lunes, 21 de enero de 2019

Crónicas de la Nerd Entusiasta: Todas las razones por las que debería ver “The Passage” de Liz Heldens.






Los vampiros — su figura e importancia — siguen debatiéndose entre la popularidad del fenómeno que revolucionó la década pasada y su inevitable reinvención. A diez años del fenómeno Crepúsculo y lo que originó, los vampiros continúan siendo parte integral de cierto tipo de visión sobre el terror y el género, que además parece combinarse con una rara concepción sobre lo monstruoso. Entre una y otra cosa, el mítico Vampiro parece haber encontrado en la segunda década del siglo XXI, el lugar ideal para el reconocimiento de su importancia — la maldad en estado puro en contraposición al nihilismo del nuevo siglo — y sobre todo, la metáfora sobre la vida y la muerte, que encarna.

La serie “The Passage” está muy consciente de esa dicotomía en la figura de uno de los mitos más antiguos y complejos, por lo que su versión sobre el tema parece basado de una manera u otra en una mirada hacia la evolución del Vampiro — como tema — mucho antes que Meyer y sus vampiros de severa moralidad y cristaliza belleza, tomaran por asalto las librerías y las pantallas de cine. En “The Passage” los vampiros recuperan su relevancia sobre la dualidad del bien y el mal — con cierto parecido con el ritmo y el punto de vista de la serie The Strain de Guillermo Del Toro — pero además, elabora una extrañísima visión sobre el miedo, la supervivencia y la violencia. Basada en la trilogía del autor Justin Cronin, la serie se desarrolla en dos escenarios distintos: por un lado, se encuentra el análisis del extraño apocalipsis pandémico que ocurre y que de inmediato devasta el mundo como lo conocemos, a la vez, que contempla el nacimiento de los Vampiros — o al menos como el argumento los concibe — como un suceso inevitable. Ambas cosas, crean una atmósfera enrarecida y dolorosa sobre el hecho de un conflicto en ciernes, que se desarrolla a la misma velocidad que el argumento desgrana la posibilidad de la destrucción del mundo tal y como lo conocemos. Las decisiones del poder aceleran el desastre hasta que la implosión termina por devastar hasta los cimientos de Occidente. En ese tono grandilocuente, “The Passage” enmarca una condición para el nacimiento del vampiro: no se trata de una leyenda nacida del misterio ni mucho menos, una sofisticada criatura con siglos de conocimiento. Para la serie, la devastación y el vampiro como símbolo van de la mano y construyen una mirada desoladora sobre el final de una rápida etapa de destrucción que deja a su paso una única puerta abierta: la existencia de una nueva especie, peligrosa, tenaz y violenta contra la que tendrán que luchar los sobrevivientes de la pandemia inicial.

La serie comienza por la habitual escena del paciente uno, en este caso un hombre en apariencia inmortal cautivo por una tribu sudamericana. A pesar de lo disparatado de la premisa, la serie logra dotar de completa verosimilitud no sólo al hecho de la existencia de la criatura, sino además, la forma en su mera existencia parece contradecir todo lo que los personajes han visto hasta entonces. La criatura es muy parecida al vampiro mítico (el sol le quema y bebe sangre para vivir) pero no es sólo una excentricidad de la naturaleza, sino que también es capaz de transmitir su condición y que no tarda en hacerlo a través de mordidas y zarpazos. El contagio es inmediato: la primera víctima presenta los exactos “síntomas” que el ser cautivo y es entonces, cuando la serie muestra las mejores líneas de su argumento. El guion está mucho más interesado en analizar el fenómeno de la rápida propagación de la enfermedad y además, añadir el elemento humano. A medida que ciudades y países sucumben a la extraña enfermedad, se hace notorio que se trata de una situación catastrófica. La rapidez el fenómeno obliga a la creación del proyecto Noah, que tratará de desentrañar el misterio a medida que experimenta curas con conejillos de Indias y trata de aislar el patógeno que provoca la aparente mutación. No obstante, el proyecto es también una minuciosa forma de ocultar intereses más oscuros y retorcidos, además de la ambiciosa pretensión de lograr comprender el verdadero alcance del fenómeno del monstruo recién nacido. Una peculiaridad que la serie toca con buen pulso y que mantiene como sustrato esencial en cada uno de sus capítulos.

