lunes, 23 de julio de 2018

Crónicas de la nerd entusiasta: Todas las razones por las que deberías ver la miniserie “Sharp Objects” de HBO.





Las historias televisivas suelen intentar construir una estructura narrativa que convierte a sus personajes en objeto de cuestionamiento continuo, quizás por el énfasis que brindan a las historias emocionales en conjunto. No obstante, “Sharp Objects” de HBO toma la arriesgada decisión de asumir el hecho tridimensional de su protagonista desde lo individual. La Camille Preaker de Amy Adams no sólo es el misterio de una narración cargada de ambigüedad y dobles lecturas, sino también, es el rostro visible de una reflexión profunda sobre el dolor, los traumas y sobre todo, lo vicioso que pueden resultar la noción del sufrimiento oculto bajo capas de extraño simbolismo. Camille — una reportera con pocas ambiciones, autodestructiva y herida por su pasado — encarna un tipo de personaje que rara vez se muestra en pantalla chica: uno que además de ser el centro de la trama, es también, el misterio dentro del misterio. Porque a pesar que la nueva serie de HBO trata sobre un caso de asesinato, en realidad el protagonismo es el de su personaje principal, sus vicisitudes pero sobre todo, su particular punto de vista sobre lo moral, el dolor emocional y el horror de las pequeñas tragedias privadas.

De modo que el personaje no sólo es el centro vital de la narración, sino también de sus implicaciones. Camille regresa al pueblo de su niñez con una bolsa de golosinas, botellas de vodka y todo tipo de obsesiones y dolores, convertidos en cicatrices, que oculta bajo un blusas de cuello cerrado y mangas largas. Hay algo definitivamente claustrofóbico y duro en la forma como Adams presenta al personaje pero además, en esa sutileza del sufrimiento agónico que se muestra a través de imágenes sobre su pasado, el pueblo como centro neurálgico de todos sus traumas y pesares, la versión de la realidad que el miedo de Camille muestra como una realidad distorsionada. Camille regresa al pueblo en que vivió — y sufrió — buena parte de su adolescencia, pero también al origen de su vida desgraciada y dolorosa. Del terror que convierte a su mente en una extraña combinación de osadía y desconcierto.

“Sharp Objects”, es una fascinante mirada al sufrimiento, el veneno de lazos familiares rotos y al miedo convertido en una forma de agresión moral. Con toda su apariencia de Thriller criminal con tintes góticos, la serie es algo más duro y elaborado de comprender. es Camille convertida en un mapa del dolor a través de sus cicatrices, la autoflagelación, los vicios y adicciones. Pero también es el pueblo y el pasado, convertidos en una alegoría al castigo y al nacimiento de un tipo de alegoría a las lesiones emocionales y reales que aplastan a Camille.

La serie está basada en el libro homónimo de la escritora Gillian Flynn, autora del best seller “Gone Girl”, que se convirtió en un controvertido éxito taquillero en la primavera del año 2014. En “Sharp Objects”, la autora repite la fórmula de un complejo personaje femenino convertido en algo más elaborado que un simple vehículo metafórico. Camille es de hecho, un espejo convexo a través del cual se refleja los escombros de la ciudad en la que nació y el pasado que se esconde entre los trozos perdidos de historias. En la serie, todo parece a punto de sucumbir al olvido: los edificios están vacíos, cubiertos de grafitis y carteles rotos, las paredes agrietadas y abiertas, en las que nace musgo fresco y verde. Los árboles y plantas se marchitan en jardines abandonados. El aire de abandono tiene un ingrediente de pura decadencia pero no lo suficiente como para disimular los estragos del tiempo y el dolor lento que parece destruir desde un núcleo invisible a un pueblo perdido en sus secretos. Pero ante todo, “Sharp Objects” medita sobre la autodestrucción y la muerte y todo parece gravitar en torno a esa idea, medida y elaborada como una comprensión extravagante sobre la pérdida. A la manera de Chejov, la serie utiliza la melancolía aparente como telón de fondo, pero también como motivo del enigma que la envuelve.

Por supuesto, “Sharp Objects” basa su efectividad en la capacidad del show para cuestionar lo que se supone debería contar y de la misma manera que el libro, confundir al lector con un extraño juego de visiones y percepciones sobre la realidad. ¿Cual es exactamente el nudo de la historia? ¿La vida atormentada y a menudo desordenada de Camille? ¿O la serie de secretos que subyacen debajo de la apariencia crepuscular de un pueblo que lleva a cuestas sus propios secretos? ¿O quizás una mezcla de ambas cosas, convertidas en un fenómeno de pura especulación sobre los horrores que se esconden puertas adentro de las casas familiares? La serie no se prodiga con facilidad y avanza a un ritmo mesurado que podría confundir pero que en realidad, es un análisis pormenorizado de un tipo de sufrimiento sin nombre imposible de definir a primera vista. Hay algo ritualista y casi sobrenatural en la forma como se asume la existencia de la muerte — el asesinato — y su relación con el cuerpo de Camille, convertido en una alegoría al dolor ritualizado y convertido en pulso poderoso del miedo. La serie analiza a sus mujeres — y el elenco entero, mayoritariamente femenino, sorprende por su eficacia y buen hacer — y transforma al habitual estereotipo de mujer/objeto en mujer/agente, lo cual añade una inusitada complejidad a los personajes y también, una dosis de perversa concepción sobre el miedo y los deseos complicados que anidan en el Universo femenino.

A pesar de las expectativas, “Sharp Objects” huye del habitual juego del gato y del ratón criminal, para construir algo mucho más elaborado y competente. Con su Camille Sardónica y tétrica, un pueblo sumido en la desgracia, un asesino sin rostro y una mirada caótica sobre el sufrimiento como base de la violencia, la serie tiene la capacidad de concebir una idea agresiva sobre lo femenino pero además, elaborar algo más duro de asimilar. La adaptación de Marti Noxon de la novela de Flynn conserva toda la belleza agónica de la narración literaria, pero le añade un elemento duro y cínico que elabora un discurso nuevo sobre el sufrimiento, con enorme crudeza y sin caer en dramatismos o análisis morales. “Sharp Objects” actúa como un eco de algo más sutil, pero a la vez, retorcido de lo que se muestra a primera vista.

No hay juego de gato y ratón, no hay burlas de un genio criminal. “Sharp Objects” en cambio se basa en el drama interno y transfigura a la Sra. Adams, quien deja al descubierto el alma harapienta de Camille con sardonicismo y odio hacia sí misma. (Wind Gap, le dice a su editor, se divide entre “tu dinero viejo y tu basura”, y ella misma es “basura, de dinero viejo”).

Con su puesta en escena delicada, derruida y melancólica — gracias al director Jean-Marc Vallée, quién el año pasado brindó a“Big Little Lies” su aire lujoso y peligroso — “Sharp Objects” tiene el tono y el brillo lustroso de una joya antigua mal conservada, a punto de destruirse por la presión de la realidad. De la misma manera que su protagonista, el contexto en la serie tiene algo de narcótico, sugerente y delicado, al borde mismo de una percepción de la locura refinada y ambivalente. Camille, con la memoria escrita en su piel, es el rostro de un horror doméstico y enigmático. Una nueva forma de comprender el desarraigo y la soledad a través de una sutileza casi venenosa que es quizás, el elemento más perturbador de una serie en la que nada es lo que parece.

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