martes, 24 de diciembre de 2013

Delirios y celebraciones: La Navidad a través del mundo.




Como Grinch oficial de mi familia, no celebro navidad. La mayoría de mis parientes tampoco lo hace, pero igualmente disfrutan - y mucho - de esta oportunidad de reunión, retomar afinidades y simplemente estar juntos. Y es que la navidad es, más que una fecha religiosa, una manera de entender nuestra cultura, esa que insiste social, una gran comunidad unida por ideas semejantes. No obstantes - y aquí viene lo que personalmente me divierte - al parecer hay muchas maneras distintas de interpretar la Navidad, como celebrarla y sobre todo, como asumir su significado. Una especie de reconstrucción de la idea cristiana - basada en la fe - a algo más cercano a una visión cultural de la fecha. Sin duda, una transformación de la primitiva idea casi sectaria que la navidad solo podía ser celebrado para católicos - y por católicos - en algo mucho más general y flexible. Un sintoma social, quizás.

Basada en esa idea, decidí hacer unas cuantas preguntas a mis amigos de diferentes nacionalidades e indagar un poco sobre sus manas de celebrar la navidad. Me asombró encontrar que las costumbres tenían un cierta idea pagana y más allá, una connotación étnica muy fuerte. ¿Lo mejor? su manera de reflejar la cultura de donde provienen y esa enorme capacidad del hombre para pintar cualquier circunstancia y escena con los vivos colores de su imaginación.

¿Y cuales son esas costumbres que me asombraron tanto? Las siguientes:



Luz de Navidad: Una celebración radiante en Medellin. 

Mi amiga Y. es colombiana de nacimiento y aunque es hija adoptiva de nuestro país, continúa conservando alguna de las costumbres navideñas del terruño. Me contó que para ella la navidad empieza de alguna manera el día 7 De diciembre, con el llamado "día de las velitas". Junto a su familia, decora el pequeñísimo jardin de su casa con velitas y linternas de papel amarillo, para homenajear a la Inmaculada Concepción. En Medellín su ciudad de origen, la celebración se convierte en algo extraordinario cuando los vecinos de varios aledaños se reúnen y crean verdaderos "Túneles Luminosos". Para Y., sin embargo, lo más entrañable de la costumbre no es el espectáculo visual - que ya lo sería por sí solo - sino la forma como la celebración parece estrechar lazos entre parientes y amigos que pocas veces coinciden durante el año.

- Llevar una lucecita, se convierte en una manera de saludar y desear ventura a quienes forman parte de tu vida - me explicó. Con una sonrisa, me extendió las fotografías de su pequeñísima celebración doméstica. Sus hijas sostenían velitas en medio del salón repleto de luz - es un momento de paz y unión que anuncia como será la navidad después: una forma de recordar porque la familia nos hace sonreír.

Una idea que me encanta, pienso, encendiendo la velita que me obsequio. Una forma de mirar la Navidad como un momento de unión.

En Colombia, las navidades se inauguran extraoficialmente el día 7 de diciembre, el "Día de las Velitas". Por la noche, las calles se decoran con velas y linternas de papel, que iluminan las ciudades y pueblos en un resplandor amarillo en honor a la Inmaculada Concepción. En muchas ciudades, e incluso en los pequeños pueblos rurales, los vecinos se reúnen y decoran los barrios, convirtiendo las calles en virtuales "túneles de luz". La ciudad de Medellín se convirtió en un popular destino turístico durante la temporada de vacaciones debido a este despliegue de luces.


De puerta en Puerta: Las posadas mexicanas. 

Durante años, la familia de mi amigo V, vecino de mi madre, ha llevado a cabo una curiosa celebración que consiste en visitar casa por casa de quienes aprecian y quieren para recordar el recorrido de José y María antes del nacimiento de Jesús. La celebración comienza el 16 de diciembre y termina la noche de navidad, el 24 de diciembre. Nunca me había atrevido a preguntar el significado de la curiosa costumbre hasta este año, donde le pedí a V. me explicara en que consistía su singular celebración familiar.

- En realidad se trata de recordar el largo peregrinaje de la Sagrada Familia antes del nacimiento del Niño - me explicó - cada día nos reunimos en casa de amigos. En México, se suele romper una piñata de siete puntas, que representan los 7 pecados capitales, pero en otras regiones, solo se lleva a cabo una cena donde la familia visitante recibe la hospitalidad de quien visita.
- ¿Por qué una Piñata? - pregunté curiosa. Sonrío, con una inocencia casi infantil.
- Para que cuando la rompamos y podamos recibir los dulces que contiene, recordemos el triunfo del pecado sobre la tentación.

