viernes, 25 de enero de 2019

Crónicas de la lectora devota: You Know You Want This de Kristen Roupenian





La historia de la escritora Kristen Roupenian es lo suficientemente singular como parecer una obra de la ficción: Hace dos años, su cuento “Cat Person” publicado en el periódico The Newyorker, se volvió todo un fenómeno viral y alcanzó, casi la misma popularidad que en su oportunidad tuvo “La Lotería” de Shirley Jackson. Para entonces Kristen Roupenian era una escritora desconocida que plasmó en plena época #MeToo, las extrañas y en ocasiones incómodas aristas del consentimiento sexual. El cuento — que narra la relación entre una mujer y un hombre en la época hipercomunicada del Tinder y los interminables mensajes de textos — explora la necesidad femenina por agradar al hombre. Lo hace además desde una mirada sincera acerca de las reglas invisibles del coqueteo y las relaciones modernas, la mayoría de las veces confusas, angustiosas y no demasiado claras. Para la protagonista — una mujer de veinte años que ha crecido bajo la noción de lo virtual — las emociones podrían traducirse en un mapa mental incompleto y dolorosamente sentido sobre su propio valor. Al final, cuando la pareja finalmente se reúne y de hecho, avanza hacia algo más íntimo, la sensación es agridulce, angustiosa y dolorosa. La protagonista no sabe bien cuál decisión tomar sobre lo que ocurre — o mejo dicho, la interpretación que tiene sobre el hombre que apenas conoce — lo que lleva a dar vueltas en círculo. Aturdida y cada vez ansiosa por comprender que ocurre, nuestra heroína termina embarcada en mitad de una rara percepción sobre la cuestión del deseo, la necesidad de compañía y la soledad de nuestra época. Cuando accede al sexo, lo hace en medio de un mar de dudas, convencida que es necesario, aunque no está segura si lo desea en realidad. ¿Se trata de una decisión? ¿presión? ¿La obligación perentoria de toda la dinámica social de la vida emocional moderna? La protagonista jamás responde a semejante dilema, pero al final, el cuento parece abarcar esa connotación sobre la vida sentimental de un siglo distante, nihilista y adicto a las emociones inmediatas.

Por supuesto y en medio del debate sobre el acoso, la sexualidad femenina y la presión del entorno sobre la eventualidad del sexo, “Cat Person” se convirtió en un espejo en el que un buen número de mujeres se vieron reflejadas pero sobre todo, aludidas y comprendidas. Con su estilo rápido, duro y descarnado, Roupenian supo captar el ánimo de una década signada por la necesidad de reinventar el juego de la vida en común pero también, de la forma como la mujer admite la crueldad extraña y desoladora de ese espacio privado transgredido por exigencias culturales. Los personajes de Roupenian podrían ser cualquiera, pero también, son abstracciones que evaden una explicación sencilla. Su capacidad para resumir el estereotipo de la pareja común y el trayecto hasta esa percepción sin definir del consentimiento — el sí o el no en el sexo, que en “Cat Person” podría tener cualquier significado — es quizás, la mayor fortaleza de un cuento destinado a satirizar las emociones pero que en realidad, las toma muy en serio. Para bien o para mal “Cat Person” resumió la concepción de la nueva sexualidad moderna, sometida a un cierto escrutinio previo y que además, se comprende desde sus límites y bordes poco definidos. Un fenómeno literario que en su extraordinario alcance — sobre todo, en su capacidad para abarcar la actualidad en una única historia — convirtió a Roupenian en toda una promesa literaria estadounidense.

