domingo, 21 de octubre de 2012

La Luna: La leyenda, el simbolo, la Diosa.




A través de la historia, La Luna  ha ocupado un importante lugar en numerosas mitologías y leyendas populares, con una variada y rica simbología  Para gran parte de las culturas precristianas y paganas, La Luna representa el poder femenino, es la Diosa Madre, Reina del Cielo. En distintas tradiciones de Europa del este, La rana, el sapo, la liebre y el conejo son animales relacionados con la Luna, y muchas veces se les representa como símbolo de la resurreción y la capacidad de creación. Para la cultura egipcia, La media luna era atributo de Isis como Reina del Cielo. Para la tradición mitologica griega, la Luna es la representación de los misterios del espiritu humano y la fuerza del conocimiento moral.

También en las culturas Americanas prehispánicas encontramos indicios del influjo de la simbologia lunar dentro de las celebraciones religiosas: Coyolxauhqui representa para los aztecas a la diosa Tierra y la Luna. Está relacionado con las cuatrocientas estrellas deidades de Huitznauna, que está bajo su control. Posee las potencias mágicas que con ella pueden hacer gran daño. Coyolxauhqui descabezó a su propia madre Coatlicue cuando estaba embarazada e hizo desaparecer a sus propios niños en extrañas circunstancias. El dios Sol Huitzilopochtli soltó inmediatamente completamente armado de la matriz y de la ciénaga Coyalxauhqui y muchos de Coatlicue de sus parentescos. Según una tradición, Huitzilopochtli sacudió su cabeza en el cielo donde se convirtió en la luna.


El dios de la Luna del antiguo Egipto, Tot, al que a veces se representa con cabeza de perro, el que lleva sobre la cabeza la Luna creciente, muestra una antigua interpretación sacerdotal, cuando la Luna y el Sol se relevan entre sí, al salir y ponerse. Mientras que el dios Sol Ra se abría camino por el inframundo en las horas de oscuridad, a Tot se le requería para su lugar en el mundo superior. En algunos relatos, es Ra el que crea la Luna para que ilumine el cielo nocturno, dejándola a cargo de Tot, quien también era el responsable de regular el calendario. Enseñó a la humanidad las artes y las ciencias, y los griegos lo interpretaron como el dios Hermes. En época posterior, el dios Luna Tot se convirtió en inspiración de la tradición hermética del ocultismo griego, islámico y europeo. En al mitología de la India brahmánica, se dice que la Luna está donde van las almas de los difuntos. La noción de la Luna como reino de los muertos nos lleva a una mayor tensión en su simbolismo. Sus fases pueden indicar una analogía con los ciclos orgánicos y el reino de la naturaleza, como ocurre en al mitología de algunas zonas de América del Sur, donde se cree que la Luna es la madre le las hierbas. En la antigua Mesopotamia hubo quienes consideraban que el calor de la Luna, más que el del Sol, era la fuerza energética mediante la que crecían las plantas. Al mismo tiempo, sin embargo las fases de la Luna han significado para algunos pueblos la decadencia y la muerte. Esta paradoja de la vida y de la muerte está comprendida en la Luna como triple diosa, un motivo mítico que aparece bajo muchos aspectos, sobre todo donde encontramos una trinidad femenina, como en las tres Parcas, o las tres brujas.

En el mundo de la antigua Grecia, los poetas vieron a la virgen cazadora Artemisa, como la diosa con tres formas, siendo sus otros dos aspectos Selene, la Luna del cielo y Hécate, una misteriosa diosa del inframundo. La triple diosa puede ser interpretada como tres fases del cielo lunar: el arco de plata que lleva Artemisa representa la Luna nueva, Selene es la Luna llena madura, y Hécate, lo oscuro de la Luna, esta presenta el mismo simbolismo triple, siendo descrita a menudo con tres cuerpos o con tres cabezas. Va errando entre las almas de los muertos y su llegada se anuncia con el aullido de los perros. Habita en las tumbas y en los lugares solitarios en los que hay una encrucijada de caminos, y enseña las artes de encantamiento y de brujería. A veces se la representaba como a una vieja arpía, mostrando los últimos instantes del ciclo de la Luna, ofreciéndosele libaciones al final de cada mes.

La visión Arquetipica del ciclo Lunar:

