miércoles, 20 de abril de 2016

Historias de Mujeres: La historia y la leyenda que devoró a Camille Claudel.






De Camille Claudel se sabe poco. Tan poco que en ocasiones tal pareciera que no existió o que simplemente, dejó de hacerlo a la sombra de su tragedia. Porque Camille hermana y amante de grandes hombres trascendentales, parece subsistir a la sombra. Enfrentarse a un anonimato despiadado que no sólo le robó el nombre y la herencia, sino que además mutiló su identidad hasta disolverla en medio de una confusa nada de la que jamás pudo escapar.

Lo más doloroso es que el destino de Camille - menospreciada, oculta, disminuida y finalmente, relegada al silencio de la historia - no es un caso único.  Para la mujer actual,  la vida femenina en siglos anteriores resulta impensable: Matrimonios comerciales, con el único fin de beneficiar al padre y al novio con prebendas económicas. La servidumbre y esclavitud al marido, la exclusión de los derechos básicos y legales, porque incluso los grandes Pensadores que abogaban por la igualdad, nunca se refirieron a la igualdad de la sociedad homogénea, sino solo de los hombres. Mujeres asfixiadas por el peso de una moralidad absurda y misógina, mujeres disminuidas y limitadas. Mujeres viviendo al filo de la historia: ¿Alguien recuerda en estos tiempos a la gran Mary Wollstonecraft, madre de Mary Shelley, pensadora y democrata durante la revolución francesa?  ¿Sabes quién era Aurora Dupin? Probablemente no, porque en su lugar, sin duda has escuchado alguna vez el nombre de George Sand, su alter ego masculino, el nombre que la gran escritora tuvo que utilizar para lograr vivir de su magnifico talento con la pluma. Una y otra vez, la mujer como individuo sufre de esa violencia que la hace invisible, que la somete al dolor inimaginable de no existir.



Tal vez por ese motivo, la primera vez que escuché sobre Camille Claudel fue en una mención pasajera sobre la familia del escritor Paul Claudel.. Era la hermana "loca", la "coja" y también la escultura. Las tres palabras me parecieron juntas en una mujer, trágicas y bellas. De manera que comencé a investigar. Eran tiempos antes que internet fuera casero, así que tuve que ir a mi siempre bien ponderada biblioteca Nacional, a ver que conseguía por allí de esta mujer, que en una época restringida y silenciosa, se atrevió a ser artista.

No encontré nada.

Me pasé días y después semanas rebuscando en libros de arte, en grandes colecciones de nombres sobre escultores, mujeres artistas, pero Camille parecía perdida entre fragmentos de la historia de su hermano y de quién fue su amante, el escultor Rodin. Así supe que desde pequeña, se había dedicado a la escultura: empezó a esculpir y modelar por su propia cuenta, sin maestros ni precedentes familiares, y a los doce, hizo un grupo en arcilla tan poderoso que asombró a los artistas ed su local Villeneuve, Francia. Boucher, uno de los renombrados de la época, la presentó al director de la Bellas Artes, quién le preguntó si había tomado clases con Rodin. Pero para entonces, Camille, adolescente y rebelde, no conocía ni de nombre a la leyenda escultorica. Que quede claro entonces, Camille era talentosa por sí misma, antes que la leyenda se la tragara.

Porque así fue: la leyenda, primero la de su hermano y después la de su amante, la destrozaron. Y no solo a nivel metafórico. El gran romance con el Maestro, que comenzó de manera discreta y más tarde devino en algo tan turbio como pesaroso para la joven Camille, la sumió en las sombras del artífice, en el nombre enorme de un hombre que jamás pudo ver en ella otra cosa que una mujer jugando a ser artista. Que lamentable, suelo pensar, mirando las fotografías de Camille, indómita, espléndida y talentosa. Que terrible mi hermosa Camille, haber nacido en las convenciones, en los prejuicios. El haber nacido en el tiempo y el lugar equivocados. Un poco antes, el romanticismo te habría brindado un lugar, como a George Sand. O después, te habría admirado los bellos años '20. Pero naciste en la época de la burguesía provinciana, en la época conservadora, cerril y dura donde la mujer era algo más que un objeto de decoración en la gran idea doméstica y secular que parecía envolverlo todo.

Pero no me rendí. Seguí investigando. Tenía catorce años y era bastante terca. Seguí y seguí leyendo, libros sobre Rodin que la nombraban de pasada, libros sobre Paul que la criticaban por "ramera". Y aprendí más cosas sobre ella: que llegó a París en 1881, donde no se le permitió estudiar artes pero aun así, alquiló un estudio y trabajo muchísimo, apasionadamente. En 1883 conoció a Rodin. Él tenía cuarenta y cuatro y era ya un maestro de renombre, ella diez y nueve y una adolescente llena de un talento deslumbrante. Durante una década. Camille Claudel fue su aprendiza por diez años. Y se convirtió en su amante.

Y así pasó a la historia. Que injusto, que duro, que doloroso. Porque Camille era Camille, por si sola, con su obra bellísima, fuerte y delicada al mismo tiempo ( nada más hay que ver El Vals, Sakuntala, Clotho, Las bañistas ) para admirar la capacidad de aquella niña espléndida para crear belleza. Todos hablan de la influencia de Rodin sobre ella, pero pocos admiten el poder, el influjo que tuvo Camille sobre él, una década fastuosa en belleza y creatividad. A veces hicieron  obras casi exactamente iguales, como la célebre Galatea de Rodin y Joven con Hierba de Camille ¿Pero quién influenciaba a quien? Basta con ver la obra, para reconocer el estilo de ella en ambas. Camille, al contrario de que Rodin, esculpía con fuerza y gran habilidad el mármol. Y se sabe que las manos y los pies de las Puertas del Infierno, son suyas. Entonces ¿Donde está su nombre? ¿Donde estás Camille?  A veces te imagino, perdida en el polvo del taller, envuelta en alegría y esa furia de crear y lloro por ti. ¿Quién te recuerda?

Seguí obsesionada con Camille por años. Así supe que terminó sola, casi muerta de hambre en un taller, y luego encerrada en un manicomio. Su obra, rota y fragmentada. Aun así, que poder la de tu nombre, luchando para hacerse un lugar, palpitando para encontrarse así misma, flotando de un lado a otro en la historia. Intentando encontrar la paz.

Tal vez ese es el destino de los rebeldes, de los que se oponen, mi talentosa y bella Camille: sobrevivir en quienes los puedan recordar.

C'est la vie.

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