miércoles, 18 de diciembre de 2013

Una vuelta al sol: Los doce momentos memorables que viví durante el año 2013



Comienzo a escribir este artículo a unos cuantos minutos de la media noche. Tengo una particular predilección por los momentos significativos, por los grandes y los pequeños, los extraordinarios y los discretos. Todos crean una manera de expresar ideas sobre mi misma que me sorprende por novedosa, cuando no por desconocida. No puedo dejar de mirarme en estas palabras, en esta necesidad de comprenderme. Y es que cuestionarse siempre será un negocio riesgoso, un pequeño dolor. Pero lo atravieso con gusto. Tal vez es la mejor manera de comprenderme y además, encontrar un sentido a quien soy.

Si tuviera que resumir este año en una palabra seria contradictorio. Como dije hace poco en la red social de microbloggin Twitter, podría decir que lloré las mismas veces que reí a carcajadas, y eso podría ser una buena manera de definir una vuelta al sol especialmente intensa, dura y dolorosa. Crecí, maduré, tuve tanto miedo que muchas veces me sentí paralizada. Sentí tanta alegría que muchas veces no pude menos que agradecer en silencio. Y entre toda la agitación, la locura, el desencanto y la ilusión, maduré de una manera que me hace sonreír, que me permite mirar el futuro con esperanza - la recién nacida, la siempre nueva - y me hace confiar en que sea que me encuentre en los doce meses que dentro de poco comenzaré a recorrer, será una manera nueva de comprender, de soñar y continuar mirando el mundo con ojos redondos e inocentes.


¿Y cuales podrían ser los doce grandes momentos que viví este año? Sin orden en particular y probablemente más llevada por el instinto que por la importancia, podrían decir que fueron:

* Gabriela regresó de su viaje entre estrellas y sueños:




El año comenzó con la peor noticia imaginable. Una de mis amigas más queridas Gabriela Aguilar, sufrió un accidente que le produjo un delicado e impredecible cuadro médico: la lesión cerebral que le provocó una caída de su bicicleta fue tan grave que la sumió en un coma profundo durante casi un mes. Gabriela siempre había sido mi símbolo del poder de la esperanza y de insistir en luchar las pequeñas batallas, por lo que todo lo ocurrido detuvo de alguna manera la celebración de año nuevo, al menos en mi mente. Me recuerdo sentada el 31 de Diciembre de 2012 frente a mi ventana favorita, mirando la noche resplandeciente de color y brillos multicolores, con un único deseo para comenzar un año que ya desde entonces se anunciaba duro y singular. Y es que la posibilidad que Gabriela no pudiera sobrevivir al cuadro médico que padecía, me hizo pensar en mi propia mortalidad como nunca antes y sobre todo, me recordó la fragilidad de esta intensa experiencia intima que llamamos con tanta ingenuidad, vida.

Pero por supuesto, Gabriela no solo no dejó de batallar, con los ojos cerrados, avanzando en la oscuridad de su mente hacia quienes le esperábamos con los brazos abiertos y llamándola a gritos sino que triunfó. Como la héroe de sonrisas que siempre ha sido, remontó su cuadro médico y el día 21 de Enero, despertó finalmente, luego de casi un mes sumida en un coma profundo y con un diagnóstico médico preocupante. Su franca y rápida mejoría sorprendió a propio y a extraños. Pero a mi no: me mostró - de nuevo - que el poder del espíritu humano es infinito y que construir tu propia vida, es una forma de voluntad.

* Vivivendo la Historia: Muerte de Hugo Chavez Frías.




Para bien o para mal, El presidente Hugo Chavez fue parte de la vida cotidiana del Venezolano por casi catorce años. Desde que irrumpió en la vida venezolana gracias a su intentona golpista hasta su elección como presidente "revolucionario",  Chavez y sobre todo su especialisima manera de gobernar, se convirtió en una interpretación  la cultura del Venezolano y su idiosincrasia. Y es que a pesar de oponerme a sus ideas frontalmente y desconfiar de él desde su primera e histórica aparición publica como jovencisimo soldado rebelde, siempre estuve consciente del poder y el arraigo que la personalidad del Presidente y su capacidad para seducir masas podía simbolizar. Crecí bajo la bota militar de su gobierno, personalista, extravagante y peligrosamente cercano a la autocracia y me hice adulta bajo un país signado por su verbo pugnaz. Aprendí a conocer al animal político y al estratega con disfraz de humildad, al líder carismático en busca de una trascendencia histórica que superaba con creces al barato ideario político que intentaba vender como ideología singular.

