miércoles, 2 de julio de 2014

De la versión oficial a la irreal: La frontera de lo veraz en internet.



- ¡Las niñas secuestradas por Boko Haram han sido liberadas!

El comentario me sorprende y también me emociona. Quien me lo dice, es mi amigo Juan (no es su nombre real) que con una sonrisa lee la nota que recoge la noticia con una sonrisa. Aguardo, para escuchar el resto de la información. Finalmente, el gesto feliz le cambia a uno más amargo.

- La mierda con las noticias falsas...

Me muestra la página web donde leyó la noticia. Se trata de un template sencillo, con algunos banners de publicidad mal colocados en la parte inferior derecha. La noticia en sí, ocupa menos de cuatro párrafos, redactados a partir de lo que parece ser una defectuosa traducción de algún texto mucho más largo. Además de los errores obvio de sintaxis y de ortografía, el texto parece dejar entrever que se trata de una mera hipótesis del redactor, una especie de pequeña enumeración de hechos que parecen conducir directamente a la idea que las niñas secuestradas podrían haber escapado. O al menos, un grupo de ella. Algo bastante distinto a lo que sugiere el titulo de artículo que indica sin titubeos "liberadas las niñas secuestras de Nigeria". La fotografía que incluye el artículo, es la de una mujer anónima, de piel oscura, sin identificación. La idea que parece sugerir el conjunto es la de una vaguedad preocupante o aún peor, una información que no parece tener otro objetivo que tergiversar la noticia. Si es que existe, por supuesto.

Lo más preocupante es que a medida que investigo las capas de información de la nota, encuentro que no sólo ha sido repetida y difundida en centenares de páginas distintas, sino que la información ha sido deformada y reconstruida hasta que forma parte de lo que parece ser "una segunda versión" de algún fragmento de noticia real. Recorro páginas, de tan dudoso contenido con la primera y sólo encuentro en la mayoría de ellas, fragmentos de información sin sentido que desdibujan la versión real - si es que hubo alguna - sobre la supuesta liberación de las niñas secuestras. Al final, no encuentro otra cosa que un análisis realizado por un diario local norteamericano, donde se sugiere - de manera muy vaga y casual - que alguna de las niñas pudo escapar del cautiverio en medio de los sucesivos intentos de rescate protagonizados por el ejercito nigeriano. De manera que lo que comenzó siendo una especulación se transformó en una noticia por derecho propio, una idea preocupante en un mundo interconectado donde las comunicaciones inmediatas y sobre todo, la accesibilidad parece sustituir la mayoría de las veces la veracidad.

Del quienes somos al que vemos: La información que se deforma.

A medida que la penetración y el poder de Internet como herramienta de comunicación, aumenta la fuente de origen de una información parece volverse - de manera paradójica - menos importante. Y es que la necesidad de expresar opiniones, ideas y reinterpretaciones sobre todo tipo de tópicos, impulsa toda una nueva visión de la información sobre la necesidad de rapidez, es mucho más importante que su comprobable veracidad. De allí la proliferación de páginas de dudosa procedencia, que recopilan informaciones propias o de fuentes poco verificables y que muy rapidamente, se toman como fuerte de información confiable. En un mundo donde las comunicaciones vía web tomaron el lugar del medio tradicional, esta tergiversación construye una visión de la noticia, la comunicación y la divulgación cuando menos preocupante. ¿Que tan comprobable puede ser una información que proviene de una opinión descontextualizada y que a su vez es interpretada de manera libre por un tercer autor? ¿Hasta que punto es rastreable una fuente de información que proviene de una cita textual que carece de hechos y datos reales y lo que es aún más desconcertante, que quizás provenga de la imaginación de quien lo escribe? Las posibilidades con respecto a este tipo de noticia improvisada, son enormes y todas ellas inquietantes. Porque la información como hecho valioso, como elemento conceptual que requiere de su integridad para cumplir su objetivo esencial - contar lo que ocurre, construir una visión de la realidad comprensible - pierde sentido si una de sus base carece de sentido. Lo que lleva a cuestionarse algo incluso más desconcertante: ¿Que es real y que no dentro de lo que asumimos como información? ¿En que punto la grieta entre lo que se transmite y se construye con la comunicación - reflejo de un hecho  deja de ser veridica para convertirse en presumible? La idea que se reconfigura y muestra una versión de la realidad parcial, fragmentada y sobre todo, que no refleja otra cosa que una opinión terciaria, un rumor llevado, por obra y gracia de la ilimitada vastedad del mundo virtual, a certeza. 

