lunes, 25 de mayo de 2015

ABC del fotógrafo curioso: La madurez fotográfica y otras ideas sobre la creación visual.




Cuando tenía veinte años, decidí comenzar a ordenar mi trabajo fotográfico. Ya para entonces, tenía casi una década fotografiando y consideré que era un buen momento para clasificar y tratar de encontrar algún sentido a todo el material visual que hasta entonces había creado. Pero de inmediato, tropecé con un problema básico: no sólo tenía una considerable cantidad de fotografías — un archivo que por entonces ya alcanzaba unos 100 rollos fotográficos y algunos Gigas — sino que además, no tenía real idea de cómo comenzar. Más allá de eso, no sólo se trataba del número de imágenes que había obtenido luego de casi diez años de fotografiar casi a diario, sino de la posibilidad de construir un lenguaje que pudiera construir una idea coherente con respecto a mi intención al fotografiar.

No lo logré por supuesto y unos meses después, abandoné las cajas repletas de Polaroid, rollos y los archivos digitales — ahora sí, identificados, clasificados y sobre todo, ordenados con cierta sensibilidad — para intentar comprender por qué me llevaba tanto esfuerzo brindarle un sentido único a a mi perspectiva como creadora visual. No sólo se trataba del hecho que tenía material en diferentes grados de deterioro, otro por completo aleatorio y sin conexión lógica con el resto sino que mi trabajo fotográfico había aumentado en calidad y sentido, sin que yo decidiera que debía también tener algún tipo de cohesión lógica. Me abrumó el pensamiento que buena parte las fotografías que había tomado hasta entonces, formaban parte de una especie de archivo general sin mayor consistencia pero que aún así, tenían un enorme valor en mi visión creativa. Aún más, era una visión muy amplía sobre cómo había sido mi crecimiento como fotógrafa y sobre todo, como artista que necesita construir un lenguaje visual.

Lo cual me llevó también, a otras conclusiones con respecto a mi trabajo fotográfico. ¿Por qué estaba fotografiando? ¿Por qué continuaba? ¿Que me hacia seguir no sólo recopilando una especie de enorme banco de imágenes sin mayor coherencia sino construyendo y sustentando una idea visual que continuaba siendo muy poco clara? ¿Qué estaba intentando crear a través de mi propuesta visual? Incluso, me cuestioné desde el punto de vista meramente técnico: ¿Que necesitaba para cohesionar todo lo que hasta entonces había hecho en una perspectiva coherente? ¿Que debía aprender para que todo ese esfuerzo fotográfico diario tuviera algún sentido y no se tratara sólo de una constante re elaboración de un tema difuso? ¿Que elementos resultaban imprescindibles para continuar fotografiando con la intención de crear algo más sólido que lo que había hecho hasta ahora? Por supuesto, no tenía respuesta para ninguna de esas preguntas, aunque comenzaba a lograr algunos avances importantes con respecto a lo que deseaba para mi trabajo fotográfico, no sólo como planteamiento sino también cómo perspectiva artística. Y fue esa conciencia de hacia donde deseaba dirigirme — en cuanto a profundidad de planteamiento, ideas visuales y conceptuales . lo que me hizo comenzar a investigar con respecto al método fotográfico. O lo que es lo mismo, la necesidad del fotógrafo de construir una base firme desde la cual su trabajo pueda evolucionar con cierta solidez.

Me llevó años de aprendizaje, investigaciones, lecturas y sobre todo, de equivocaciones y correcciones en mis métodos fotográficos, llegar a algunas conclusiones sobre los cuestionamientos básicos que menciono más arriba. Un proceso que me permitió elaborar una percepción sobre mi trabajo mucho más sustanciosa que la que hasta entonces había tenido. A partir de la pregunta elemental que me formulé con respecto a qué necesito hacer en determinado momento de mi aprendizaje fotográfico para continuar madurando, llegué a algunas ideas elementales sobre el tema que podría resumirse de la siguiente manera:

