jueves, 31 de mayo de 2012

Todos mis casas: Mis librerias favoritas.




Como apasionada lectora que soy, gran parte de mi vida he sido una asidua visitante a las librerías de mi ciudad. Y no es que existan demasiadas: las antiguas librerías, las polvorientas, las calladas, las exquisitas, las intimas, han desaparecido para dar paso a esas enormes redes un poco impersonales que me inquietan un poco. Hay un poco de pensamiento industrial en esos locales idénticos repletos de libros, sin alma y sin espíritu real. Sí, lo admito, soy una romántica en lo que se refiere a libros y por ese motivo, siempre seguiré prefiriendo las librerías de siempre, las pequeñas, las humildes, a esos grandes monstruos de venta que últimamente pululan por todos lados.

Y es que, desde niña, aprendí el valor de una buena librería y un buen librero. Hay un lazo muy consistente entre el lector ávido y ese amable desconocido que te escucha con paciencia, cuando llegas a un nuevo paraíso de libros y comienzas a deambular entre anaqueles silenciosos. Paseas, con los ojos muy abiertos, queriendo abarcarlo todo, acariciando con la punta de los dedos esos tesoros silenciosos y tímidos que parecen observarte con reserva. Es una sensación extraordinaria, casi amedrentadora. Siempre siento emoción, y suele ocurrir que de inmediato tropiezo con el que será mi guía en todo aquello: un caballero o dama atento, que primero me mirará con desconfianza - después de todo, el es el Guardián de aquellos tesoros - y probablemente después te escuchará con atención. Por último, te sonreirá, si superaste esas silenciosas pruebas que nunca sé muy bien en que consisten, y te permitirá entrar a su mundo, a ese gran Reino de palabras y sueños que custodia con tanto amor.

Una historia de amor que dura para siempre.

La primera vez que entré en una librería lo hice de mano de mi abuela, claro está. Ella le encantaban, aunque solía comentar que no tenia mucha paciencia para leer. Pero como dije, amaba visitarlas: tal vez por el silencio, por la dulzura de esa comunión con los libros que parecía existir en ese mundo aparte que parecía  materializarse una vez que cruzabas la puerta. Recuerdo que, me pareció un lugar tan digno de respeto, tan extrañamente sacrosanto como un templo. En mi imaginación, el pequeño local de la librería "SUMA" de Sabana Grande, tenía las dimensiones de una catedral. Deambulé por entre las mesas, mirándolo todo con la boca abierta: los largos anaqueles, las mesas rebosantes de libros. Tenía cinco o seis años, y para mí, todo tenía un lustre radiante, un poco atemorizante. Mi abuela lo observaba todo divertida, un poco enternecida supongo. Cuando regresé junto a ella, conversaba en voz baja con un hombre de barba y ojos amables, enormes tras los anteojos de aumento. Me extendió un libro: La bella y la bestia, en una preciosa edición tapa dura. Lo tomé con dedos temblorosos. Era la primera vez que alguien, que no perteneciera a mi familia,  me obsequiaba un libro.

- Te lo regalo por ser la primera visita - dijo. Se trataba de Raúl Betheourts, el dueño, quién tenía la particularidad de ser una especie de sacerdote de las palabras, allí, entre su pequeño y hermoso reino de libros. Todavía atesoro el libro por supuesto.

Más tarde, conocí Lectura, en el Centro Comercial Chacaito. Allí acudí con mi mamá, quién también ama los libros pero con cierto desapego, nada parecida a mi pasión casi obsesiva por la voz de la palabra. Allí compré mis primeros Comic ( de Marvel, claro ) y aunque no me pareció tan mágica como "Suma" si me agradó muchísimo el ambiente picante, un poco desordenado de sus pequeñas salas atestadas de libros. Todo me parecía un secreto, una especie de travesura, con sus ornamentados volumenes de poesia erótica bien a la vista y sus libros de fotografia apilados de cualquier modo en un rincón. Fue allí, de hecho, donde compré el primer libro de fotografía que tuve: Un ejemplar muy pequeño de cartón sobre el trabajo de Francesca Woodman. Todavía lo conservo, un tesoro inimaginable que sabe a lágrimas de asombro y a belleza.

Pero en mi incansable recorrido por encontrar nuevos templos de palabras, encontré El Buscón, en paseo las Mercedes. Aquello si era algo fabuloso! con su enorme butacón de cuero, y su hermosisimos anaqueles de madera púlida. Me sentia muy pequeña, revolviendo libros que nunca había visto, de autores que no reconocía. Allí compré mi primer libro de Yamamoto, y nunca olvidaré la extraña necesidad de volver a ese lugar, a ese recinto tan espléndido, aunque solo fuera para mirar esos libros exoticos que parecian sonreirme. De hecho, El Buscón es mi lugar favorito en muchos aspectos. Un templo en mi imaginación.

A La Noctua la conocí en unas peores épocas de mi vida. Mi abuela acababa de morir y tenía la sensación que el mundo carecía de valor y de belleza. Hay algo lírico en esa tristeza de la ausencia, y recuerdo que esa larga vidriera de madera me consoló, con sus viejos volúmenes de autores que me hacían recordar a mi misma, en otro tiempo, en otra vida. Fue en la Noctua, donde pasé largas tardes de angustia, comprando pequeños ejemplares de Chejov y Maupassant, una espléndida biografía de Oscar Wilde escrita por André Gidé y el libro que me consolaría durante aquella extraña étapa de mi vida: De Profundis, de Oscar Wilde. Recuerdo haberlo leído, con la sensación que Wilde coloreaba mi tristeza con una belleza impensable, extraordinaria. Y fue como si la Golondrina de sus cuentos, viniera a mi espíritu para consolarme. De la Noctua conservo la felicidad.

Encontré Libroria por casualidad. Alguien me comentó sobre su colección de libros usados, de ejemplares raros. Y decidí ir, con todas las reticencias que siempre me hacen sentir los mitos de boca en boca, cuando perdí - pequeña desgracia inimaginable - mi ejemplar de Miss Dalloway, de Virginia Woolf.  Y por supuesto, caí enamorada nada más atravesar sus puertas polvorientas, encontrarme rodeada de pequeños tesoros tan espléndidos que por mucho tiempo, regresé solo para mirarlos. En Libroria compré por supuesto, mi añorada Miss Dalloway, pero también un ejemplar en Latin de la Divina Comedia, un poemario de Eugenio Montejo firmado por su autor y otros tantos nuevos amores que ahora habitan mi personal Castillo de la Memoria. Libroria, que acaba de cerrar sus puertas para tristeza de quienes deja huerfanos, es parte de mi historia, mi pequeño refugio a lo cotidiano y a lo simplemente venial.


Tal vez, crecer entre libros sea una forma de ver el mundo de una manera por completo original: al mirar atrás, me veo a mi misma, siempre caminando en cada uno de los lugares que guardan parte de mi historia. Rodeada de libros, enalteciendolos en un esfuerzo de imaginación, dibujándolos como ciudadelas de pura ternura en esa parte de mi mente donde habita la ingenuidad. No puedo evitar sonreír con tristeza, pero también con una sensación de gran felicidad, de saberlos parte de mi historia.

C'est la vie.

miércoles, 30 de mayo de 2012

De la nocturnidad y otras manias: Mi eterno insomnio




Soy insomne desde que recuerde. De hecho, creo que nunca he dormido más de seis horas en una noche, ni siquiera cuando era muy niña. Según la ciencia médica, sufro de un desbalance hormonal que me impide conciliar el sueño profundo ( estado REM del sueño ) y debido a eso, me despierto con suma facilidad. Según algunas opiniones psiquiátricas, mi nivel de neurosis y ansiedad es lo suficientemente alto como para no permitirme dormir con tranquilidad. Según mi abuela se trataba solo de un capricho de mi mente, una necesidad casi inconsciente de permanecer despierta el mayor tiempo posible, parte de mi naturaleza inquieta e impaciente. Cualquiera sea el caso, no dormir es parte de mi vida, mi forma de ver el mundo y de crear mi propia historia. Una de esas ideas que te hacen ser quien eres o lo que es lo mismo, te define.

Y es que no dormir, te permite verlo de todo de una manera ligeramente distinta. como una realidad alterna que puedes completar y construir de la manera que te plazca. Sentado en la Oscuridad, a horas donde la mayoría del mundo a tu alrededor duerme, la realidad parece ligeramente distinta. Eso es algo que puede agradarte o inquietarte, depende tu humor  en el silencio, ese ánimo de vigilia que termina siendo parte de tu vida. Porque sin duda, no dormir, no solo se trata del acto físico de permanecer despierto, sino encontrar las horas alargándose indefinidamente, las obsesiones tomando un cariz por completo nuevo. Como insomne, he descubierto que el mundo nocturno es tan amplio como inquietante, donde todo tiene un lustre ligeramente distinto e incluso las ideas más sencillas, se transforman en algo más, una reflexión constante de tu idea individualidad que llega un momento resulta agotador. Nunca he entendido demasiado bien esa transformación de la rutina en algo tan complejo que puede parecer incluso desconcertante. Tal vez se deba a que el noctámbulo experto, comienza a reconocer pautas, silencios, la noche misma como un concepto único. Y es una idea que delinea una manera de ver tu propia perspectiva de las cosas por completo nueva.

De niña, ser insomne me hacia sentir miedo. Hablo del miedo real, de ese que nace de las sombras que se alargan, los sonidos inexplicables, los murmullos habituales en medio de ese silencio plomizo de las madrugadas. Pero a medida que fui creciendo, el insomnio se transformó en mi cómplice, en mi manera de refugiarme en un espacio tan privado como impenetrable. Nada más delicioso que leer un libro que te apasiona de un único tirón, o dejar pasar las horas fotografiando sin cesar. O escribir. Que delicia escribir a solas, hablando en voz alta, paseándome de un lado para otro, tropezando en la oscuridad, bebiendo taza tras taza de café, paladeando esa sensación de soledad que no es tal, que el mundo duerme apaciblemente mientras lo observo con más atención que nunca. En mi adolescencia, el insomnio se transformó en un castillo de ideas, repleto de imágenes y palabras, de libros subrayados afanosamente, de pequeñas travesuras, de una sensación radiante y casi extraña de felicidad. El amanecer era como regresar al mundo de todos los días, al de todos, al que puedo comprender. A veces sentía una cierta tristeza por ello.

De adulta, el insomnio se desmitificó. Claro que, siguió siendo ese espacio personal enorme, tan anarquico y carente de sentido como lo fue antes, pero adquirió un tinte mucho más intimo, casi discreto. Las noches se hicieron una sensación, más que una idea. Y de pronto, encontré que las largas horas nocturnas, no solo eran caldo de cultivo para mis obsesiones y esa necesidad mía de recrear una y otra vez mis ideas en todas las formas que tenía a disposición, sino una larga reflexión. Por supuesto, tal vez se debió a que mi soledad se llenó de voces, de ausencia y cercanías. Esas largas noches de conversaciones, de sexo y dulzura, o simplemente la compañía, una idea que parecía reflejarse de mil maneras distintas. Pero seguí sin dormir, sentada en la oscuridad mientras todos en mi mundo dormían. Seguí siendo yo la que miro el amanecer antes que nadie, la que sonríe antes esa primera ráfaga luminosa de luz que casi puedo beber y sigo siendo yo, quien sabe la diferencia entre la noche cerrada y la muerte de los colores y el despertar de un nuevo día. Mis pequeños secretos de insomne. Mis descubrimientos temerosos, mi manera de soñar la paz.