Hace poco, en las redes sociales de Venezuela se difundió una imagen donde se podía ver al presidente Uruguayo Pepe Mujica, sentado en espera de turno en las instalaciones de un hospital público de su país. O al menos, esa fue la historia que acompañó la imagen a a través de su periplo en la red, en donde la figura del singular personaje político fue ensalzada y usada como ejemplo del servicio público probo. Todo muy idílico salvo por un pequeño detalle: La imagen no era real. O mejor dicho, si lo era pero no la historia que se le atribuye. Resultó que la fotografía fue tomada durante la juramentación del Ministro de economía Mario Bergara, en diciembre de 2013. Sin embargo, la supuesta noticia sobre la "cita" del Presidente Mujica a un Hospital público de Santiago, continúa tomándose por cierta y debatiéndose redes sociales.

¿Que es cierto y que no lo es en Internet? ¿Hasta que punto podemos catalogar la información en verifica o falsa en un mundo construido a base de suposiciones sin verdadera sustancia? ¿En que punto la información se transformó en una mera versión de un hecho que ocurre y se interpreta a convenciencia? ¿Solo es debido al alcance de las Redes Sociales y demás medios de difusión o se debe a que la información es de hecho sólo una visión limitada, confusa y sujeta a la revalorización - o destrucción - de los datos y elementos que lo componen? 

La respuesta quizás sea mucho más compleja que la simple visión de la noticia - o lo que se cuenta y se asume como noticia - como un hecho que se difunde a partir de una fuente concreta. Porque, si analizamos con cierta perspectiva histórica y social, el hecho siempre ha sido sometido a una transformación perpetúa, inevitable y quizás, mucho más sutil  de lo que suponemos. Hablamos de siglos donde el hecho - lo que ocurre, lo que se vive, lo que se contempla, lo que se cuenta - estuvo sometido a todo tipo de visiones y reescripciones. A épocas donde la oralidad no solo transmitió sino que fue el único vehículo de transmisión de ideas y opiniones. La idea de los datos cotejados a través de un depurado proceso de verificación es relativamente reciente: apenas desde el siglo XVII las noticias de periódicos fueron obtenidas a través de fuentes autorizadas. Antes, los periodistas o quienes en cualquier caso, tomaban la responsabilidad de contar a través de vías y herramientas distintas lo que ocurría en el presente continúo, comprendían la información como una forma de opinión. Una yuxtaposición de la visiones que se alza como una única percepción: la verdad es por completo suceptible a contaminarse con lo que se asume o lo que podría ser mucho más grave, con la conclusión que parece elaborar una reinvención de lo que se toma por cierto a parte de una fuente básica.

¿La noticia real existe? ¿A donde nos conduce la búsqueda de la idea que se asume por real? Un ejemplo.


Me he tropezado en más de tres ocasiones con la misma noticia: “En Brasil, asesinan a niños de la calle debido al Mundial”. El cuerpo de la nota siempre es el mismo: describe de manera general lo que parece ser una matanza de niños indigentes en las principales calles de Brasil, aunque sin ofrecer mayores detalles. En la mayoría, se repite la información sin incluir datos concretos. Sólo se insiste en que la situación está sucediendo y que de hecho, se ha hecho más cruenta a medida que el inicio de la fecha deportiva se acerca.

Preocupada, me dediqué durante un par de días a investigar la noticia. Encontré que la información provenía de un documental de 28 minutos de un periodista freelance Danés, Mikkel Jensen, titulado ‘El precio de la Copa del Mundo’ en el cual se refleja la dificil situación de inseguridad que atraviesa el país latinoamericano. El trabajo periodístico recopila entrevistas con niños de la calle, personas sin hogar, activistas de distintas ONG’s dedicadas al trabajo social y que en estremecedores relatos, describen la durísima situación de los niños en las calles del país. Todos los testimonios, sugieren que el auge de la violencia en Brasil está alcanzando cuotas alarmantes y que las principales victimas, son los niños de la calle. La denuncia más estremecedora insiste en afirmar que existen escuadrones de la muerte que han asesinado a personas sin hogar en Fortaleza. Sin embargo, el documento visual, aunque bien sustentado y lo bastante impactante como para captar la atención internacional, no ofrece por sí mismo una prueba sobre la situación que se insiste en denunciar: La masacre de niños en las calles de Brasil debido a la celebración mundialista.

