miércoles, 31 de julio de 2013

De la mirada y el dilema: La polémica de la Fotografía del Cadáver que no lo era.


La fotografía que suscitó la polémica.



Recibí el primer correo una media hora después de haber publicado la entrada del blog donde hablaba sobre mi visita al Cementerio General del Sur. Me intrigó un poco el titulo -  "Un poco de respeto"  - y cuando lo leí, me quedé sin saber que pensar sobre el contenido. Palabras más, palabras menos, el autor me pedía respetara lo que llamó "El Sacrosanto descanso de los difuntos":

"Aunque me gustaron mucho las fotos, no me parece que debio ser tan amarilliasta ( Sic ). Debe respetar el Sacrosanto descanso de los difuntos". 

Desconcertada, releí la entrada y revisé las fotografías que había incluido como contraparte visual de lo que deseaba contar. Ni una cosa ni la otra me pareció podrían herido sensibilidades sobre el tema de la muerte y mucho menos o irrespetado la llamada "Paz de los Difuntos". De manera que asumí, se trataba de otro de los habituales fanáticos de cualquier índole que suelen pulular en la red y que suelen enzarzarse en polémicas absurdas con respecto a temas álgidos. Decidí no preocuparme demasiado por el asunto y traté de olvidar el tema.

Pero recibí un segundo correo electrónico. Este, en términos mucho más claros y casi agresivos, me acusaba de "profanadora de tumbas". Me pregunté si mi exaltado interlocutor virtual, le molestaba el hecho que fotografié tumbas y Mausoleos de una manera clásica y casi cinematográfica - al menos, fue mi intención - o el hecho, de incluir una anécdota persona para explicar el motivo por el cual había decidido visitar, cámara en mano, el Campo Santo. Pero la acusación era muy concreta para tratarse de un idea tan abstracta y aun más, cuando el autor del correo, parecía sentirse genuinamente ofendido por mis imágenes:

"Da un asco tremendo ver algo así. Ya no se respeta nada, nisiquiera ( Sic ) los muertos. Que vulgaridad y que groseria lo que usted hizo". 

Preocupada, comencé a preguntarme si el tema de la muerte era tan sensible en la imaginaria popular como para sucitar una reacción semejante, si el llamemosle subconciente cultural era incapaz de digerir por las buenas un acercamiento a la muerte humana directo. Porque quizás, me dije, la muerte siempre es una idea que le ocurre a otro, que aislamos y miramos con precaución desde una relativa distancia, que intentamos ignorar la mayor parte de las veces, que incluso, nos sacude por el mero hecho de manterse al margen de lo que llamamos, con tanta ingenuidad, normalidad. ¿Lo que había molestado tanto a varios lectores era que había cruzado una linea imaginaria entre lo aceptable y lo recurrente con respecto al tema de la muerte? ¿Había infringido algún tipo de norma sutil sobre lo que podemos expresar sobre la muerte? La idea me hizo reír, casi irritada. Mi aproximación a la muerte había sido tan sutil como casi alegórica. Intencionalmente, había mostrado una visión melancólica de la ausencia y la perdida, omitiendo detalles sórdidos e incluso alguna insinuación de ellos. Entonces ¿Que había ocurrido?

La respuesta era mucho más sencilla - y por ese mismo motivo,  sorprendente - de la que pensaba.

A media mañana, una amiga muy querida me escribió el siguiente comentario en una de las fotografías de la serie que había tomado durante mi visita al Cementerio y que incluí en Facebook el día anterior:

"pero ya va.. eso es parte de una estatua o parte de una cadaver?? porque parece un cadaver D:"

Me quedé sin saber que decir: tuve la exacta sensación que una serie de piezas desordenadas encajaban en mi mente. Comprendí de inmediato la molestia de los autores de los correos que había recibido y los comentarios desconcertados de varios amigos y conocidos en la fotografía ¡Mucha gente había tomado la imagen - que en realidad se trataba de un detalle de una de las esculturas que había fotografiado en mi recorrido por el cementerio - por la de un cadáver!

Incrédula, miré la fotografía por un buen rato: en ningún momento, ni cuanto la tomé ni más tarde cuando la escogí entre el grupo de imágenes que había obtenido sobre el trayecto, habría podido suponer provocaría semejante polémica: se trata de una imagen intima, casi personal. La mano de un ángel de marmol, cubierto de moho y hierba salvaje, parece representar la memoria que se niega a morir a pesar del Olvido, luchando en medio de ese silencio árido que tanto me había sorprendido del Cementerio por hacerse escuchar. Pero era una opinión personalísima: en realidad la fotografía tenía mucho de romántica, casi simple. No obstante, había logrado traspasar el sutil velo entre el autor y el espectador para comunicar algo más, impensable. Porque no se trataba solo que pudiera confundirse con la fotografía de un cadáver - lo que personalmente, ya me parece sorprendente - sino que además, despertar toda una serie de emociones desconcertantes en el observador. Para mi sorpresa, seguí recibiendo correos en el transcurso del día, que meditaron desde la ética del fotógrafo hasta la belleza de lo corrompido, en esa especie de antropia imposible que la muerte evoca en su expresión más visceral. Leí cada correo y comentario, sin explicarme muy bien el revuelo pero aún más, admirada de nuevo por la capacidad de la fotografía por construir lenguajes propios, por permitir al espectador expresar opiniones y expresiones personales a través de símbolos ajenos. Leí, con una sensación de confusión, el esmerado correo que me escribió un profesor Universitarios a quien solo conozco desde la virtualidad y con muy buenas intenciones supongo, intentó comprender que me había llevado a fotografiar un cadáver y mostrarlo como pieza de ocasión:

"Le tengo como persona curiosa e imaginativa, o eso he podido concluir a través de la lectura de su blog. Así que supongo le debió resultar irresistible la posibilidad de irrumpir en la última intimidad al fotografiar un cadáver, al simplemente desdeñar esa mínima dignidad humana del cuerpo muerto para comprender mejor sus procesos mentales. Todo lo cual, lo encuentro muy loable, pero no deja de ser asintomático de esta sociedad del desvelo y la poca importancia, que todo trivializa. Pregúntense usted: ¿Tomar esa fotografía fue un acto de convencida observadora o de necesaria expresión?"

Me lo pregunto, desde luego aunque por supuesto, no por las razones en que mi buen amigo me insistió. Me pregunto que nos lleva a levantar la cámara y a captar un momento, un espacio, una idea, una linea difusa entre la imagen en nuestra mente y esa porción de realidad que robamos a través del lente. Me pregunto, que me hizo enfrentarme a mis temores apretando la cámara entre las manos, con los dientes apretados, intentando no perder la respiración mientras entraba cada vez más profundo en mis propias ideas sobre la muerte, la fragilidad y el temor. ¿Por qué la cámara me protegió? ¿Como miré la muerte y las ideas que tengo sobre ella con mayor claridad a través del visor? ¿Por qué escogí luchar contra la penumbra que habita en mi mente a través de las imágenes? Hubo un momento que sentí un terror tan real, tan hiriente que casi me echo a llorar: en mitad del Campo Santo, encontré la tumba de alguien que había muerto a principio de la Treintena, hace cuarenta, cincuenta años atrás. Casi mi edad, pensé de pie dentro del ruinoso mausoleo, rodeada de ramas secas y desperdicios.  La lápida estaba rota, un ángel meditabundo custodiaba aquella desolación, el mutismo de las hojas secas, esa soledad absoluta donde no hay otra cosa que nuestros pensamientos. Y fue a ese ángel, que miraba el mundo con ojos meditabundos al que fotografié. Muchas veces, detalle a detalle. Al que me obligué a captar una y otra vez, hasta que el temor dejó de lastimarme y pude respirar con tranquilidad de nuevo. Y una de las últimas fotografías que tomé, fue la de su mano entrecerrada, con los dedos cubiertos de musgo. El olvido y el dolor.

La fotografía como un espejo. Como una idea que migra de un lugar a otro de nuestra mente para construir espacios propios. Que en ocasiones tiene una vida independiente a nuestras intenciones y visiones, que se entrecruza con esas sutil necesidad de expresar, comunicar y quizás de elevarnos sobre la simplicidad de lo evidente para construir un mensaje en particular. Y seguramente, allí reside su poder y su magia.

Antes de irme a dormir, recibo un último correo. Este es muy corto. Solo un par de líneas. Sonrío al leerlo:

"La muerte puede ser bella. Eso no lo había pensado antes. Pero hoy miré tu fotografía y lo pensé. Gracias"

De nuevo, pienso en ese poder de la imagen, en su cualidad irredimible y transgresora. Pero sobre en todo en su capacidad para crear. Un sueño de la imaginación creándose así mismo, leí una vez o como diría mi queridisimo Cortazar: "Una manera de combatir  la nada"

Una profunda mirada a nuestro interior.

C'est la vie.

martes, 30 de julio de 2013

De la visión de la muerte y otros misterios: Mi visita al Cementerio General del Sur.

















Por mucho tiempo, tenía un miedo casi insoportable a la muerte. No sé muy bien que me lo provocaba, pero rozaba los nada deseables límites de la obsesión: no toleraba la idea desde ningún punto de vista. Jamás asistía a velorios, muchos menos sepelios. Evitaba el tema tanto como podía. Para mí, era un tema que no se tocaba, que era incapaz de analizar. Había una fina linea entre lo que creía podía suceder luego de la muerte  y lo que había más allá, ese silencio de la definitiva desaparición de lo que consideraba identidad en el olvido. Un silencio eterno. La oscuridad que destruía toda razón, toda belleza, toda idea, toda simple iniciativa humana de vencerla. La caída final.

Probablemente, ese temor inaudito a la muerte me lo provocaba lo poco que sabía sobre la idea: aunque crecí en la tercera ciudad más peligrosa del mundo, la muerte se toca con más dramatismo que incluso reflexión o serenidad. Mi amiga E. suele decir que la cultura occidental le da demasiado importancia a la muerte y creo que tiene razón. Un poco de esa idea egocéntrica sobre nuestra existencia, el excesivo valor que adjudicamos a nuestra Individualidad. Y los ritos mortuorios lo confirman:   El sepelio con el ataúd abierto, con el difunto bien visible paa sus deudos. La larga noche en vigilia. Los gritos de dolor, públicos e irreprimibles. La larga ceremonia del sepelio. La costumbre parece insistir más en el dolor que se muestra, que la ausencia que se teme. Muy probablemente, haya sido esa idea del dolor, desgarrado y brutal, lo que me aterraba. Pero más allá de esa emoción desbordada, había una frontera de silencio. Lo que ocurre después, cuando el ataúd se cubre de tierra y los deudos vuelven a sus casas. Ese mutismo de la perdida definitiva. Eso sera para mi infinitamente más destructor que las lágrimas, los gritos agónicos de sufrimiento, las muestras visibles de desesperación. Había algo aterrador en las flores marchitándose. Secándose bajo el sol, o flotando sobre la lluvia. El tiempo transcurriendo hacia el olvido.