Una vez, uno de mis ex, quizá el que más comprendió la idea de mi insomnio como parte de mi personalidad, me preguntó a donde iban mis sueños, siendo que jamás dormían. Su pregunta me hizo recordar al Macondo de la epidemia del insomnio, lleno de cartelitos indicando el nombre y la utilidad de cada objeto, con José Arcadio alucinando en medio de temores y olvidos, y el pueblo sumido en una ilusión interminable de muñequitos de dulce. Entonces llegó Melquiades, creo recordar y dio un sorbo de una prodigiosa medicina de gitanos al patriarca Buendía y este de pronto recuperó el don de dormir, de ver el mundo en la luz. Y los sueños quizá.

¿A donde están los míos entonces? pienso a veces, viendo la luz del amanecer colarse por las ventanas. Y entonces veo las páginas escritas a mano, con furia y casi dolor. Las fotografias colgadas de cualquier manera en las paredes, los libros abiertos. La música, tamborileando en el silencio y sonrío.

Porque sé donde están.

C'est la vie.

martes, 29 de mayo de 2012

La gran prueba: Del día en que decidí no tomar cafeína.




Soy una café maníaca irreprimible. Eso lo saben quienes me conocen y si alguna vez usted, querido lector, le ha dado una que otra ojeada a este blog. Amo el café con ese fanatismo un poco ciego del vicioso, y a pesar de mi recurrente gastritis, no he podido abandonar el hábito que me ha acompañado durante media vida: el café en las mañanas, el café de la tarde, el café con leche para consolar, el café muy espeso para despertar. Mi amor por la cafeína es parte de mi historia - la matutina, la de la locura personal, la de todos los días - y por ese motivo, lo considero una parte irrenunciable de mi cotidiano. Vicio lo llaman algunos. Yo simplemente placer.

El caso es que, siendo de todos conocidas mi adicción - placer, insisto - por el café, un amigo me retó a pasarme un día sin tomar una sola taza. Al principio se trató de una provocación pero después se convirtió en un reto. Me pregunté que tan arraigado se encontraba el vicio de tomar café en mis costumbres  y que tanta influencia tenía en mi vida. Así que decidí aceptar el reto y comenzar este pequeño experimento que no tenía idea muy clara a donde me llevaría.

Del café a un buenos días brumoso: la cafemaniaca irredimible.

7:25 a.m

Sufro de insomnio - muy recurrente y crónico - y mis mañanas suelen ser bastante complicadas. Tal vez por ese motivo, mi primer pensamiento matutino es el irrefrenable deseo de beber una taza del café más oscuro que pueda conseguir. Así que la primera hora de mi reto del día sin cafeína fue especialmente difícil: comprobé no solo que el pensamiento - deseo - de tomar un sorbo de café fue convirtiéndose de una mera intención a algo tan irreprimible como un impulso ansioso. De hecho, me llevó enorme esfuerzo contenerme y esas primeras dos horas luego de despertar, se convirtieron en una especie de mezcla inquietante de profunda ansiedad y mal humor. Probé a tomar leche con un poco de azúcar, agua, jugos naturales, pero tal parecía que realmente necesitaba la cafeína para poder sentir que mi día comenzaba. Con las manos temblandome de una mezcla de irritación y nerviosismo deambulé de un lado a otro de mi casa, sintiéndome ridículamente ansiosa y luego francamente disgustada.

* La explicación científica: Me sorprendió constatar que todos los síntomas anteriores, forman parte del conocido síndrome de abstinencia que cualquier adicto sufre cuando no consume cualquier estimulante. Consultando varios artículos médicos, comprobé que la ansiedad, el leve dolor de cabeza que estaba sintiendo y mi manifiesta torpeza motora  eran partes de un insipiente cuadro de abstinencia hacia la cafeína. Investigando un poco más - comiéndome las uñas y tomando vaso tras vaso de agua sin un propósito definido - aprendí que la cafeína como tal, no es tan inofensiva como solía pensar:  produce un efecto recesivo sobre el sistema nervioso que además, tiene efectos directos en nuestro comportamiento consciente. Sorprendida, encontré que una taza  de café normal, puede contener entre 60 y 110 mg de cafeína, y medicamente se considera que menos de 80 mg ya condicionan cambios de conducta y del espectro de comportamiento de lo que se considera normal.

11:50 a.m

Haber podido soportar toda una mañana sin tomar café, ya resultó para mí todo un logro. No obstante, continué sintiéndome descompuesta y mi mal humor empeoró a medida que transcurrió el día. Comprobé que mi torpeza habitual parecía haberse acentuado y de hecho, tropecé y caí al suelo un par de veces, como si realmente tuviera problemas para mantener el equilibrio. Pero el peor de todos los síntomas, continuó siendo la creciente ansiedad: perdí el apetito, y tuve la impresión que el sabor de la comida que tomé en el desayuno y la merienda a media mañana era menos suculento que lo habitual. Además, tenía serios problemas para concentrarme y mi capacidad para el desempeño de mis tareas habituales era bastante deficiente. Y no dejaba de pensar en cuanto necesitaba una taza de café, casi de manera obsesiva.

Pero nada como mi mal humor. Me encontré gritando por telefono a una operadora bancaria que hablaba demasiado lento - o así me lo pareció - , o discutiendo en terminos malsonantes con un amigo que expresó una opinión bastante sencilla sobre un asunto carente de verdadera importancia. Y es que la sensación de furia, de insatisfacción comenzaba a abrumarme. Estuve dos veces a punto de preparar una buena taza de café y dar por terminado el experimento, pero me pareció necesario - y algo de orgullo - comprobar hasta que punto influía la cafeína en mi vida.

* La Explicación científica: Como comenté antes, la cafeína produce una adicción muy semejante a otras drogas de manufactura. Comenzaba a padecer además, de casi todos los síntomas del llamado síndrome de abstinencia de la cafeína - hablo totalmente en serio, hay un término médico para mi locura - y que pueden resumirse en 10 síntomas: dolor de cabeza, disminución del estado de alerta, fatiga, disminución de la activación, humor deprimido, somnolencia, disminución de la satisfacción, dificultades de concentración, irritabilidad y obnubilación. La sensación general de irritabilidad dio paso a algo parecido a una leve depresión y a una sensación de cansancio cada vez más insoportable. Comencé a tener a sentir una concreta sensación de nauseas y malestar general. Me pregunté si me estaba volviendo loca.



3:48 p.m

Para entonces, con casi 9 horas sin tomar una taza de café, comprobé que todos los síntomas que estaban sintiendo eran eminentemente físicos, aunque tuviera la impresión que eran poco menos que una reacción inusitada de mi mente. Pero como me demostró la pequeña investigación que lleve a cabo para comprender que me ocurría, estaba sufriendo una especie de desbalance ciclotimico a menor escala. Para entonces, la irritabilidad y sensación de tristeza se habían transformado en un definitivo cansancio y me encontré tan somnolienta, que dormí un par de horas en algún momento de la tarde - algo que hago muy pocas veces -. Además,  leyendo literatura médica, comprobé que la cafeína produce un genuino efecto de rebote, por lo que los síntomas que padecían eran de alguna o otra forma, la reacción de mi cuerpo intentando sobreponerse a la ausencia de cafeína. Me pareció muy intrigante además, comprobar que la cafeína, como estimulante, produce un ciclo propio que puede llegar a ser preocupante:  tras la eliminación de la sustancia por el organismo (lo cual puede tardar de 4 a 6 horas), el proceso oponente (o efecto producido por el organismo para compensar el producido por la droga, y que va en la dirección opuesta) mantiene su efecto cierto tiempo produciendo la sintomatología antes descrita, lo cual obliga a tomar café para calmar la cada vez más insoportable ansiedad. Eso explicaría la insoportable sensación de angustia que sentí durante toda la tarde y sobre todo, el hecho que cada vez me era más difícil controlar el impulso de tomar un poco de café.

¿Y como afectó la falta de café mi cotidiano? Ni tengo que decir, que me llevó un esfuerzo considerable controlar la impulsividad, la irritabilidad - cada vez más punzante - pero aun peor, la sensación realmente física que necesitaba de la cafeína para soportar el malestar general que sentía. Tuve la sensación que el día parecía alargarse de una manera antinatural y en algún momento de esa interminable tarde, sentí deseos de llorar - de una manera muy patética e infantil - por la cada vez más incontrolable necesidad de beber café.

* La explicación científica: El síndrome de abstinencia en su máxima expresión. De hecho, mi organismo estaba sufriendo un clásico efecto de rebote que me produjo además, otra serie de síntomas más o menos inusuales por la ausencia de cafeína:, náusea y dolor y rigidez muscular. Según la media médica que consulté sobre la reacción a la cafeína del sistema nervioso, solo sería el comienzo de un proceso que empeoraría con las horas:  Los síntomas ocurrirían unas 12-24 horas después de la última ingesta, con picos de intensidad tras 20-50 horas, y con una duración de unos 2 a 9 días. Evidentemente, la severidad de los síntomas dependerá de la cantidad diaria ingerida, pero se sabe que a partir de 100 mg/día (¡menos de una taza de café!) estos síntomas puede ser plenamente verificables.

7:00 p.m

Me rendí, así de simple. Con las manos temblorosas y con una sensación de angustia irreprimible tomé lo que sería el primer sorbo de café del día. Y que sensación maravillosa fue esa! Sentí que casi como por arte de magia, todos los síntomas desaparecían y de hecho, fue así: me sentí más alerta, con mucho mejor humor y mucho más en control de los bruscos giros de temperamento que sufrí durante el día. Una sensación realmente extraña y peor aun, deliciosa que no supe muy bien si atribuir a mi mente o a una reacción fisica concreta.

* La explicación científica: Por supuesto, esa sensación de bienestar que sentí al tomar de nuevo café es totalmente física: mi organismo recibió de nuevo la dosis de cafeína a la que esta habituado y le proceso del cuadro de abstinencia se detuvo. Más inquietante aun, leyendo un poco estudios concretos sobre la reacción del cerebro a la cafeína, comprobé que lo que sentía era una masiva intoxicación de serotonina, la muy apropiadamente llamada, "hormona de la felicidad."  Y por supuesto, después sufrí un episodio de insomnio especialmente fuerte, producid, claro está, por la reacción fisica que la cafeína produce al cuerpo humano.


Consumir entre 75 y 150 mg de cafeína eleva la temperatura, el ritmo respiratorio y el nivel de ácido gástrico en el estómago. Cantidades más altas en el torrente sanguíneo pueden producir ansiedad, irritabilidad, insomnio, sudoración, taquicardia y hasta diarrea.

El uso prolongado de más 650 mg diarios de cafeína, equivalentes a ocho o nueve tazas de café al día pueden ocasionar úlceras gástricas, incremento en el nivel del colesterol, insomnio crónico, ansiedad y depresión permanentes. Este tipo de consumo también parece estar asociado con disfunciones cardíacas y la aparición de ciertos tipos de cáncer asociados a los alquitranes del café.

De manera que, la experiencia, este largo día alejada de mi bebida favorita, tuvo algunas cosas buenas: además de verme obligada a a aprender una serie de datos y apreciaciones científicas sobre sus efectos en mi organismo, aprendí que podría sobrevivir - con dificultad - a un día sin café. Ahora, la pregunta que me hago, mientras bebo una taza de un café negro muy fuerte y espeso, con apenas azúcar...es si querré hacerlo.