Con la publicación de la recopilación de cuentos “You Know You Want This”, Roupenian intenta no sólo extender la percepción de “Cat Person” sobre las relaciones modernas, sino también, asumir que las historias cortas son el vehículo perfecto para su concepción sobre el mundo de las emociones, el sexo y la amenaza latente en medio de la normalidad del mundo de las parejas. Porque es evidente que para Roupenian, el amor moderno es una lucha invisible y despiadada contra todo tipo de variables que se mueven al fondo de la conciencia colectiva como el anuncio de algo más. Roupenian, que con “Cat Person” tocó temas tan sutiles como abstractos — la gestión de las emociones masculinas que toda mujer en algún momento se ha visto en la obligación de manejar — decide en su primer libro de relatos, decantarse por el lado contrario. Todos los cuentos de la selección tiene una rara dureza y también, una específica connotación sobre el amor como un riesgo latente bajo la conclusión en que lo romántico puede convertirse a la postre en un tipo de refinado control. Para la escritora, amar es un acto cínico y también, una furiosa persecución de la identidad. Entre ambas cosas, sus relatos — crispados, brutales, tenebrosos, divertidos, extravagantes — tienen la singular capacidad de aglutinar la percepción sobre lo amoroso desde varias perspectivas distintas, que juntas, crean un caleidoscopio sobre el mundo emocional moderno. Y la imagen no es muy halagüeña: Roupenian mira con ojo crítico el dolor, la búsqueda de la reafirmación, el sexo como necesidad siempre insatisfecha, la inmediatez convertida en una aspiración colectiva. O al menos es la intención de la autora, que con una enorme ambición, elabora un mapa de ruta sobre el romance en el siglo XXI, la obsesión por el reconocimiento, el deseo y el miedo a la soledad.

No obstante, en conjunto los cuentos de Roupenian no son tan brillantes como “Cat Person” — que por supuesto, también está incluido — aunque tienen la misma capacidad para conmover y englobar emociones del ya icónico relato de la escritora. Además, para Roupenian hay una búsqueda de un reborde tenebroso y siniestro, que resulta casi forzado aunque no del todo desagradable. En lo que pareciera ser una mezcla de Stephen King con Angela Carter, las narraciones de la escritora tiene un pulcro arco narrativo que roza la realidad y avanza hacia un desenlace mágico casi fortuito, que termina en algunos casos por ser desconcertante. Los puntos fuertes de este extraño recorrido entre lo literal y lo figurativo, tiene una consistencia un tanto insatisfactoria: algunos de los cuentos tienen un componente gore imposible de predecir, mientras otros transitan con sosegada sutileza la descripción de la vida en común de las parejas, transida — escindida y rota — por sucesos peculiares que Roupenian utiliza como acento para sus ideas más controvertidas. De la misma forma en que en “Cat Person” Roupenian logra crear a base de detalles casi imperceptibles una atmósfera envolvente y creíble, en “You Know You Want This” disfruta al describir lo sangriento y lo extraño con una energía que resulta casi desconcertante. Cada suceso sobrenatural y sin explicación, adquiere desde la óptica de la escritora un lustre casi electrizante: los gusanos que saltan hacia los rostros de novios desprevenidos y mujeres que necesitan morder para la satisfacción sexual, resulta casi una revisión exhaustiva sobre la naturaleza humana — de nuevo el amor, claro está pero también el rencor y el miedo en su debido contexto — a través de todo tipo de símbolos estrafalarios.

Con sus historias groseras, tragicómicas y cínicas, Roupenian intenta abarcar todo el espectro de las emociones modernas, a la vez que galvaniza el imperio de las sensaciones como una estructura letal y poco clara. Las atmósferas son claustrofóbicas — para Roupenian, lo urbano tiene algo de misterioso y caótico — y además, sostienen un sentido del absurdo. Algo malo va a ocurrir sin duda en cada una de las historias y es notoria la forma como el norte de la mayoría de las narraciones apunta a esa conclusión. ¿Eso hace predecibles a las narraciones? En realidad no: Roupenian tiene el suficiente tino de evitar lo evidente y el peligro en sus historias se anuncia a través de pequeñas ideas superpuestas. La dimensión del mal tiene toda la quebradiza conjetura de la segunda década del nuevo siglo, aunque toda la sensibilidad de los relatos está notoriamente influenciada por la década de los noventa. La combinación tiene buenos resultados aunque no los suficientes: algunos cuentos no tienen el brillante ingenio de otros y la disparidad hace que el libro no sea todo coherente. Por momentos espeluznante, en otros desternillante, el libro “You Know You Want This” es una travesía por una serie de referencias que además, moldean el mundo que Roupenian construye con enorme cuidado. Claro está, “Cat Person” analizó las relaciones personales desde la frugalidad de la confusión y Roupenian, demostró que era una escritora bastante capaz de elaborar submundos bajo una frugalidad casi dolorosa. Con un sentido del humor a menudo retorcido, Roupenian encuentra inspiración en la comprensión del caos existencial de la nueva era, a la que además añade connotaciones de cierto retorcida capacidad para el asombro. El truco no siempre funciona — algunos de los cuentos son del todo caricaturescos — pero en conjunto, el libro crea una vibrante mirada hacia lo absoluto, lo raro y la connotación ideal y potente de las emociones humanas como reflejo de la sociedad rota.

