martes, 15 de julio de 2014

La construcción del medio, el mensaje y la verdad contemporánea.




La fotografía que incluyo en el extremo derecho del artículo corrió como pólvora a través de la Red Social Facebook desde el día sábado. La imagen, supuestamente mostraba los daños ocasionados por el consumo de drogas en el actor Gary Dourdan, conocido por su actuación en la serie televisiva CSI Las Vegas. El considerable deterioro físico que aparentemente había sufrido el actor debido a sus problemas de adicción sorprendió a propios y extraños. La mayoría de los comentarios que leí se lamentaban de la condición del actor y sobre todo, se aterrorizaban sobre lo que insistían se trataba de una “consecuencia inevitable” del consumo de estupefacientes.

Todo muy loable y apropiado, a no ser por un pequeño detalle: La fotografía es falsa. No sólo el hombre del extremo derecho no se trata de Gary Dourdan, sino que mucho menos, retrata al actor en la actualidad. No obstante, para los cientos de fanáticos que difundieron la noticia — y los otros tantos que insistieron en incluirla dentro de reseñas y comentarios sobre la condición de salud del actor — lo es. Sin que la imagen haya sido investigada, contrastada e incluso simplemente analizada con ojo crítico. Se toma por el real por el simple hecho de formar parte del incesante flujo de información de una red social y más aún, convalidada por los comentarios y la viralidad instántanea — esa interpretación de la comunidad virtual que insiste que la información se comparte de inmediato y sin mediar ningún tipo de análisis — que la sostienen como cierta. Así que para los efectos de esa masa anónima que recibe y consume información en el Mundo 2.0, la fotografía forma parte de esa visión de la noticia que se asume real por inevitable.

¿Qué es real entonces, en medio del creciente acceso de información y difusión de las ideas vía las Redes Sociales? ¿Hasta que punto somos responsables de esa brumosa visión de lo que es cierto y no es en la información que difundimos, compartimos y sobre todo, damos por cierta sin verificación alguna? Planteamientos que continúan sin ser realmente claros en un mundo donde la accesibilidad de la información parece superar lo medios para verificar su veracidad.

La Ilusión de la realidad y otros fragmentos de la necesidad informativa:

Nadie lo duda: el acceso, uso y alcance de las redes Sociales a permitido que la información sea un nuevo bien preciado del que cualquier usuario con un mínimo de herramientas pueda disponer. Toda una novedad histórica que supone una revolución en lo que se comprende como comunicación y sociedad. Después de todo, hace menos de tres o cuatro décadas atrás, la información, la comunicación y la capacidad de difusión eran términos limitados por el espacio y los medios de infraestructura disponibles. Lo que se escribía o mejor dicho, lo que se divulgaba estaba sometido a presiones de diversa índole y la versión “Oficial” era tan la única interpretación aceptable sobre cualquier suceso o circunstancia. No obstante, a medida que el precio del papel y sobre todo, las herramientas de impresión disminuyeron, la información se convirtió en parte de una diatriba diaria. El pasquin, como se llamó con cierta conmiseración a toda esa nueva visión de la información anónima, de mano en mano, institucionalizó el rumor como parte de ese gran entramado de la comunicación sin rostro, la información en estado esencial. De pronto, ya no era tan díficil contradecir a la “verdad” absoluta de los medios tradicionales. El anuncio de lo que vendría después.

Con la televisión, radio y otras medios de comunicación, esa tendencia a la información como elemento abstracto — y además relativo — se acentuó. Y aunque la mayoría de los gobiernos y organos de poder ejercen un control más o menos directo sobre la información que se transmite a través de ellos, no es menos cierto que la versión oficial debe la mayoría de las veces enfrentarse con esa otra, construída a pulso entre lo comercial, lo evidente y sobre todo lo necesario y lo concreto. Más aún, la verdad — o esa definición de la verdad moderna, que parece depender tanto del vocero como la credibilidad del medio, antes que el origen — forma parte de ese elemento abstracto dentro de la compleja red de variables que crean y sustentan la información actual.