C'est la vie.


lunes, 28 de mayo de 2012

Invierno de la memoria


Invierno de la memoria, originalmente cargada por Miss Aster.

En aquellos tiempos
también podía cantar esa canción tuya
-la de todas las palabras que conoces
sin echar mucho de menos
el mendrugo de oscuridad que me sostenía
Ahora es tarde
la película está a punto de terminar
cierro los ojos y ésta vez sí
desapareces

La Historia Universal según Papá
Eduardo Camino Carrillo.

La política a la Venezolana: del absurdo al todo tenemos razón.




Hablar de política en nuestro país es un tema delicado. Y no solo por lo obvio: la confrotación de opiniones, la susceptibilidades heridas por pareceres contrarios, sino que desde hace más de una década y algo más, en Venezuela la política lo es todo. Me refiero a que la política dejó de ser una idea abstracta, general, destinada a la comprensión de las relaciones entre el gobierno y los ciudadanos, para convertirse en una excusa, en un corolario obligatorio, en la apostilla de toda conversación, opinión, hecho o circunstancia que vive el ciudadano venezolano. Y no deja de sorprender, que esta gran idea política que parece abarcarlo todo, y ser todo a la vez, sea uno de los grandes desastres que atraviesa Venezuela, como nación y como idea cultural.

Y es que esta política del absurdo ha convertido la Venezuela cotidiana en un debate insustancial interminable, sin objetivo. Se habla de Revolución, Fascismo, pueblo, se debate sobre Marxismo...sin que nadie tenga una idea clara sobre ninguno de esos terminos. Se generaliza al "pueblo" en una especie de masa ciega, sin voluntad, que puede ser utilizada como arma, o en el peor de los casos, como excusa para cualquier circunstancia. La conspiración, real o imaginaria, es el motivo y objetivo de todo análisis, una especie de guerra  silenciosa y sin sentido en la que todos parecemos ser parte, querramos o no. Y es que en la Venezuela de la "Revolución Bonita" , todos somos opinadores de oficio, todos hemos aprendido a debatir sin argumentos reales la situación del país, basados en esta extraña maraña de teorias y propuestas que parecen derrumbarse con suma facilidad. Al final, esta ignorancia simple, casi ingenua parecer ser el terreno ideal para crear multitudes que se enfrentan entre sí a ciegas, con la violencia inusitada del que defiende argumentos viscerales y sobre todo, del que resume las circunstancias que vive al simple odio por lo que no comprende.

De la idea que golpea: Goebles y otros creadores del caos. 

Pero no es una idea nueva, este debate deforme e inútil que desvía la atención de lo realmente importante hacia la simplicidad, lo emocional, lo controlable por pura presión. Allá por los años 1940, Goebbels, el encargado de la propaganda nazi hizo de la desinformación y la manipulación una forma de comprender la cultura del pueblo alemán bajo el puño Nazi. Porque para Goebbels la cosa era sencilla: la información  - o la falta de ella en algunos casos - es una manera de crear un caldo de cultivo para la resignación. Fue Goebbels el que primero comprendió el poder de la censura selectiva, y después, el de crear discusiones absurdas para cubrir la realidad. Goebbels de hecho, era un experto en el tema: mientras Alemania se hundía lentamente en la represión, la guerra, las tensiones internas y sobre todo, un autoritarismo carismático cada vez más desbordado, las noticias que circulaban de un lado a otro, en un boca a boca temeroso, parecian crear un clima de terror tan quebradizo como irreal. Fue Goebbels de hecho, quién creó un minucioso decálogo para la confusión, la desinformación y el temor de la ignorancia que parece ser seguido al dedillo en más de un país del mundo. Incluido el nuestro. Claro que, en su versión trópical.

Porque sin duda, Venezuela es un paraíso para el chisme, el rumor, el argumento falso, la critica sin sentido. Y que útil resulta eso, en un terreno movedizo donde la Política - así, con mayúsculas - parece estar presente en cada ámbito de la vida cotidiana. Desde el porque una calle es virtualmente intransitable, hasta la falla menor del servicio público, hay mensaje político desvirtuado, una lucha perenne entre dos pareceres opuestos sin mayor consistencia. No hablamos de la política que incluye, que permite la construcción de nuevas ideas, la que crea una base ideologica clara para un país. Me refiero en concreto a la política de la agresión, la violencia, el desconocimiento del otro, la eterna disyuntiva, la irresponsabilidad, el país a medias.  Una perspectiva preocupante, que se extiende a todas direcciones a partir de un única idea de ciudadanía, apenas completa.

Que triste resulta comprender de pronto que el debate entre ciudadanos se ha convertido en una eterna discusión de idiotas. Más preocupante aun, pensar que nuestro país, atraviesa ahora mismo lo que es probablemente sea la conyuntura más destructora de todas las que ha vivido en dos siglos de historia con tintes políticos: estamos en medio de una época de ruptura, de aparente transición, que sin embargo no conduce a una cierta idea fragmentada que se descompone lentamente en su identidad hacia algo más, tan confuso que nadie podría definirlo. Y todos somos testigos impotentes de esta transformación, de esta gran idea sin verdadero sentido que con tanta inocencia, llamamos país.

C'est la vie.


domingo, 27 de mayo de 2012

En la estantería del fotógrafo: Los libros para investigar sobre fotografía tradicional.






Durante esta semana, he dedicado algunas entradas en este, su blog de confianza, para conversar un rato sobre el tema de la fotografía tradicional. Como comenté en todas ellas, me encuentro en una especie de proceso de recordar todo lo que había olvidado sobre el film, sus propiedades, ventajas, virtudes y eso me ha permitido llevar a cabo un interesante recorrido a través de no solo, la historia de la fotografía sino con respecto a mi evolución como creadora visual. Ha sido sobre todo una etapa que ha tenido sus altas y bajas: luego de habituarme - quizá en exceso - a la bondades de la era digital, volver al método tradicional me llevó un considerable esfuerzo. Pero lo he logrado, sobre todo porque la experiencia ha sido sustanciosa, enriquecedora y aun más, me ha permitido crecer como amante de la imagen. Quizá se deba a que volver al origen, la esencia de la fotografía, me ha permitido comprenderla desde un punto de vista más profundo y sobre todo, significativo.

Pero, como también he comentado, el trayecto no ha sido simple y especificamente, las dificultades las he encontrado no tanto en el fondo como en la forma. Venezuela no es un país muy propicio para la investigación artística y me llevó un considerable esfuerzo reunir la información que necesito sobre la fotografía tradicional. Por supuesto que, con toda probabilidad se deba a que el auge de la fotografía digital, ha reducido el mercado a una oferta concreta: la de una afición en pleno crecimiento. De manera que encontrar información - completa, sustanciosa y de interés - se ha convertido poco menos que un recorrido aparatoso. Durante los últimos dos años, he enviado correos y consultas a profesionales de la fotografía de Venezuela y otros países, he cursado talleres que aunque me han permitido aprender lo suficiente para avanzar por mí misma, no logran satisfacer por completo mis expectativas, he intentado encontrar bibliografia especializada sin lograrlo siempre. Pero claro está, este trabajo de hormiguita, de todos los días, de profundo interés personal y sobre todo pasión, ha valido la pena. Hoy por hoy, siento que mi conocimiento sobre la fotografía tradicional es mucho más amplio y profundo del que era y aunque, claro esta,  aun es mucho lo que queda por aprender, pienso que he construido unas buenas bases sobre las cuales continuar este camino me llevará unos cuantos años más de sostenido trabajo.

De Libros sobre fotografía tradicional: Quién, como, donde, que.

La bibliografia sobre fotografía tradicional es amplia y variada, pero también lo bastante general como para suponer dificultades cuando se comienza a llevar a cabo una investigación más o menos especifica. En mi caso, encontré que aunque la mayoría de los textos que consulté tenían la suficiente información para aprender los rudimentos del revelado y copiado, pero no para comprender el proceso como un método concreto. Porque si algo puede llegar a confundir, es el hecho que en la fotografía tradicional cada decisión que se tome sobre cualquiera de las variables, tiene una inmediata consecuencia en la imagen final. Y aunque estoy consciente que parte del aprendizaje depende de la práctica sostenida, también encontré que si una base donde comenzar, era difícil comprender el proceso como una serie de pasos coherentes. No obstante, luego de mucho revolver estanterías, comprar viejos ejemplares de hojas rotas y visitar algunas instituciones nacionales dedicadas al arte - buenos samaritanos de la nueva era - logré recopilar una serie de libros que son, creo, el fundamento para cualquiera que desee comenzar su aprendizaje sobre fotografía tradicional.

Esta pequeña recopilación recoge alguno de ellos y también, otros que me recomendaron como parte de la biblioteca de cualquier fotografo amante del film que se precie debe tener:


C. I. Jacobson y R. E. Jacobson, Titulos: Revelado (la tecnica del negativo), 1972. Más de 280 fórmulas, entre ellas hay una muy interesante para poder positivar negativos con rayas y marcas. un estudio desde el punto de vista químico de la fotografía. De edición limitada, puede conseguirse en algunas librerias especializadas web y debo decir, que no hay un libro parecido en el mercado en castellano actualmente, por su amplitud y cuidada investigación sobre el tema. Ediciones Omega.

* Joan Torrent Burgues, Titulo: Quimica fotografica , 2001. La quimica es un elemento importante en la fotografia, este libro detalla de forma sencilla y amena los concimientos que un fotoquimico debe tener presente. Edicions UPC. ISBN: 84-8301-520-x


* Rene Bouillot, Titulos: Curso de fotografia Argentica (fundamentos de la fotografia tradicional), 2005.El autor intenta recopilar su propio recorrido desde la fotografía de film hasta la era digital, en un tono personal que lo hace especialmente interesante. Ediciones Omega.

* C. I. Jacobson, Titulos: La Ampliacion (La tecnica del positivo), 1972. Ediciones Omega.

* Ansel Adams, (trilogia) Títulos: Libro 1º La camara, Libro 2º El Negativo, Libro 3º La copia. Trata con profundidad casi toso lo concerniente a exposición y revelado. Recomiendo empezar con el libro 1º y solo si se tienen unos buenos conocimientos de fotografia.

* Manual basico de procesos fotoquímicos, Titulo: Schroeder´s Negative Praxis. RMS, combinaciones película-revelador... muchas estadisticas y curvas caracteristicas interesante como apoyo, ademas de ser un libro economico.

* Tim Rudman Titulo: Tecnicas de positivado en blanco y negro. Recomiendo este libro porque nos introduce en tecnicas especiales de positivado pero es incompleto hay que empezar con conocimientos basicos de quimica.

* Tim Rudman Titulo:  The  Master Photographer's Tonning Book. Lengua Inglesa. Una rareza bibliografica, inaccesible por su precio - casi 1000 dolares en su versión de tapa dura en Amazon.com - pero cuyos capitulos sueltos pueden conseguirse en algunas páginas especializadas sobre el tema fotográfico. Completa Información a modo de guía sobre Virajes, pero en realidad puede ser el mejor manual de consulta en general para temas de conservación y Procesos Postpositivado en general.

* Vicente Sierra Puparelli, Titulo: Diapositivas en blanco y negro. Este profesor de matematicas es uno de los mayores expertos en fotoquimica, a su gran talento una un fascinante especto didactico que nos ayudara a entender porque reaccionan ante la luz asi los quimicos y materiales.