Continué investigando. Los artículos que recopilé al respecto de la inquietante información, no solo repetían lo mencionado por Jensen en su documental, sino que agregaban todo tipo de información que de alguna u otra manera, comienzan a desvirtuar la noticia original. Ya no se habla sólo del Documental de Jensen, cuya opinión parece diluirse en toda una serie de hipótesis y replanteamientos sino además, en toda una serie de críticas y opiniones que terminan convirtiendo el planteamiento original — la gravísima denuncia del periodista — en un complicado juego mediático, mezcla de diatriba social y rumores no confirmados. Resultó lamentable además, encontrar que la propuesta original del Documental — una cuidadosa recopilación de testimonios verificados — se confundió con algo más confuso y sobre todo poco creíble, que incluye desde teorias conspirativas hasta simples análisis sobre la situación política y social de Brasil, que poca o ninguna relación tienen con la visión original del periodista. Por último, descubrí que además, el documental de Jensen ha sido editado y tambien difundido bajo diversas versiones, que solo lograr distorsionar el mensaje real e inmediato de su autor.
Resulta preocupante, la manera como la información se desvirtúa y se contamina a medida que avanza en su largo trayecto no sólo a través de los medios de comunicación tradicionales, sino en toda esta nueva aproximación a la noticia que incluye plataformas web de dudosa procedencia. Un periplo que parece amenazar la integridad de lo que se informa, en favor de la inmediatez y espectacularidad de lo que se transmite y más aún, la necesidad de mostrar la noticia — el hecho que ocurre y se difunde — como un espectáculo informativo. Lo lamentable del caso es que noticias como la que denuncia el video de Jensen, parecen de la inevitable distorsión que las lleva en el peor de las casos, a compremeter su credibilidad. Y es que quizás, en la necesidad de informar y crear una red de información lo suficientemente amplia como para incluir no sólo los datos sino además la repercusión de la noticia, el hecho real de desdibuja frente al amarillismo y lo que es aún más preocupante, esa necesidad de manipulación de la información frente a la realidad.

El último fragmento de información que recopilo, me deja un regusto amargo: Oficialmente, en Brasil no existen registros de asesinatos de niños de la calle, lo que dificulta su investigación y sobre todo, la posible actuación de las autoridades para detener un tipo de crimen invisible, que carece de rostro y estadística que lo sustente. Todos los datos disponibles, proceden de las organizaciones no gubernamenales que por años han dedicado esfuerzos y dedicación a documentar lo que ocurre en las calles de un país conocido y temido por su violencia. Según esta estadística extraoficial, existen 121 muertes de niños menores de catorce años, que parecen demostrar que hay de hecho, una ataque directo contra la infancia desprotegida de las calles de Brasil. Con preocupación, las organizaciones señalan que aún hay muchas más que nadie ha podido demostrar. Uno de sus voceros admite que el vídeo de Jensen logró “atraer la atención Mundial sobre un problema muy viejo” pero que también “el escándalo mediático lo transformó en un debate estéril”. Una visión sobre el peso de la noticia — y su tratamiento — que deja muy claro hasta que punto el medio y la difusión del mensaje puede comprometer la sustancia y verdadera profundidad de una noticia.


¿Que es verdad y que es mentira en esa ilimitada y peligrosa vastedad anónima de internet? Tal vez no exista, o se trate de algo de tan simple, como la necesidad que todos tenemos de mirar lo que vivimos - el mundo que habitamos - como un fragmento de algo mucho más mayor - y en consecuencia más complejo - de lo que usualmente podemos comprender.

C'est la vie.

Para leer: 


¿Quien es Mikkel Jensen?

Mikkel Jensen es un periodista independiente de Dinamarca y corresponsal en Río de Janeiro que produce y vende su material periodístico para la prensa de Brasil. En 2013, fue corresponsal en Shanghai y en 2014 regresó a su cobertura independiente de la Copa, pasando por Río de Janeiro y Fortaleza. (Con información de Teinteresa.es)

Para ver:

Documental: El precio del Mundial de Mikkel Jensen https://www.youtube.com/watch?v=8Er_mwgfW_Q


Para reflexionar: 

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