Recuerdo haber pensado en todas esas cosas, la tarde en que asistí al sepelio de mi abuela. Traumatizada y abrumada por su muerte, recuerdo haber mirado la placa conmemorativa sin comprender que significaba. Leí su nombre y no lo reconocí. Vi a mi madre llorando, en brazos de su esposo, y fue una escena lejana, que miré entre brumas. Pero lo que me provocó nauseas de verdadera angustia, fue sostener un crisantemo entre las manos. Bajo la lluvia. Los petalos rotos, húmedos. Cuando levanté los ojos y el cielo encapotado ondulo sobre mi, comprendí todo lo que no había logrado digerir durante esos dos días interminables: Abuela formaba parte del pasado. Viviría en mi mente. Ya no formaba parte del tiempo, del que corre hacia adelante. Sentí una frustración estremecedora, un hilo de sufrimiento helado que me dejó sin voz. Comprendí entonces el motivo por el cual la gente coloca lapidas y ramos frondosos de flores en las tumbas. Comprendí el motivo de los rezos, de volver cada cierto tiempo a mirar el nombre de quien amaste escrito sobre marmol. El consuelo de la ausencia, comprender el vacio sin nombre de la muerte, ese que es irrecuperable. Invencible. Que es mucho más real que las débiles promesas de cualquier religión por la vida eterna y Paraísos extraordinarios. La muerte que es un enorme silencio extiendose a todas partes a partir del dolor.

Pensé mucho en eso mientras recorría el Cementerio general del Sur en Caracas. Cámara en mano. La única manera como podría soportar enfrentarme a mis miedos. La única manera tolerable en que podría caminar por esa gran ciudad de la muerte - porque eso es de hecho, el Cementerio general del Sur: Una extensa necropolis - intentando asumir la idea de la ausencia de una forma totalmente nueva. Mire las largas caminerias solitarias, arrasadas por un sentimiento tan antiguo como la mente humana y al cual no pude darle nombre. Pero allí estaba: en los ángeles extraordinarios veteados de Moho, alzando sus alas rotas al cielo azul Caracas. O los Santos piadosos con las manos extendidas, recibiendo al difundo que yace bajo sus pies. Sentí con nitidez esa lucha contra lo definitivo en el enorme Mausoleo de Joaquin Crespo, con su bóveda ribeteada en pan de Oro y sus rejas de metal bruñido. Incluso lo percibí con toda claridad frente a la tumba de la Lina Ron, esa controvertida figura política de la revolución Chavista que ahora yace, en el anonimato del desgarro de la muerte, junto a Armando Reverón, Jorge Rodríguez, Látigo Chávez, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Aquiles Nazoa, Fabricio Ojeda, Miguel Otero Silva, entre tantos otros personajes de la historia reciente y más distante de nuestro país.

Caminé temblando de miedo. Pero de pronto, el miedo se transformó en algo más. Fotografiando, captando ese silencio destruido, esa lejanía ausente de las palabras que dejaron de pronunciarse, de las historias perdidas y rotas, comprendí que el corazón del hombre no comprende por la muerte por su inocencia, por su necesidad insoportable de mirarse así mismo como inmutable. De pie, frente a un hermosisimo ángel de alas delicadas y manos extendidas, aprendí mucho más sobre la muerte que en llanto de los deudos, y el temor de los que recuerdan.

Pensé en esta otra Caracas, la de los muertos, de pie en la zona más alejada, con las cientos de esculturas y cruces a mis pies. Pensé en esta otra ciudad, donde habitan los olvidados. No en vano, el Cementerio ha sido testigo de buena parte de su historia: inaugurado en el año 1876, bajo la presidencia de Antonio Guzmán Blanco, disfrutó del esplendor del miedo y se desplomó en el cinismo de la sin razón. Y ahora solo hay escombros, de gran belleza por supuesto, pero escombros al fin. Quizás un bello cadaver de un sueño de eternidad que nunca llegó a cumplirse. Y quizás, no se cumpla jamás.

¿Quieres visitar el Cementerio General del Sur? 

Actualmente, el Municipio Libertador se encuentra organizando una ruta Patrimonial, que permite recorrer a cualquiera que quiera hacerlo, el parque Monumental. La ruta está creada especialmente para recorrer todos los lugares emblemáticos de la estructura de gran riqueza artística que incluye “La Capilla del General Crespo”, panteones como los de El General Isaías Medina Angarita; Monumento de Emilio Fernández; Monumento “Mártires del 27F”, en homenaje a los caídos del 27 de febrero de 1989; Los Caballotes, de los Bomberos, de la Policía Metropolitana, Guardia Nacional y del Instituto de Oficiales retirados de la Fuerza Armada.

La ruta se lleva a cabo todos los Lunes de 9.00 am a 12 pm, en grupos de veinte participantes. La ruta garantiza seguridad e incluirá vigilancia policial durante todo el recorrido.  Para unirte, comunicate con la Licenciada Teresa Silva por el número telefónico 04267121146, en horario de oficina. Además, redacta una carta a la atención de Otman Quintero, Gerente de los Cementerios Municipales expresando tu intención de participar.



domingo, 28 de julio de 2013

Brujeando en Domingo: De la creación y la Sabiduría, Celebración a Palas Atenea.



Fotografía de Aaron Sosa. 


La primera vez que vi el monumento de "La India" ( en la Vega, Caracas ) era una niña. Y como a cualquiera, supongo, me impresionó su majestuosidad: La enorme escultura se alza en medio de cuatro avenidas concurridas, como una isla de belleza en medio del tráfico de la ciudad. Me detuve a mirarla, mirando hacia el cielo como quién ve una aparición celestial: la figura desnuda en la punta parecía alzarse sobre el mundo, contemplarnos en un severo silencio. Mi abuelo soltó una carcajada cuando se lo comenté.

- Quién sabe si es así. La escultura la hizo construir el Presidente Cipriano Castro, que era un hombre muy severo y serio - me explicó. Mi abuelo era un hombre que amaba la historia de Venezuela con esa pasión del hijo adoptado por la historia que recibe en herencia circunstancial. Español emigrado de las canarias en su adolescencia, quería al país que lo vio hacerse hombre con el amor tierno y devoto del corazón agradecido.

Nos acercamos a la base del monumento. Tres mujeres enormes se tomaban de la mano rodeando el tronco del árbol de metal bruñido que se extendía hacia lo alto. Un frondoso racimo de granadas de bronce se alzaba entre ellas,  con los redondos frutos lanzado destellos metálicos a la luz del mediodía. Tres aves de aspecto misterioso las custodiaban, apoyadas en gigantescos trozos de roca donde en letras relieve, se contaba la gesta independista Venezolana.   Miré todo boquiabierta. Había algo salvaje en aquella escultura, a pesar de su aspecto clásico. Un elemento inquietante, en las mujeres de rostro sereno que parecian mirar el caos vehícular a su alrededor con la indiferencia atemporal de los Dioses. En el plumaje de metal de las Aves - Cóndores, descubriría después - que las rodeaban.  Entonces, le eché un vistazo a la mujer desnuda en la punta de la escultura, a unos cuantos metros de distancia. No podía distinguir la figura con claridad al contraluz del reflejo del sol, pero si pude ver lo suficiente para reconocerla de inmediato: Altiva y esbelta, sostenía un ramo de Olivo con el brazo y llevaba un yelmo cubriéndole la cabeza.

- ¡Atenea! - exclamé señalando la escultura. Recordaba la imagen de la Diosa en varios de libros que mi abuela me había mostrado y varios otros que había visto en el colegio. Mi abuelo levantó los ojos también, bizqueando también por el sol.
- No, pero si se le parece mucho - me explicó -  Eloy Palacios, el escultor, quiso representar la libertad con una imagen. Y probablemente pensó en la Diosa Griega al hacerlo.

Continué mirando la escultura de la mujer anónima que coronaba el monumento. Con el brazo en alto llevando una hoja de Parra, parecía anunciar alguna batalla mítica.  Había algo poderoso en su gesto, extraordinario. Cuando me acerqué a leer la placa conmemorativa del Monumento y que contaba que había sido erigido para homenajear la gesta independentista de Simón Bolívar, volví a pensar en la Diosa: la personificación de la inteligencia, el valor y el poder del espíritu. Comprendí porque el escultor había escogido su imagen - de eso no tenía duda - para coronar su homenaje al espíritu aguerrido del Venezolano.

Cuando se lo conté a mi abuela, sonrío. Sabía que estaba muy obsesionada con Palas Atenea y los símbolos que la representaban, de manera que no debió sorprenderle mi perorata sobre la escultura y los motivos de su autor para representar la libertad con la imagen de la Diosa.

- Me molesta que se insista que solo es "una representación de la libertad" - comenté por último - el escultor debió explicar que era Palas, que la Diosa Guerrera bendecía a Caracas.
- Sin duda - me respondió - pero me gusta más que no lo haya hecho.
- ¿Por qué?
- Atenea es la personificación del conocimiento, la fuerza de voluntad y todas las formas de sabiduría. Pero también es la de los Guerreros victoriosos, que atraviesan grandes gestas para triunfar. De manera que el hecho que su imagen no lleve nombre, obliga a quien la mira a especular, hacerse sus propias conjeturas, debatir ideas...
- Pensar - completé. Mi abuela me hizo un guiño.
- Ningún conocimiento es sencillo ni se adquiere con lo evidente. Ninguna batalla se gana a la primera, de manera que el conocimiento, necesita de un proceso, de un esfuerzo sostenido por comprender.

Recordé la imagen de la mujer de la escultura: airosa, poderosa, alzándose por encima de la ciudad que había visto crecer, un testigo impasible de la historia de Caracas: la había visto hacerse cada vez más caótica y compleja. Un pensamiento hermoso. Imaginé a la Diosa, impertérrita y serena, contemplando los pequeños triunfos de nuestra historia de todos los días, esa transformación lenta de lo cotidiano, la batalla de lo usual. Y me gustó pensar que esa mujer sin nombre, que podría o no ser Atenea, podría haber admirado a esta Ciudad siempre joven, a esta Caracas niña que quizás, se refleja en ella.

Conocimiento. Una manera de soñar.

El valor del conocimiento: Palas Atenea.

