que está bien y es aceptable que Daenerys Targaryen fuera vendida a un salvaje y violada en su noche de bodas? — me reclamó.
 — No, no lo es. Estoy diciendo que el autor utiliza aspectos de la edad media como marco de referencia en la historia. Y durante la época, el trato de la mujer era ese.
 — ¿Y no te parece necesario que en una obra con dragones y magia también se juegue con esos aspectos?
 — No. La magia no cambia lo esencial. Y la cultura es un rasgo muy coherente y consistente en lo que el escritor cuenta.

Por supuesto, la discusión no acabó allí. Cuando mencioné que Daenerys Targaryen, tiene una evolución sustancial y poderosa alrededor de la trama, alguien me insistió que aún así, se le atribuían errores “femeninos” y que a lo largo de la narración, nunca llegaba a tener mayor control sobre sus “hijos dragones”, como si fuera incapaz de dominarlos por carecer del carácter o el poder para hacerlo. Al final el debate general pareció centrarse en un tema que de pronto, parece esencial para analizar cualquier obra de ficción o fantasía ¿Es “Juego de Tronos” una obra que menosprecia a la mujer o por el contrario, la ensalza?
Es difícil analizar desde un punto de vista tan específico una saga que se basa en la variedad de escenarios, un mapa de personajes complejos pero sobre todo, en las implicaciones del poder. Porque hablemos claro: más allá de los dragones, zombies, brujas y magia, Juego de Tronos — como su nombre lo indica — es una obra donde se medita una lucha de poder que enfrenta a siete aspectos de la percepción de la dominación geográfica. Una visión aumentada sobre conflictos históricos como la Guerra de las Rosas hasta la percepción maquiavélica del gobierno, la lucha armada y la sucesión. Para el escritor parece ser de enorme importancia analizar el papel de cada uno de sus personajes desde ese punto de vista, por lo que es lícito preguntarse si George R. R. Martin necesita por algún motivo, dedicarse a temas específicamente modernos o en el tapete como la lucha de géneros, el empoderamiento femenino, la inclusión y otros rasgos sociales tan de moda actualmente. Y la respuesta a eso puede variar no sólo por el contexto desde donde se mire sino de las consecuencias que pueda tener esa interpretación literaria.

Porque “Juego de Tronos” es violenta, sexualmente agresiva y llena de implicaciones despiadadas basadas en la brutalidad y , nadie lo duda. Pero no sólo contra las mujeres. Hablamos de un libro donde la mayoría de los personajes han sufrido torturas, humillaciones, heridas de guerra, maltrato y no por el hecho de su género, sino a conveniencia de la trama. Se trata sobre todo, de una construcción literaria que busca crear una atmósfera salvaje y sobre todo, profundamente asimilada con la época que intenta reflejar. En la saga, no hay nada sencillo ni tampoco creado a partir de una interpretación simple. Se trata de una mega estructura de ideas y planteamientos que se yuxtaponen unos con otros hasta crear un escenario de profunda complejidad.