* Si llevas algunos años fotografiando, necesitas ordenar tu trabajo fotográfico.
Más de una vez, he leído que todo fotógrafo comienza fotografiando la nada, el caos y lo insustancial. En otras palabras, fotografiando todo lo que puede, siempre que puede. Es un hábito que resulta casi compulsivo durante los primeros años dentro de la experiencia fotográfica y el que todo creador visual ha caído alguna vez. Y es que todo fotógrafo comienza captando imágenes por el mero impulso de hacerlo. Lo hace, de manera desordenada, constante y sin una intención clara. Pero es esa compulsión lo que le permite reconocer sus capacidades, intereses y sobre todo, definir su punto de vista visual, lo cual es esencial para la construcción de un estilo fotográfico personal.

No obstante, la inmediata consecuencia de la costumbre es que eventualmente el fotógrafo encontrará que dispone de un banco de imágenes de archivo interminable, en algunos casos por completo inútil y sin mucho sentido de unidad con respecto a su evolución fotográfica. Es entonces cuando el fotógrafo debe comenzar a tomar decisiones muy específicas sobre su expresión fotográfica y sobre todo, cual es el sentido que desea otorgar a sus imágenes y a su lenguaje fotográfico.

Así que luego de cierto tiempo fotografiando, es necesario que el fotógrafo comience a reflexionar sobre su trabajo desde el punto de las ideas que plantea y sobre todo, su personalísimo punto de vista sobre lo que fotografía y sus motivos para hacerlo. Es imprescindible que organice, ordene y estructure su trabajo fotográfico de manera tal que le sea mucho sencillo analizar su evolución como creador visual. Elaborar planeamientos concretos sobre el sentido visual de cómo fotografías con respecto a tu archivo visual. ¿Descubriste que tienes un profundo interés por el retrato? Comienza a clasificar tu trabajo basándote en esa visión sobre tu interés visual recurrente. ¿Sientes enorme predilección por el documental en estado puro? reflexiona lo mejor que puedas sobre las historias que cuentas y como ordenarlas en cierto orden lógico. Un proceso te permitirá comprender hacia que dirección avanza tu creación visual y sobre todo, cómo construyes un concepto artístico basado en tu punto de vista personal.

* Si llevas algunos años fotografiando, necesitas editar tu trabajo:
La edición es quizás uno de los términos más confusos dentro de la terminología fotográfica actual. Pocos fotógrafos son conscientes de la importancia de la organización, estructura y revisión del trabajo fotográfico en creación e incluso, del que se conserva en archivo. Y es que la edición fotográfica no es otra cosa que la elección bajo determinados parámetros de las mejores fotografías — o las que más se ajustan a determinado concepto — con la intención de comenzar a construir un cuerpo visual coherente. Un concepto que para la mayoría de los fotógrafos actuales resulta desconcertante y también, poco menos que esquivo. No obstante resulta imprescindible que luego de cierto tiempo, un fotógrafo tomé decisiones sobre cuales son sus mejores fotografías, las que más se acercan al sentido concreto y conceptual que les define y lo que es más importante, organizar un cuerpo de trabajo sólido que le permita construir una idea fotográfica sustancial.

* Si llevas algunos años fotografiando es necesario respaldes y protejas tu trabajo:
Hace cinco años, me ocurrió una de las tragedias más temidas por cualquier fotógrafo: Uno de mis respaldos virtuales fotográficos sufrió daños irreparables, sin posibilidad de recuperación o de obtener de nuevo, una copia de los archivos que contenía. Perdí no sólo varios de mis trabajos fotográficos favoritos sino material muy viejo que por alguna u otra razón, no había incluido en posteriores copias de seguridad. Se trató de una pequeña tragedia que aún lamento pero que sin embargo, puso algunas cosas en perspectiva en lo que se refiere a cuidado y conservación de mi material visual.