* H. Windish Titulos: Manual de Fotografia Moderna. (Tecnica y Practica). No es un libro vital, pero a nivel fotoquimico toca algunos temas muy interesantes, y puede aportar ideas para las mentes mas curiosas. Ed. Omega.

* F. Glafkides Titulos: Quimica Fotografica A nivel fotoquimico la joya de la corona. Dificil de conseguir, y requiere un previo de lectura importante. Ed. Omega.

* Barry Thornton Titulos: Edge of Darkness Contiene algunas claves de cara al positivado y ampliacion. Lectura muy rica en datos de utilidad posterior y recomendable.Son recomendables todos los lilbros escritos por este autor. El inconveniente es que con ampliadora de difusion muchas cosas no saldran como debieran. Ed. Amphoto Books.

* Ralph Lambretch and Chris Woodhouse Titulos: Way Beyond Monochrome.(Advanced Techniques for better black and white photography and printing plus digital). Dos autores que buscan una fotografia mas cientifica, calibraciones y metodos de positivado ampliamente explicados, aunque no me guste este libro te puede sacar del atoyadero en un momento determinado. Otra pega es el precio elevado. Ed. Fountain Express

* VV.AA Titulos: Basic Photo Science (Traducido por Antonio Juarez) Otra Joya de la corona. Imprescindible para fotoquimicos. Ed. Focal Press Limited (London) Edicion castellana, Ed. Omega

* Manuel Laquilllo Titulos: Sistema de Zonas Libro ideal para aprender y posteriormente profundizar en conceptos avanzados de fotografia. Ventajas son que esta disponible, no es caro, y ademas en castellano. ¿Inconvenientes? la vision segada de la fotografia que ofrece el sistema de zonas. Ed. Omnicon (esta editorial posee una excelente coleccion de lilbros de fotografia)

* Miguel Angel Yañez Polo Titulos: Quimica fotografica creativa practica Libro ideal para tener una buena base de formulas de viraje y copiado en distintos tipos de papel.

* Fotografía. Teoría y práctica. Autor: L. P. Clerc (Publicado bajo la dirección de Spenser D. A. Foto biblioteca.) Otra joya de la corona. Para Fotoquimicos. Ediciones Omega, S.A. Barcelona, España 1975. 957 pp.

* Manual de Fotografia Autor: Ralph Jacobson La joya de la corona de los manuales de fotografia, escrito para gente que quiere aprender mas. Ediciones Omega 1993

* The Variable Contrast Printing Autor: Steve Anchell Basico e imprescindible si queremos conocer a fondo lo que el fabricante del papel baritado nos comunica a través de esos simbolos "tan raros", lo consulte para entender en que se diferenciaban las ampliadoras de luz azul, y de paso calibre mis papeles siguiendo las instrucciones del libro. Muy util. Ed. Focal Press, 1997.

* Silver Gelatin (A user's guide to liquid and photographic emulsion) Autor: Martin Reed and Sarah Jonesl ¿Quiere hacerse usted sus emulsiones o se conforma solo con conocer el proceso? Ed. Argentum, 2001.

* The The Darkroom Cookbook Autor: Steve Anchell Bueno para dar los primeros pasos. Mucha formulas fotograficas e informacion util sobre compuestos quimicos y su funcion. Todo esto para aquellos amantes del laboratorio a los que les gusta investigar y hacerse las cosas ellos mismos. (hay mas un volumen publicado con el mismo titulo)

* Photografic Sensitometry (The study of the tone reproduction) Autor: Hollis M. Todd and Richard D. Zakia Analisis cientifico de la emulsiones, la influencia de la luz, curvas caracteristicas. Nivel muy alto y muy profundo. Un libro para fotoquimicos. Ed. Morgan and Morgan, 1969

* The Book Of Pyro Autor: Gordon Hutchins El autor analiza el comportamiento de la formula PMK, segun algunos expertos la mejor de la historia, desde todos los puntos posibles, inversion, bandeja, rotacion...ademas aporta información muy util para los amantes del control del revelado hasta sus ultimas consecuencias.

Rareza para Coleccionistas: 

* Mckeown´s Price Camera Guide, tiene más de 40.000 referencias con camaras, objetivos aunque pocos, nos orienta bastante bien sobre el precio de estos en el mercado, lo recomiendo de todas todas, aunque el precio es algo elevado.

 Por supuesto, esta lista aumenta todos los días: el mundo de la fotografía es particularmente prolífico y durante los últimos meses he descubierto que el análisis a nivel autoral de sus aspectos más debatidos, siempre estará en constante crecimiento. Y eso, en lo particular, me parece maravilloso: es una manera de comprender que la fotografía está siempre en evolución, en constante crecimiento y construcción de conceptos novedosos sobre si misma.

La fotografía que acompaña la entrada es obsequio de mi adorada @LatinCosmicGirl

sábado, 26 de mayo de 2012

Un pequeño acercamiento a la película fotográfica: el como, el que, el donde.




Como comenté ayer en este, su blog de confianza, soy una apasionada de la fotografía en Film. Seguramente se debe a que mis primeros recuerdos fotograficos están muy unidos a esa sensación de expectativa de aguardar el resultado de una imagen que imaginé por días - y conseguirla o no - o al hecho que la fotografía tradicional requiere un esfuerzo de paciencia  y una dosis de fuerza de voluntad que relaciono con el poder de la imaginación. Cual sea el caso, durante los últimos dos años, he dedicado bastante esfuerzo a educarme - recordar - todo lo posible sobre el film, el revelado, la copia y todos los factores que me permitirán conseguir esa imagen que parece nacer de mi mente con tanto esfuerzo. Olvidando por un lado la inmediatez de la era digital, he conseguido una nueva manera de comprender mi lenguaje fotográfico y mi manera de plantearlo.

Parte de ese aprendizaje ha sido investigar un poco todos los films a mi disposición. Cuando comencé a fotografiar, tenía la idea un poco vaga que el mundo de la película fotografica se dividía en dos grandes aspectos: el formato 135 mm ( con toda su facilidad y accesibilidad ) y el 6x6 de pelicula 120 mm, que había conocido gracias a mi temprana obsesión por Francesca Woodman y Diane Arbus. El caso es que, por supuesto, cuando comencé a profundizar en el tema, encontré que no solo estaba limitando mi trabajo fotográfico a dos únicos formatos, sino que además, estaba olvidando que el mundo de la película fotografica tiene una relación estrecha y casi evidente con la propuesta visual que deseamos realizar. Así que durante meses, investigué exhaustivamente cada tipo de film y sobre todo, como comprenderlo como forma de lenguaje fotográfico general. Algo que no resulta simple en Venezuela, por cierto: en mi país, la fotografía tradicional se encuentra atravesando un momento complicado y se hace cada vez más dificil, encontrar una manera de satisfacer esta pasión por el arte técnica que muchos de los fotografos de la nueva generación sentimos. Pero eso es tema de otro artículo, que prometo escribir en otra oportunidad.

De los formatos y el Universo del fim: un pequeño acercamiento.

Como comentaba, el mundo del film fotográfico es tan amplio como denso. Durante los últimos meses he dedicado una buena parte de mi tiempo libre a investigar su diversidad y he encontrado que realmente, mi desconocimiento del tema resultaba lamentable. No es algo raro, sin embargo. Las diversas empresas dedicadas a la producción y manufactura de la película fotográfica han tenido que restringir su catálogo en beneficio de sus ganancias, y por todos es conocido la penosa circunstancia que sufrió Kodak hace poco menos de seis meses, cuando tuvo que declararse en quiebra y cerrar la mayoría de sus departamentos para lograr mantener la empresa a flote. Como es obvio, este tipo de circunstancias repercute de manera directa en la existencia y en la disponibilidad de una numerosa variedad de rollo de película, lo que limita lo que un fotógrafo puede tener a disposición.  Pero aun así, el interés sobre el tema tiene su punto álgido en esta época donde la curiosidad por la fotografía tradicional se ha vuelto un tópico frecuente en el mundo fotográfico. Con el auge de la lomografia y sobre todo, esta nueva tendencia de crear a partir de los origenes de la técnica visual, el tema y la discusión sobre el film, se encuentra vigente de nuevo, tal vez más de lo que ha estado en las últimas tres décadas.

Para comenzar mi pequeña investigación, escribí un correo al Centro Fotográfico Venezolano, preguntando sobre un temario básico acerca del tema. Como respuesta, recibí una detallada bibliografia, que incluía desde autores tradicionales como los fotografos C. I. Jacobson y R. E. Jacobson y su magnifico libro Revelado, la tecnica del negativo ( publicado en 1972 ) hasta autores que me resultaron totalmente desconocidos pero sumamente interesantes como Vicente Sierra Puparelli, un profesor de matemáticas convertido en fotógrafo y que escribió un interesante texto sobre los tipos de Diapositivas en blanco y negro y su procesamiento. Al final, encontré que al respecto del film, todos los autores coinciden en un único punto: la variedad en la película de film tiene una clara relación con la necesidad del mundo fotográfico de reinventarse.

Así que, y luego de revisar todos los libros a mi disposición, realicé una clasificación sobre los tipos de película que podría resumir de esta manera:


101
Se fabricó entre 1895 y 1956. La cinta de celuloide era de 9 cm de ancho, la primera cámara que la uso fue la Bull’s Eye de Boston Manufacturing Company y el tamaño de los fotogramas son de 9x9 cm. Este formato es similar a los Ansco-8A y Ansco-8B.

102
Se fabricó entre 1895 y 1933. Tenía un ancho de 4 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Pocket de cajón y el tamaño de los fotogramas era de 4x5 cm.

103
Se fabricó entre 1896 y 1949. Tenía un ancho de 10 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Bullet Nº 4, una cámara de cajón de considerable tamaño y que producía fotogramas de 10x13 cm. Este formato es similar a los Ansco-10A y Ansco-10B.

104
Se fabricó entre 1896 y 1949. Tenía un ancho de 13 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 4 Cartridge, cámara de madera recubierta con el fuelle rojo, que proporcionaba unos fotogramas de 13x10 cm.

105
Se fabricó entre 1897 y 1949. Tenía un ancho de 6 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Folding Pocket, cámara de fuelle directamente diseñada para emplear película en rollos, producía unos fotogramas era de 6x9 cm. (tamaño de fotograma muy empleado posteriormente).

106
Se fabricó entre 1898 y 1924. Tenía un ancho de 9 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº2 Eureka, cámara de cajón que admitía cargadores de doble placa de vidrio estándar o un cargador para película 106. El tamaño de los fotogramas era de 9x9 cm.

107
Se fabricó entre 1898 y 1924. Tenía un ancho de 8 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 8x10,5 cm.

108
Se fabricó entre 1898 y 1929. Tenía un ancho de 10,5 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 10,5x8 cm.

109
Se fabricó entre 1898 y 1924. Tenía un ancho de 10 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 10x13 cm.

110
No confundir con el formato 110 Instamatic. Se fabricó entre 1898 y 1929. Tenía un ancho de 13 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 13x10 cm.

111
Se comenzó a fabricar en 1898 y no consta cuando se cesó su producción. Tenía un ancho de 16,5 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 16,5x12 cm.

112
Se fabricó entre 1898 y 1924. Tenía un ancho de 18 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 18x13 cm.

113
Se comenzó a fabricar en 1898 y no consta cuando se cesó su producción. Tenía un ancho de 9 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 9x12 cm.

