martes, 5 de abril de 2011

Solo para Locos




Para nosotros, son, sin embargo, suicidas, pues ven la redención en la muerte, no en la vida; están dispuestos a eliminarse y entregarse, a extinguirse y volver al principio.


Herman Hesse, El lobo estepario


He leído el Lobo Estepario unas 10 veces desde esa primera vez - iracunda y asombrada - a los doce años. Lo leo cuando me siento especialmente feliz, abrumada, triste, cansada. Ergo, lo leo por cualquier razón. Es uno de mis libros imprescindibles, de los que llevo en la cartera en copia barata, con notas en los margenes, que forma parte de esas listas imaginarias e innecesarias sobre los elementos primigenios de mi mente.  Volverlo a leer es como empezar de nuevo a componer las mismas ideas, solo que más quisquillosas, más duras, más afiladas, menos simples. Este año,  Herman Hesse cumpliría 135 años, un patriarca de las palabras, tan ascetico y furiosamente personal como cualquier Santón que se precie. Estaba tan obsesionada con sus pequeñas y fugaces visiones de la locura, que consideraba El 2 de julio una especie de fecha memorable dentro de mi imaginario personal. Y tal vez lo era: exactamente cien años después del nacimiento del alemán, muere Nabokov, otro de mis más grandes amores.

Luego llegó Kafka, inquietante, duro, a medio camino entre la meláncolia y esa tristeza congelada de la Europa oriental. Hay algo levemente urbano, de pequeñas escenas de literatura rusa, en sus intrincadas historias. Esa simplicidad y resignación del campesino rumano, esa estilizada emotividad de Tolstoi. ¿Quién lo duda, después de leer una de las frases más espléndidas de la historia de la Literatura?


"Una mañana, al despertar de un sueño intranquilo, Gregor Samsa se encontró en la cama transformado en un insecto monstruoso"

Asi de simple. Sin terror, sin gritos estridentes, sin descripciones innecesarias sobre el miedo. Una puerta abierta a la locura: Gregor Samsa, que mira su nuevo cuerpo, hosco y horripilante, y luego vuelve su cabeza de insecto para mirar por la ventana la calle desdibujada por la lluvia y siente tristeza. Sí, solo tristeza, una delicada sensación de angustia en medio del horror de su situación.

Mi trio de amores, Hesse, Nobokov y Kafka. Leer cualquiera de sus obras, siempre ha marcado ciclos especificos de mi vida: el comienzo temprano en la Universidad - tenía quince y solo quería leer, unicamente leer -, la muerte de mi abuela, ese peregrinaje a la vida adulta que significo comenzar a vivir por mi cuenta. Y siempre, con Hesse bajo el brazo. O Kafka en el viejo anaquel de libros que amenaza con caerse. O Nobokov, haciendome reir  y sentir esa linea de adrenalina del desenfado a cada bocado de palabras.  Tal vez recuerdo más a Hesse  porque llegué a él ya casi en la última adolescencia, la memorable. La radiante, la que se recuerda cada cierto tiempo como un sueño a medio recordar. Pero cual sea el caso, es Hesse a quien recurro en los momentos más festivos de mi vida y también en los más lúgubres, en todos los momentos donde necesito descansar simplemente. Quizá en paz.


Por cierto que,  me hace reir, que al parecer Hesse volvió a ponerse de moda. Y aunque con esos celos absurdos del lector empedernido me disgusta la idea, terminé aceptando que Hesse está periódicamente de moda y yo lo amo igual. Y no me identifico con Siddharta, sino con Harry Haller, claro que sí. Aunque haya quien diga que no es un libro que nos suela gustar a las mujeres, yo siempre he reivindicado mi condición de hombre para determinadas cosas. Asi que, como no podía ser de otra manera, extiendo la mano y comienzo a leer de nuevo El Lobo Estepario, como si fuera la primera vez, como si no hubiese una siguiente, como si lo acabara de descubrir, polvoriento y con las páginas amarillas en una vieja libreria cualquiera.


C'la vie.

2 comentarios:

adal23 dijo...

Es un libro genial, desconcertante, inquietante, pero lleno de imágenes y sentimientos que atrapa desde la primera línea.
La primera vez que lo tuve en mis manos no podía avanzar, leia y re-leia párrafos busscando el modo de seguir aquella historia, que si me preguntas, hoy no recuerdo exactamente como es. Así que me abres la inquietud de buscarlo y leerlo tambien, creo por tercera vez.

Miss B dijo...

Es un libro monumental al momento de crear un ambiente enajenado: no exagera, sino que profundiza en la idea de la locura de una manera hermosa, dura y elegante. Lo amo!

Gracias por comentar mi Adal, y que haya una tercer reelectura estupenda para ti :)

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