Quizás por ese motivo,  cuando anunció sufría de cáncer, fui una de las pocas que creí en su palabra. En un país dividido, polarizado y donde cada circunstancia se debate como estrategia política, la enfermedad de Hugo Chavez pareció otro juego de poder en un tablero especialmente complicado. Pero yo solo vi al hombre, de rostro tenso y mirada huidiza que sufría algo evidente: miedo. Un miedo profundo que no pudo disimular con su acostumbrada arrogancia. Un miedo que se convirtió en un delirio fanático por conseguir vencer su debilidad física y extender su poder más allá de lo que físicamente le permitía su cuadro físico. Después, se convirtió en una lucha por heredar el poder político, por restañar las heridas de una Revolución signada por su personalidad y que se tambaleaba ante la posibilidad de su muerte. Por último, fue la última gran escena de un hombre que insistió en vivir como símbolo religioso afianzado en la popularidad política.

El día de su muerte, el día cinco de Marzo del 2013 y casi medio año después de conocerse la primera noticia sobre la enfermedad que sufría, fue quizás el menos evidente de meses enteros de especulación. Durante todos los meses anteriores, la enfermedad - sus verdaderas implicaciones - pareció diluirse en el habitual ambiente convulso del país. Desde la rápida carrera electoral, que Hugo Chavez asumió a media marcha hasta el descalabro económico que se intentó detener sin lograrlo, los primeros meses del año transcurrieron entre rumores y una inquietante sensación que el país se balanceaba sobre una peligrosa incertidumbre. No obstante, la tarde en que Nicolás Maduro dio la noticia al país, fue un momento que pareció confundirse con una especie de irreal sensación de desconcierto que nadie supo manejar muy bien. Recuerdo las horas que siguieron como una como una extraña sucesión de imágenes tensas. Las calles de Caracas vacías, el silencio inquietante de una ciudad que no sabía que esperar. Atemorizada, atravesé el Centro mismo de la ciudad, quizás la zona más chavista de Venezuela, y me encontré con calles desoladas, intranquilas a pesar del silencio. De algún lugar, la voz grabada de Chavez se escuchaba en medio del silencio y un grupo de dolientes, envueltos en la bandera llevaban a cabo la primera de las muchas vigilias que encontraría para conmemorar la memoria del Presidente que se convirtió en símbolo, de un tirano moderno que se llevó con gran habilidad el traje de un demócrata para sobrevivir a su propio mito.


* El desnudo y la censura:




Cuando comenzó el año, tomé la deliberada decisión de sentirme incómoda. Me refiero que me replanteé mi trabajo fotográfico como una rebelión contra mi misma, contra mis propios símbolos y mitos personales. Así que decidí que mi primer proyecto artístico del año sería una serie de doce autorretratos desnudos. Por supuesto, en el momento en que lo decidí, no sabía exactamente en que me metía y aún de haberlo sabido, dudo que habría retrocedido: el aprendizaje que obtuve a medida que derrumbe mis propios tabúes e ideas lo considero uno de los más importantes y significativos del año.

Como también lo fue comprender los limites de la censura. El día 4 de mayo, descubrí que mi fotografías de desnudos artísticos que incluí en un álbum de Facebook habían sido borradas y que de hecho, me encontraba bloqueaba en la mayor parte de las funciones de la página. ¿El motivo? Que mis fotografías habían sido denunciadas como "pornográficas". Por veinticuatro horas me debatí entre la frustración, la sorpresa y la simple cólera, tratando de comprender porque el desnudo femenino parecía levantar tanta desconfianza y resquemor entre una audiencia supuestamente adulta. No encontré la respuesta y de hecho, aún no la tengo. Pero fue una experiencia que me hizo meditar y mucho, sobre el poder de la imagen, la manera como puedo plantearme mi propia simbología y más allá, la hipocresía social.

* Del retrato a la mirada del Otro:

Además del Autorretrato, mi género favorito en la fotografía y tal vez por las mismas razones, es el retrato. Y es que hay una medida de intimidad enorme y significativa entre el fotógrafo y el retratado, que me parece la esencia misma de todas las razones por las que amo la fotografía. No obstante, todo mi conocimiento del Retrato se basaba en la observación, en el estudio empírico y mi propia necesidad autodidacta de comprender las metáforas de una complicadísima disciplina fotográfica que se define bajo sus propios parámetros. Tal vez por ese motivo, tomar la primera clase real sobre el tema, resultó tan significativo para mi. Aprender desde lo esencial hasta lo más complejo, corregir errores, mirarme a través de una idea concreta y sobre todo sensible con respecto al Retrato como disciplina, me permitió crecer, madurar y asumir mi propias ideas al respecto y lo que es aún mejor, depurar mi lenguaje visual.

