martes, 22 de noviembre de 2011

Del miedo y otras ideas dolorosas: Caracas

Caracas Sangrante, Nelsón Garrido



Estoy aterrada. Esa es la mejor forma que tengo para describir como me siento habitualmente en esta ciudad, en la ciudad donde nací. Y que angustioso es pensar, que diariamente esa sensación no solo se incrementa, sino se hace cada dia peor, más acentuada. Porque no hay un solo momento en mi vida diaria en que no esté pensando en el riesgo que corro al llevar una vida medianamente normal en Caracas, el peligro que debo sobrellevar si es que deseo no recluirme debido al miedo.

Y es que no hay otra manera de decirlo, ni una manera sencilla de resumirlo: vivo con miedo. Miedo a subirme a un autobús y ser asaltada por cualquier delincuente que decida que tiene el derecho de arrebatarme mi dinero y cualquier objeto de valor que pueda tener. Pánico de ser secuestrada en plena calle, agredida, lastimada porque trabajé para tener mis pertenencias y alguien más está convencido que eso me hace "mala, ricachona, burguesa, sifrina". Un temor constante, una zozobra insoportable, cada vez que camino por cualquier calle y temo que ocurrirá, si podré defenderme, si estoy haciendo algo que pueda hacerme una victima propiciatoria de lo que parece un caos cada vez más ingobernable. Porque ese es el clima que debe soportar el ciudadano en este país, porque esa es la circunstancia que se debe afrontar, a diario, cada momento en que simplemente haces cualquiera cosa de lo que se considera normal. Porque en esta ciudad, tener un teléfono medianamente competente  te puede costar la vida. Porque en la Caracas del siglo XXI conducir al anochecer te puede llevar a vivir una experiencia terrible. Porque intentar relajarte y dar un paseo a pie, puede provocar que seas golpeado y herido. Así es el acontecer diario de quien vive en esta ciudad que se cae a pedazos, que te deja indefenso frente a lo que parece una acometida criminal descontrolada y cada vez más peligrosa.

Lo peor? lo indefensos, lo vulnerables y desprotegidos que nos encontramos. La impunidad campea, la falta de medidas y soluciones eficaces son el pan nuestro de cada día y mientras la agenda política se desenvuelve en una lucha pertinaz y electorera, despertamos el día lunes de cada semana conociendo las cifras cada vez más abultadas de asesinatos, a diario nos enfrentamos con las historias de conocidos y parientes ( o ellos escuchan  las nuestras, quizá ) de esta supervivencia a una realidad que nos desborda, nos golpea y nos hace cada vez más extranjeros en nuestro propio suelo, más frágiles en nuestra idea de ciudadanos, más estéril nuestra esperanza de crear un futuro en el lugar que nos vio nacer.

C'la vie


0 comentarios:

Publicar un comentario