114
Se comenzó a fabricar en 1898 y no consta cuando se cesó su producción. Tenía un ancho de 12 cm. Fue empleado para los cargadores de películas empleados en las cámaras de placas. El tamaño de los fotogramas era de 12x9 cm.

115
Se fabricó entre 1898 y 1949. Tenía un ancho de 18 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 5 Cartridge, una gigantesca cámara de fuelle, similar a las de placas pero preparadas para emplear película en rollos. El tamaño de los fotogramas era de 18x13 cm.

116
Se fabricó entre 1899 y 1984. Tenía un ancho de 6,5 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 1A Folding Pocket. El tamaño de los fotogramas era de 6,5x11 cm. También existió el formato A116, similar a este pero de película autográfica. Este formato es similar a los Ansco-6A, Ansco-6B y Ansco-6D.

117
Se fabricó entre 1900 y 1949. Tenía un ancho de 6 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Brownie, una sencilla cámara de cajón que da inicio a uno de los nombres señeros de Kodak . El tamaño de los fotogramas era de 6x6 cm. Este formato es similar a los Ansco-3A y Agfa-B1.

118
Se fabricó entre 1900 y 1961. Tenía un ancho de 8 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 3A Folding Pocket. El tamaño de los fotogramas era de 8x10,5 cm. También existió el formato A118, similar a este pero de película autográfica. Este formato es similar a los Ansco-7A y Ansco-7B.

119
Se fabricó entre 1900 y 1949. Tenía un ancho de 8 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 3 Cartridge, una cámara de fuelle sobre un cajón de madera, similar a las de placa pero con espacio para alojar el rollo de película, esta es la menor de esta serie. El tamaño de los fotogramas era de 8x10,5 cm.

120
Una de las más populares películas de rollo y sin duda la más duradera de todas. Se comenzó a fabricar en 1901 y hoy día aun se siguen fabricando rollos de este formato. Tiene un ancho de 8 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 2 Brownie, una sencilla cámara de cajón, heredera de la original “Kodak” que seguirá fabricándose hasta la II Guerra Mundial. El tamaño de los fotogramas son originalmente de 6x6 cm, proporcionando 12 fotografías. También existió el formato A120, similar a este pero de película autográfica. Este formato es similar a los Ansco-4A y Agfa-B2.

121
Se fabricó entre 1902 y 1941. Tenía un ancho de 4 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 0 Folding Pocket, la menor de esta serie de cámaras de fuelle. El tamaño de los fotogramas era de 4x6 cm.

122
Se fabricó entre 1903 y 1971. Tenía un ancho de 8 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 3A Folding Pocket, la más popular de esta serie de cámaras de fuelle. El tamaño de los fotogramas era de 8x14 cm. También existió el formato A122, similar a este pero de película autográfica. Este formato es similar a los Ansco-18A y Ansco-18B.

123
Se fabricó entre 1904 y 1949. Tenía un ancho de 10 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 4 Screen Focus, una cámara de fuelle similar a las Cartridge que fue una de las primeras cámaras de película en emplear el enfoque por cristal esmerilado. El tamaño de los fotogramas era de 10x13 cm. También existió el formato A123, similar a este pero de película autográfica.

124
Se fabricó entre 1905 y 1961. Tenía un ancho de 8 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 3 Folding Brownie, una cámara basada en un cajón de madera con fuelle (como las Cartridge), pero con la novedad del fuelle abierto en horizontal. El tamaño de los fotogramas era de 8x10,5 cm.

125
Se fabricó entre 1905 y 1949. Tenía un ancho de 8 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 2 Stereo Brownie, una cámara estereoscópica parecida a la Folding Brownie. El tamaño de los fotogramas era de 8x14 cm, dividido en dos fotogramas. Este formato es similar a los Ansco-18C y Ansco-18D.

126
No confundir con el formato 126 Instamatic. Se fabricó entre 1906 y 1949. Tenía un ancho de 10.5 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 4A Folding, una cámara muy similar a la Folding Pocket. El rollo proporcionaba 8 fotogramas de 10,5x16,5 cm. También existió el formato A126, similar a este pero de película autográfica.

127
Otro de los formatos más populares y que más cámaras han empleado. Se fabricó entre 1912 y 1995. Tenía un ancho de 4 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Vest Pocket, una cámara que presento la innovación de que el frontal avanzaba junto al objetivo al abrir el fuelle. El rollo proporcionaba, inicialmente, 8 fotogramas de 4x6 cm, pero posteriormente se empleo para conseguir 16 exposiciones de 4x3 y 12 exposiciones de 4x4. También existió el formato A127, similar a este pero de película autográfica. Este formato es similar a los Ansco-2C y Agfa-A8.

128
Se fabricó entre 1912 y 1941. Tenía un ancho de 6 cm. La primera cámara en emplearla fue la Ensignette Nº1, una cámara de original diseño fabricada en el Reino Unido por la Houghton. El tamaño de los fotogramas era de 6x4 cm.

129
Se fabricó entre 1912 y 1951. Tenía un ancho de 7,5 cm. La primera cámara en emplearla fue la Ensignette Nº2, una cámara de diseño similar a la anterior fabricada en el Reino Unido por la Houghton. El tamaño de los fotogramas era de 7,5x5 cm.

130
Se fabricó entre 1916 y 1961. Tenía un ancho de 7 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 2C Autographic Junior, una cámara tradicional de fuelles con la capacidad de realizar anotaciones en la película. El tamaño de los fotogramas era de 7x12 cm. También existió el formato A130, similar a este pero de película autográfica. Este formato es similar a los Ansco-26A y Ansco-26B.

35
Se fabricó entre 1916 y 1933. Tenía un ancho de 3,2 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº 00 Cartridge Premo, la cámara de cajón más pequeña de Kodak. El tamaño de los fotogramas era de 3,2x4.4 cm.


616
Se fabricó entre 1932 y 1984. Tenía un ancho de 6,5 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº Six-16, una cámara tradicional de fuelles que da nombre a la película. El tamaño de los fotogramas era de 6,5x11 cm. Este formato es similar a la Agfa-PB16.

620
Se fabricó entre 1932 y 1995. Tenía un ancho de 6 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Nº Six-20, una cámara tradicional de fuelles que da nombre a la película. El tamaño de los fotogramas era de 6x9 cm. Este formato es similar a la Agfa-PB20.

135
Posiblemente el formato que más cámaras han empleado y el más popular. Su origen es la industria cinematográfica. Se comenzó a fabricar (en carretes para cámara fotográfica) en 1934 y hoy día sigue su producción. Tiene un ancho de 3,5 cm. y una línea de perforaciones cuadradas a ambos lados de la película. La primera cámara en emplearla con su “carrete” correspondiente fue la Kodak Retina (Typ 117), la primera de una larga y popular serie de la compañía Kodak. El tamaño de los fotogramas es de 2,4x3,6 cm. Este formato es similar a los Ansco-M35 y Ansco-Memo Film.

628
Se fabricó entre 1935 y 1985. Tenía un ancho de 2,8 cm. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Bantam, una pequeña cámara de fuelle estilo Vest. El tamaño de los fotogramas era de 2,8x4 cm.

220
Se comenzó a fabricar en 1965 y sigue su producción en la actualidad. En esencia se trata de un rollo de película 120 pero con doble longitud. No todas las cámaras pueden soportar ambos formatos, en general, las que fueron diseñadas para la 120 no suelen admitir la 220, pero por el contrario, las preparadas para el formato 220, suelen admitir el 120.

126 Instamatic
Se fabricó entre 1963 y 2000. Tenía un ancho de 2,8 cm e iba montada un cartucho o cargador-respaldo de fácil colocación. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Instamatic 50, una cámara sumamente sencilla hecha totalmente de plástico. El tamaño de los fotogramas era de 2,8x2,8 cm.

110 Instamatic
Se fabricó entre 1972 hasta la actualidad. Tiene un ancho de 1,3 cm y va montado, como en el caso de la 126 Instamatic, en un cartucho o cargador-respaldo de fácil colocación. La primera cámara en emplearla fue la Kodak Pocket Instamatic 20, una cámara también sumamente sencilla hecha totalmente de plástico y de un tamaño muy reducido. El tamaño de los fotogramas era de 1,3x1,7 cm.

Por supuesto, esta lista no tiene intenciones de ser una clasificación definitiva o un brevario concreto, pero creo que ilustra más o menos, la manera como la película fotográfica ha evolucionado, como instrumento idóneo imprescindible en la creación visual y después, como forma de expresión casi minoritaria, pero aun así, concreta y profundamente significativa. Sin duda, una variedad que ilustra la manera como el mundo de la fotografía se comprende así misma y más aun, como una arte técnica en constante evolución.

viernes, 25 de mayo de 2012

De pequeños / grandes aprendizajes: El cuidado del negativo fotográfico.




Comencé a fotografiar cuando tenía once años: la era digital tardaría un poco en llegar, de manera que parte de mi adolescencia transcurrió entre rollos, papel multigrado y negativos fotográficos. Tomaba al menos dos rollos semanales y aunque no copiaba en papel la gran mayoría, si guardaba los negativos con esa emoción un poco inocente del que nada sabe y quiere aprender de sus errores. Claro que, no tenía la menor noción de como conservar mi material en film: con frecuencia arrojaba los negativos a una caja o los introducía de cualquier manera en gaveteros, rodeados de todo tipo de pequeños objetos, polvo y suciedad. Por supuesto, estaban aquellos que amaba especialmente y que iban a parar a las páginas de mis libros favoritos. Pero esa es otra historia. Lo cierto que mucho del material fotográfico que realicé en mis primeros años en el mundo fotográfico, terminó invariablemente, al fondo de un cajón o acumulado de manera muy descuidada en cualquier parte.

Volviendo al presente, y luego de recorrer un camino que me llevó de vuelta a donde comencé - de lo digital y otra vez al mundo del film - descubrí que deseaba reencontrarme con la niña que fotografiaba por el solo deseo de hacerlo. Así que me dediqué a recopilar mis negativos: los escondidos en cajas, en libros, en gaveteros, en los lugares impensables de casa. Y encontré que la gran mayoría del material se encontraba - como es lógico - en deplorables condiciones. No es para menos, claro.  El film es una de esas cosas delicadas que no sobreviven al descuido adolescente. Requieren un tipo de cuidado especialisimo para su conservación de las cuales no tenía conocimiento ninguno y que tuvo una única consecuencia: perder parte de mi primeros trabajos por pura negligencia.

De manera que, ahora, como adulta enamorada - de nuevo - del  film, me esforcé en aprender como cuidar el material fotográfico, no solo con la intención de conservarlo incólume para la copia en papel, sino para su cuidado y preservación como material concreto. Ha sido un interesante recorrido, en el que he contado con la ayuda de muchos samaritanos de la imagen que me han brindado todo tipo de consejos y recomendaciones para cuidar mis negativos y copias en papel. Un aprendizaje que espero me permita en el futuro, mantener a buen resguardo toda mi memoria en film, sino además, hacer el uso correcto - y más sustancioso - de mi trabajo fotográfico artesanal.

Del Film y sus pequeñas singularidades.

Cuando decidí comenzar a resguardar mi material fotográfico, lo primero que hice fue realizar algunas consultas importantes con respecto a la mejor manera de mantenerlo incólume al paso del tiempo y a mi caos personal. De manera que escribí un correo a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, México, conocida a nivel mundial por ser uno de los más grandes archivos fotográficos de Latinoamerica. Me sorprendió que la respuesta a mi consulta ( Nociones básicas de cuidado del negativo de film ) fuera una extensa repuesta que me hizo comprender que poco sabía sobre el material fotográfico tradicional.

