sábado, 5 de marzo de 2011

De las pequeñas lecciones y otras ideas espontáneas sobre la madurez





Quienes son muy cercanos a mi, lo saben: soy fiel creyente de la buena educación. Pero en los últimos tiempos, la idea de cierta diplomacia se me desbordó de las manos. De hecho, me sorprendió encontrarme en un momento de mi vida, donde la mayoría de las veces, esa gran tendencia a la educación - o mejor dicho a la complacencia o al miedo a decir que no - comenzó a afectarme personalmente. De pronto encontré que me sentía la mayor de las veces incomoda, triste o peor aun, preocupada por la idea de haber dicho que si, cuando quería decir que no, o peor aun, haber aceptado en silencio alguna crítica o idea totalmente equivocada sobre mí, por no rebatirla a tiempo. De manera, que luego de haber sufrido una especie de bajón emocional tremendamente destructivo, decidí  por mi salud emocional, avanzar hacia otro paso de mi propia perspectiva de la convivencia. Basicamente, me liberé de mis propias restricciones y decidí que había llegado el momento de detener el ciclo incomodo de encontrarme siempre en medio de una tormenta emocional.

Por supuesto, me falta muchisimo por aprender - y recorrer - en esta pequeña meta personal que estoy construyendo, pero hasta ahora aprendí lo siguiente:

1) No justificarme por decir que no: Suelo ser muy dada a aceptar ciertas situaciones pensando en que tal vez, no estoy decidiendolo de la manera correcta o quizá debo darle una oportunidad a una idea que no me convence demasiado. No obstante ultimamente estoy intentando decir que no...y sin justificarme de inmediato. De hecho, no justificarme en absoluto. No, porque simplemente no quiero o deseo asi.

2) Aprender a responder de forma directa:  Tenía la idea arraigada de esperar siempre un momento "propicio" para dirimir situaciones incomodas. Ahora intento hacerlo de inmediato y permitiendome reaccionar como crea necesario, sin pensar si es educado o "simpático". Todavía tengo mis momentos donde me reprimo pero son cada vez menos, y eso me hace sentir definitivamente liberada.

3) No sentirme avergonzada o inquieta por las criticas: Muchas veces me tomaba las criticas - tanto sobre mí, como sobre mi trabajo - a nivel personal, un error muy común cuando desempeñas un trabajo donde tu expresión artistica tenga el mayor peso. Ahora simplemente entiendo que es un largo camino de aprendizaje, donde cada critica implica una inmediata mejora con respecto a lo que hago o deseo hacer. De manera que ahora acepto las criticas de la manera más profesional posible. Porque de eso se trata: soy una profesional que está creciendo artisticamente y las criticas forman parte de esa evolución.

4) Aprender que sentir antipatia hacia alguien es natural: y no por ello, dejo de respetarlo o considerar su trabajo o su opinión valiosa. Sin duda, es una idea dificil de digerir y construir, pero aun asi la comienzo aceptar como algo tan espontáneo como la simpatia o la amistad. Y de nuevo, sin justificarme o incluso, tener que buscar una explicación. Simplemente aceptar que sucede asi.

5) Crecer: Lo que podria traducirse como madurar o simplemente aceptar tus errores, equivocaciones, pequeñas manias, personales defectos. Porque tan importante como es aceptar tu propia visión del mundo, es comprender que no es necesario tener la razón, y que de hecho muy pocas veces las tendrás: una casualidad espontánea que tal vez solo confirme una de tus ideas. De manera que parte de esta necesaria transición en mi vida implica comprender que vivir en el ensayo y error no es otra manera que disfrutar lo profudamente visceral de la vida.


¿Ideas obvias? No lo dudo, pero por ahora, conseguir comprenderlas como parte de mi manera de ver el mundo me han permitido obtener una tranquilidad emocional, que hasta ahora me habia resultado dificil de tener.



0 comentarios:

Publicar un comentario