La Tradición de Brujería que practico, conjuga de alguna manera, todos los rostros de la Diosa Palas Atenea en una única visión: el poder del conocimiento, la voluntad de la razón y la capacidad que nos permite interpretar de manera correcta el lenguaje de nuestro espíritu. También se le considera una fuerza protectora y magnánima, que ofrece su consuelo a quienes así lo solicitan. En su nombre se realizan rituales que celebran su capacidad el triunfo del conocimiento, pero más aún, el poder de nuestra mente para comprender nuestro mundo interior. Mi ritual favorito de todos los dedicados a Palas Atenea y que llevo a cabo con cierta frecuencia, es el siguiente:


Necesitarás:

2 velas blancas.
Una copa con agua ( nunca fría ).
Un puñado de sal marina.


Disposición:

Coloca las velas a tu derecha e izquierda respectivamente, la copa con agua frente a ti, junto con el puñado de sal marina. Ahora cierra los ojos y toma siete profundas bocanadas de aire. Relaja todo tu cuerpo y siente que tus brazos y piernas se relajan paulatinamente con cada inspiración. Imagina que la energía a tu alrededor toma un tono nacarado y el aire se hace cálido y acogedor. Cuando sientas que tu nivel de energía es idóneo para continuar el ritual, abre los ojos, enciende la vela a tu izquierda e invoca:


"En nombre de la Diosa Blanca
Pido al tiempo y al fuego
a la tierra Madre
Al viento secreto
A la fuerza enigmática del mar
Que la energía de Palas Atenea
sea mi guía en las sombras del conocimiento
Que sea la fuerza en mí voz
que sea mi norte y determinación"

Ahora enciende la vela a tu derecha:

"Deseo la sabiduría
Deseo la paz
Deseo la comprensión
Deseo el poder y la fuerza para luchar por mi ideal
Que Palas Atenea sea mi guía,
Sea el horizonte de luz
más allá de mi temor y desconcierto
sea su trono la voz.
Así sea"


Ahora, toma la sal marina y has un pequeño circulo a tu alrededor mientras invocas:

"Que la energía que he recibido de la Diosa Palas Atenea
permanezca en mí
Sea mi Baluarte
sea mi estandarte
En medio de la oscuridad de la Ignorancia
y la promesa cierta de conocimiento
y fuerza de la razón
Así sea"

A continuación, toma la copa con agua y sostenla entre tus manos. Cierra los ojos e imagina que te encuentras en medio de un valle a la luz de la Luna. Su luz plateada te rodea. Visualiza que todo su resplandor se concentra en el recipiente que sostienes. Siente que a tu alrededor el viento comienza a soplar con fuerza, mientras la luz aumenta de intensidad y la copa resplandece en medio de la oscuridad. Finalmente, sentirás instintivamente que tu energía se encuentra en un nivel alto. Regresa a tu estado de conciencia habitual y toma un sorbo de agua. Siente como tu todo tu cuerpo responde al estimulo, como el liquido se desliza por tu garganta, refrescando tu organismo. Siente como el impulso sensorial se extiende por todo tu cuerpo, llenándote de una deliciosa sensación de vitalidad.

Por último, apaga las velas ( comenzando por la derecha ) diciendo:

"Soy la fuerza y la creación
crea poder en mí
crea fuerza en mí
Así sea"


Come y bebe algo para equilibrar la energía que has obtenido mediante este ritual.


De vez en cuando, regreso al pie del monumento a la India - sigo sin saber porque le llaman así - y contemplo a la hermosa mujer sin nombre que custodia la historia de la ciudad. Como cuando era una niña, la contemplo asombrada: el gesto firme, el cuerpo desnudo elegante, brillando a la luz del sol. Y pienso en la Diosa que pudiera ser - y tal vez lo es - y en todo lo que representa. En el símbolo del pensamiento que crece y se transforma, que se eleva y se hace cada vez más poderoso y personal. El poder de la fe.

C'est la vie.

Entre rumores urbanos te veas: Los cinco mitos de la salud que pueden resultar peligrosos.





Cuando era niña, estaba convencida que si alguien me soplaba a la cara mientras cruzaba los ojos me dejaría bizca. Eso, gracias a que J. - mi amiga más querida del colegio - me había insisto tanto sobre el tema que terminé creyéndomelo con ese fervor ciego de la infancia. Peor aún luego que J., que ya por entonces tenía un sentido del humor maligno,  me asegurara que el querido vigilante del Cine al que asistíamos casi todos los fines de semana - y que sufría de un evidente estrabismo - había sido victima de la mala intención de uno de sus hermanos.

- Le sopló a la cara mientras se miraba la nariz...¡y así quedó! - me aseguró. Cada domingo, miraba los ojos desiguales del sonriente señor Vargas, preguntándome si realmente había ocurrido así. Me imaginaba la escena: el Señor Vargas reía, haciendo alguna broma e intentándose mirar la punta de la nariz cuando alguien se inclinaba sobre él y con terrible mala intención, le soplaba justo a la cara. Luego silencio: El señor Vargas intentando mover sus ojos sin lograrlo. Y después, comprendiendo lo que había ocurrido, lanzaba un alarido de angustia. Todo muy dramático y angustioso. Sí, era una niña muy imaginativa.

- No puede haber ocurrido así - respondía con timidez. J. me miraba desafiante.
- Pregúntaselo - me insistía.

Nunca lo hice, por supuesto. Y creo que ella lo sabía. De manera que seguí convencida que un accidente podría dejarme con los ojos estrábicos: estaba muy atenta incluso cuando una ráfaga de viento me rozaba la cara. Me aterrorizaba la idea de quedarme bizca sin querer: suponía que el truco se aplicaba para todo y que una ráfaga de brisa, podría tener el mismo efecto que un resoplido malvado. Finalmente, en una ocasión sucedió: una de mis primas me llamó torpe e insistió, que todo mi preocupación sobre el tema de quedarme bizca era una manera de ocultar que no podía mirarme la punta de la nariz. Intenté demostrarle que podía hacerlo con toda facilidad.  Ella me aseguró que cuidaría que ninguna ráfaga de aire me importunara, pero como era previsible, apenas había logrado el truco, me sopló a la cara con toda la fuerza de sus jóvenes pulmones. Todavía recuerdo - y me hace reir - el pánico que sentí: me cubrí la cara ( como debía haberlo hecho el Señor Vargas en su oportunidad ) y grité despavorida hasta que mi abuela - la bruja, la sabia - apareció por allí, alarmada por tanto revuelo.

- ¡Me quedé bizca! - le expliqué cuando intentó comprender que sucedía. Seguía cubriéndome la cara con las manos y mi abuela tuvo que obligarme a mirarla. Se aguantaba la risa cuando finalmente lo hizo.
- Yo te veo igual que siempre - comentó. Sacudí la cabeza, atontada de alivio.
- ¿De verdad?
- Mírate.

Me acerqué a uno de los espejos de la sala. Solo vi el rostro de una niña pálida y pecosa, cuyos ojos asustados miraban en la dirección correcta. Unos pasos más allá, mi prima E. reía a mandíbula batiente. Como lo hizo mi amiga J. cuando le conté lo que había ocurrido.

- ¡Y te lo creíste! - dijo entre carcajadas. La miré ceñuda y furiosa.
- Algún día me vengaré - le aseguré. Ella se encogió de hombros, despreocupada.
- No me importa.

No me vengué de inmediato, pero si, la experiencia, me enseñó muy bien que muchos de los mitos de la salud que tomamos por cierto, no son otra cosa que leyendas urbanas médicas. Y en ocasiones, esa visión un poco exagerada o de plano incorrecta sobre síntomas y otras ideas sobre la salud puede ser peligrosa e incluso, suponer un riesgo real para la salud. De manera que, quizás en recuerdo de la niña que tanto le asustaba quedarse bizca por un soplo mal intencionado, me dediqué a recopilar algunos de los mitos médicos más populares y esto encontré:


1. Las personas muy nerviosas tiene la presión arterial alta: para controlarla solo basta calmarse.

Sin duda, un cuadro de estrés provoca un aumento de la tensión arterial: el cuadro emocional hace que el cuerpo produzca sustancias que inciden directamente en la presión arterial. No obstante, no es el único motivo ni tampoco la solución para mantener un cuadro de salud estable:  La presión arterial es un término médico que indica la fuerza que la sangre ejerce sobre las paredes de las arterias mientras el corazón bombea sangre. Cuando eesta presión aumenta y permanece elevada bastante tiempo se denomina hipertensión y  puede causar daños en el organismo de muchas maneras. Así que concluir que solo se debe al estado de ánimo general es una simplificación sobre el estado de salud general que puede, a la larga, resultar peligrosa.

2.- Los productos etiquetados como Light no engordan y de hecho, adelgazan.

En esta época obsesionada con la salud y sobre todo, con el deporte y la actividad física, hay una creencia muy extendida que todo producto señalado como Light o de bajas calorías adelgaza, lo cual es una creencia errónea y hasta equivocada. A palabras de mi nutricionista, ningún alimento por si solo permite bajar de peso, a pesar de las leyendas urbanas sobre la alcachofa, el queso de cabra y algunos tipos de Té. Lo que realmente te permite bajar de peso es un correcto balance entre lo ingiere y la cantidad de calorías que el cuerpo utiliza en su actividad diaria. Por supuesto, en general los productos y alimentos light tienen mucho menos grasa y calorías que los que no lo son, pero en realidad lo que podría influir en el régimen alimenticio es la cantidad de porciones que ingieres y de qué manera lo haces. En otras palabras: puedes consumir  un alimento puede considerarse light  todo lo que quieras, pero si lo haces de manera desordenada y en cantidades excesivas, tendrá el mismo efecto que uno muy calórico.


3.- Tomar muchas vitaminas es sano: 

Otro mito muy extendido: La garantía para una buena salud es consumir altas dosis de vitaminas. Obviamente que, una dieta sana puede proveer al organismo de todas las vitaminas que necesita, presentes en las frutas y las verduras de manera natural, pero últimamente hay una peligrosa tendencia a tomar vitaminas artificiales sin tomar en cuenta los verdaderos requerimientos físicos al respecto. ¿El resultado? Un creciente aumento en los casos de intoxicación y cuadros médicos producidos por el exceso de algunas vitaminas en el organismo. Por ejemplo, la vitamina C es una de las más necesarias para mantener la salud, pero consumirla en exceso puede producir problemas digestivos e intestinales e incluso, derivar en cálculos renales en casos graves. Lo mismo ocurre con la vitamina A: un exceso puede provocar cuadros generales de mareo, nauseas, fatiga, pérdida de peso, dermatitis y estreñimiento. Más preocupante aún: la popular vitamina B12, que puede comprarse en cualquier farmacia en dosis más o menos altas, puede provocar problemas como urticaria y desequilibrar los niveles de potasio en el organismo. Así que piensatelo dos veces antes de consumir vitaminas sin consejo médico: podría ser peor el remedio que la enfermedad.