Un poco de historia: 


El film como lo conocemos hoy en día, es el resultado de una lenta evolución de la película como material idóneo para el trabajo fotográfico. La industria fotográfica comenzó a utilizar la película de nitrocelulosa, en la que un éster de celulosa es tratado con ácido nítrico para producir nitrato de celulosa, a partir de 1887 y hasta la década de 1950, cuando comenzó a sustituirse por la llamada película de seguridad.

Esta última, elaborada a partir de celulosa tratada con ácido acético y plastificantes, producen acetato de celulosa, un material que no es susceptible de sufrir una combustión espontánea y que arde con dificultad, además de que su tiempo de vida es más prolongado.

¿Cómo diferenciarlos? Regularmente cualquier negativo hecho antes de 1950 es de nitrocelulosa, pero también, cuando presentan una tonalidad ambarina, cuando al revisar los márgenes de la placa se hallará la leyenda nitrate-film, cuando la cinta se enrolla con mayor rapidez o, por ejemplo, cuando despide un olor acre.

De manera que lo primero que debía hacer era separar mis negativos por su origen. Me llevó algunas semanas reconocer las diferencias básicas, pero al lograrlo, encontré que resultaba sencillo para comprender, no solo las gamas de luces y sombras, sino el posterior proceso de copiado en papel que tendría que utilizar. Comencé a comprender mucho de mis errores, y de hecho comprobé que no se trataba solo de mi poca habilidad para la conservación de la película lo que había dañado un porcentaje de mi trabajo personal, sino además, el hecho que mi cultura con respecto al tema era bastante escasa. De manera que lo siguiente que hice fue documentarme ampliamente sobre el tema.

Del conocimiento a la práctica: el conocimiento necesario. 

Por recomendación de varios fotógrafos y profesores a quienes consulté,  busqué hasta conseguir dos libros que me han permitido no solo documentarme lo suficiente para tener un conocimiento más o menos básico sobre la película y su procesado, sino además acerca del tema del negativo como documento visual en concreto. Uno de ellos es el indispensable "la Fotografía" de Juan Muffone y el otro es el Manual de Juan Carlos Valdés Marín ¿Como cuidar mis negativos fotográficos? , primer libro de la serie "Cuadernos del Sistema Nacional de Fototecas" que muy gentilmente me hizo llegar el UNAM a vuelta de correo. Dos libros llenos de todo tipo de conocimientos y experiencias sobre el uso del film, su correcta limpieza y conservación y sobre todo, la transcendencia de la cultura del film como parte de la memoria histórica fotográfica. Aprendí sobre todo, lo elemental sobre el cuidado del material fotográfico pero más allá, el hecho que cada precaución que tome, me permitirá que la película - como documento y como concepto fundamental de mi idea fotográfica - sobreviva y sustente mi visión de la imagen. Un conocimiento que agradezco y sobre todo, ha enriquecido mi manera de mirar mi trabajo fotográfico, pasado y futuro.

Los consejos tanto de Muffone como de Valdés Marín pueden resumirse de la siguiente manera:


* Para limpiar los negativos, Valdés Marín recomienda hacerlo sobre un soporte auxiliar de cartón rígido o una base de acrílico, usando guantes blancos de algodón para la manipulación de las piezas y nunca sobre vidrio o alguna superficie abrasiva.

* Luego, con una brocha de pelo fino y suave se retiran todas las partículas de polvo del centro hacia los márgenes del negativo. Acto seguido, con algodón de uso clínico con una solución de alcohol etílico y agua destilada o alguna solución limpiadora comercial, se limpia en una sola dirección.

* Este procedimiento sirve tanto para los negativos de plata gelatina sobre vidrio, conocidos como placa seca, como en los de nitrocelulosa que no presenten degradación del soporte así como en los de película de seguridad.

* Una vez limpios los negativos fotográficos deben conservarse en guardas de características neutras y mantenerse en un ambiente idóneo para su resguardo con temperaturas de entre 18 y 22 grados centígrados, y una humedad relativa entre 48 y 52 por ciento.


¿Sencillo verdad? La verdad no lo es tanto.  De hecho, me ha llevado una considerable cantidad de tiempo  realizar un concienzudo ejercicio de paciencia hasta lograr brindar el cuidado necesario a mi material fotográfico. El cuidado del film requiere cierta minuciosidad y sobre todo, una particular dedicación que puede resultar difícil de adquirir. Que lo digo yo, que por casi seis meses, me he dedicado a separar, clasificar y hacer un mea culpa bastante pesaroso sobre el cuidado de mi trabajo en film. Pero ha sido un etapa muy significativa en mi crecimiento fotográfico. Una experiencia profundamente personal y a la vez, una manera de ejercitar esa idea que el fotógrafo digital olvida tan a menudo: La fotografía es un arte de paciencia, observación y conciencia de lo que haces con el material que obtienes. Y más allá: tu enorme necesidad, consciente o no, de coleccionar instantes de tu propia historia.


Fuente Información:


* Muffone, Juan. La Fotografía.
Gustavo Gili Editores, Florencia. Italia. 


* Primero volumen de manuales, ¿Como cuidar mis negativos fotográficos?
Carlos Valdés Marín, Ediciones UNAM, México. 



miércoles, 23 de mayo de 2012

Un recorrido de ocho años: Un sentido adiós al Doctor Gregory House





Recuerdo con toda claridad el primer capitulo de House MD. Lo vi casi por casualidad, sobre todo porque Hugh Laurie es uno de mis actores británicos favoritos. Y además, el hecho que una serie viniera de la mano de un director cinematográfico tan particular como Bryan Singer, me despertó curiosidad. De manera que, aunque no soy muy aficionada a las series - soy muy poco constante con respecto a la programación televisiva y es probable que deje a la mitad un seriado que deja de llamar mi atención - decidí comenzar a seguir la historia de este Doctor, tan intencionalmente parecido al Sherlock Holmes ídolo de mi infancia, tan crudo y consciente de su genialidad. Nunca imaginé la manera como comprendería su universo, y como me sorprendería ese trayecto del anti héroe, desde la redención que no existe hasta una simple paz quebradiza desconcertante.

En esta entrada no hay spoilers sobre el último capitulo de House. Pero si algunas referencias sobre lo que ocurrió como consecuencia de la evolución natural de la serie. De manera que leelo bajo tu propio riesgo, aunque como digo, intentaré no mencionar nada que pueda resultar especialmente revelador sobre el final de la serie que de alguna manera, construyó un mundo propio y retomó el concepto de ese personaje antipático, casi cruel, pero que es capaz de fascinar y aun más, despertar ternura.


La dureza y la fragilidad: Los dos rostros de House. 

House es un personaje intrigante. No solo por el hecho que mira al mundo con un distanciamiento tal que le permite escindir la realidad con el bisturí de su mente - y con tanto pulso como en el real - pero a la vez, hay una fragilidad  concreta en toda esa furia, en esa frustración que la vulnerabilidad física le produce. No obstante,  no nos equivoquemos, el Doctor Gregory House no es un personaje agradable ni mucho menos entrañable. De hecho, es esa personalidad borde de House, su dureza, grosería y egocentrismo, lo que hacen al personaje tan desconcertante:  un brillante médico que es incapaz de empatizar con sus pacientes, de sentir la necesaria identificación con quienes están bajo su ojo observador. Un distanciamiento incomprensible quizá, pero que dotan al personaje de una complejidad que asombra: durante ocho temporadas, vimos a House crecer, fragmentarse, destrozar su propia imagen con rabia y frustración, para luego caer en una nítida necesidad de replantearse sus propios demonios hasta llegar a este final en limpio, una vuelta de tuerca de su propia vida, y una forma de construir un nuevo camino hacia donde avanzar.

Porque House es House y esa integridad del personaje, fue lo que sostuvo la serie hasta el final.

De lo evidente a lo sublime: House y su propio simbolismo.

A lo largo de ocho años, hemos conocido todos los rostros de House, pero si algo ha sobresalido siempre, en medio de ese devenir del personaje - como médico, como simple victima de su propia frustración - ha sido su adicción a las drogas. Y no hablo solo de su dependencia del Vicodin  ( otra semejanza con el mítico Holmes literario, drogadicto y a la vez, brillante pensador ) sino la dependencia al dolor, la necesidad de utilizar su propio sufrimiento físico como un arma. House necesita el dolor tanto como la droga: es su disculpa - si es que podría llamarse así - hacía el hecho concreto de su furía, su cinismo, su incapacidad para asombrarse y confiar. Y es que House sonríe con la convicción del genio hacia la simplicidad humana: El doctor escucha, insulta, observa, resuelve casos extraordinariamente complicados, pero a la vez protagoniza una tumultuosa caída a los infiernos. Sin mostrarla directamente, la humanidad de House no se manifiesta en nada evidente, sino en ese dolor silente, en ese caminar torpe, bastón en mano. En las gélidas miradas a los sulbalternos que no soporta, al amigo tan cercano que le produce inquietud, su propia circunstancia. Si algo recuerdo de House, lo que me hizo permanecer durante casi ocho años atenta a su historia fue ese apego así mismo, que muestra desde la primera escena del primer capítulo. Sentado en su diminuto consultorio, jugando con su bastón, le echa una mirada a un paciente pálido y preocupado que espera su diagnóstico. House le dedica una mirada incomoda, un poco aburrida y suelta lo que sería la mejor definición del personaje a lo largo de su historia: "Tumor cerebral. Vas a morir. Aburrido." Un enorme silencio que rodea el personaje, el rostro cansado. Y nada más. Porque House no se disculpa, no admite replica. La inteligencia de House siempre fue un arma y a la vez, su peor condena. Una mirada dura a la esa llaneza que no entiende, esa convicción que todos somos débiles al final y esa es nuestra peor desgracia.

Y Finalmente, un poco de paz: 

 Ocho años después, House continua avanzado a trompicones en su vida. El adicto, el médico, el personaje de mil aristas que se despide sin prodigar una sola explicación. Durante la última temporada, House no solo luchó contra si mismo, sino contra la inevitable necesidad de catarsis y transformación que todo personaje que se precie debe tener para comprenderse así mismo, para tener real contudencia. Pero con una asombrosa belleza, House no solo no sucumbió a la tentación de la simplicidad sino que se hizo más pegado así mismo o peor aun, más conciente que una redención no tendría sentido. Y quizá esa misma redención es ese final abierto, liberador, que pone punto y final a la extraña experiencia de mirar el mundo a través de esa frialdad matizada, fragmentada pero tan hermosa que nos brindó el Doctor Gregory House.

martes, 22 de mayo de 2012

De la imagen como Ficción: el arte de la irreal ( Un poco de Fontcuberta, como necesidad )






Ya lo decía Fontcuberta: El arte es una ficción. Con todo lo que esa frase implica por supuesto. Y es que en mundo sobrepoblado de imágenes, creadas, retocadas, deformadas, construidas y pinceladas a placer, ya uno no sabe que es real y que no lo es. O a donde mirar, siendo francos. Como amante de las fotografías, en ocasiones me abruma esa sensación que la  imagen lo abarca todo, y peor aun, una gran constelación de trabajo visual indiferenciable, sin personalidad, una especie de repetición hasta lo desconcertante, de lo mismo, dicho de la misma manera, una y otra vez.