De manera que muy probablemente, esa proliferación de esa otra cara de la noticia, la información, lo que es real y lo que no que promueven y sostienen las redes, sea trate de una consecuencia inmediata de esa visión de lo que se informa como parte de una idea voluble y superficial. La verdad no siempre es la verdad y lo que parece ser aún más confuso, lo real puede admitir excepciones, interpretaciones y desviaciones. Como bien diría Marshall McLuhan, en su brillante reflexión sobre un futuro masificado, donde los medios y la repercusión dejara de pertenecer a una élite de control y se hiciera parte de la comunidad global: “El medio es el Mensaje”.

Del Hoax a otros desvíos de la información real:

Se define como HOAX a cualquier noticia falsa que se difunda en las redes como mensaje masivo. El término nació de los mensajes de correo electrónico engañosos que se distribuyen en cadena y que por lo general, contienen textos alarmantes sobre situaciones poco verificables. Los HOAX comenzaron formando parte de toda esa red de difusión involuntaria que involucra el reenvío de correos electrónicos a través de red de usuarios, pero actualmente se considera bajo la misma denominación a toda esa nueva tendencia en la fabricación de noticias de origen dudoso o poco comprobable. Una versión contemporánea del antiguo pasquin, sólo que ahora beneficiado — y fortalecido — por la accesibilidad sin límites y sobre todo, el alcance ilimitado del mundo virtual.

Y es que la virtualidad y sobre todo las redes sociales, parecen ser un terreno fértil para ese anonimato debido y necesario que hace que la mayoría de los Hoaxes sean tomados por cierto sin mayor dificultad. Desde tergiversaciones y distorsiones de informaciones verídicas — exageradas e interpretadas a conveniencia del autor — hasta noticias de origen falsas, el Hoax parece moverse en ese terreno movedizo del mundo 2.0 donde cualquier tipo de elucubración y análisis es válido en tanto posea un medio para difundirse. Sin duda, una variación preocupante a ese consumo de información incesante de una comunidad global que no sólo no posee los medios inmediatos para verificar lo que asume por cierto sino lo que es más preocupante, que no desea hacerlo. ¿Es entonces el Mass media, esa visión deformada de la realidad, exagerada y sujeta a todo tipo de interpretaciones exteriores una medida de lo que actualmente se considera por real? ¿Qué ocurre entonces con esa conciencia cultural consumidora no sólo de la información sino de sus posibles variaciones al momento de discernir que es cierto y que no?

Mashall McLuhan llamaba “el estado de retribalización” a ese retroceso en la visión del mensaje, aún disponiendo de medios de muchísimo mayor alcance. Un re descubrimiento de las virtudes, visiones y también errores de las facultades eclipsadas por la cultura en su búsqueda de inmediatez. La radio, como extensión del oído, y la TV, como extensión de la vista, tienen la capacidad de romper los equilibrios naturales para restituir al individuo la totalidad de sus sensaciones. Ahora bien ¿que cualidad podría atribuirsele a la virtualidad? ¿A la conciencia de la humanidad que se crea y se construye a medida que los elementos de valor que la forman adquieren una visión mucho más amplia y poco precisa?

Quizás se deba a esa necesidad del hombre de asumirme infalible, esa búsqueda incesante de la verdad única, pero diversificada y segmentada en las cientos de visiones que puede producir — y puede tener — un único estimulo. Para McLuhan la cosa estaba clara: Los medios por un lado sustentan — y conservan — esa necesidad arcaica del hombre de poseer la certeza de lo que comunica — en la medida de asumir su verdad como cierta — y por la otro, brinda la oportunidad de la oposición de ideas. En el choque de ambas propuestas, parece cohexistir la idea del hombre que asume la información como una necesidad insatisfecha y lo que puede resultar aún más preocupante — y quizás desconcertante — una interpretación de yo a través de lo que admite como real.

El observador: ¿Que es verídico y que no en un mundo hiperinformado?