Tal vez el debate sobre el sexismo en “Juego de Tronos” se encuentra en pleno apogeo, justamente por el hecho de haberse convertido en una de las series más exitosas de la historia de la televisión. No sólo se trata de un suceso cultural — Libro y serie se han convertido en una referencia pop — sino también, una nueva percepción sobre lo que una obra de época puede ser. Ya desde la serie “Roma” (también de la cadena HBO y producida por John Milius y William J. MacDonald) la obsesión por cierto realismo histórico que pudiera enmarcar una trama compleja y adulta tomó un nuevo nivel. La serie estaba llena de escenas explicitas de sexo y violencia y aún así, fue considerada como un hito televisivo, llegando a considerarse como referencia para una buena parte de los productos televisivos que se produjeron después. Desde “Spartaco” hasta “Vikingos” el suceso real ambientado por un planteamiento visual audaz y tramas basados en el poder como discurso principal se hizo frecuente y hasta deseable dentro del mundo televisivo.
Pero sin duda “Juego de Tronos” — la serie — es algo más. Se trata no sólo de un proyecto costoso a nivel comercial e intelectual, sino una vuelta de tuerca inteligente y bien construída sobre el habitual tópico del escenario fantástico. El exceso de desnudos y violencia — sobre todo la que ni siquiera se incluye en la historia original — ha originado un debate sobre hasta que punto el uso de escenas sexuales y mutilaciones en apariencia gratuitas, son más una forma de atraer audiencias y no apuntalar la trama. Además, el debate se cuestiona de manera muy dura el tema sobre los roles de género y el uso de los estereotipos femeninos como una forma de agresión. Tan lejos ha llegado el argumento, que la senadora demócrata Claire McCaskill o el blog feminista The Mary Sue se han quejado y han hecho muy público su descontento. Luego que uno de los personajes principales sufriera lo que se consideró una injustificada agresión sexual, el blog declaró que no volvería a reseñar capítulo o información sobre la serie. Incluso varios críticos acusaron a los guionistas de ensañarse con las mujeres de la trama.

¿Pero es así? Hablamos de una serie donde se asesina y se mutila a hombres con una crueldad inusitada. Donde hemos visto personajes masculinos morir decapitados, luego de ser rociados por un baño de oro ardiente, con cuchillos clavados en el rostro, destrozados en batallas de un realismo que por momento resulta escalofriante. Se trata de luchas cuerpo a cuerpo que no sólo reflejan ese medioevo que el autor intenta reflejar sino también la barbarie de una cierta visión histórica. ¿Por qué las mujeres deberían estar a salvo de esa percepción de la violencia? ¿Por qué las mujeres deberían estar protegidas de la crudeza y crueldad de un mundo semejante?

Por ese motivo, George R.R. Martin defendió a los guionistas de HBO e insistió que su libro está basado en la vida del medievo, una época donde la violencia machista era parte de una idea general sobre la lucha de valores. Habló además del hecho que a pesar de eso, ha intentado que sus personajes femeninos tengan la profundidad suficiente para usar las armas que bajo el contexto pudieran usar y sacar provecho de eso. Para apuntalar su idea, el autor mencionó el ejemplo del machismo medieval por excelencia: el 30 de mayo de 1431, Juana de Arco fue quemada no sólo por contrariar los intereses de una lucha de poderes en la cual se vio mezclada y resultó víctima, sino además por encarnar a una mujer peligrosa que no podría haber sobrevivido al estatus Quo. Murió quemada por resultar incómoda a una serie de personajes históricos que temían su notoriedad y además, por ser una mujer contradiciendo el papel tradicional femenino de la historia.
Un punto de vista que parece coincidir con la manera como el autor presenta a las mujeres: Desde Cersei Lannister, el poder detrás del trono o el espíritu indomable de Anya Stark, las mujeres de Juego de Tronos no sólo luchan contra la violencia de la guerra sino también, contra la percepción que se tiene de ellas, una batalla que no siempre ganan y que hace mucho más dolorosa sus caídas y equivocaciones. Como Daenerys Targaryen, que llevó a la desgracia a su pueblo por una serie de equivocaciones que podrían acharcarsele a su llamada “naturaleza femenina” o incluso, Samsa Stark, que atraviesa una madurez dolorosa y cargada de pesares por atenerse al papel clásico que la cultura donde nació creó para ella. Todas las mujeres de la historia, parecen concebidas para la batalla y asumir su rol, en independencia del poder que ostentan o de las vicisitudes que deban enfrentar.

¿Pero eso hace machista a “Juego de Tronos” película y serie? No por necesidad y es de un reduccionismo lamentable asumirlo de esa manera. Se trata de una comprensión sobre la forma como el autor concibe el mundo en que transcurre la historia y sobre todo, en la forma como construye el discurso sobre el que se basa el comportamiento de los personajes. ¿Esa decisión deliberada “castiga” a las mujeres de la historia por el sólo hecho de oponerse al rol ancestral que deben cumplir? De nuevo, no todo es tan simple. Porque de ser cierta esa percepción, también podría serlo la conclusión que la violencia en la serie y libro son del todo innecesaria, que podrían atenuarse, disimularse o incluso, ocultarse en favor de cierta mirada “tolerante” sobre una percepción “correcta” sobre la historia que se cuenta, lo cual no sólo desdibujar el sentido completo de la saga sino la forma como se comprende a sí misma.