Continuando con Fontcuberta, es uno de esos fotógrafos que atraviesa con toda libertad el limite entre la palabra y la imagen, con unos resultados muy interesantes. Hace poco, leí por alguna parte, que se quejaba que "todo se ve exactamente igual, a donde mires, es difícil definir la fotografía si todo tiene el mismo sabor" Que frase surreal. Un poco hedonista incluso. Pero que real. Porque actualmente, en este mundo de accesibilidad y facilidad para la imagen, la individualidad de cada documento visual parece diluirse, carecer de sentido. Abres una revista y encuentras cientos de imágenes idénticas, cada vez más limitadas a un espectro de belleza que llega a sobresaltar. Tal vez por ese motivo, la identidad en la fotografía se ha convertido en la nueva búsqueda del Santo Grial visual - o acabamos de recordar que siempre lo ha sido - y resulta curioso, que la gran mayoría de los fotógrafos que deambulan por el mundo fotográfico, parezcan haber olvidado esta máxima, esta idea perenne sobre la personalidad y la idea visual.

Ahora lo ves...y lo volviste a ver: Imaginario visual limitado.


Hace poco, me ocurrió una cosa muy incomoda: conversando con un amigo fotógrafo, me mostró una imagen que de inmediato identifiqué con la de un gran maestro de la fotografía en mi país. Sin dudarlo, alabé la obra del gran creador visual...hasta que mi amigo, con una sonrisa, me corrigió: la fotografía que veía era de hecho, tomada por otra persona. Miré la imagen de nuevo, aturdida: el mismo tipo de contraste, el mismo uso de la luz, incluso la exacta composición, la busqueda dramática de luces y sombras. Y me asombró, ya no el parecido, sino la idea de la imitación, tal vez como homenaje, tal vez como influencia definitiva, tal vez como una forma de recrear esa exactitud del maestro venerado. No obstante, me continuó molestando la similitud, el calco casi completo de un estilo. Y no pude menos que preguntarme hasta que punto era beneficioso aquello. ¿Donde esta la personalidad del autor en la imagen? ¿Cual es su mensaje, en medio de todo lo que heredó, quiero creer de manera inconsciente del fotógrafo que admira? ¿Existe el mensaje en una fotografía donde la personalidad de quién la tomó queda por completo diluida en un concepto más amplio, más restrictivo y limitado? Aun no tengo la experiencia en el mundo fotográfico para responder con propiedad estas preguntas, pero el cuestionamiento continua inquietándome y aumentando en su profundidad.

Un pensamiento inquietante, en un mundo donde la imagen es parte de la realidad, de una manera tan intrínseca que pareciera que no podemos desligarnos de ella en un solo instante. Y de nuevo pienso en Fontcuberta, quién bromea y postula que el arte - el visual, el de la palabra, el de todos los días - despierta emociones por el mero hecho de recordarte que el mundo es una ficción. Así, sin más: una ficción surrealista que parece manifestarse en todas la maneras posibles, entrelazando conceptos sin sentido hasta crear los propios. Y entonces, siendo así, no cabe sino preguntarse - con cierta preocupación - si la perdida de identidad de las imágenes - la copia de lo visto y lo que se admira - no es una deformación de ese mensaje visual que parece pertenecernos a todos y a nadie, ser parte de una especie de metamensaje sin sustancia, que parece debilitarse a medida que las imágenes se hacen más y más generales. No deja de ser sintomático - y evidente de esta carencia de individualidad, de esta fragmentación del yo - la adoración casi venial a eternos maestros fotográficos cuyo estilo definió el actual, creo esa sincronía del simbolismo y la elegía visual en piezas visuales atemporales. No obstante, no es una admiración del que aprende, sino del que intenta comprender como obras de casi medio siglo de creación tenga aun hoy tanta vigencia, sean parte de una especie de paralelismo visual entre hoy y lo que se propone como futuro que asombra pero sobre todo desconcierta.

Tal vez me estoy preocupando demasiado por temas sin resolución. No dudo que así sea. Pero hay una reflexión de Fontcuberta que en ocasiones me obsesiona, y que de alguna forma, da sentido a esta inquietud: "Interviene en todo este asunto de “lo real” –pensemos en el cuento de Henry James sobre la obra y el modelo- desde una singularidad evidente: se desmarca del rebaño y cambia el chip de la costumbre. Para él, la ficción es, ni más ni menos, un recurso adecuado mediante el cual reinventarse a sí mismo." Y que certidumbre esa, cuando la reinvención pasa por encontrar la propia identidad, y la construcción de una memoria visual propia. Una singular forma de mirarte y a la vez construirte, que en este mundo de imágenes prefabricadas parece haberse perdido y peor aun, carecer de importancia.

Un mundo de imagenes uniformes en la busqueda desesperada de su autor.


lunes, 21 de mayo de 2012

Petite Douleur


Petite Douleur, originalmente cargada por Miss Aster.

L'hiver a ses plaisirs ; et souvent, le dimanche,
Quand un peu de soleil jaunit la terre blanche,
Avec une cousine on sort se promener...
- Et ne vous faites pas attendre pour dîner,

Dit la mère. Et quand on a bien, aux Tuileries,
Vu sous les arbres noirs les toilettes fleuries,
La jeune fille a froid... et vous fait observer
Que le brouillard du soir commence à se lever.

La cousine
Gérard de Nerval

Del autorretrato: Un pequeño dolor en imagenes.






Ayer, un amigo hizo  retweet a uno de sus seguidores de una frase que decía algo como esto: "Tal vez, entonces, realizar autorretratos sea una simple forma de Narcisimo o algo parecido". Leí la frase, estando rodeada casualmente de un montón de negativos de mis fotografías más antiguas, que decidí ordenar para comenzar lo que supongo será un arduo trabajo de escaneo y organización. Como siempre que leo algo semejante, sentí una mezcla de angustia, irritación y tristeza pero esta vez, también un ligero asombro. Asombro t por el hecho que el autorretrato sea aun tan infravalorado como para pensarse que quién toma la decisión dolorosa de mirarse así mismo como objeto fotográfico tiene como único objetivo, pensarse como hermoso, quizá atractivo. Y quizá ese asombro simboliza no solo ese concepto fragmentado que el autorretrato parece reflejar - el yo visto por el yo - sino además, la idea que la exploración del mundo interno pueda solo reflejar belleza.

Creo haberlo comentado antes en este, su blog de confianza: me tomo autorretratos desde que tengo once años de edad. De hecho, me parece que podría decir que comencé antes, con la torpeza de mi vieja polaroid y una pequeña cámara Kodak que me habían obsequiado en algún cumpleaños. Por supuesto, no sabía lo que hacía - o porque lo hacía - pero mirarme en imágenes siempre me produjo sobresaltos. Tal vez existe una definitiva dicotomia entre la imagen - o la percepción - que tienes de ti mismo en tu mente y la que te ofrece la realidad. O se trate de una cierta sorpresa filosófica. El caso es que siempre existe un genuino temor, una sensación de puro desconcierto que da paso a algo más. A preguntas, a pequeños cuestionamientos. A ideas que se crean en si mismas a través de esas imágenes que reflejan una cierta idea personal que nunca termina de completarse. Porque un autorretrato es, ante todas las cosas, un concepto a medio terminar de tu mente, de tu propio mundo, de tu espíritu.

Pero a los diez años, nadie piensa en esas cosas. Yo no lo hacia, al menos. Me tomaba autorretratos como quien intenta comprender una palabra especialmente difícil. Lo intentaba porque no sabía que me hacia sentir tan triste - o feliz - , o porque me ponía tan nerviosa en esas fotografías. De esa época conservo las interminables polaroids, de una niña medio borrosa de grandes ojos asombrados. De noche. De día. De pie en la calle. Tal vez una alegoría de esa sensación confusa de reconocimiento, esa borrosa imagen de la niña que apenas comienza a comprenderse. Un ojo que sobresale. Un mechón de cabello que vuela en el aire. De nuevo la eterna pregunta: ¿Quién eres?

Supongo que comencé a hacerme autorretratos propiamente dichos, cuando entré en la adolescencia. En una época donde la identidad parece diluirse, que apenas te reconoces en la ráfaga de cambios que te golpean a diario, la belleza es en lo último que piensas. Ya para entonces, tenía mi vieja Canon EF - que todavía conservo - y tenía una noción bastante vaga, pero aun así, evidente, que estaba documentandome, que con cada fotografía, me miraba de una manera totalmente distinta a como podía hacerlo en el espejo, a través de las palabras o incluso, a través de las opiniones de los demás. Porque mi Querido diario durante la adolescencia tenía el sonido de un click y la consistencia del film. Mirándome, crecer, transformarme, de fotografía en fotografía, comprendí más de mi misma que de cualquier otra forma. Me vi reflejada de mil maneras distintas, fui testigo de mi crecimiento y fue la manera más sincera que encontré de decirle adiós a mi adolescencia cuando terminó.

Siendo ya una joven mujer, el autorretrato fue mi refugio. Y no hablo de una construcción narcisista donde adoré y apuntalé mi yo para encontrar un significado más o menos coherente de las esquinas y formas de mi mente. En realidad fotografiarme fue una manera de aprender del mundo, observando el único objeto de observación del cual podía abusar, maltratar y a la vez, consolarme. Me miré fijamente entre lágrimas, cuando murió mi abuela. Me sacudió el temor agudo cuando sufrí un asalto y comprendí la situación real que vive mi país. Me miré, una y otra vez, navegando entre emociones, entre palabras, gritos, risas, suspiros, angustia, desazón, belleza, alegría, satisfacción, amor, desnudez, soledad. Y me vi, con una frialdad de pesadilla, corriendo en un salón de espejos interminable, escapando de mi misma, cubriéndome la cabeza de pánico y quizá de puro miedo. Miedo por lo que veía, miedo por lo que me hacia sentir esa imagen que se deformaba, crecía se hacía única. Mi propio mundo desmenuzado, analizado y vuelto a construir a través de la fotografía.

De manera que, cuando leo que el autorretrato es un acto de puro narcisismo - de ese de la belleza, de la autocomplancencia, del regodeo en la belleza del reflejo en el espejo - continuo preguntándome si estoy equivocada en la manera en que construido mi memoria visual hasta ahora, o simplemente debería entender que este documento visual caprichoso, doloroso y personal hasta lo inaudito es parte de un mundo enorme y brusco, que lleva esfuerzos explicar y mucho más, comprender.

C'est la vie.

domingo, 20 de mayo de 2012

Caracas, yo te quiero.







Caracas, te debía escribir algo bello para ti. No lo pude hacer esta semana y ya sabes porque, pero no olvidé que tenía esa deuda moral contigo. Veamos que resulta hoy, estando como me encuentro,  llena de una cierta nostalgia indefinible que se me ocurre llamar amor. 

Cuando tenía unos  seis o siete  años, le pregunté a mi abuela si Caracas era el mundo. Una pregunta que era totalmente lógica para mí en aquel momento: El Ávila era tan enorme como hermoso, las calles amadas y cálidas, los árboles retorcidos tenían un aroma tranquilizador. Y era de hecho mi mundo: Mi abuela - que era una caraqueña adoptada con ese amor del hijo recién llegado -  solía llevarme a pasear por lo que hacia de Caracas la gran Dama lirio de mi imaginación. Muchas de las tardes de mi infancia las recuerdo en La plaza Bolívar, o comiendo bienmesabe en el Museo Sacro. Las visitas a la Casa de Simón Bolivar siempre eran una fiesta e incluso, simplemente caminar entre las enormes fachadas remozadas del centro de Caracas me llenaba de felicidad. Con un esfuerzo de mi mente, podía imaginar los caballos atravesando las calles de adoquines, el toc toc toc que debían producir los cascos, las damas asomadas a las ventanas enrejadas, mirando la ciudad que ya no existía. Me hacia sentir melancolía, aunque no conocía esa palabra, esta ciudad misteriosa, tan querida y cercana.