4. La sal hace engordar:

En realidad, la sal lo que provoca es una peligrosa acumulación de liquido en artículaciones y otras partes del cuerpo, debido a que aumenta el volumen circulante de agua en la sangre, lo cual puede someter a trabajos excesivos a los riñones y al corazón. Si el volumen de sal es mayor de lo que puede procesar los riñones puede provocar edemas ( acumulación de agua sectorizada ) en tobillos y rodillas.


5.- La pantalla de la computadora puede provocar daños oculares. 

Cuando le hice la pregunta a mi oftalmologo de confianza, tuve la impresión que estuvo a punto de decirme que sí, en un intento de convencerme de  regular el brillo de la pantalla, cosa que según su experta opinión me ha provocado más de una jaqueca durante años. Pero por último, admitió que solo se trataba de un rumor: el brillo no causa daño directo a la retina o a la pupila. No obstante, si me insistió en un hecho poco conocido: cuando se está frente al monitor se reduce  hasta 50 por ciento la frecuencia del parpadeo, lo que produce el síndrome  del ojo seco o de falta de lubricación. Por eso el enrojecimiento ocular y diversas molestias. Otro problema que podemos sufrir si pasamos largos períodos de tiempo frente a la del  pantalla del monitor es el llamado espasmo de acomodación, que ocurre cuando el ojo intenta enfocar a una distancia fija por tiempos prolongados. El enfoque es un esfuerzo del músculo del ojo y se produce problemas de fatiga visual.



Hace unos días, almorcé con J. en un conocido restaurante especializado en ensaladas de mi ciudad. Insistí en pedir su combinación favorita: un gran plato de zanahorias, remolacha y brocoli.  Me miró un poco sorprendida, cuando me pasé un buen rato separando los pedacitos de zanahoria del resto del  combinado de verduras y legumbres que disponía a comer.

- ¿Qué ocurre? - preguntó. Le dediqué una mirada sorprendida.
- ¿No lo sabes? La zanahoria provoca que se te caigan las uñas de los pies. Una especie de reacción al betacaroteno.

Lo dije muy seria, aguantándome la risa con un prodigioso esfuerzo de voluntad. J. me dedicó una larga mirada apreciativa. Se movió nerviosamente en la silla, cruzando y descruzando sus cuidados pies, calzados en unas elegantes sandalias de hilos dorados.  Después, pasó buena parte de nuestro almuerzo, separando cuidadosamente los pedazos de zanahoria del resto de la comida. No dije nada, pero nunca una ensalada me supo mejor. El placer de la venganza, quizás.

C'est la vie.

¿Conoces algún mito sobre la salud que no haya incluído en esta pequeña lista? Compartelo conmigo en los comentarios!

sábado, 27 de julio de 2013

La brujería, la bruja, la fe: ¿Que es la brujería actualmente? Más allá de la estrella de cinco puntas, la escoba y el caldero.






Cuando tenía unos dieciocho años, decidí comenzar a investigar los orígenes antropológicos de la Brujería. Lo hice, contra la opinión general de mis tías y primas, a pesar de la sorpresa de mi abuela y con el apoyo de mi tatarabuela, Paula. Me pareció muy gracioso que entre todas las mujeres de mi casa, la única que comprendiera mi idea, fuera esta anciana casi centenaria, que solía escucharme sentada detrás de su maquina de Singer de motor, cosiendo sin parar. Me gustaba el sonido seco de las puntadas, la manera como sus dedos nudosos acariciaban la tela. Era un buen lugar para hablar en voz baja cosas importantes.

Fue en su habitación de costura, donde le conté mi intención de comprender la brujería desde una óptica más científica, digamos. Me preocupaba que muchas veces, sentía que había un directo menosprecio por mi creencia, debido esencialmente a que no parecía provenir de ningún lado. Cuando le dije eso a mi tia M., me lanzó una de sus coléricas miradas miopes.

- Viene de tu corazón - me respondió. Preferí tomarme un sorbo de café a responderle lo que pensaba: aunque era una hermosa idea, no me satisfacía en absoluto. ¿De donde provenían nuestros rituales? ¿Quién los había recopilado por primera vez? ¿Por qué continuábamos conservándolos como parte de nuestra historia familiar? No tener respuesta para eso me incomodaba. Sentía que mis creencias parecían provenir únicamente desde el folclor, un punto de vista literario. Algo menos que una idea abstracta que se conversaba en libros artesanales, una idea de Fe que se transmitía más por costumbre que por convicción- Era algo válido, me decía mientras pulía mi Daga de metal de las ceremonias. La religión y la fe son fragmentos de costumbres culturales. Pero...¿De donde provenían las mías?

Mi abuela - la bruja, la sabia -  me escuchó con su habitual paciencia. Le expliqué que había investigado sobre la brujería en los libros de mi querida Biblioteca Nacional y solo había encontrado retazos de leyendas, mitos e historias medievales. Nada que se pareciera a nuestra familia. Le hablé de la Wicca, del neo paganismo, sin atreverme a preguntarle directamente lo que pensara. ¿Eran esas reinvenciones de la creencia pagana una nueva forma de ver la fe? De ser así, ¿Que ocurría con la nuestra? ¿Perdía valor? ¿Se convertía en una idea meramente doméstica? En una ocasión, había tenido una discusión con un compañero de clases de la Universidad, que insistía que la brujería era una especie de pacto de mujeres. Una idea social que apoyaba lo femenino como sagrado como necesidad.

- La Brujería es una religión como cualquier otra. El problema que surge al momento de analizarla de manera tradicional es que probablemente el ataque que sufrió durante siglos, destrozo y tergiverso cualquier fuente de información confiable  - me explicó mi abuela - o aún peor: su enemigo declarado se convirtió en el único capaz de dar una versión sobre ella.
- ¿La Iglesia? - pregunté. Recordé lo que había leído sobre la caza de brujas: las escenas de pesadilla de mujeres siendo asesinadas de manera cruenta por delitos tan desconcertantes como "tener un lunar visible" o "saber leer". Mi abuela suspiró, con cierto cansancio.
- La Ignorancia, más bien. La Iglesia solo es una institución que abrió la puerta a lo peor de los que juzgaron, torturaron y asesinaron - dijo. Esa idea me dio aún más miedo que las imágenes de los juicios públicos que había imaginado por meses - El temor a lo desconocido y a lo diferente, el prejuicio puro fue el motivo de la gran mayoría de las muertes por acusaciones de brujería durante siglos.

Medité sobre la idea. Durante los últimos meses, había leído sobre las leyes religiosas, implacables y sangrientas, que durante años se habían aplicado contra la brujería. No obstante, lo realmente temible no era solo el hecho que una institución de poder como la Iglesia apoyara el asesinato de miles de mujeres inocentes debido a ideas basadas en el odio, sino que los ejecutores, los verdaderos verdugos de casi todas las victimas, habían sido sus propios padres, esposos, hijos, vecinos. Me producía verdadero pánico, los detallados testimonios en Corte que había encontrado en algunos libros recopilatorios: Padres acusando a sus propias hijas de brujas. Esposos enviando a la muerte a la mujer con quienes compartían el pan. Una idea inquietante y que tal como sugería mi abuela, indicaba que la tragedia no solo había ocurrido debido a lo hecho por la Iglesia, sino también a la ignorancia de quienes habían creído en la idea.

- No seas tan dura. La realidad no es tan sencilla. La crueldad es simple. Las motivaciones humanas, nunca  - respondió mi abuela cuando le expliqué esa idea. Nos encontrábamos en su biblioteca. Me gustaba estar allí. No era ni ordenada ni pulcra: había libros mal colocados en todas las estanterías, extraños objetos colgados entre los travesaños, hojas de papel con párrafos copiados entre los Libros apilados de cualquier modo en las esquinas. Tenía un indudable aire de cálido desorden.
- ¿Dura? Eran hombres que enviaban a morir de una manera horrible a la madre de sus hijos, a las mujeres que conocían de toda la vida - insistí.
- Lo hacían porque la Iglesia era un órgano de poder incontestable. Era el conocimiento de un Dios despótico y severo sobre la tierra. ¿Quién podría oponersele? ¿Quién podría enfrentarse a un juicio de Inquisición que podía asesinar por motivos sin sentido? Tu misma lo has dicho: todos los cargos eran ridículos.
- Yo habría defendido de la manera que fuese a una de mis parientes - declaré con esa valentía de quién esta sentado cómodamente en una poltrona de flores y escucha la historia a considerable distancia. Mi abuela me contempló largo rato.
- Probablemente muchos lo hicieron. Y murieron también - contestó.
-¿Entonces? ¿Cuando hablas de Ignorancia a que te refieres? - pregunté confusa.
- A la Ignorancia de la época, a la cultura de la opresión, al tiempo donde la única posibilidad real era asumir, obedecer. Rebelarse era un delito.
- Siempre habrá rebeldes - declaré. Mi abuela sonrío.
- Por supuesto, y gracias a esos rebeldes, es que tu y yo estamos hoy aquí conversando sobre brujería.

La idea me zarandeo. Me dejó un poco aturdida. Nunca lo había considerado de esa manera. En las semanas que siguieron, pensé en todas esas mujeres y seguramente hombres, que habían temido a la Iglesia, pero que se habían enfrentado a ella como podían. Imaginé rituales en la oscuridad, temerosos, pero que celebraban la Herencia a pesar del miedo. Imaginé la estrella de cinco puntas escondida, garabateada en algún libro. El olor de las plantas medicinales escondido entre el aroma de la cocina de una mujer que sonreía al reconocerlos. Una imagen hermosa. Reconfortante. Sobrevivir a la muerte, a pesar del dolor.

La Brujería: El tiempo y la magia. 

Seguí investigando. Por meses, años enteros, revisé pacientemente catálogos de librerías y bibliotecas, escribí correos a profesores de antropología de varias universidades, conversé con profesores de historia que me escuchaban un poco desconcertados. ¿La brujería más allá del mito? A todos parecía sorprenderle la idea. Les mostraba mi estrella de cinco puntas, le hablaba sobre mis rituales. Me escuchaban asombrados, como si fuera una especie de rareza cultural. Pero todos me brindaron algunas ideas interesantes al respecto. Y de hecho, fue gracias a esas fructíferas conversaciones que poco a poco, comencé a dibujar la historia de la brujería para satisfacer esa necesidad mía de comprenderla más allá de mi misma.

