domingo, 31 de marzo de 2013

De la Luna a la Rosa: el Sexo en la Brujería





Hace poco alguien me comentaba que en numerosas ocasiones, había escuchado que en la brujería el sexo era "libre", aunque por lo visto, el concepto de "libertad" que intentó explicarme tenía que ver un poco más con cierto caos sexual que con otra cosa. Como sea el caso, comprendí su comentario: la historia ha insistido en montones de ocasiones que las brujas eran cuando menos "puta" o así lo afirmó el honorable y misógino Santo Tomas de Aquino en otra de sus floridas frases "Santas". En realidad, para la brujería el sexo es creativo, una manera de comunicarse, una forma de construir lenguajes espirituales y corporales, por lo que sí, comprendo el planteamiento. ¿Es ese un concepto caótico con respecto a la sexualidad? Si y no: para la brujería, la sexualidad es parte de la necesidad física de cualquier ser vivo de expresar ideas con su cuerpo. Y sí, probablemente ese fue - y es - un concepto desconcertante. Culturalmente, el sexo está oculto bajo una gruesa patina de temor, probablemente de confusión y tabues, así que propugnar el sexo por placer, por necesidad, por comprensión de si mismo, colocó a las brujas - y sus creencias - en tela de juicio por siglos enteros.

Pero sí, las brujas durante mucho tiempo fueron las confidentes naturales de todo aquel que comprendió el sexo más allá de la idea lineal y moral de la época. Debido a eso, las brujas del renacimiento aconsejaban a las Grandes cortesanas de Venecia y Florencia para el ejercicio de su profesión. Los príncipes y grandes señores que la protegían y mantenían no abundaban, por lo que la competencia entre ellas se basaba en en seducirlos y después conservarlos como amantes el mayor tiempo posible. Tanto las que atacaban como las que defendian esa privilegiada posición recurrían todos los trucos afrodisíacos que las Antiguas Tradiciones de magia ponian a su alcance. Por largo tiempo, hubo toda una comprensión del sexo a través de la magia, de la idea del sexo sagrado y más, de la percepción de la idea sexual como creación sensorial. Por ello, existen una serie de rituales donde el sexo es una forma de expresión ritualista, como el siguiente_


Materiales:

Un espejo de cuerpo entero, si es posible ovalado.
Tres velas: una roja, una naranja y otra amarilla.
Tres conchas de mar.
Tres rosas, de mismo color que las velas
Un frasquito de agua de Azahar.
Un puñado de albahaca.

Disposición:


Coloca cada vela sobre una concha, tras derretir un poco de cera para sostenerlas. Forma un triángulo con las velas en el suelo y frente al espejo: la roja delante, la naranja a la izquierda y la amarilla a la derecha.

Ponte las tres rosas en el cabello, a tu gusto, pero bien enganchadas, y desnúdate por completo. Enciende las velas y entra dentro del triángulo. Mira tu cuerpo en el espejo, mientras te concentras para entregarte a la fuerza del ritual.

Suspira, toma una larga bocanada de aire para equilibrar tu energía y realiza la siguiente invocación con estas u otras palabras que conserven el sentido:


"Madre de todo lo creado 
Madre de la belleza y el sueño de la piel
te invoco en nombre de mi cuerpo y de mi sangre 
donde escucho tu voz 
que el tesoro de mi intimidad
y el canto de mi sentidos 
sean ofrendados en tu nombre 
Así sea"

Ahora, moja los dedos con el agua de Azahar; unge tu frente con el índice y pulgar con la mano izquierda y tus labios con la mano derecha. Mientras lo haces entrega tu mente y tus palabras a la fuerza de tu sexualidad, a la Diosa fuerte y energética que habita en tu cuerpo, a la maravillosa energía que te rodean y te inflama en la belleza y la armonía de tu feminidad. A continuación, baja ambas manos para ungir los pezones y las ingles, y déjalas cruzadas sobre el pubis. Concéntrate en sentir que tu cuerpo y tu persona se impregnan del erotismo astral.

Toma un puñado de albahaca y espolvoreala sobre el cabello y la piel, para que canalice las vibraciones astrales del interior de tu cuerpo.

Finalmente, alza los brazos separados con las manos abiertas hacia arriba, cierra los ojos y concéntrate profundamente en sentir el poder sensual que recorre tu cuerpo por la gracia de las Diosas.

Sonrío, mientras leo el ritual completo: la Mujer como Diosa y aún más, dueña de su propia necesidad de crear.

C'est la vie.

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