miércoles, 9 de noviembre de 2011

Así somos, asi es Venezuela: de las cosas que hacen a este país ser lo que es actualmente





Creo haberlo mencionado en otras entradas previas, de este, su blog de confianza: soy una ciudadana de a pie que sobrevive a una Venezuela caótica. No pertenezco a ningún partido político, no milito en ninguna tendencia, no me entrego a ningún extremo. He intentado, en medio de la crisis de valores que vivimos, mantenerme todo lo objetiva que he podido, aunque debo decir que la mayoría de las veces, no lo he logrado. Y sin embargo, cada vez que analizo la situación que padecemos - la cultural, la social, la económica - no dejo de encontrar una única respuesta: Esta ruptura de nuestra época en lo cotidiano solo ha acentuado lo que conocíamos como habitual, esas costumbres tan viejas en nuestro comportamiento que terminamos considerándolas normales. Y es que la Venezuela actual es un poco de caos nacional, pero también mucho de mirar con mucha crudeza y quizá, sinceridad  a donde nos dirigimos - quienes deseamos ser - como Venezolanos.

Analizando esta idea a un nivel del diario vivir, he encontrado que la conducta se repite una y otra vez, con diferentes rostros, y diferentes situaciones. Pero en suma, la Venezuela de hoy, sufre por cosas como las siguientes.

De la irresponsabilidad y otras pequeñas realidades:

Hace unas tres semanas, entregué unos cuantos paquetes al mensajero que trabaja en la oficina de mi madre. Le contraté de la misma manera que podría hacerlo cualquier otro particular: cancelé la suma total del envío y además, añadí una pequeña regalía para que el encargo pudiese realizarse lo más rápido posible. Confiada en que no tenía que hacer nada más para asegurarme que cumpliera la encomienda, me desentendí un poco del tema hasta que uno de los beneficiarios del envío me preguntó que había ocurrido con el paquete. Preocupada, telefoneé al mensajero: no solo no logré ubicarlo de inmediato sino que cuando lo hice, me respondió con evasivas. Al final, solo atinó a darme una respuesta.

- No era tan importante, lo dejé para última hora - dijo con todo desparpajo.
- Pero ya te pagué el envío - le respondí sin saber que otra cosa responder sino lo obvio. El hombre rió por lo bajo - o eso me pareció - y mientras el estruendo de la calle deformada su voz, me pareció entender de nuevo la simple excusa: "Por eso no era tan importante"

Todo eso ocurrió hace más de un mes. Nunca conseguí que me devolviera el paquete - me insistía que debía ir a su casa a buscarlo-  o lo llevara a donde pagué para que lo hiciera. Finalmente, mi madre tuvo que intervenir en mi favor: solo entonces me devolvió el paquete, pero jamás recibí reembolso alguno del dinero cancelado.

Puede parecer un caso extremo, pero es uno de miles que escucho / conozco a diario sobre la actitud que muchos trabajadores Venezolanos tienen. Servicios al clientes deficientes, empleados que trabajan sin el más mínimo respeto lo que hacen, esa idea generalizada que si no nos atañe personalmente, no nos importa en absoluto el resultado de cualquier circunstancia. Esa irresponsabilidad, esa idea caótica sobre el diario vivir, ha convertido a Venezuela en el Paraíso de la Burocracia, el mal hacer clientelar y el caos cotidiano.


De la falta conciencia y empatia con el prójimo: 


Esto le ocurrió a una buena amiga hace un par de semanas: Durante un torrencial aguacero, B. tomó un taxi a la carrera para llegar al otro lado de la ciudad. Abrumada por el tráfico, el retraso en su horario personal y el clima inclemente, aceptó pagar una cuota mucho más alta de lo habitual por el trayecto. Como me comentó, estaba consciente - lo cual resulta preocupante - que cualquier taxista le exigiría un pago mucho mayor al habitual por trabajar durante un día de lluvia.

El caso es que, como suele suceder en Caracas, el tráfico hizo de las suyas: Mi amiga consumió casi una hora y un poco más en un embotellamiento en medio de la principal autopista de la ciudad. Según me cuenta, el conductor comenzó a impacientarse hasta que finalmente hizo algo insólito: a la primera oportunidad se orillo junto a un brocal y le pidió bajase del automóvil. Mi amiga lo escuchó incrédula.

- Estoy en mitad de la nada - intentó razonar. El conductor empezó a vociferar y finalmente mi amiga, comenzando a asustarse por la reacción desmedida del hombre, decidió que sería más saludable obedecerle. Pero, cuando le pidió la devolución por el pago del trayecto, el hombre no solo se negó sino que comenzó a insultarla de manera grosera e intimidante. Finalmente, mi amiga terminó la experiencia en una calzada solitaria, bajo la lluvia y sin haber recuperado su dinero.

Lamentablemente, cada vez se hace más frecuente este tipo de situaciones: la falta de amabilidad, comprensión, educación, sensibilidad de gran parte del conglomerado en Venezuela, ha hecho el país - su cultura - un lugar árido, inhospito, en contraposición con la tradicional amabilidad que solía exhibir el Venezolano de a pie. Y me sorprende - y me entristece sobre todo - que una sociedad que por décadas fue conocida por su calidez y amabilidad, ahora probablemente se caracterice por justamente lo contrario.