La dolorosa experiencia me enseñó una lección que no olvidé en lo sucesivo: todo tu trabajo fotográfico debe estar ordenado, clasificado y respaldado de manera suficiente y sobre todo, segura. Me refiero a que lo recomendable es disponer de varios discos duros o al menos, plataformas virtuales que te permitan conservar y distribuir tu material fotográfico con seguridad. Clasifica desde tus archivos RAW hasta el resultado final luego del revelado y procesado digital, enumera y elabora un método lo suficientemente eficiente como para construir un sistema de búsqueda sencillo. Y sobre todo, siempre recuerda: Un respaldo digital debe ser renovado y sustituido por otro cada cierto tiempo. Los respaldo físico — disco duros, cd, incluso pen Drives de considerable capacidad — suelen tener una vida útil muy concreta y cualquier desperfecto en su funcionamiento o daño en su integridad física podría afectar tus archivos y las fotografías que resguardan. Si se trata de un respaldo virtual, recuerda reforzar la seguridad electrónica.


* Si llevas algunos años fotografiando es necesario comiences a organizar un portafolio:
Luego de varios años de fotografiar, ya habrás comenzado a analizar las diferentes opciones hacia donde deseas dirigir tus esfuerzos fotográficos. ¿Deseas construir un proyecto artístico basado en tus imágenes? ¿Decidiste comenzar a reflexionar sobre la posibilidad de convertir tu capacidad fotográfica en tu profesión? Cual sea la decisión que tomes con respecto a lo que harás con tu trabajo fotográfico, el primer paso que debes tomar para llevarlo a cabo es elaborar un portafolio fotográfico consistente.

Un portafolio podría definirse como la selección de tu mejor trabajo, a pesar de que no se trata solamente de tus mejores imágenes, sino también del concepto más sólido que hayas logrado construir y el cuerpo de trabajo que mejor defina tu estilo visual. Un portafolio también es una combinación de una correcta e inteligente selección de tu trabajo visual y de la manera como deseas mostrar a cualquier cliente — o público potencial — tu expresión y creación fotográfica.

¿Debe un portafolio obedecer a un concepto único o contener todo lo que has creado como fotógrafo hasta el momento de su elaboración? Se trata de una decisión que se basará íntegramente en tus intenciones a futuro con respecto al material que selecciones. Si estás mucho más interesado en la perspectiva artística que la comercial de tu propuesta fotográfica, la mayor parte de tu portafolio debería mostrar tu reflexión visual al respecto. Por el contrario, si deseas comercializar tu trabajo como una pequeña empresa, lo mejor que puedes hacer es organizar tus fotográficas bajo la perspectiva de construir una oferta muy clara sobre lo que puedes hacer en imágenes. Cualquiera sea tu decisión al respecto, recuerda que un portafolio sólo debe incluir las imágenes más cuidadas, seleccionadas bajo criterios muy concretos y sobre todo, que reflejen con mayor claridad tu punto de vista conceptual.

* Si llevas algunos años fotografiando es necesario que comiences a imprimir parte de tu trabajo:
Comencé a imprimir mi trabajo fotográfico casi por accidente…y luego, no pude dejar de hacerlo. Lo hago para comprender los alcances y límites de mi visión fotográfica pero sobre todo, porque me brinda la oportunidad de reflexionar sobre mis imágenes como una obra estética más allá de mi misma. Toda una experiencia durísima que construye una nueva dimensión sobre lo que deseo mostrar.

Uno de los errores más frecuentes de los fotógrafos digitales es resumir su trabajo fotográfico a la toma, el posterior revelado y archivo digital de su propuesta visual. No obstante, el fotógrafo debe completar el proceso de creación fotográfica imprimiendo siempre que pueda, su propuesta visual. Imprimir no sólo te permitirá comprender mejor tus decisiones artísticas y técnicas sobre tus imágenes sino analizar a fondo tu forma de crear. El papel además, le confiere una nueva dimensión a tu percepción sobre tu lenguaje visual. Una capacidad inédita para elaborar percepciones y construir una nueva opinión sobre lo que deseas crear.