Una de las fuentes de información más interesantes que encontré,  fue la realizada por el doctor en Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona Rafael M. Mérida Jimenez, en su obra titulada "El gran Libro de las Brujas"  El libro, analiza la Brujería desde una visión casi científica, intentando desligarse en lo posible de ese concepto que define a la brujería a través de su contraposición con la religión tradicional. De hecho, para Mérida Jimenez, la brujería  "forma de tradición oral esencialmente femenina y cuyo saber es por completo heteredoxo, lo cual no resta su valor intrínseco". Algo que me agradó mucho del escritor en que intenta construir su propia definición sobre la brujería, más allá de los habituales expertos como Caro Baroja, una referencia habitual sobre el tema, que sin embargo insiste en una visión muy tradicional sobre cualquier interpretación de la brujería como forma de fe y más allá, como una visión religiosa por si misma. Personalmente siempre me he tenido la impresión que Baroja menosprecia a la brujería, intentando catalogarla como una creencia más o menos rural e insistiendo en la visión cristianizada al respecto. Por eso me agradó que Mérida Jimenez  se refiriera al escritor como: "un reputado autor, que sin embargo confunde con frecuencia aspectos sociológicos y la terminologia tradicional con el ángulo religioso, social y artistico de la concepción de la Brujeria como expresión de fe". ( El Gran Libro de las brujas, Rafael Mérida Jiménez, Editorial Océano, página 9) De manera que el Libro, me permitió analizar a la Brujería tal como lo necesitaba: una forma de comprender el valor real de una religión concreta.

También encontré que la Brujería, tiene un claro origen histórico: diversos estudios antropológicos han demostrado que la Brujeria, también llamada Antigua Religión, se originó por una evolución paulatina de las creencias animistas de las comunidades Neoliticas. Como apunta la Antropologa Migene Gonzalez Wippler en su libro "Magia, Hechizos y Ceremonias": "las comunidades neólitocas desarrollaban ritos mágicos en el periodo de Equinoccios de Primavera y Otoño, y durante los solsticios de Verano e invierno. Todavía no es posible determinar si estos ritos fueron celebrados con conexión con la agricultura y el culto al sol, lo que sabemos con seguridad es que estas épocas se volvieron sagradas para la humanidad, y su similitud con rituales pre cristianos de paganismo es evidente y obvia".

La idea me asombró. Por supuesto, era una niña sin real experiencia en investigaciones antropológicas, que estaba fascinada por el caudal de información que surgían de muchas fuentes y que parecían estar todas relacionadas con la magia, tal y como yo la concebía. Leía con avidez la historia de Sumería - una civilización misteriosa que nunca ha podido ser comprendida en realidad - hasta los elaborados rituales Egipcios, que celebraban el Sol y la muerte como fuerzas incomprendidas. Pero a medida que avanzaba, encontré que la información me superaba, que las ideas entremezclarse entre sí. Desalentada, se lo comenté a mi tatarabuela.

- Es natural, todas las grandes culturas y civilizaciones han creído en la magia, de alguna u otra manera - comentó. Se inclinó sobre la mesa de costura, cortó con cuidado la tela con unas enormes tijeras de metal. A pesar de su avanzada edad, su pulso era firme.
- Eso quiere decir que provenimos de ningún lado - me quejé, desalentada. Mi abuela soltó una sus carcajadas atronadoras.
- Al contrario, venimos de todas partes - dijo. Siguió cortando, con todo cuidado la tela hasta que consiguió las piezas de lo que supuse sería una blusa o algo parecido - la magia no tiene un único origen: sería como decir que el pensamiento del hombre, su filosofía y sus temores tienen un único sentido.
- Pero los Cristianos tienen a Jesuscristo, los Budistas a Budha. Saben de donde proviene lo que hacen, quienes son - insistí. La idea me inquietaba, me hacia sentir que mis creencias eran parte de un todo abstracto que no podía comprender muy bien. Mi tatarabuela asintió, enhebrando la aguja con una habilidad que me sorprendió.
- Los Cristianos y muchas religiones tienen un símbolo que los define, un hombre Santo que ordenó sus creencias hasta brindarles sentido y hacerlas comprensible - dijo - pero nosotros somos parte de una tradición que evolucionó con la conciencia Universal. Y forma parte de cada uno de nosotros. Somos nuestro propio dogma, la visión que evoluciona.
- ¿Eso es suficiente? - pregunté con sincera preocupación.

Mi tatarabuela no contestó de inmediato: tomó los trozos de tela, los colocó sobre la mesa y empezó a coser. Con una paciencia exquisita, una habilidad de puntadas y ritmo que me sorprendió. La observé, avanzar, punto a punto, transformar lo que habían sido poco antes, un montón de tela en una blusa, una pieza de vestir que me pareció hermosa. Cuando terminó, la extendió sobre sus rodillas y la estiró con sus manos callosas, llenas de venas brotadas. Sabia que tatarabuela sufría de artritis y me pregunté si coser le hacia doler. Se lo pregunté.

- Siempre hay dolor - comentó - pero siempre hay aprendizaje.

Acepté el pequeño reproche con una carcajada. Ella me guiñó un ojo.

- Un día aprenderás que no necesitas que nadie te diga quien creer o como deben ser tus rituales. Ni los Libros de las Sombras que heredarás o las creencias que asumirlas como personales. Habrá dolor en ese aprendizaje, pero también conocimiento.

Me extendió la blusa recién terminada. La tomé entre las manos y acaricié la tela, el delicado estampado de diminutas florecitas. Pensé si algún día podría comprender eso, si la idea de creencia sería tan amplia y real como para responsabilizarme sobre ella. Esperaba que sí, lo deseaba fervientemente. Mi tatarabuela se inclinó, con dificultad, y me besó en la frente. Un beso amoroso, de labios secos y firmes. Magia antigua.

- Siempre recuerda: Lo esencial de las creencias mágicas que dieron como consecuencia de la necesidad de todos de buscar el origen de todo, la respuesta única a cada cosa creada o que puedes ver. Hay quien la encuentra en un profeta, o en una religión. Hay quién busca siempre.  En estos mitos, en la búsqueda del origen de lo Divino yacen el origen de la magia y la religión que se une a su definición y son la chispa que enciende el misticismo humano.

Se levantó, encorvada y solemne. El cabello blanco, trenzado al descuido, le cayó sobre el hombro derecho. La miré alejarse con paso lento por el pasillo, riendo, hablando a gritos con alguien de la casa. Yo seguí allí, mirando la blusa hermosa, disfrutando del calor del silencio. Pensando en magia. Pensando en fe.

A veces, recuerdo esa escena. Me gusta hacerlo. Me gusta recordar mi búsqueda, que nunca ha terminado. De hecho cambió: ya no busco solamente el origen. Busco el cuestionamiento, la pregunta que no me he formulado aún. Y me pregunto a donde llegaré, quién seré cuando encuentre la respuesta y que otra cosa intentaré encontrar, más allá de mi curiosidad - infatigable - y mi necesidad de crear.

C'est la vie.

viernes, 26 de julio de 2013

Proyecto "Un Libro Cada Viernes", un autor: Las obras Completas de Carlos Ruiz Zafón.





Entre editores suele decirse, que si la primera página de un libro no te atrapa, la historia muere por simple desencanto. ¿Que ocurre cuando desde la primera linea descubres que amarás un libro para siempre? Es como el amor, supongo. Un hechizo tan poderoso que te envuelve y te roba un fragmento de tu espíritu para siempre. Así me ocurrió con "La Sombra del Viento" del escritor Carlos Ruiz Zafón:

"Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados." 

Los ojos se me llenaron de lágrimas con esa frase. Y tuve la nítida sensación que estaba escrita para mi, que había sido concebida y pensada muchos años antes, para consolar un viejo dolor. Uno de la lectora niña que fui, de la devota de las palabras que creció asombrada por el mundo de las hojas abiertas.

Cuando era una niña, solía preocuparme que ocurriría con mis libros cuando no pudiera cuidar de ellos. Era una preocupación legitima, creo: eran mis más cercanos amigos, mis tesoros más queridos, mis primeros juguetes. De manera, que siempre procuraba guardarlos en su respectivo anaquel de la enorme biblioteca de mi abuela, donde tenían su  pequeño travesaño,  pensando que podrían extraviarse. O aún peor: que quizás, a alguien podría gustarle tanto a esas grandes historias como yo e intentar robarlos. Fantasias, sin duda. Pero tenían su misterio: la imagen del ladrón que se deslizaba en la oscuridad, acercándose a mi humilde colección de libros. Los iluminaría con una vela - nunca nada tan prosaico como una linterna electrica, claro - y entonces, decidiría robar alguno. ¿Sería mi edición del Principito, llena de sueños y lágrimas? ¿O esa precioso volumen ilustrado de Cuento de Navidad de Dickens que cuidaba con esmero?. Yo me robaría ese, sin duda, reflexionaba con la cabeza sobre la almohada, saboreando aquellas imágenes asombrosas en mi mente. ¿A donde lo llevaría después? No imaginaba un lugar mejor que mi biblioteca para conservar mis libros. Pero tenía ocho año y el mundo a menudo se confundía con lo que podía ver y entender.

La realidad es siempre más sencilla claro. Y la primera vez que perdí un libro, fue mi culpa. Ningún ladrón misterioso vino a robarlo: Simplemente lo olvidé en la mesa del restaurante donde almorzaba con una de mis tias y cuando quise regresar a buscarlo, no lo encontré. Lloré muchísimo. Había sido un bello ejemplar de tapa dura de Rayuela - nada más y nada menos que Rayuela, uno de mis favoritos  - y por días, sufrí con el corazón roto por haber traicionado a la historia de aquella manera. No haberle protegido del descuido, no haberle cuidado lo suficiente. Y por noches, esta vez, me pregunté donde estaba mi libro, con su rasguño en la solapa y mi nombre escrito a lápiz por algún lugar. Sentía tanta añoranza que dolía. Nunca me consolé de aquella perdida. Incluso seguía recordando el libro perdido cuando, ya adulta,  compré una primera edición de Rayuela que conservo en lugar de honor de mi biblioteca. Pero esa es otra historia que contaré en otra ocasión.

El hecho es que crecí imaginándome el recorrido de los libros que se pierden, los que se olvidan, los que van a parar a la caja equivocada un día triste, y no aparecen otra vez. ¿A donde van las palabras que nadie lee? Y nadie pudo responder mejor mi pregunta que Carlos Ruiz Zafón. Lo hizo en "La Sombra del Viento", un libro para lectores, un sueño para quienes aman la palabra tanto como para construir el mundo a través de ellas. Para esos hijos huérfanos de la palabra, construyo un monumento y le llamó: "El Cementerio de los Libros Olvidados". Desde entonces, soy devota del escritor. Amo su mundo a la manera que los ingenuos aman los sueños: con total sinceridad.