* Del foco a la palabra:

Cuando mi amigo Ricardo Arispe me invitó a escribir en su revista Online @DeTodoUnFoco nunca imaginé lo mucho que aprendería escribiendo para un público mucho más amplio del que suele leerme en este, su blog de confianza. Pero fue resultó ser una experiencia extraordinaria y que me permitió comprenderme a través no solo de lo que puedo escribir, sino de lo que puedo expresar a un público en concreto. Me gustó muchísimo además, encontrar que el tema fotográfico aún puede ser analizado desde una óptica distinta a la usual y que además, sea un parte de ese continuo cuestionamiento de la disciplina como fenómeno cultural.

* Entre Publicaciones te veas:

Y también por las mismas fechas, la página web @LaPatilla publicó un breve reportaje sobre mi trabajo como fotógrafa que me sorprendió por su repercusión. No solo encontré que mi lenguaje fotográfico podía ser analizado, comentado y criticado por un público totalmente nuevo sino que  tuve la rara experiencia de interpretar toda una serie de ideas desde un ángulo distinto. La súbita celebridad - tan fugaz como superficial - de pronto me hizo comprender las diversas implicaciones del lenguaje visual y más allá, su importancia como nueva forma de expresión formal.

* Entre el erotismo, la palabra y otras visiones de la palabra:

La primera vez que me tropecé con la cuenta @NalgasyLibros en Twitter, no sabía exactamente que era aquella extrañísima propuesta de combinar sexualidad, desnudos y literatura. Pero aunque no la entendía, me encantó, tal vez porque de esa singular visión de las cosas nacía un discurso totalmente de nuevo. Una manera de asumir que lo erótico crea, construye, se observa así mismo como reflejo cultural. Más tarde, cuando tuve el honor de ser invitada a participar en el proyecto, me asombró su flexibilidad, su belleza y sobre todo su capacidad para tocar limites y reinventarlos. Un aprendizaje totalmente nuevo que me proporcionó una inestimable experiencia.








* Del Autorretrato como vivencia a la experiencia colectiva:

Hace unos cuatro años, dicté un pequeñisimo taller de autorretratos en la entonces pequeñisima sede de @escuelafotoarte en Chacaito. Fue una experiencia extraordinaria que me transformó de muchas maneras, no solo porque jamás supuse amaría tanto enseñar fotografía - y sobre todo, sobre mi género favorito - sino además por tener la oportunidad de construir un mensaje coherente sobre lo que es el autorretrato como propuesta, visión, ideario y más allá, expresión colectiva artística. No obstante, fue una experiencia casi doméstica: mis alumnos fueron algunos de mis mejores amigos y estuve bajo la supervisor de mis queridos profesores Arlette Montilla y Luis Roberto Lipavsky. Aún así, aprendí lo suficiente como para contemplar la idea de hacer algo más consistente con mi visión teórica del autorretrato y sobre todo, mi manera de enseñar.

No obstante,  transcurriría un buen tiempo hasta que tuve la oportunidad de dictarlo otra vez, en esta ocasión en la Sede Academica de FotoArte en Altamira. Fue por supuesto, una experiencia mucho más grande y totalmente nueva: mi grupo de alumnos era muy nutrido y retador y además, me encontré con la posibilidad de contemplar el autorretrato no solo como género fotográfico de autorreferencia, sino como transformación de nuestra capacidad de comunicarnos en imágenes. Mi grupo de alumnos asumió el reto con muchísimo entusiasmo y el resultado fue doce interesantisimas series fotográficas que expresaron, más que una visión intima, una elaborada conclusión sobre la capacidad vivencial de su autor. ¿En cuanto a mi? Aún sonrío de orgullo al recordar cada imagen que mis alumnos crearon a través de su firme decisión de contar su historia.


* De la Brujería, la casa del Arte y otros sueños cumplidos:


Cuando mi amiga @CristalPalacios me planteó la posibilidad de hablar sobre brujería en una charla abierta en los espacios de la ONG que dirige @Psiquearte, me aterroricé. Mis experiencias anteriores no habían sido especialmente buenas y me pregunté si estaba lista para lidiar con la posible indiferencia o simple incredulidad de un auditorio que probablemente me miraría como una rareza, cuando menos. Pero finalmente me atreví a hacerlo, por todas las buenas y equivocadas razones que consideré indispensables y necesarias, pero sobre todo, con la esperanza de encontrar una manera de contar mi historia a un grupo de oyentes que pudieran escucharla con atención y quizás comprenderla. Lo que nunca esperé, claro, fue que la experiencia me rebasara y se convirtiera en algo más: en una fluida conversación entre quien soy y mis creencias, y todos los que como yo, se han sentido limitados o heridos por la indiferencia ajena alguna vez. Recordaré esa noche de sonrisas, complicidad y ternura por muchos años. Una lección de profunda humanidad.

