domingo, 10 de julio de 2011

El hombre, el mito, el misterio: HP Lovecraft

Lo admito sin sonrojarme: soy una gran fanática de la obra literaria de Hp Lovecraft. A pesar que se le ha tildado de barata, vulgar, reiterativa, absurda e incluso repetitiva, yo la disfruto muchisimo justamente por las razones que la han hecho parte de la iconografia de terror literaria: los extraños escenarios inquietantes, el metalenguaje utilizado en sus historias, el diminuto pero efectivo universo cuántico que crea - y aumenta - en cada una de sus historias, cuentos y novelas. Y Aunque no dejo de reconocer que sin duda, Lovecraft - su obra, su legado - ha sido la mayoría de las veces sobredimensionado, recreado y reconstruido por sus fanáticos basados en razones más o menos valida, también es cierto que creo un nuevo estilo de terror, que aun hoy, marca un hito y una nueva forma de concebir el miedo como forma de expresión.

Pero ¿Quién fue Hp Lovecraft como hombre y luego escritor? ¿Influyo su ambito personal en su obra? Con toda seguridad que sí, aunque cual es el grado de influencia de su vida - y que aspecto, en todo de caso -  al momento de construir historias, es fuente de interminables - y muchas veces absurdas - reflexiones.

Lovecraft, el hombre, el mito:


La vida de Lovecraft es, en cierto sentido, tan fascinante como su obra. No precisamente porque la suya haya sido una vida aventurera. En todo caso, la aventura de Lovecraft transcurrió en su mundo interior, en su alma de soñador torturado por profundas contradicciones, en su dolor por sentirse un ser ajeno al mundo en que vivía.

Howard Phillips Lovecraft nació en Providence (Rhode Island, Estados Unidos), el 20 de agosto de 1890. De sus progenitores no hay mucho para elogiar. Su padre, Winfield Scott Lovecraft, era un viajante de comercio pomposo y dictatorial que practicamente nunca convivió con su hijo y que murió cuando este tenía ocho años. Su madre, Sarah Susan Phillips, de la que él fue el vivo retrato, era neurotica y posesiva y volcó todas sus muchas insatisfacciones en el pequeño Howard. Continuamente le decía que era muy feo, que no debía dar un paso lejos de sus faldas, que la gente era mala y tonta, que, como sus padres provenían de Inglaterra, él era de estirpe británica y, por tanto, ajeno al terrible país en que vivían. Como era de esperar, se crió medroso y superprotegido, siempre entre personas mayores, solitario, fantástico y reprimido. En su "Introducción a la literatura norteamericana", Jorge Luis Borges nos dice que Lovecraft, «muy sensible y de salud delicada, fue educado por su madre viuda y sus tías. Gustaba, como Hawthorne, de la soledad, y aunque trabajaba de día, lo hacía con las persianas bajas.» Se crió sobreprotegido y solitario, leyendo en la gran biblioteca de su abuelo.

Apenas jugaba con otros niños y, cuando lo hacía, le gustaba representar escenas históricas o imaginarias. Los otros niños no le querían y él se refugiaba en los libros de la magnífica biblioteca de su abuelo materno. Desde muy pequeño sintió una morbosa aversión al mar ( según Wandrei, a partir de una intoxicación por comer pescado en malas condiciones). Se alimentaba de dulces y helados y desde niño sufrió terribles pesadillas.

Siempre fue ateo. Hablando de sí mismo en tercera persona, dice el propio Lovecraft:

"A pesar de que su padre era anglicano y su madre anabaptista, a pesar que desde muy pequeño estuvo acostumbrado a los cuentecillos de rigor en un hogar religioso y en la escuela dominical, nunca creyó en la abstracta mitología cristiana que imperaba en torno suyo. En cambio fue un devoto de los cuentos de hadas y de las Mil y Una Noches, en los que tampoco creía, pero los cuales, pareciéndole tan ciertos como la Biblia, le resultaban mucho más divertidos". Su afán de maravillas indica, sin embargo, que, tal vez por el ambiente, en que se educó, Lovecraft, radicalmente ateo, siempre sintió un profundo anhelo religioso que él mismo reprimió y sublimó.

A los seis años descubrió las leyendas del paganismo clásico y se entusiasmó, llegando incluso, como juego, a construir altares " a Pan y a Apolo, a Atenea, a Artemisa y al benévolo Saturno, que gobernaron el mundo en la Edad del Oro". A los trece años, influído por las novelas policíacas, fundó una "Agencia de detectives de Providence", que obtuvo cierto éxito entre los chicos del vecindario. Pero pronto se cansó de este juego y volvió a su soledad, a leer cuentos fantásticos y terroríficos, y también a escribirlos.

Su primer relato, La bestia de la cueva , imitación de los cuentos terroríficos de la tradición "gótica" , fue escrito a los quince años de edad. En su adolescencia, racionalista y lógico cien por cien, se dedicó a imitar a los escritores del siglo XVIII. Sentía predilección por todo lo antiguo, pero en especial por este siglo. Lovecraft era un reaccionario terrible. Sentía un miedo visceral por todo lo nuevo, e incluso deploraba la independencia de su país ( a la que denominaba " el cisma de 1776"). El se consideraba británico cien por cien y adoraba todo lo que le recordase el pasado colonial de su patria.