La serie juega con una percepción del vampiro que quizás, sólo se tocó de manera tangencial en la fallida “30 Days of Night” del director David Slade (2007): la percepción del vampiro como parte de algo más grande que sí mismo. Mientras que la mayoría de cómics y películas apuestan a la figura solitaria, víctima del desarraigo y la soledad inherente a su condición “The Passage” elabora la idea de la comunidad — o mejor dicho, un primitivo efecto colmena — que transforma a los infectados alrededor del mundo en un peligro latente, inesperado y voraz. Los vampiros recién infectados no sólo adquieren fuerza, rapidez y una imparable sed de sangre, sino también, la habilidad de comunicarse entre sí de manera misteriosa. La eventualidad, crea una brecha patente entre quienes detenerlos y la nueva especie — cada vez más numerosa, mejor organizada y en apariencia imparable — lo que dota a la historia de “The Passage” de un sentido ominoso y levemente ambiguo.

Claro está, el argumento entero de la serie podría compararse a otros tantos idénticos que tienen al apocalipsis y al monstruo como un juego de poderes a los que los sobrevivientes deben enfrentarse. Desde “World War Z” de Marc Foster hasta la reciente rareza “Train to Busan” de Yeon Sang-ho, la fórmula ha sido replanteada en tantas dimensiones y versiones, que a “The Passage” le resulta casi imposible caer en lugares comunes. Pero aún así, lo hace con buen gusto y la percepción sobre el absurdo de una tragedia a Gran Escala, que a diferencia de dramas parecidos como “The Walking Dead” (en donde no asistimos a la caída de la civilización pero si a sus inmediatas consecuencias) resulta medianamente creíble y sólido. “The Passage” parece profundamente interesada en el lado humano de su propuesta y lo demuestra, con una reflexión insistente sobre la bondad y la solidaridad que sobrevive a pesar del desastre monumental que acaece alrededor de los personajes. Claro está, el trillado concepto del desastre de proporciones imprevisibles está allí y no deja de ser un lastre para buena parte de las líneas temporales y argumentales, pero a pesar de eso, la serie logra lidiar con el peso y construir una meditada comprensión sobre la supervivencia que se sostiene con cierta habilidad.

La serie, además, tiene un trasfondo de interés sobre la figura de lo sobrehumano — que sustituye a lo sobrenatural — y la forma en que se desenvuelve semejante concepto. El productor Ridley Scott y la escritora Liz Heldens, analizan y plantean la idea sobre el poder, la naturaleza escindida, el miedo y la debacle de un mundo, a través de pequeños fragmentos de información bien medidos. Para la escritura, es de fundamental importancia que tanto sus personajes como el escenario en que se mueven, tengan la suficiente coherencia entre sí para resultar comprensibles, incluso antes que creíbles. Con su formato serializado, “The Passage” avanza entre los tópicos del género pero logra estructurar un discurso firme sobre el dolor, el miedo y la capacidad del hombre para sobrevivir incluso en situaciones imposibles de imaginar.

No obstante, los puntos más bajos de la serie se encuentran justo en el límite en el que intenta mostrar la epidemia y sus consecuencias desde una perspectiva realista. La experiencia del Proyecto Nohan para lograr encontrar una cura a la pandemia, se muestra torpe y carente de verdadero sentido — ¿que intenta demostrar el grupo de científicos cometiendo el mismo error una y otra vez? — y como si eso no fuera suficiente, sus ambiciones parecen más bien modernas en contraste al desastre que se avecina. De la misma manera que en el material original de Cronin, el caos avanza con la pulcritud de una guerra organizada bajo una misteriosa noción de la existencia del misterio. Pero el guion no logra profundizar en la interesante premisa y termina por dar vueltas en círculos en temas habituales en productos semejantes.

A la trilogía de libros originales, se le comparó al momento de su publicación con la célebre novela “The Stand” de Stephen King, con la que tiene evidentes paralelismos. Ambas historias cuentan el origen de la eventual destrucción y en ambas, el ingrediente humano es de capital importancia. Pero mientras King se decanta por lo sobrenatural y analiza la existencia misma del desastre desde una serie de casualidades azarosas que elaboran una conclusión asombrosa, la trilogía “The Passage” intenta mantenerse realista y lo logra en la medida de lo posible. La historia se extiende por años y generaciones, lo que hace preguntarse si la serie tiene una especulación sobre el futuro que aún no muestra, pero que bien podría formar parte de los pocos datos que hasta ahora, aporta la historia.

Pero “The Passage” es una serie donde el terror juega un elemento importante y lo es, en la medida que los monstruos son una concepción intrigante sobre el vampiro. Muy lejos de la mirada edulcorada sobre el errante eterno y memoria continúa sobre sí mismos, los vampiros de “The Passage” son criaturas aterradoras de aspecto repulsivo. Con su apariencia levemente antropológica y el extraño comportamiento de manada, los monstruos en la serie son una variable más que aceptable sobre la figura de lo aterrador. Con su mirada descarnada sobre el apocalipsis por llegar y elegante mirada sobre el absurdo, “The Passage” es quizás una alternativa más que digna para dotar de un rostro sólido — y moderno — al viejo mito del vampiro. De nuevo.

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