lunes, 14 de noviembre de 2011

De la furia y otros achaques




A veces me atormenta un simple cansancio emocional que tiene mucho que ver con exceso de existencialismo. No lo duden, amables lectores de este su blog de confianza, hay mucho de delirio y simple tontería en mi necesidad de analizar y repensarme mil veces ideas que debería haber descartado hace mucho tiempo. Supongo que sufro - y paladeo - el hábito de la nostalgia con cierta deportividad. O quizá solo sea un dejo de malcriadez.

Y de pronto el mundo se resume a algo tan hermoso en mi mente como indispensable: Libros, libros, libros. La idea del mundo construido en palabras, levantándose sobre párrafos e ideas a medio describir. Inevitable, la verdad.

Pero quién podría arrancarme el cansancio, el enojo arrojado hacia otro territorio que no es la literatura. Cómo reducir cada palabra a un pedazo de papel doblado para que la sien derecha no me duela. Ya no creo en ningún canto de sirena, menos cuando esta frase es un sarcasmo o es una manera de herirme, una forma de tomar mis propias palabras y arrojarlas en todas direcciones. Por un instante pensé que de algún modo había estado guardando pequeñas heridas, sutiles moretones que de pronto me enferman completamente, me dejan maltratada en menos de diez minutos y no sé quién soy. Quiero decir, no sé que estoy significando. Aún no entiendo si esta metáfora me transporta hacia algún otro lado, o sólo me deja inmóvil y el café y la copa de vino y el celofán rojo sólo son escenarios que se ofrecen al secreto, a seguir guardando palabras y escribir entre garabatillos que soy algo más que eso. Me siento un tanto tibia e indiferente y quisiera tener colgado algún amuleto para tocarlo y sentir la paz. Deseo la paz y siento el frío en las manos, el anillo, la pulserita, un instante más y me comenzaran a llorar los ojos, pero en el fondo sé que me llora el dolor de cabeza. Y de cualquier modo la realidad sigue sonando con algún ritmo de Coltrane, y sólo por eso pienso que todavía hay un sorbo del delirio inevitable, que todavía aguanto un poco, que aún podría cuestionarme sobre el existencialismo infantil que me empeño en invocar en medio del dolor.

En fin, me voy a la cama agotada de la lucha del pensamiento, un poco angustiada también porque, en fin, qué más da.

1 comentarios:

Ani Mendez dijo...

Este tipo de entradas es lo que más me gusta de un blog

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