No supe que responder a eso, pero me pareció muy curioso el simbolismo entero de la tradición. Una forma, supongo, de asumir ese necesario tránsito entre el pecado y la pureza que toda fecha que se considere sagrada lleva aparejada. No es una idea nueva: Ya en Roma, diversas celebraciones para celebrar el Solsticio de Invierno y el Sol Invictus, incluían hogueras sacramentales y procesiones donde los celebrantes llevaban cestas de fruta entre los brazos para simbolizar prosperidad. Por supuesto, no le dije nada de aquello a V., católico y practicante, pero me pareció curiosa la asociación.

Mercado de Navidad: el Weihnachtsmärkte alemán. 

Mi querida amiga R. es alemana de nacimiento y lleva a cabo una especie de reproducción a muy pequeña escala del tradicional Weihnachtsmärkte (Mercados de Navidad) con que los germanos celebran la Navidad. Es una costumbre que data de la Edad Media y que recuerda esa vieja historia en común que comparte Europa: llena su jardin de pequeños estanquillos con diversas legumbres, salchichas artesanales, galletas navideñas, el famoso vino caliente y encendiendo una hoguera con madera de Pino, celebra desde el día 20 de Diciembre, en compañía de sus parientes y vecinos. Cuando le pregunté que significaba para ella aquella divertida celebración, sonrío.

- Hay algo tribal en llevarla a cabo, incluso en estas moderas proporciones - me explicó. Me gusta muchísimo su cuidado acento, esa extraña manera de escoger las palabras que utilizará - porque el Weihnachtsmärkte era una manera de celebrar la Navidad del pueblo llano, el que se trabajaba bajo el sol día a día durante un largo año. Se guardaban las mejores frutas y legumbres para venderlas a bajos precios durante esta época. Todos podían adquirirla. Los panaderos y carniceros ofrecían sus mejores piezas o incluso las obsequiaban. Nadie se quedaba sin comer, sin sonreír.

Miré a mi alrededor: la hoguera - un pequeño fuego desde una moderna parrillera - tenía un aspecto casi antiguo. Las llamas amarillas y rojas parpadeaban en la oscuridad, y los farolitos de luces parecían flotar entre las ramas de los árboles diminutos. Más allá, los grupos de invitados reían y comían, entre risas y conversaciones en voz alta. Cuando miré a R., la noté orgullosa por la escena.

- La paz sea con todos ¿Verdad? - pregunté. Ella sonrío, pasándome un brazo por los hombros.
 - Así es.

Al calor del sol: Navidades en pleno Verano.

Mi amigo L. emigró este año a Nueva Zelanda y lo que más le ha sorprendido es que la navidad se celebra en pleno verano. Me comentó que todo tiene un ambiente festivo, popular y radiante, a diferencia de la Navidad latinomericana, tradicional y familiar y de la Norteamericana, que es la imagen más comercial que tenemos sobre la celebración. Pero en Nueva Zelanda, hay una idea sobre la navidad que tiene mucha relación con la idiosincrasia del país: una gran tradición festiva que incluye a cada habitante de la región. Tal vez por ese motivo, el árbol navideño habitual se sustituye con el Pohutukawa, un especie que florece a todo lo largo del país, pero que proviene de la isla de Taranki. De hecho, el nombre del árbol pertenece a la lengua Maorí y se distingue por sus flores  de brillantes colores: Una especie de estallido de belleza vegetal para celebrar de manera inusual la estación.

- Asombra que todo el país parece llenarse de Pohutukawa en flor - me comenta. A través de la borrosa imagen del Skype, logro distinguir un árbol de asombrosa belleza, que parece elevarse en la ventana abierta - es como si la naturaleza misma celebrara. Quizás ese es el sentido.


Sonrío. Me encanta ese pensamiento. De hecho, lo sigo pensando mientras enciendo mi caldero y arrojo las hojas de albahaca con la que celebraré en honor de mis amigos católicos, de mis parientes bautizados y de todos los que escogen esta noche del año para recordar la fraternidad, el amor al prójimo y la felicidad. Y es que quizás, el sentido de cualquier celebración sea el mismo: Recordarnos que por un momento, todos podemos mirar en la misma dirección, hacia la esperanza y simplemente, sonreír.

C'est la vie.

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