viernes, 22 de abril de 2011

El diminuto esplendor de lo cotidiano.

Cuando imaginamos la época más brillante y floreciente de la Cultura egipcia, inmediatamente nuestra mente se llena de imagenes de sus maravillosos monumentos funerarios, el esplendor de su pompa religiosa, la belleza enigmática de sus Reyes y Reinas. No obstante, pocas veces imaginamos la vida del día a día, la perspectiva más cotidiana de todas las cosas. Un pequeño ejemplo de ese fragmento en medio de la normalidad de la cultura egipcia, es los alimentos más habituales en su mesa, las costumbres culinarias más habituales, esa concreción profundamente humana, un deleite habitual que tan bien podemos comprender, incluso en la distancia diametral y temporal que nos separa de un momento histórico tan remoto. Tal vez, muy pocas cosas han cambiado bajo el sol.


Pan y cerveza:

El pan y la cerveza son los dos pilares básicos de la dieta egipcia. Ambos se fabricaban de un modo similar, usando trigo o cebada como base. Moler estos cereables era un laborioso trabajo diario, realizado por las mujeres sobre un molino de piedra.

El pan se comía con cada comida y estaba hecho en casa hasta la época del Imperio Nuevo, cuando las panaderías comenzaron a ser comunes en los pueblos. Las hogazas se hacían de formas y tamaños variados, y las que se elaboraban para los rituales se metían habitualmente en moldes para darles forma. El pan es la pieza principal de muchas escenas de ofrendas en tumbas, donde se representa habitualmente en rebanadas colocadas en fila sobre una mesa.

Las mujeres también hacían la cerveza, mezclando el pan duro con levadura y dejando que fermentase en grandes vasijas. Unas cuantas semanas después, la masa resultante se filtraba y prensaba antes de ser bebida. Anteriormente se creía que a veces añadían especias y frutas para darle distintos sabores a la cerveza, pero las últimas investigaciones han demostrado que no era así.

Carne y pescado:

Los espléndidos banquetes de los egipcios ricos están bien documentados, con los celebrantes comiendo carne regada por vino. Sin embargo, la gente corriente no tenía esa suerte, y la carne no aparecía a penas en su dieta diaria. El buey era un plato popular y hay evidencias de ello en el poblado de Kahun; también nos encontramos con que la carne de cerdo era comida en ocasiones, por los restos encontrados en la villa de trabajadores de El Amarna. La carne podía ser asada, cocida o estofada, y era un lujo que la mayor parte de los egipcios se permitía únicamente durante las fiestas o en ocasiones especiales.

Lo que sí comían a menudo era pescado seco, un importante recurso nutritivo en la dieta del aldeano, pero que era rechazado por los más ricos que lo consideraban impuro. La perca, el pez-gato, la carpa y el salmonete se consumían con fruición. Una vez capturado, el pescado se limpiaba, cortaba, se apartaban sus huevas para un posterior tratamiento, y se secaba o se cocinaba hervido, asado o se ponía en salmuera.

Los egipcios utilizaban redes o lanzas para capturar el pescado, y fueron el primer pueblo en pescar por puro placer. Los nobles se muestran en sus murales muy a menudo sentados en sus sillas, lanzando sedales dentro de sus estanques llenos de peces.

Frutas, verduras y productos diarios:

Judías, cebollas, ajo, apio, lechugas y pepinos están entre las verduras más consumidas por los antiguos egipcios. Las uvas se usaban para hacer el vino, aunque también eran consumidas por los más ricos.

Los jardines eran muy populares, y a menudo cultivaban árboles frutales y otros cultivos. Varias frutas, como los dátiles, los higos, las uvas, las granadas, y ocasionalmente las almendras, estaban disponibles para la población en general. Todas las frutas se consumían tanto frescas como secas (para conservarlas durante más tiempo).

Se criaban patos para conseguir huevos además de su carne, y desde el Imperio Nuevo en adelante, también criaban gallinas. El ganado se usaba, además de para obtener carne, por su leche con la que elaboraban quesos.