* En Las Tierras de Da Vinci:

Soy una devota lectora de artículos de opinión. Me gusta contrastar mis opiniones personales con los pareceres de quienes considero expertos  en determinadas disciplinas, por lo que la propuesta de la revista web @ProDavinci me encantó desde que la descubrí, en mi casi obsesiva búsqueda de información vía web. Durante todo este año, muchas de mis opiniones políticas y filosóficas se han nutrido de los diversos artículos de grandes plumas que el portal ha publicado con puntual eficiencia. Admiré sobre todo, su capacidad para renovarse y su respetabilisimo panel de conocedores en las más diversas materias. Una especie de colección de lo más granado de lo intelectualidad nacional e internacional.

Por ese motivo, cuando me invitaron a participar como columnista, me sorprendí y es quizás uno de los momentos más emotivos, extraordinarios y memorables de este extraño e intenso 2013. La sensación que mis palabras podrían formar parte de esa selección de pensadores, me hizo sentir honrada sino además, me brindó la posibilidad de expresar mis ideas a un público nuevo, diverso y mucho más critico, lo que me ha obligado a mejorar y crecer. Una manera de soñar.

* Del Mausoleo a la polémica:

Podría decir que Visitar el Cementerio general del Sur fue uno de los momentos más inquietantes e intrigantes que viví este año. El monumento, inaugurado en el año 1876 por el entonces Presidente Antonio Guzman Blanco, vive un preocupante proceso de deterioro que lo ha convertido, de simbolo histórico y fragmento de la historia nacional en una de las zonas más peligrosas del país. Un lamentable destino para uno de los lugares más emblemáticos de la historia Venezolana durante los dos últimos siglos.

Visitarlo cámara en mano, significó para mi redescubrirlo y además, inventarlo en mi memoria, más allá del temor que pudiera inspirarme y a pesar de mis propios prejuicios. Toda una sorpresa: porque no solo encontré una forma nueva de comprender la muerte bajo el signo y la identidad nacional, sino asumir que el Cementerio del Sur guarda un notorio paralelismo con la realidad nacional. Con sus calles abandonadas, su soledad de pesadilla y esa notoria destrucción de lo que fue el lujoso lugar de descanso de varios de los personajes más importantes del país, se transformó en su propia sombra. Un poco como Venezuela y quizás, una manera de comprender la realidad nacional desde ese reborde marginal de lo que puede simbolizar la muerte en el subconciente nacional.

La visita tuvo toda una serie de consecuencias inesperadas: Una de las fotografías que tomé causó polémica, cuando se confundió el detalle de una de las bellas esculturas que llenan el cementerio con la mano de un cadaver. La reacción fue inmediata: me acusaron de profanadora e incluso un grupo de usuarios y amigos del cementerio exigió explicaciones. Finalmente, la situación se aclaró, dejándome ese extraño regusto, entre amargo y desconcertante, de la interpretación de la mirada del otro sobre el trabajo propio.

* De primera Plana:

Y finalmente, el año cerró con una sorpresa especialisima: La serie de fotografías que tomé en el Cementerio General del Sur fue escogida por el periódico "El Nacional" para formar parte de su sección "La Individiual" del Lunes, donde tuve el honor de mostrar mi visión sobre el Cementerio y más allá, mi interpretación sobre la muerte y la melancolía. De alguna manera, mirar el reportaje impreso fue una manera de llegar a un punto de reflexión sobre mi transitar en este año extraordinario, que me enseñó el valor de comprender y mirar el mundo desde la razón crítica.

¿Un resumen corto? Sin duda: aún tendría que mencionar las pequeñas grandes aventuras recorriendo Caracas cámara en mano que incluye mi visita al Templo Masón de Caracas, la ocasión en que casi terminé en la cárcel por vandalizar propiedad pública, La noche de brujas que celebré junto a mi gente querida de @VacaVieja e incluso, mi más reciente peripecia participando en una campaña improvisada contra una campaña publicitaria machista que culminó en una disculpa pública. También dejó por fuera - en el tintero - las alegrías ocultas, las luchas que continúan, los dolores personales y todo un Universo personal que construyó un año repleto de experiencias - dolorosas, hermosas, buenas y otras no tanto - y que dibujo ese mapa de ruta hacia otra historia que contar, otra fotografía que tomar, otra aventura que vivir.

¿Y tu? ¿Ya pensaste cuales fueron tus grandes momentos de este año que casi termina? ¿Quieres contarmelo? ¡Nos leemos en los comentarios!

1 comentarios:

Aurelia dijo...

Mi año fue un año de renuncias, de pequeñas batallas, de entender el momento, de despedidas. Y no me quejo. Tuve mis momentos de gloria en el pasado, años que se convirtieron en una montaña rusa, años de experiencias increíbles, años de éxitos profesionales, años de amor, años de maternidad, años de lágrimas. Y todos juntos conforman mi pequeña historia.

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