* Si llevas algunos años fotografiando debes comenzar a leer sobre la fotografía como concepto y expresión artística:
La mayoría de los fotógrafos se obsesionan con los aspectos técnicos de la imagen. En el cómo usar las diferentes herramientas de las cual dispone y sobre todo, las limitaciones y ventajas del equipo que utiliza. No obstante, transcurrido cierto tiempo, todo fotógrafo que asuma la fotografía a profundidad, debe comenzar a reflexionar sobre los conceptos, ideas intimas e incluso, la filosofía que sostiene la imagen. Y es que la fotografía no es sólo una reinvención de la imagen a través del aparato que permite captarla sino un lenguaje por derecho propio que elabora una idea profunda sobre sí misma.

Autores como Roland Barthes, Joan Fontcuberta, Susan Sontag, Vilém Flusser, resultan imprescindibles al momento de re elaborar una idea fotográfica basada en el concepto artístico, más allá de la técnica y las precisiones tecnológicas que suelen relacionarse necesariamente con la fotografía. Una forma de no sólo comprender la fotografía como planteamiento sino también como creación artística basada en la profundidad del concepto que expresa. Así que te recomiendo leer algunos de sus textos y analizarlos a profundidad como un ejercicio intelectual que te permitirá crecer como fotógrafo pero sobre todo, como artista visual.

* Si llevas algunos años fotografiando debes comenzar a pensar en la posibilidad de tomar un curso de fotografía:
Y no porque sea indispensable — que no lo es — sino porque la educación formal te permitirá crecer y evolucionar fotográficamente basado en la metodología académica. La fotografía, como cualquier otra disciplina artística, merece ser aprendida bajo aspectos estructurales muy definidos, lo que permitirá tu capacidad para madurar dentro de tu planteamiento visual. Además, aunque la mayoría de los fotógrafos comienzan a fotografiar de manera autodidacta — lo cual es natural y hasta necesario — también lo es asumir a la fotografía como una profesión, arte y capacidad de expresión que sustenta sobre su propia historia y conocimientos. Una re elaboración de la idea visual en estado puro hacia un planteamiento filosófico real.

* Si llevas algunos años fotografiando debes comenzar a asumir que eres un fotógrafo:
Parece un juego de palabras pero no lo es. La mayoría de los fotógrafos que comienzan como autodidactas, suelen ser muy renuentes a llamarse fotógrafos, lo que hace que se encuentren en un terreno movedizo e incierto sobre la manera en que percibe su trabajo y su propia experiencia visual. No obstante, conviene analizar el quehacer fotográfico desde una perspectiva objetiva y asumir la responsabilidad — y también, la idea — que conlleva que la fotografía sea parte de tu vida. ¿Amas la fotografía? ¿Forma parte de tu capacidad para expresarte, construir ideas, elaborar conceptos, emitir opiniones? ¿Dedicas una considerable cantidad de tiempo, esfuerzo, amor — sí, a pesar de lo sensiblero y cursi que pueda parecer, me refiero amor -, aprendizaje y comprensión a la fotografía? ¿Te tomas muy en serio tu capacidad para crear y concebir ideas visuales? ¿Has realizado considerables inversiones en equipo y educación fotográfica? ¿Entonces por qué no asumir eres fotógrafo? ¿Por qué no asumir el poder que la fotografía tiene en tu vida y en tu manera de plantearte las ideas y sobre todo en construir tu forma de expresar tu mundo interior?

Eres fotógrafo en la medida que respetas y enalteces la fotografía como expresión visual, técnica y capacidad artística. Reconócete, disfrútalo y madura en consecuencia.



Una lista corta que sin embargo, intenta resumir la inquietud que muchos fotógrafos sienten sobre hacia donde se dirige su planteamiento fotográfico o incluso, la mera comprensión de sus esfuerzos artísticos basados en la imagen. Después de todo, cada fotógrafo asume la fotografía desde un ángulo distinto pero sobre todo, construyen la imagen desde su personal perspectiva visual, lo cual es sin duda una de las ideas más importantes dentro del mundo fotográfico personal.

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