Para la gran mayoría de los usuarios de las Redes Sociales, la verdad es una mezcla entre lo que se asume como inmediato y lo que se difunde con relativa facilidad. Tal vez por ese motivo, resulta muy intrigante que cualquier Hoax no soporta una investigación mínima sobre su procedencia: La mayoría de ellos, pueden ser desmentidos con una sencilla verificación de datos y gran parte de ellos, es incapaz de sostenerse luego de recurrir a fuentes de información sencilla que lo desmientan. Como me ocurrió con la fotografía que señalé y que encabeza este artículo.

Cuando vi por primera vez la fotografía me desconcertó no sólo porque Gary Dourdan me pareció siempre un actor con un futuro prometedor (A pesar de su abrupta salida de la serie televisiva donde obtuvo reconocimiento público) sino porque tuve la impresión la imagen simbolizaba mejor ese trágico camino que recorre un adicto a las drogas. Todo excesivamente conveniente sin embargo y además, sin ningún otra fuente de información que respaldara la información que se mostraba. No obstante, parecía muy evidente que la noticia debía ser cierta. La imagen era cuando menos inequívoca e irrefutable.

¿O no?

No lo fue luego de una análisis más cuidadoso: las fotografías no parecían pertenecer la misma persona. Por supuesto, a primera vista creí que podría atribuirsele directamente a los estragos producidos por la adicción a la cocaína que padece el actor — conocida y suficientemente difundida por los rotativos de su país — pero luego, tuve la inmediata impresión que no sólo no coincidía algunos rasgos, sino incluso directamente las proporciones visuales del rostro. Luego, descubrí que la fotografía parecía haber sido modificada digitalmente para acentuar el parecido entre el consumido hombre de la derecha y la imagen del actor. Así que decidí investigar.

¿Qué encontré? Que aunque el actor si atravesó un período de turbulencia legal debido a su adicción, no se encuentra ni mucho menos en las condiciones que muestran la supuesta fotografía. Me tropecé en primer lugar con una reseña del conocido blogger Perez Hilton sobre actor que incluye una imagen reciente días antes de su arresto donde se puede comprobar que su aspecto físico es saludable a pesar de los diversos problemas que atraviesa debido al uso de drogas. Poco después y usando el método simple de comprobar el origen de la imagen a través del buscador Google, encontré la fotografía de reseña REAL del hombre que aparece a la derecha de Dourdan: El nombre del sujeto es Demitris Hirsch y la imagen fue tomada durante un arresto en el año 2007. En la reseña policíaca sobre el Hirsch puede leerse su largo historial en el uso de drogas y verificar que no sólo la fotografía difundida fue alterada digitalmente para que acentuar un posible parecido con Dourdan — como por ejemplo, colorear sus ojos de verde y hacer mucho más angular las líneas del rostro para que coincidieran con las del actor — sino que además, la imagen forma una de varias que forman parte del amplio prontuario penal del Hirsch.

Siempre me parecerá perturbador pero sobre todo intrigante, la manera como una noticia sin fundamento y mucho menos sin sustento alguno, es capaz de difundirse en la red con cierta rapidez. Aún más, como puede ser tomada por cierta sin otra fuente que la de una página de dudosa veracidad y dos fotografías aparentemente semejantes. Lo cual me lleva a preguntarme, por supuesto ¿Que tanto de lo que leemos y asumimos por cierto en la red lo es?

Supongo que será una pregunta que continuará sin respuesta.

1 comentarios:

Diang Lugo dijo...

Me sorprendí muchísimo cuando vi esa "noticia" circulando en el TL de Twitter y en Facebook. Pero como es mi costumbre, no comparto nada sin antes verificarlo. Y ahí estaba la falsa. Me sucedió exactamente como mencionas en esta entrada. Lo sorprendente es que cada día se difunde una gran cantidad de datos por los medios sociales que no son verificados y que muchas veces están completamente alejados de la realidad. Como usuarios, tenemos un gran compromiso, no sólo compartir información real y de calidad, sino, verificar el contenido antes de difundirlo. Es complicado y hasta fastidioso, pero creo que es lo único que podemos hacer para evitar darle más fuerza a la ola de desinformación que reina en la red.

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