Porque Carlos Ruiz Zafón creó un Universo que se construye así mismo: Desde sus primeras historias en Marina hasta la tetralogía que empezó con "La Sombra Del Viento", el autor brinda a su mitología una vigorosa cualidad que muy pocas veces he encontrado en alguna otra historia. Porque desde los escenarios misteriosos de las casas góticas, parpadeando en la negrura de la noche, hasta las calles melancólicas de la Barcelona de Post Guerra, las historias de Zafón palpitan de pura belleza. Entrañables, poderosas, construidas con un pulso tan preciso como poderoso, se elevan en lo cotidiano para hablarnos de lo irreal. Para susurrar misterios entre las sombras de las calles olvidadas de la memoria, de esas narraciones a fragmentos que parecen recorrer las esperanzas, los sueños e incluso el temor. Laberíntico, para entender el mundo intimo construido por el escritor, hay que observar con detenimiento su propia paradoja personal:  Un lector de clásicos, pero también de comic de baratillo. Un escritor de formación, enamorado de esa dulzura de lo espontáneo, de ese juego de luces y sombras de quien escribe por amor. Más allá de lo que pueda criticarse de su obra - el costumbrismo excesivo, lo barroco que abruma - Zafón crea historias donde el lector añora perderse, que desea descubrir, que convierte en propias. Avanza, con un instinto infalible, entre los inevitables baches de ritmo y forma, para encontrar esa esencia que hace que el lector desee paladear sus palabras, disfrutarlas a la periferia misma de los enormes castillos de pesadilla y los villanos de folletín que pululan entre sus páginas. Y es que el lector termina identificándose, entregándose sin reservas a sus historias, a esa particular visión del mundo de los que aman los libros, de los que están convencidos que un párrafo puede contener el universo. Muy probablemente, es esa virtud de Zafón para sorprender, incluso en lo simple, para enamorar, aún en lo común, lo que hace sus inolvidables esas grandes épicas de lo común que plasma en cada uno de sus libros. Misterios diminutos que brillan con luz propia.

Cierro los ojos. En la oscuridad de mi mente, se abre un enorme palacio de incontables habitaciones. Las paredes repletas de libros. Una cúpula de Cristal abriéndose al cielo. El hogar de los libros olvidados, de los perdidos, de los que nadie recuerda ya. Y entre ellos, descubro mi amado ejemplar perdido de  Rayuela, en un lugar cómodo donde reposar, con sus hojas dobladas, su rayón en la solapa y mi nombre en lápiz, escrito en alguna de sus páginas. Y sonrío, gracias a la magia de un escritor que supo consolar un pequeño dolor con una formidable belleza.

¿Donde puedo comprar las obras de Carlos Ruiz Zafón en Caracas?

Lamentablemente, solo he visto la trilogía de "La Sombra del Viento",  "El Juego del Ángel" y "El Prisionero del Cielo" en librerias del ramo, en edición de bolsillo a un precio que oscila entre los 250 bs y los 450 bs. Hace un par de años hubo una reedición de "El Principe De La Niebla", el "Palacio de la Media Noche" y "Las Luces de Septiembre" ( debido probablemente al éxito de ventas de la "Sombra del Viento" ) pero no la he encontrado de nuevo en ninguna librería caraqueña. El volumen independiente "Marina" solo lo encontré una vez en la librería VDL Books del Centro Comercial Sambil de Caracas.

Como siempre, si quieres leer las obras completas de Carlos Ruiz Zafón en formato Digital, déjame tu correo en los comentarios y te los envío!

jueves, 25 de julio de 2013

Proyecto "En los Ojos de Otro" con Carolina Gutiérrez





El intercambio de ideas que supone el Proyecto "En los Ojos de Otro" siempre me parecerá apasionante: no solo se trata de un cruce de opiniones entre dos visiones en ocasiones diametralmente opuestas de la realidad, sino además, una manera de asumir esa diferencia como hermosa. Y es que la fe, es una manera de definir una parte de nuestra mente que en ocasiones no comprendemos de todo o más allá, resulta una incógnita por su misma cualidad esencial. De manera que, el debate de ideas sobre el tema, implica redescubrir un poco nuestra visión de la realidad, de los temas transcendentales e incluso, los que no lo son. Porque la fe y la religión, además de una impronta cultural perdurable, son quizás los únicos rasgos primitivos que han sobrevivido a esa racionalidad casi cínica del hombre moderno. Una perspectiva casi inocente de nuestra realidad.

A Carolina Gutierrez la conocí en el diario convivir de las redes sociales: ambas somos parte de ese anonimato cordial que se ha hecho casi normal en nuestra manera de ver el mundo. Y tal vez sea esa incógnita de la opinión del otro, que suponemos sin comprender en realidad, lo que  hace aún más intrigante este pequeño experimento de contrastes y perspectivas contrapuestas. Una forma de construir una opinión a través de la diferencia esencial de dos visiones paralelas del mismo mundo.

Estas fueron que le hice a Carolina:


1. ¿Ser mamá te ha hecho mirar de manera distinta la fe?

Si, realmente siento que en esta nueva etapa de mi vida mi fe se ha renovado, al momento de mi parto sufrí mucho, hasta pensé que moriría y en ese momento solo pedía en medio del dolor  y el miedo por mi y por mi hija, dicen que al momento de parir naturalmente toda mujer tiene como dicen "un pie aquí y uno allá" cosa que para mi resulto ser verdad.

Después de casi 6 meses veo los ojos de mi hija y siento que es el mas grande milagro que mis santos me ha dado.

2. ¿Que opinas sobre la Divinidad femenina como creadora de vida? 

Creo en la perfección de toda especie femenina como creadoras de vida en el mundo, ahora a nivel humano creo que existe para mi una disyuntiva entre el querer o no dar vida, debido a que somos seres pensantes/racionales y estamos en condición de querer o no ser madres o si lo vemos desde un punto mas frío procrear y proliferar nuestra especie.

3. ¿Cual es la mayor manifestación de fe, según tu criterio?

Mi fe viene dada por distintos episodios en los cuales en mis sueños se han manifestado esos seres maravilloso que guían mi vida.

De pequeña siempre me encontraba en una encrucijada de "creencias" debido a que fui obligada a hacer la primera comunión, cuando de verdad nunca he creído en la iglesia católica, aun mas cuando mi mama es de procedencia extrajera sin religión alguna y mi papa es comunista rajado de esos que dicen que no existe religiones. Podrás imaginar mi confusión masiva. Al pasar de los años y en busca de mi propia fe es que esas confusiones han cesado y he podido encontrar un poco de paz conmigo misma.

4. ¿La religión y la creencia son partes de la fe? 

Realmente creo q aunque son conceptos que deberían estar compaginados, creo que no la fe en mi criterio puede ser dada por muchas razones mas allá de una religión o creencia.

Como la fe en nosotros mismos, es nuestras habilidades y destrezas.

5. ¿Tener un hijo te hizo más consciente de la divinidad o al contrario?

Sí, me ha hecho profundizar mas mis creencias y mi fe no solo con mi religión sino conmigo misma como ser creadora de vida, como madre y como mujer. Tener la posibilidad de dar vida es extraordinario, hermoso y divino y en mi perspectiva no solo cambio mi fe, también cambio mi vida.


La fe como una manera de asumir la propia diferencia, la identidad y la capacidad para crear. La fe como un camino zizagueante y en ocasiones complejo, que nos permite conceptualizar nuestra propia interpretación sobre lo que consideramos misterioso y sagrado. Una creación personal de lo invisible y lo que no lo es.

Estas fueron las preguntas que Carolina me hizo:


1.Qué opinas de la Santeria como religión creciente en Venezuela?

Hace poco, un amigo me hizo la misma pregunta. Le preocupaba la proliferación de la Santería - como creencia y planteamiento religioso - en la sociedad venezolana. Cuando conversamos sobre el particular, llegué a la conclusión que su malestar se debía más a lo que imaginaba sobre la Santería que lo que realmente sabía sobre ella. De manera que me tomé algunos días para investigar sobre el tema y conversar con algunos miembros de la religión. Me sorprendió comprobar que sabía muy poco sobre la creencia y que de hecho, casi todo lo que atribuía a la religión y a sus miembros, estaba equivocado o había sido malinterpretado de alguna manera. Así que, a la gran conclusión que llegué fue que la Santería - o el concepto que se ha construido sobre la creencia, en todo caso - es una mezcla de opiniones culturales y puntos de vista divergentes con respecto al concepto de la religión real. Así que, me pregunto si lo que prolifera no será esa interpretación errónea que se tiene sobre las creencias, antes que la Santería como tal. O mejor dicho: Esa reinterpretación popular de la Santería que no parece coincidir con la creencia real.

Eso hace que me cuestione varias ideas: ¿Que necesidad satisface la Santería o esa versión deformada que se tiene de esa Religión, para conseguir tanto adeptos en un tiempo tan corto? ¿Se está convirtiendo en una panacea a los requerimientos morales o sociales que no responden otras religiones o creencias tradicionales? Más allá: ¿Que ofrece La Santería, como visión y expresión de la fe que ha  obtenido una respuesta cultural tan amplia?

Así que el problema con respecto a la proliferación de la Santería ( si es que se le puede llamar así ) implica más un análisis de la cultura y los cambios sociales del país que un planteamiento meramente religioso: ¿Que hace a la Santería una respuesta válida a los dilemas morales del venezolano? ¿Que ofrece - o en todo caso que no exige - que la hace mucho más accesible que las religiones tradicionales? Un cuestionamiento moral de la sociedad Venezolana.


2. El espiritismo según tus creencias  también en una forma de brujear?

En realidad, son dos cosas por completo distintas: El espiritismo o doctrina espiritista, es una doctrina independiente a la brujería y de hecho, a cualquier creencia religiosa. Oriunda de Francia, tuvo su momento de mayor auge durante el siglo XIX y esta basada casi por completo en los libros publicados por el pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail bajo el seudónimo de Allan Kardec. Fue el propio autor quien construyó todo un método de observación y estudio: de hecho, el espiritismo se considera así mismo un método investigativo.  Más aún, la palabra "Espiritismo", etimológicamente hablando, se refiere al "Sistema para el estudio de los Espíritus" e implica, siempre según Kardec: "el estudio de la naturaleza, el origen y porvenir de los espíritus, y sus relaciones con el mundo material". Incluso actualmente, el espiritismo se autodefine como la “ciencia” que trata la naturaleza, origen y destino de los espíritus, así como sus relaciones con el mundo corporal. Como “filosofía”, comprende todas las consecuencias morales que dimanan de esas mismas relaciones».