De la Burocracia y otras cosas que aceptamos sin saberlo: 


Hace más de un mes, recibí un paquete personal por correo tradicional desde España. Pocos días después, recibí una notificación de la Central de Correos, explicándome que debía ir a recoger el envío en una de sus oficinas  El recibo, no especificaba donde se encontraba el paquete, o que condiciones o requisitos debía cumplir para retirarlo, de manera que llamé al servicio de atención al cliente para informarme de esos y otros detalles.

Las primeras llamadas fueron infructosas: esperé por casi diez minutos cada vez en llamada en espera, hasta que finalmente, un empleado me respondió. Cuando le expliqué mi caso, no solo no supo que responderme - ¿estas segura que es por aquí? fue lo primero que me preguntó - sino que no entendió cual era mi inconveniente. Tuve que repetir la consulta unas cinco veces con el mismo número de empleados hasta que uno de ellos pudo darme alguna información útil.

- Ah, si, el paquete llegó, pero tiene que ir a la Oficina que le indica el recibo - me explicó entonces en tono aburrido. Suspiré, intentando contener la ira.
- Sí, eso lo sé. Pero ¿a cual oficina? Hay unas cinco o seis en mi zona - insisto intentando mantener un tono neutro.
- Espere.

Otros diez minutos en llamada en espera. Nunca se me preguntó cual era mi número de ticket, o mi nombre o cualquiera de los datos que contenía el recibo que pudiera facilitar la operación. Finalmente, enfurecida, decidí ir a una de las oficinas Centrales e informarme personalmente.

- Ah si, debe ir cuanto antes a la Oficina a retirar el paquete - me explica un empleado con el mismo tono de aburrimiento de su colega telefónico - es el segundo aviso. Si llega el tercero, se pierde la Mercancia.
- Como puede ser el segundo si no he recibido el primero? - pregunto comenzando a perder los estribos. El hombre, que no ha levantado los ojos para mirarme una sola vez del periódico que lee desde que llegué, se encoje de hombros.
- Eso es problema suyo - me extiende una lista repleta de numerales - búsquese aquí y vaya a la Oficina que le corresponde.

Indignada, angustiada, furiosa, comencé a buscar en la interminable lista, hasta encontrar la oficina que correspondía al número del recibo. Cuando regresé de nuevo al escritorio del empleado, este me echó una ojeada rápida - finalmente - mientras colocaba de cualquier modo la lista entre los montones de papeles que se acumulaban a su alrededor.

- Y apúrese. Se lo van a quitar - sentenció.

Todavía no he podido recoger mi paquete. He ido a dos oficinas distintas de Ipostel y sigo sin saber, cuando llegó la primera notificación o en qué momento recibiré la segunda. Entre tanto, el tiempo sigue corriendo y sigo revisando listas, telefoneando y conversando con empleados inútiles que continúan sin poder resolver mi problema y que invariablemente me remiten a alguien más, que por supuesto, tampoco puede solucionar mi inconveniente.

¿Como puede construirse un país a base de evasivas? ¿Como podemos aspirar a un país eficiente cuando el aparato administrativo se subdivide en interminables segmentaciones por completo inútiles? Y lo más preocupante de todo esto, es que esta tendencia a la fragmentación de la utilidad pública no hace más que crecer, hacerse insostenible y cada vez más paquidérmica. Una idea cultural que alienta la proliferación de la irresponsabilidad, el maltrato y la grosería en el empleado público.


Como en todas las ocasiones que analizo la situación en que vivimos, no puedo dejar de preocuparme por el hecho que gran parte de las personas que conozco, están convencidas que la figura del Presidente y su equipo de trabajo es el responsable de la gran cantidad de males que padecemos. Y aunque es inevitable que un mal gobierno y una terrible administración permitan la proliferación de todo tipo de problemas y vicios de poder en nuestra cultura, no es menos importante - y realista - preguntarse si no alentamos tales conductas no solo con nuestro comportamiento habitual sino también con la idea que el caos es parte de nuestra forma de vida y debe por tanto ser aceptado. Ese tipo de situaciones no solo significativas del momento histórico que vivimos, sino además, evidencias del momento histórico que vivimos.



1 comentarios:

yotomofoto dijo...

Es una lástima... a donde se nos ha ido el país...?

Lo peor es que no se ve manera de que como podremos hacer para recuperarlo...

Por mas que uno trata de ser eficiente, mas se siente que se lucha contra la corriente...!!!

En qué momento el venezolano dejó de ser alegre y nos convertimos en esta masa de odios y resentimientos...?

Hay quienes dicen que en el fondo el venezolano promedio siempre ha sido conformista, pero que se esforzaba para sobrevivir en medio de una sociedad progresista... pero que ahora cuando la tendencia es aspirar a ser mediocre, la verdadera personalidad ha salido y florece peor que un cáncer... al fin libre de poder hacer lo menos posible a cambio de la mayor remuneración posible...!!!

Publicar un comentario