El ciclo lunar, perpetuamente cambiante y sin embargo constante, ha servido para cristalizar a su alrededor un conjunto de mitos muy característicos. Es muy frecuente que las deidades lunares, que son habitualmente femeninas (aunque hay excepciones), aparezcan formando tríadas, o con tres aspectos que reflejan las tres fases diferentes de la Luna: la nueva, la llena y la creciente. Si jugamos con las imágenes que evocan estas tres fases, podremos ver cómo la Luna nueva, la traicionera Luna negra, estaba asociada con la muerte, la gestación, la hechicería, y con la diosa griega Hécate, que presidía los nacimientos y la magia negra. Después de su oscurecimiento, aparece la luna creciente, delicada, virginal y prometedora, con su apariencia de estar preparada para dejarse fecundar por algo. La Luna creciente se vinculaba con la diosa virgen Perséfone, que fue secuestrada por Hades. También se dice que es el emblema de Artemis, la virgen cazadora y patrona de las bestias salvajes. La Luna llena , en contraste, tiene cierto aire de embarazada; es redonda y jugosa, lozana y madura, y podría dar a luz en cualquier momento. Es la Luna en su máximo poder, la cúspide del ciclo lunar, y estaba asociada con Deméter, la diosa de la fertilidad, la madre de todas las cosas vivientes. Después la Luna comienza a menguar, adelgazando y oscureciéndose, hasta que de pronto deja de estar ahí. Hécate, la vieja bruja, recupera una vez más el poder; oculta en el mundo subterráneo, urde sus hechizos y va devanando el futuro desde la oscuridad.


La tríada de deidades lunares refleja una experiencia humana arquetípica, proyectada sobre la Luna física en el cielo. Una dimensión importante de esta experiencia es el cuerpo, que refleja en su propio desarrollo cíclico y en su mortalidad las fases de la Luna. Las deidades lunares presidían el ciclo anual de la vegetación, y también el ciclo humano de nacimiento y muerte. Así, en el mito, la luna rige el ámbito orgánico del cuerpo y los instintos, y por eso estas deidades son generalmente femeninas: porque del cuerpo femenino nacemos todos, y de él recibimos nuestro primer alimento. El ciclo lunar recibía el nombre de la Gran Ronda, reflejando así su conexión con el destino y con lo que siempre retorna, en una interminable repetición. Todas las cosas tienen su ciclo, que es más bien universal que individual. ya que los individuos mueren, pero la especie continúa regenerándose.

Cada vez que en la vida alcanzamos un momento cumbre, un momento de Luna llena en que las cosas llegan a realizarse, podemos estar seguros de que hay un pasado que nos ha conducido a ese momento, un comienzo oculto en que se sembró la semilla en la oscuridad de la Luna y un tiempo de promesa y desarrollo cuando la Luna estaba en cuarto creciente.

2 comentarios:

Janendra Cien Pájaros dijo...

Me gusta como recorres las diferentes leyendas. Pero creo que estás hecha un lio con la leyenda de mi rancho. Coyolxauhqui no mata a su madre. Cuando está por hacerlo es que nace Huitzilopochtli, el dios de la guerra. Vamos un poco a atrás, Coatlicue ya vieja y viuda se dedicaba al cuidado del templo cuando del cielo cayó una pluma de colibrí. Ella la guardó en sus vestidos y la pluma la fecundó. Cuando ella supo que daría a luz se lo informó a sus hijos, los cuatrocientos estrellas (porque eran hombres) y su hija la luna. Coyolxauhqui azuza a sus hermanos para que maten a su madre, porque ha roto su voto de castidad. Coatlicue, muy triste por el rechazo de sus hijos, se retira a un cerro en espera del parto y de la muerte. Su hijo no nacido le habla entonces y le dice que no tenga miedo. Cuando sus hijos están cerca, haciendo los preparativos para matarla, es que nace Huitzilopochtli adulto y armado con el trueno. Él mata a sus hermanos, decapita a su hermana y la arroja a los pies del cerro donde su cuerpo se desmiembra. Es la cabeza de Coyolxauhqui lo que Huitzilopochtli sube al cielo y se convierte en la luna. El mito dice que cada noche Huitzilopochtli, el sol, persigue a la luna y las estrellas y al matarlos da paso a un nuevo día.

La verdadera enseñanza de esta leyenda es el fin del poder de la mujer y el inicio del poderío masculino. Coyolxauhqui es la hija primogénita de Coatlicue, representa el principio femenino de la creación. Coatlicue en su juventud era la hermosa diosa de la fecundidad que al yacer con su marido Mixcoatl da a luz a las estrellas y los astros celestes. Cuando Coatlicue mata a su marido (por infiel) se transforma en la monstruosa diosa de la muerte. Coyolxauhqui es la heredera del enorme poderío femenino de su madre. Pero, según la visión de esta cultura, para que este mundo prospere es necesario destruir ese principio femenino para establecer el poder de lo masculino. Huitzilopochtli el dios de la guerra es un varón, joven, de sangre caliente, el dios solar por excelencia que inicia una nueva era matando a la diosa lunar por excelencia. Otro ejemplo de este pensamiento es Quetzalcoatl quien para dar origen a la creación mata a Cipactli, de su cuerpo se crea el cielo y la tierra. Desde esta visión la creación, la civilización, inician cuando se mata lo femenino.

Miss B dijo...

Hola Janendra!! Creo que entonces el error me viene de Origen de los Textos que investigué! Prometo que en cuanto tenga un poquito de tiempo hago el necesario fe de Erratas :D Gracias por la acotación, siempre muy necesaria!

Besotes y gracias por comentar!

Publicar un comentario