viernes, 10 de enero de 2014

Una película cada viernes: "Devil In Miss Jones" de Gerard Damiano




En más de una ocasión, se ha calificado a la película "Devil in Miss Jones" como pornografía dura y pura, lo cual no deja de ser una descalificación muy lamentable para un experimento visual que reformuló el género erótico para la gran Pantalla grande. Y es que hasta entonces, el sexo cinematográfico parecía limitado al cine de consumo adulto, un término que delimitada la moralidad visual de una manera poco menos que retrógrada. Pero el director Gerard Damiano, visionario y contestario, decidió construir un lenguaje propio donde lo erótico pudiera confundirse con cine de autor, donde la propuesta sexual sostuviera una conclusión narrativa con sustancia propia. Y lo logró: No solo brindó a las películas de contenido adulto una nueva dimensión y una elegancia visual inédita, sino que además, basó su propuesta en esa novedosa visión del sexo como forma de arte.

No lo olvidemos: la sociedad Norteamerica es bastante conservadora. Aún más en los primeros años de la década de los setenta, cuando aún se recuperaba del sismo cultural que simbolizó la década anterior y sobre todo, luchaba por definir su mirada social intentando sostenerla sobre una visión intimista de la cultura. Muy probablemente por ese motivo, fue el momento ideal para que Gerard Damiano, que ya había probado las mieles del escándalo con la célebre “Deep Throat" (Garganta Profunda, 1972), su debut cinematográfico, mostrara su propuesta más desconcertante. Porque "Devil in Miss Jones" es sin duda una película controversial, no solo por su temática sexual sino por su propuesta: esa revisión de la sexualidad femenina que sorprendió a toda una generación de espectadores.  Con la audacia del que experimenta sobre terreno desconocido, Damiano confeccionó un escándalo a su medida, una revisión concreta del género erótico que abandonó los clichés de anteriores propuestas para construir algo totalmente novedoso. Y es que no en exagerado decir que con Damiano, el porno salió a la luz, se hizo aceptable. O mejor dicho, se hizo parte de la cultura popular por derecho propio. Y el cambio fue notorio e inmediato: Los criticos de la época se atrevieron a comentar sobre una película porno sin temor al desprestigio y los periodistas, a mirarla como una pieza curiosa dentro de la revisión de la cultura de la década recién nacida. Todo un descubrimiento para el cine formal y más allá, para la expresión más concreta del arte visual como consumo popular.


Para Damiano, significó además una vuelta de tuerca: La rentable y conocidísima "Deep Throat" le trajo problemas legales y un turbio incidente con el crimen organizado americano, que pareció desmerecer el experimento visual y de planteamiento que significó la película. No obstante con "Devil in Miss Jones" no solo se reinvidicó como creador visual sino que creó un clásico a su medida: sofisticada, inquietante, con un guión impecable y por supuesto, sexo muy explicito, la película asombró a críticos y al público en general, que la catalogaron, con bastante acierto como "pornografía intelectual".  Con una elaborada puesta en escena, una visión juguetona y casi cínica del erotismo y sobre todo, esa provocación incesante que Damiano aprendió bien pronto como director minoritario, la película no solo consiguió construir un nuevo código de lo sexualmente aceptable: le brindó sentido al sexo como expresión visual. Atrás quedaron las encendidas polémicas sobre la sexualidad cinematográfica y la brecha entre lo aceptable y lo censurable, pareció hacerse levemente brumoso ante la osadia de Damiano, quien utilizó todos los recursos a su alcance para provocar. Desde el metamensaje de una sociedad reprimida y abrumada por la moralidad, hasta esa liberación, en símbolos y pareceres, que la película muestra a través de su peculiar y ambigua puesta en escena.


Indudablemente, el directo  tomó arriesgadas decisiones visuales: La película rompe la barrera de lo códigos eróticos tácitos del cine contemporáneo para construir algo más sustancioso, profundo y perturbador. Quizás por ese motivo, la película no solo seduce sino que incomoda. Desde la extraña primera escena, donde el maduro personaje principal muere luego de cortarse las venas hasta la manera como el guión se desarrolla, entre pequeños saltos argumentales y espirales simbólicos que sorprenden al espectador más curtido. Porque para Damiano, el sexo es una jugarreta, un juego de espejos que sostiene el argumento con una sutileza que asombra e incluso conmueve. Y es que el director, construye un lenguaje visual donde la lujuria es una visión amplia sobre la naturaleza humana, sobre sus temores, sus virtudes y debilidades. Un mosaico intrincado de matices infinitos donde el deseo, la transgresión y la avidez sexual tienen un valor casi sacramental.

Sin duda, lo que más sorprende en "Devil in Miss Jones" es su contradicción a las fisuras del género erótico. Se niega, casi con una sutileza elegante, a seguir los términos elementales construye elementos de ruptura con un género autocomplaciente. La interpretación de la vulnerabilidad del espíritu humano y esa sutil mezcla entre la vida y la muerte a través del sexo, crean una tensión casi insostenible dentro de un relato visual casi existencialista. Tal vez por ese motivo no sorprende la declaración de su Director que el argumento está basado mayormente en la pieza teatral "A puerta cerrada" de Jean Paul Sastre. En esta obra, minima y árida los tres personajes condenados al Infierno, se debaten en un dilema mínimo en intrincado: de inmediato descubren que su castigo eterno será permanecer juntos  en la mismo lugar, soportándose mutuamente por siempre. De allí, el origen de la extraña frase que en ocasiones sostiene las escenas más duras de la película  “el infierno son los otros”, sus miradas y nuestra necesidad de aceptación.


Merito aparte lo merece la impecable actuación de la actriz Georgina Spelvin, seudónimo para el Otro Hollywood de la actriz Michelle Graham. Rolliza, carnal y provocativa, la actriz logró superar el escollo de la visión limitante e idealizada del porno sobre la mujer sexual. Quizás se debió a las especialisimas condiciones en que fue contratada:  El director la escogió entre una multitud de postulantes no solo por su edad, sino por su imagen de madurez exquisita, de esa redondez del cuerpo femenino que parece trascender la mera idea sexual y genital.  Graham no defraudó. No solo construyó un personaje sólido sino que además, dotó a las escenas eroticas de una humanidad espléndida, de una delicadeza impensable. Todo esto, quizás reflejo de su caótica situación personal, de ese equilibrio perenne entre el desastre y la pura angustia espiritual que la actriz tuvo que afrontar buena parte de su vida: A pesar de poseer formación actoral, debutó en producciones eróticas empujada por el desempleo. Y extrañamente, fue su capacidad para brindar una rara sensibilidad a sus personajes lo que la llevó a ser - por algún tiempo - una de las mujeres más reconocidas de ese extraño mundo del cine adulto norteamericano.

Muy probablemente, "The Devil in Miss Jones" continuará siendo considerada como parte de ese cine minoritario y vulgar que el Mundo cinematográfico intenta denigrar e ignorar. Pero aún así, brilla con luz propia, con una tenacidad que probablemente tenga mucho que ver con esa lujuria provocadora, visceral y sin embargo tan dolorosa que exhibe, esa visión del espíritu racional torturado por la culpa y el deseo y más allá, la simple visión de la naturaleza humana.


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1 comentarios:

Rancilyo dijo...

Y parece mentira, tiene más secuelas que Martes 13 jajaja. Porno clásico, en toda la palabra.

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