La brujería, por otro lado, es una creencia religiosa y en el caso particular de la rama que profeso, basada en una extensa tradición familiar que se transmite vía oral de madre a hija en una linea ininterrumpida de conocimiento. Ahora bien, dentro de la brujería se acepta la existencia de la esencia humana - espíritu - y también, se asume la supervivencia de esa identidad a la muerte. No obstante,
no se asume la comunicación entre quienes han trascendido el plano de la realidad a la que pertenecemos y los que permanecemos en él: en nuestras creencias, el alma humana reencarna, regresa a la Tierra para una nueva experiencia que le perfeccione y le permita crecer como espiritu y conciencia únida a la divinidad.


3. Siendo abogada crees en la pena de muerte?

No, no creo en la pena de muerte y no solo por mi escasa experiencia como abogada, sino debido a un dilema moral ¿Que ley puede asegurar la inocencia o culpabilidad sin asomo de duda?  El hecho que las leyes sean perfectibles y poclives al error, hace imposible que el dictamen de cualquier veredicto sea exacto e indiscutible. En otras palabras, la vida humana, incluso la los criminales culpables de los peores crímenes, no puede encontrarse bajo la potestar de leyes que no pueden asegurar, sin asomo de duda, que cualquier veredicto sea incontestable.

4. Que lugar del mundo te gustaría fotografiar (si ya no lo has hecho)

Mi fotografía es más intimista que Expresión tradicional, de manera que me gustaría fotografiar los lugares de mi mente que aún me producen temor. En ocasiones, desearía conceptualizar en imágenes mis dilemas existencialistas, mis errores y sobre todo, mis debates espirituales y morales. En alguna oportunidad me gustaría lograrlo.

5. Cuál es el concepto mas profundo de ti como ser en este mundo?

Eterna alumna. Estoy convencida que siempre estaré en la búsqueda de conocimiento, de comprensión de lo que me rodea y más allá, de mi propia interpretación de eso que llamamos tan ingenuamente, realidad.

La fe como una aproximación fidediga a nuestra parte más vulnerable, esa cree y teme, que se construye a partir de opiniones, sueños y expectativas. La fe como un sueño de la razón.

¿Quieres participar en mi proyecto "En Los Ojos de Otro"? Déjame tu dirección de correo electrónico en los comentarios e intercambiamos preguntas.

miércoles, 24 de julio de 2013

El Templo de los Misterios: Mi visita al Gran Templo Masón de Caracas.














Tuve la nítida sensación que admiraba una imagen histórica, como salida de un libro. Las célebres columnas que imitaban a las del Palacio del Rey Salomón, se alzaban justo como me había imaginado serian: enormes y altivas, ondulando hacia lo alto para sostener la fachada que recordaba tiempos mejores en esta Caracas envejecida y descuidada. De hecho, El Gran Templo Masónico de Caracas tiene un aspecto incongruente, en medio de las calles descuidadas  en la Parroquia Altagracia. La calle que bordea el edificio está tan deteriorada que apenas se puede transitar y justo a su lado sur, se alza una enorme construcción de la Misión Vivienda, con sus paredes blancas de edificación anónima. En contraste, la fachada gris y austera del Templo, tiene el aspecto de una reliquia que conoció mejores tiempos, del recuerdo de una Caracas donde alguna vez, reinaron los misterios.

O eso me quise imaginar. Me detuve ante la enorme reja de metal negro y lamenté se encontrara cerrada. Me pregunté si debía haber telefoneado, pedido una invitación. Pero ¿A quién? La información sobre el Templo Masón es escasa, tanto en web como en otros medios de comunicación. Pareciera que los caballeros de la Orden se esconde con mucha habilidad escondidos detrás de un anonimato disfrazado de descuido. Tuve el impulso de irme, de abandonar la pequeña aventura de visitar El Templo de nuevo y disfrutar a gusto la experiencia  - la primera vez lo hice en compañía de varios fotógrafos y no pude realmente disfrutar de de la oportunidad - y quizás, dejar a la imaginación mis expectativas. Pero el impulso era demasiado fuerte, casi insoportable. Miré asombrada el águila Bicefala, coronandolo todo, con su muy visible número 33 en el pecho, dejando bien claro que en aquel lugar, aparentemente sencillo, se guardaban secretos. Pero lo que realmente me impresionó hasta casi sacarme lágrimas, fue descubrir el compás, ese antiquisimo simbolo de la sabiduría más allá de la religión y el dogma, en uno de los balcones cerrados. Aquí habita el conocimiento, parecía decirme. Aquí podrás hacer preguntas.

De manera que empujé la reja. Muy libre e inocente. Pensé que alguien me detendría, que quizás se apresurarían a recordarme que el Gran Templo estaba vedado para las mujeres - cosa que comprobé, no es cierta - , que los no iniciados, no tenemos un lugar en ese pequeño santuario de conocimiento. Pero nadie lo hizo. Entré al Zaguan y me encontré con la misma casa que recordaba de mi anterior visita:  muy sencilla y austera en apariencia, pero con inevitable aire enigmático. El patio en herradura se abría luminoso al azul Caracas que tanto me gusta, y el pequeño salón de la antesala, tenía el mismo aire anticuado y precioso que tanto me cautivó antes. Y seguí convencida que no podía ser tan fácil. Pero si lo era. Un par de ancianos conversaban en una de las esquinas y me dedicaron una mirada levemente sorprendida. Pero nada más. Me ajusté el morral al hombro, atravesé la sala y me dirigí a la puerta entreabierta de la Sala de Ceremonias. Allí seguramente me tendría que detener alguien, pensé con el corazón latiéndome muy rápido. ¿No se supone que los masones son hombres misteriosos y esquivos? ¿Que no comparten el conocimiento? ¿No es su orden una de las más antiguas que se conocen, con sus rituales inquietantes y sus enigmas? Miré por la rendija entreabierta: el célebre piso de cuadros blancos y negros se extendía hacia el altar. Una imagen que habia visto repetida mil veces en montones de libros y reportajes televisivos. Las mismas cortinas carmesí, los vitrales coloridos abriendose en las paredes. Sentí emoción y algo semejante a la expectativa.

- ¿La ayudo en algo?

La voz del anciano me sobresaltó. Era uno de los que había visto conversando afuera, en el pequeño salón. Claro que no era tan fácil, me dije frustada. No podía serlo.

- Solo quería ver la sala - dije con sencillez. No podía decirles otra cosa. O sí: quizás podría haberle contado las horas que había dedicado a investigar sobre la masonería, lo mucho que me asombraban las leyendas: las extraordinarias sobre grandes sabidurías guardadas y conservadas entre los hermanos por siglos,  incluso las malintencionadas que le atribuían conspiraciones mundiales y hechos sangrientos. Pero era más sincero, decirle la verdad más elemental: Quería conocer de primera mano aquella sala casi mítica, que de pronto surgía de las imágenes de la historia para contarme cosas que yo quería escuchar.

- Pase, con toda tranquilidad - dijo. Y con único gesto, abrió la puerta de par en par. Me quedé boquiabierta. Sin saber que decir. Nadie me habría preparado para eso, para esa sonrisa amable y orgullosa, para su mirada apreciativa. Cuando me acompañó a recorrer la Sala de Ceremonias - llamada entre los miembros: Gran cámara - sonrío cuando se lo dije.
- El Templo es un lugar de conocimientos, se ofrece puertas abiertas - me explicó. Los rostros en los vitrales parecían mirarnos. Antiguos miembros entre lo que se contaba los personajes más importantes de la historia Venezolana: El Libertador Simón Bolivar, los proceres Santiago Mariño y Carlos Sublette, el Ilustre Americano Guzman Blanco, con toda probabilidad el masón venezolano más conocido. Una galeria para sentirse orgulloso, pensé. Los grandes espiritus y mentes de nuestra historia, la que se lee y la que se admira, reunidos bajo un solo nombre.
- ¿Ellos...estuvieron aquí? - pregunté titubeante. Mi guía me dedicó una sonrisa casi traviesa.
- Esta casa tiene 163 años de construida, de manera que sí, nuestros hermanos vinieron aquí siempre que pudieron - me explicó - Desde que Antonio Guzmán Blanco, inauguró el Gran templo, El 27 de abril de 1876, ha sido la casa de muchos ilustres corazones.

Me detuve en mitad de la Sala. La cúpula azul veteada de rojo se alzaba enorme: en ella no había rostros de Santos o presencias divinas. Un mar de estrellas, de constelaciones, se abrian en todas direcciones. Tampoco en el Altar, había otra cosa que simbolos de conocimiento: la piramide con el Ojo que siempre observa, el conocimiento divino. Y de nuevo el Compás, recordándonos la perfección del mundo, construido por el Gran Arquitecto, el curioso titulo con que los masones llaman a la Divinidad.

Con timidez, abrí mi morral y tomé mi cámara. Por supuesto, me resultaba impensable visitar el templo sin tomar fotografias, pero no sabía si este hermano amable, con su mirada intuitiva y extrañamente sagaz, me lo permitiría. Pero no dijo nada. Me sonrío de nuevo.

- ¿Quién la mandó? - me preguntó. Levanté la cámara, enfoqué la preciosa cúpula repleta de estrellas pintadas, las nubes inmóviles que flotaban sobre aquel silencio enigmático.
- Nadie - respondí. Apreté el obturador. El click de la cámara se extendió como un eco a través de la sala. Tuve una imagen de todos los antiguos miembros, esos que me observaban desde los vitrales, volviendo su cabeza de cristal para mirarme. Los miré a ellos, y a mi amable guía, con el mismo sentimiento franco que me había llevado al Templo esa mañana - vine porque quería comprender el Templo, mirarlo a solas, hacerme preguntas en él. Vine porque...deseaba mucho estar aquí.

El anciano no dijo nada. Me miró caminar de un lado a otro. Fotografiando sin cesar. Incluso tomando imágenes rápidas con mi teléfono, en un intento de captar la belleza del lugar de la mejor manera posible, de todas las maneras en que pudiera hacerlo. No me interrumpió. Me dejó ir de un lado a otro, haciéndome preguntas a través de la cámara, cuestionándome el significado de todo los símbolos que encontraba, incontestables. El misterio aquí, en esta sala. ¿Quienes son? me pregunté, tocando una mancha de cera de vela derretida que encontré en el suelo. ¿Que los hace regresar? Palpé la mesa de ceremonias, la madera pulida llena de muescas e imaginé al gran Maestre golpeando con el martillo, la voz de todos los hermanos llenando la cúpula, las paredes. Y sentí un tipo de emoción muy concreta, muy singular: Comprender la historia desde la historia.