Al momento de formular sus historias, Roupenian toma un giro que podría recordar a la excelente y madura narrativa de la argentina Mariana Enríquez, que también extrapola el terror y lo cotidiano, hasta crear un híbrido muy sugerente sobre lo tenebroso en medio de pequeñas escenas cotidianas. Los cuentos de Enríquez rebosan vitalidad pero también un sentido fatalista que anuncian el ya conocido “algo malo sucederá”, que también forma parte del trasfondo en los relatos de Roupenian. Pero mientras Enríquez tiene la destreza suficiente para sostener el terror en pequeñas vetas invisibles bajo hecho de relevancia no muy clara, Roupenian se deshace en largas explicaciones anticlimáticas que son quizás, el punto más bajo del libro. Pertenecientes a la misma generación de autoras — a pesar de las diferencias de países, contextos y temáticas — tanto Roupenian como Enríquez, tratan de encontrar en lo cotidiano un punto de inflexión en lo temible. Pero Roupenian no sólo no encuentra la rendija oculta que le conduce a un mundo oculto y extraño, sino que además, cuando si lo logra, decide mostrarlo de frente, de forma muy brillante y directa. En algunos relatos, la fórmula resulta un éxito. En otros, no tanto.

Por supuesto, Roupenian está muy consciente que la viralidad y las implicaciones de su primer gran éxito y en su libro, hay mucho de metamensaje, oculto en pequeños juegos ingeniosos entre el lector y la página abierta. Para Roupenian la transmedia es una realidad de la cual está muy consciente, pero el juego no logra ser del todo definitivo y mucho menos congruente. La intención se adivina — en ocasiones es bastante obvia — pero no cristaliza en esencia, porque el libro como medio, no permite que el mensaje se construya como aparentemente Roupenian lo desea. Entre uno y otro truco, cada cuento demuestra el horror diario bajo la pátina del amor como puente y reflejo de lo individual. Un punto a favor para la reflexión de la autora sobre el mundo moderno, pero que resulta insuficiente para construir una condición perentoria entre lo que desea contar y lo que oculta, en un acertijo sin demasiado impacto una vez que se conoce la fórmula.

En “Cat Person” Roupenian estaba interesada en desmenuzar las costumbres sexuales de nuestra época. Pero también había algo de monstruoso en sus personajes: la mujer agobiada y aturdida, el hombre como un espectro inquietante moviéndose entre las sombras de la exigencia. A la luz de su libro, el relato cobra un nuevo significado. ¿También hay una criatura tenebrosa escondida en el armario de los personajes espectrales de “Cat Person”? La pregunta es inevitable y lo es, por lo nocivo y lo duro de asumir la carga descomunal y perentoria que Roupenian brinda a sus personajes, como anclaje sobre la percepción del amor romántico. La trampa ideal, el abismo que aguarda, son conclusiones que se adivinan a medida que la trama general y el tono de los cuentos se hacen claras, uniformes y en algún punto repetitivas.

Roupenian ha madurado como narradora y eso es notorio. No obstante, lo realmente importante es lo que se adivina en el trasfondo de sus historias — esa búsqueda de un objetivo poco satisfactorio — que las hacen agrias, duras pero también, verdaderas promesas de algo mucho más brillante en la periferia. La autora retorcida de “Cat Person” crea una segunda mirada al absurdo y esta vez, con toda la carga alegórica del miedo, el amor y sus misterios, convertido en algo por completo nuevo. Quizás, su mayor triunfo.

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