El menú de los ricos:

Mientras la comida de los pobres era mínimamente nutritiva, -sobre todo durante las épocas recurrentes de escasez de grano-, los ricos sabían muy bien como vivir de la mejor manera: una parte importante de su dieta la componían la carne y las aves (antílopes, gacelas, puercoespines, liebres, codornices, grullas,…), la verdura, la fruta y el vino, así como el ubicuo pan en cualquiera de sus múltiples formas. De todos modos, no parece que los egipcios se mimasen demasiado: de acuerdo con los testimonios que nos han llegado, todos, incluídos los ricos, estaban bastante delgados (excepto casos puntuales).

De todos modos, las imágenes de mesas repletas en los banquetes pueden ser erróneas. Las pinturas de las tumbas, aunque reflejan la vida diaria, generalmente muestran una realidad idealizada. En análisis al cabello de las momias del Imperio Medio y de los coptos del año 1000 de nuestra era, se ha concluído que el egipcio medio durante la Edad Media comía de una forma más variada y nutritiva que los miembros del equivalente a la alta burguesía durante el Imperio Medio.

Cocinando:

La cocina estaba normalmente en una esquina del patio exterior o del tejado plano; y solía estar abierta y aireada, cubriéndola simplemente con un tejadillo de ramas.

Se cocinaba en hornos de arcilla y también sobre fuego. Como combustible utilizaban madera, y algunas veces carbón, aunque solía ser muy escaso. Las cantidades de carbón mencionadas en el papiro Harris o en el diario de Medinet Habu son muy pequeñas. Y se solía transportar en cestas o en sacos.

Para encender el fuego, se usaba un tipo especial de madera importada del sur. Era muy preciada e incluso algún templo importante como el de Karnak se surtía a penas con sesenta piezas para todo un mes. El marinero del Cuento del Náufrago la encontró en su isla del Mar Rojo: “Y al tercer día, cavé un hoyo y encendí un fuego en el que primero hice arder ofrendas a los dioses, y luego cociné carne y pescado para mí”.

La comida se cocía al horno, se hervía, se estofaba, se freía, se hacía a la parrilla, o se asaba. Pero no se sabe mucho más a cerca de su preparación. Ciertamente utilizaban sal (Hmat) y aceite, así como cebollas, rábanos y ajo para añadir sabor a los otros alimentos.

Se conocen los nombres egipcios de algunos condimentos,-siempre que hayan sido bien identificados-, como por ejemplo el comino (tpnn- tepenen), el eneldo (jms.t -ameset), el cilantro (Saw- shaw), el vinagre (HmD -hemedy) y las semillas de lechuga. También crecían en Egipto la mostaza, la canela y el romero, todos aparecen en los regalso de Ramseses III a los templos, y Plinio el Viejo pensaba que la mejorana salvaje de Egipto era la mejor para cocinar.

Bebían cerveza o, más raramente, vino y también remojaban su carne y su pescado en ellos. Como edulcorantes utilizaban la miel, un sirope hecho de zumo de uva fermentado, y frutas como las pasas, los dátiles, los higos, las algarrobas y similares. La raíz de la chuba, una planta que crece en los márgenes del Delta, también daba un sabor dulce y agradable.

Utensilios de cocina:
Lo que se sabe de los utensilios y el equipamiento de cocina proviene de los objetos encontrados en sus tumbas. Para la preparación de la comida se usaban jarras de almacenaje, cuencos, potas, sartenes, cucharones, tamices y batidores. Las mesas de cocina en las que se cortaba la carne y el pescado tenía tres o cuatro patas, pero muchas preparaciones se realizaban con los platos en el suelo y las cocineros de cuclillas o sentados en el suelo frente a ellos.

La mayor parte de los aldeanos usaban platos hechos de arcilla, mientras que los ricos utilizaban vajillas hechas de bronce, plata y oro. La comida se comía con las puntas de los dedos y los comensales limpiaban sus manos en pequeños cuencos de agua al final del banquete.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

gracias me encanto este articulo

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