- ¿Esta satisfecha? - me preguntó mi guía, mientras disfrutábamos de un café en al enorme Sala de Ágape. De nuevo, los rostros de los ilustres miembros me miraban desde las paredes. Las fotografías un poco deslucidas por el tiempo, las lineas comenzando a borrarse. De hecho, noté un poco esa decadencia del edificio, esa vejez prematura de un lugar que seguramente conoció mejores épocas. Pero me gustó así: con su historia a cuestas, con sus misterios allí, al alcance de quien quisiera verlos. Paladee el café, mirando la puerta cerrada que conducía quizás a la mítica Sala de Reflexión, unos pasos más allá. ¿De verdad se guardaba allí un cráneo humano, símbolo de la muerte y la fugacidad de la vida? Me imaginé caminando hacia la puerta, forzando los cerrojos y bajando a la oscuridad impenetrable. ¿Qué encontraría allí? ¿El túnel interminable que debían recorrer los iniciados para morir y renacer como miembros de la Orden? ¿Quizás el Antiguo tesoro que se decía cada Templo Masón guardaba en su interior? Sonreí y sacudí la cabeza. Nada más por esas fantasías, por renovarlas y sentir el poder del misterio, habría valido la pena la visita. Pero había sido mucho más que eso. Mucho más.

- Oh sí - respondí. Le apreté la mano afectuosamente - lo estoy.

Mi guía sonrío también. ¿Me comprendía? Quién sabe. Aún me pregunto que tanto comprendía de mi pequeña aventura, mientras miro su fotografía, de pie, en medio del Zaguán luminoso. Observándome, invitándome a comprender.

¿El qué?

Aún no lo sé, pero preguntármelo me hace sonreír.

C'es la vie.

Las imágenes que acompañan la entrada forman parte de las que tomé durante mi visita. La mayoría fueron realizadas con mi teléfono celular, porque decidí utilizar una de mis cámaras de Film para fotografíar el venerable lugar y que compartiré apenas pueda. Espero que estás pocas, muestren de alguna manera la singular belleza del Templo Masón de Caracas, un lugar extraordinario que puede sorprender incluso al más descreído.

¿Quieres visitar el Templo Masón de Caracas?

Según me comentó mi Guía, El Templo está abierto al público de 10 de la mañana a las 2 de la tarde los días Lunes, miércoles y jueves. Para visitarlo, no necesitas vestimenta ni permisos especiales, pero te recomiendo leer un poco sobre la historia del Templo Masón de Caracas y la Orden Masónica, para que puedas disfrutar mucho más tu visita.

Para leer: un poco de historia nunca viene mal.

La página de la Gran Logia de la República de Venezuela: http://www.granlogiavenezuela.org/

martes, 23 de julio de 2013

De lo laboral y otros temas del Mundo adulto: ¿Como pedir un aumento de sueldo?





Aunque he sido Freelance la mayor parte de mi vida adulta, conozco muy bien - y desde las entrañas del monstruo digamos - el ambiente laboral tradicional.  Mi mamá es gerente de Recursos humanos de una Empresa - lo ha sido durante casi treinta años - y crecí aprendiendo, quizás un poco por asimilación, mucho sobre el mundo empresarial en estado puro: esa relación un poco de juego social y de política borrosa que sostienen toda relación entre empleado y patrón. Sobre todo, porque el ambiente empresarial tiene sus propias normas, matices y modos de desempeño: un ecosistema que cada empresa desarrolla basado en planteamientos e ideas propias. De manera que, esa visión de lo Empresarial siempre será distinta, cuando no, nueva, en cada oportunidad.

Hace unos días, mi amiga @NesmaryEspina me pidió escribiera sobre qué debía hacer para solicitar un aumento de sueldo y el tema me pareció curioso. No solo porque jamás lo he hecho - las reglas en el mundo freelance son distintas al empresarial - sino porque además, no es un proceso sencillo. A pesar de la imagen graciosa de la cultura popular - el típico empleado negociando entre risas con su jefe - la escena suele ser cuando menos incómoda: porque cada una de la partes, trabajador y empresa, tienen objetivos y planteamientos distintos que no siempre coincidirán. De manera que es inevitable una negociación que permita llegar a un acuerdo beneficioso que no solo satisfaga las exigencias del trabajador, sino que además coincida con los intereses de la Empresa. Es un momento que puede resultar tenso y para mucha gente, la mera idea resulta tan incómoda que casi siempre comenten errores que pueden afectar el resultado final de la entrevista de negociación. Así que dos de las preguntas más habituales en estos casos son ¿cómo lo planteo? y ¿En qué puedo equivocarme?

Le hice ambas preguntas a mi madre y su respuesta fue una serie de consejos sobre el mejor momento, la manera más idónea de plantar la sugerencia en términos prácticos y sobre todo, la mejor forma de evaluar que tan efectiva es nuestro planteamiento como empleado. Una serie de ideas que parecen resumir algo concreto: Todo planteamiento laboral necesita un momento oportuno y un planteamiento directo.


* El momento idóneo: 

Un aumento de sueldo es sobre todo una negociación y una revisión del desempeño laboral del empleado. De manera que busca el mejor momento para llevarla a cabo: es imprescindible tener en cuenta el momento o etapa anual que atraviesa la empresa y además, analizar si es el idóneo para promocionar tu rendimiento como parte del mecanismo de trabajo y beneficio. Verifica además, los parámetros legales con que se rige la oferta laboral en tu país antes de solicitar un aumento: en Venezuela por ejemplo hay una serie de estatutos legales, que indican cuando debes recibir un aumento de manera obligatoria: tenlo en cuenta al momento de plantear tus exigencias laborales.

* La manera idónea: 

Plantear un aumento de salario, implica reconsiderar y revisar las clausulas laborales que atañen a la empresa en su relación empleado - patrón. Usualmente, el salario se calcula en base a tus responsabilidades y la descripción de tus funciones como empleado en la vacante laboral que ocupas. Así que al momento de plantear un aumento, revisa si tus responsabilidades han aumentado, o se han hecho más complicadas. Incluye un resumen de tus logros profesionales recientes. Menciona además el tiempo que ha transcurrido desde que recibiste el último aumento de sueldo y solo has recibido el estipulado por la ley, lo cual muestra en perspectiva el aumento de lo que haces y lo que obtienes como retribución salarial. También es conveniente, menciones e incluyas en tu planteamiento lo que has hecho para mejorar tu desempeño profesional, como cursos de mejoramiento y capacitación y cualquier otro elemento que haya mejorado tu trabajo dentro de la empresa.

¿Por escrito, en personal, una cita?

A pesar de que recientemente la jerarquía laboral es mucho más flexible y menos burocrática, la recomendación general es que al momento de solicitar un incremento salarial, intenta sea una entrevista formal, donde puedas explicar tus ideas directamente y sin interrupciones. La entrevista además, te permitirá debatir las ideas con tu Jefe y además, escuchar su punto de vista.


* El monto correcto: 

Para calcular lo que pudieras solicitar como incremento salarial, ten en cuenta tres valores: la cotización de lo que haces en el mercado laboral, cuanto tiempo transcurrió desde tu último aumento ( no legal ) y además, cuanto aspiras percibir por tu desempeño como empleado. Por supuesto, son tres cifras que pueden ser complicadas de calcular, pero investigar al menos un promedio o cifra cercana, te permitirá concretar tu solicitud ajustada con lo que está sucediendo en el mundo real, puertas afuera de la empresa. Una recomendación sobre el particular: evita presentarte como victima de la empresa o las circunstancias de tu vida personal. El ambito privado no tiene relación ni tampoco peso en una negociación empresarial.

* Negociar, ceder, escuchar, comprender:

Al momento de negociar un aumento de sueldo, las expectativas siempre serán altas. No obstante, ten en cuenta que la respuesta puede no coincidir con tus intenciones, de manera que comienza la negociación teniendo en cuenta que deberás escuchar los plantamientos de la Empresa y muy probablemente, aceptar alguna propuesta menos ventajosa que la que sugieres. Se abierto a opciones e intenta en lo posible no amenazar ni mucho menos, intentar utilizar trucos de manipulación para obtener el salario que intentas conseguir. No solo tu propuesta perderá solvencia sino que además, pudieras ocasionar una situación incomoda dentro de lo que debió ser un intercambio de ideas viables para ambas partes.


Recomendaciones generales:

* Lleva todo por escrito: te será más fácil plantear tus ideas si tienes una linea de argumentación clara. Incluye cifras y porcentajes de las razones que presentarás para apoyar tu petición.
* Comienza la negociación antes de la reunión: mi mamá sugiere enviar un correo electrónico previo donde puedas explicar el motivo por el cual deseas expresar tu reunión e incluir los puntos básicos que se trataran en ella. Evitarás malos entendidos y además, la reunión será mucho más fructífera y se establecerá un verdadero diálogo productivo.


Los errores que puedes cometer: 

* No investigar lo suficiente sobre el momento económico que atraviesa la empresa: hacerlo, te permitirá conocer de antemano que planteamientos pueda ofrecerte la empresa con respecto a tu petición y además, la información te permitirá saber a que atenerte.
* Que la reunión de negociación se convierta en una discusión personal: Si tu jefe no te simpatiza, el ambiente de la Empresa te molesta, los horarios te parecen incómodos, la reunión de negociación no es el momento idóneo para plantearlo. Recuerda: intentas mostrar y promocionar tu desempeño empresarial, no criticar a la empresa como tal.
* Comparar tu sueldo con el de otros trabajadores dentro de la Empresa: Una petición de aumento de sueldo debe ser personal y además, estar sustentada en argumentos demostrable. Tu opinión sobre el trabajo de tus colegas no es de incumbencia de la empresa y mucho menos, motivo de discusión dentro de una entrevista que está dirigida a tratar un asunto tan personalisimo como el salario que percibes.
* Ser Indiscreto: Tanto como si obtuviste el aumento que solicitabas como que no, intenta no divulgar lo que sea haya ocurrido en la reunión de negociación entre el resto de tus compañeros de trabajo. Tu experiencia podría propiciar un ambiente tenso y además, provocar una situación incómoda que podría afectarte directamente.

En resumen, solicitar un aumento de sueldo, siempre será una manera de evaluar tu rendimiento y crecimiento dentro de la empresa que trabajas, y además de eso, tu manera de percibirte como profesional. Confía en tu trabajo y sobre todo, usa el sentido común para llegar a un acuerdo que no solo te beneficie, sino que además demuestre a la Empresa para la que trabajas, tu valor y madurez como empleado. Y al final  del día, probablemente la experiencia, obtengas el aumento o no, te permitirá madurar en lo que a tu manera de comprender el mundo empresarial se refiere.

¿Tienes alguna otra sugerencia que no incluí en esta corta lista? Nos leemos en los comentarios.