Además, la serie y los libros de “Juego de Tronos” basan su éxito en el rasante de lo creíble, en su capacidad para construir una atmósfera real que pueda sostener situaciones inverosímiles. A pesar de los dragones y muertos vivientes, el espectador puede identificarse con la obra, elemento imprescindible para el triunfo de cualquier narración que se precie. Y ese esa percepción “realista” lo que brinda una mirada concreta a la historia lo que la ha convertido en un éxito sin precedentes.

A pesar de los argumentos anteriores, la polémica continúa cosechando adeptos y lanzando acusaciones sobre la historia, su contexto y el mensaje que transmite en un momento histórico muy sensible sobre temas muy específicos. Se acusa a los guionistas de mostrar mujeres oprimidas por ser mujeres. Eso a pesar que la historia avanza la mayoría de las veces sobre sus personajes femeninos y sus vicisitudes. Una y otra vez, el rol de género parece debatirse en medio de una percepción sobre sus alcances y restricciones. ¿Pueden las mujeres de la serie/libros liberarse de la influencia masculina? ¿Puede la serie/libros crear personajes femeninos autónomos sin transgredir esa visión elemental que se tuvo sobre la mujer en la obra que sostiene el discurso y conservar su coherencia?

Más allá ¿Qué ocurre cuando la mujer triunfa, se libera y se empodera? Los detractores de “Juego de Tronos” insisten que se trata de un falso feminismo, amparado por una percepción efectista del logro y no de su implicación. Daenerys es madre de dragones — un atributo por necesidad femenino — y Cersei debe enfrentarse a sus errores como esposa y madre — e incluso, en medio de una turbia relación incestuosa — y Melissandre, bruja y poderosa por derecho propio, utiliza su capacidad para la manipulación con más frecuencia que la magia, otro supuesto atributo femenino. Más allá de eso, los personajes femeninos de la serie siempre parecen ser salvados por personajes masculinos. Sin embargo, eso no es suficiente para considerar a las mujeres de la serie/libros como débiles o dependientes. Todas ellas se enfrentan a situaciones extraordinarias y violentas gracias a sus propias capacidades y talentos. Y no siempre triunfan en su empeño.

De manera que analizar a “Juego de Tronos” desde la óptica de la lucha de géneros puede provocar que el argumento se fragmente en percepciones incompletas del Universo original. Después de todo, la novela avanza en medio de la muerte y la violencia y lo hace a costa de todo un panteón de personajes maltratados y heridos por la convicción del autor de construir una visión sobre el poder y quienes lo detentan creíble. Y las mujeres no son la excepción: esa búsqueda del aliado fortuito y necesario une por ejemplo a Catelyn y Brienne y a Shae y Ros para ayudar a Sansa. Varios personajes femeninos se distinguen por su poder intelectual o su capacidad de la estrategia. Tratan de sobrevivir gracias a su talento y su audacia, su manejo de las armas o uniéndose por el bien común. Cualquiera sea el caso, las mujeres de “Juegos de Tronos” forman una cofradía de enorme valor dentro de la visión de la obra y sobre todo, su construcción como una poderosa visión literaria y televisiva sobre los alcances del miedo, la ambición y la avaricia.

Después de todo, aún no sabemos quién ocupará ese incómodo trono de Hierro, asiento de Aegon el conquistador y forjado con las espadas de los enemigos caídos. Y hasta ahora, nadie podría decir que no podría ser una mujer quien lo haga. Quizás el mayor triunfo de una serie que se niega a ser definida bajo una única visión sobre su capacidad para sorprender y desconcertar.

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