Pero por supuesto, el sueño terminó muy rápido. Crecí en la Caracas de los '80 y '90, la Caracas acelerada y que crecía en desorden, desbordándose por las esquinas en una prosperidad sin orden ni concierto que terminó siendo su peor condena. Porque entre la Caracas de mi infancia, tímida y radiante, obra quizá de mi imaginación y esta Caracas cosmopolitan, agresiva y fragmentada, había un trecho gigantesco. A veces, en medio de esa adolescencia mía, tan callada y silenciosa, caminaba por Bellas Artes y tomaba un café muy delicioso y amargo en el Rajatabla del viejo Ateneo y pensaba sobre que estaba ocurriendo en mi ciudad. Era el momento de la prosperidad sin cuento: nacían edificios como árboles intimidantes, la ciudad parecía extenderse en todas direcciones, estirarse, abrirse, delineando nuevas fronteras y desmoronando otras. Caracas dejó de ser melancólica y se convirtió en emocionante. La Caracas de la estrafalaria vida nocturna, de los amaneceres en el Mirador, rodeada de grupo de amigos, de la Sabana Grande del Gran café, de la Plaza de los Museos, de las Mercedes Trendy, del Galipán solitario. Y parecía ser que la ciudad misma se definía a si misma lentamente:  cada vez más árida, brutalmente hermosa, tan desconcertante que en ocasiones me parecía vivir en otro lugar, por completo distinto al que había crecido. Nunca supe si eso era bueno o malo.

Y de pronto, todo aquella carrera precipitada, aquel crecimiento floreciente de primavera atolondrada, cesó. No hablo que cesó progresivamente: fue brusco, como una caída en el vacío. Sin que mediara transición alguna, Caracas se quedó congelada en una adolescencia perpetua, casi tristona, que parecía comenzar a desmoronarse con lentitud, pero de manera irrevocable. Era casi la mitad de la década de los `90, Venezuela ya no era tan próspera - ni lo sería de nuevo - y Caracas parecía el reflejo de esa tristeza de la perdida, de un brusco despertar a la realidad. Mi ciudad, la real y de la imaginación, se transformó en otra cosa, en una mezcla de dolor, desesperanza y violencia. Se volvió peligrosa, perdió cierto sentido de la identidad, y dejó de ser esa Dama Lirio de mi infancia y esa opulenta imagen del futuro de mi adolescencia. Y me encontré recorriendola sorprendida, angustiada, más que todo por intentar encontrar a donde había ido todo lo que amaba de ella, que por cualquier otra razón.

En ocasiones, esa nostalgia me hace abrir cajas guardadas y gaveteros atestados de papeles para mirar mis primeras fotografías de esta ciudad voluble, extraña, dura y hermosa. Caracas parece una niña, como lo era yo, en esas imagenes rotas, sin mucho pulso. La miro y recuerdo el mundo que fue, para sonreir, mientras la Plaza Bolivar parece emerger de un sueño y una Sabana Grande luminosa se crea así misma en luces y sombras. Y también, hay fotografías de esa Caracas rabiosa y rebelde, de neón y concreto, con sus enormes edificios. La Capital de un sueño.

Caracas fue mi mundo sin duda, pienso. Y como caraqueña, ciudadana, hija del Ávila, criada bajo su gentilicio, quizá aun lo es.

C'est la vie.

sábado, 19 de mayo de 2012

Grandes descubrimientos: El ABC del saboteo a la rutina de Ejercicios.




Hace poco, comenté que aunque no me inquiete en exceso los kilitos de más que tengo, en ocasiones tengo una especie de crisis de conciencia: comienzo a preocuparme por mi manera de comer y también, por mis rutinas de ejercicios. Admitamoslo, soy sedentaria a extremos irrisorios. Realmente, mis actividades físicas se resumen a recorridos a pie - y bajo protesta - de mediana a corta distancia, jugar con mi gato y recorrer mis librerías favoritas de vez en cuando. Y claro está, aunque sé muy bien que estoy cometiendo una afrenta contra todo lo que se considera saludable - y necesario - a mi edad, no puedo negar que realmente, hacer ejercicios no es una de mis maneras favoritas de pasar el tiempo. Pero bueno, llegados a este punto y decidida a mejorar mi estilo de vida, durante la semana tome la decisión de comenzar a hacer algunas cosas para sentirme más saludable y fuerte.

Otra vez.

Porque como mencioné antes, no es la primera vez que decido comenzar a llevar a cabo alguna que otra rutina de ejercicios...y tampoco es la primera vez que me saboteo. No lo hago consciente claro - quiero creer que no - pero los errores que cometo, hacen que poco me aburra o simplemente desista de continuar. Y este saboteo, de la ignorancia y sobre todo de convencerme que los mitos urbanos sobre el ejercicio son reales, son los que envían al traste - por enésima vez - mis buenas intenciones. De manera que después de tanto intentarlo, en algún momento comencé a entender que me hacia fallar y comprender mis errores, lo que me permite escribir este pequeño resumen sobre la manera más eficaz de sabotear tu rutina de ejercicios. Muy semejante al ABC del saboteo a la dieta, el del ejercicio tiene mucho que ver con ciertos elementos que combinados entre sí, pueden hacer naufragar las mejores expectativas de un plan de ejercicios que apenas comienza.



* Realizar rutinas de ejercicios sin el debido calentamiento:

Soy muy impaciente. De manera que la mayoría de las veces, quisiera llevar a cabo cualquier rutina de ejercicios lo más rápido posible. Y eso me ha traído dolorosos estirones, un incomodo desgarro muscular e incluso una torcedura de espalda que aun recuerdo en los días especialmente fríos. De hecho, tengo la afición por comenzar a realizar cualquier ejercicio de la manera más difícil porque una parte de mi mente, esta bastante convencida que es la manera más efectiva de hacerlo.

Ley del Saboteo: 

Nunca se debe realizar ninguna rutina de ejercicios sin previo calentamiento. Los músculos necesitan prepararse para el movimiento y aun peor, si eres como yo que su máxima actividad física consiste en mover los libros de su biblioteca.

* No fijarse metas:

Lo que equivale a decir, realizar rutinas de ejercicio de manera descontrolada y con poco conocimiento de qué deseo lograr o hacía donde me dirijo. Y  es tan simple como que mis rutinas de ejercicio son combinaciones de los movimientos más comunes, algunos que aprendí  en mis esporádicas visitas al gimnasio y mis preferidos. Y mientras doy saltos y hago estiramientos sin son ni ton, estoy perfectamente convencida que solamente moverme, tendrá "algún efecto" concreto sobre tu salud física.

Ley del Saboteo:

El ejercicio, como cualquier otra rutina que implique progreso, debe tener un fin definitivo y perseguir un propósito muy concreto: ¿Quieres bajar de peso? ¿Reafirmar? ¿Aumentar tu nivel de resistencia? Todas las posibilidades anteriores requieren de rutinas de ejercicios muy especificas y como aprendí, lo mejor es asesorarse con un entrenador que pueda indicarte como empezar, que tipo de desempeño necesitas para lograr lo que deseas y sobre todo, conseguir la mayor efectividad.

* No cuidar lo que comes durante la rutina:

Siempre que comienzo a hacer ejercicios, me convenzo de una serie de Clichés más o menos preocupantes con respecto a lo que como: que solo debo comer proteínas, que los carbohidratos me ayudarán a recuperar energías más rápido e incluso que tomar con frecuencia bebidas energéticas me permitirá mantener el ritmo al ejercitarme. Un error clásico que solo provoca no solo que no logre disminuir medidas - o peso - sino además, entorpezca cualquier rutina concreta que esté realizando, por el motivo que sea.

Ley del Saboteo:

Pareciera que tomar bebidas energéticas o barritas de energía es una manera sana de alimentarte mientras realizas ejercicio pero no lo es. Consumir este tipo de alimentos durante una rutina moderada sólo aumentará las calorías que ingieres. Evita consumirlas a menos que tu ejercicio dure más de dos horas diarias.




* Sacrificar la calidad por la cantidad. 

De pronto, transcurre el tiempo - unas dos semanas quizá - y siento que he conseguido algunos progresos. Sigo llevando a cabo las mismas rutinas y el mismo número de repeticiones, y de hecho siento que no me agoto en absoluto. Y no lo hago porque no estoy forzando mi nivel de resistencia a su limite, ni llevandome a otro nivel de esfuerzo físico. Simplemente hago lo mismo, una y otra vez, y eso no solo no me beneficia sino que además, carece de total sentido. Y es probable que con el correr del tiempo, el hecho de no obtener verdaderos resultados, haga que me frustre y abandona - para variar - mi improvisado programa de ejercicios.


Ley del Saboteo:

Cuando estés listo para aumentar el número de repeticiones de un ejercicio en particular, y fortalecer los músculos correspondientes, en lugar de forzarte a hacer un poco más cada vez, intenta disminuir el número de repeticiones, pero aumentar el número de series. Es decir, si haces dos series de 10 repeticiones, reduce a 5 repeticiones, pero haz 5 series. Te sentirás menos cansado y serás capaz de aumentar la fuerza de tus músculos de contracción rápida.


* Sin dolor, no hay resultado:

Y llega el momento ( casi siempre al comprobar que mi rutina de ejercicios no me está reportando ningún beneficio ) que la frustración supera mis buenas intenciones. Y de realizar los mismos ejercicios durante semanas enteras, paso de intentar rutinas más complicadas y exigentes, sin preocuparme si estoy preparada para realizarlas o si puedo incluso si físicamente, tengo la fortaleza para hacerlas. Es entonces, donde surgen los terribles dolores musculares, desgarramientos y una serie de inconvenientes que llevan al traste lo que debió ser una actividad saludable.


Ley del Saboteo:

Cuidado. El dolor es la forma que tiene tu cuerpo para informarte que algo anda mal. No ignores esto. Cuando vas más allá del ejercicio, y el entrenamiento se transforma en una prueba de resistencia al dolor, a la corta o a la larga te encontrarás con verdaderas molestias físicas y con la necesidad de hacer algo para superarlas. Por ejemplo, si participas en una maratón. Es importante que tengas una “formación de base” adecuada antes de entrar en la competencia. Esa formación de base desarrollará tu cuerpo y lo dejará listo para una más amplia exigencia. Tienes que aprender a “leer” tu cuerpo. Si tu respiración es pesada, tal vez estás exigiendo mucho a tu cuerpo, o tal vez podría ser el comienzo de un ataque al corazón. El ejercicio es importante. Pero hazlo correctamente y lo podrás hacer por el resto de tu vida.

Por supuesto, con el correr de tiempo ya tengo bastante claro cuales son mis errores y como subsanarlos. Asi que, esta vez, si lograré seguir mi rutina de ejercicios y comenzar a mejorar mi estilo de vida.  Así que cuando empiece el Lunes... o mejor dicho - seré dolorosamente franca-  cuando sea que decida volver a intentarlo, sabré como lograr el mayor rendimiento y el mayor beneficio para mi estilo de vida actual.