Educado en un santo temor al género humano (exceptuando de éste a las "buenas familias" de origen anglosajón), creía que nadie es capaz de comprender ni de amar a nadie y se sentía un extranjero en su patria. Para él, "el pensamiento humano... es quizá el espectáculo más divertido y más desalentador del globo terráqueo. Es divertido por sus contradicciones, y por la pomposidad con que intenta analizar dogmáticamente un cosmos totalmenteincógnito e incognoscible, en el cual la humanidad no constituye sino un átomo transitorio y despreciable, es desalentador porque , por su misma índole, nunca alcanzará ese grado ideal de unanimidad que permitiría liberar su tremenda energía en provecho de la raza humana". Unas líneas más abajo escribe: "El conflicto es la única realidad ineludible de la vida". Y él, incapacitado para la lucha, se encerró en el pesimismo de su soledad impotente, entre dos viejas tías solteronas, rodeado de muebles antiguos, y empolvados. Hasta los teinta años no pasó una noche fuera de su casa. Filosóficamente, se consideraba "monista dogmático" y "materialista mecanicista" y era en realidad un esceptico radical, absoluto, autodestructor. Para él, el colmo del idealismo era pretender mejorar la situación del hombre.

Y así fue su vida, que luego se convirtió en leyenda: una vida de penuria económica, de represión y soledad, de amargura y pesimismo. Odiaba la luz del día. Pero en las noches revivía para leer, para escribir, para pasear por las calles solitarias - sin enemigos ya - y, sobre todo, para soñar. Lovecraft vivía por y para sus sueños. En ellos experimentaba "una extraña sensación de expectación y de aventura, relacionada con el paisaje, con la arquitectura y con ciertos efectos de las nubes en el cielo". Este goce estético fue el que, según Derleth, le impidió suicidarse.

A los veintitantos años, Lovecraft abandonó su estilo dieciochesco y adoptó el de su gran ídolo de entonces: lord Dunsany. Los Cuentos de un Soñador, El Libro de las Maravillas y Los Dioses de Pegana se convirtieron en sus libros de cabecera. Y en 1917, a los veintisiete años de edad, publicó su primer relato fantástico: Dagon, en la revista Weird Tales. A éste siguieron otros, la mayor parte de los cuales se publicó en la misma revista.

En 1921 sucedieron dos que habrían de cambiar la vida del joven Howard. La pequeña fortuna familiar se había ido agotando y, por fin, cayó por debajo del mínimo vital. En el mismo año que falleció su madre, que hasta entonces lo había tenido poco menos que secuestrado. Howard se sintió en el vacío, perdido en el mundo, solo ante la sociedad hostil. Pero reaccionó en forma positiva. El sólo sabía una cosa: escribir. Y decidió ganarse la vida como escritor de cuentos de miedo, como crítico, como corrector de estilo, como lo que fuese, con tal que tuviera relación con la pluma. Y así, entre su flaca renta, y sus magros ingresos profesionales, fue tirando con más duras que maduras.

El trabajo, sin embargo, abrió notablemente su panorama social. A la fuerza tuvo que relacionarse con gente y, aunque sus cuentos pasaron inadvertidos para el gran público, hubo quienes se interesaron por ellos y escribieron al autor. Y este hombre tosco y aburrido que decía aborrecer al mundo - cuando lo que le pasaba en realidad es que se sentía o se creía rechazado por él - se convirtió de pronto, en sus cartas, en un muchacho alegre y entusiata, capaz de escribir larguísimas epístolas a cualquier lector adolescente y desconocido.

Y entre sus corresponsales - escritores conocidos, noveles o aficionados - se fue creando el que más tarde se llamaría "Círculo de Lovecraft". Lovecraft exultaba.

Sus cartas eran realmente prodigiosas y en ellas hacía gala de una gran cultura, de inagotable fantasía e incluso de un magnífico humor. Bautizó a sus corresponsales y amigos con nombres sonoros y exóticos: Frank Belknap se convirtió en Belnapius, Donald Wandrei en Melmoth, August Derlet en al Conde d`Erlette, Clark Ashton Smith en Klarkash-Ton, Robert bloch en Bho-Blok, Virgil Finlay en Monstro Ligriv, Robert Howard en Bob-Dos-Pistolas. El mismo firmaba sus cartas como "el sumo sacerdote Ech-pi-El" (transcripción fonética inglesa de sus iniciales H.P.L.), como Abdul Alhazred o como Luven-Kerapf. "Sus fórmulas de despedida - dice Ricardo Gosseyn - son casi siempre como éstas: Suyo, por el Signo de Gnar, Abdul Alzared; Suyo, por el Pilar de Pnath, Suyo, por el Ritual Gris de Khif,Ech-Pi-El". Los que sólo lo conocían por carta lo pintan como un hombre afable, bondadoso, cordial. Los que llegaron a viajar para conocerlo en persona corroboran esta impresión. "Era un hombre inteligente y objetivo"(Robert Bloch). "Era uno de los hombres más humanos y comprensivos que he conocido en mi vida" (Clifford M. Eddy Jr.).

"Poseía un encanto y un entusiasmo juveniles" (Alfred Galpin). "Jamás y de ninguna manera fue un hombre solitario y excéntrico. La lógica y la razón gobernaban todas sus actividades" (Donald Wandrei). Robert Bloch dice que, si bien es cierto que Lovecraft fomentó su propia leyenda, también lo es que viajó, que se escribió con mucha gente, que estaba al corriente de la filsofía, la política y laciencia de su época. "El cuadro del hombre retraído y solitario que persigue sombras y pasea de noche en antiguos cementerios-dice Bloch - no es completo". Y añade: "La rareza de Howard Phillips Lovecraft - si es que hubo tal rareza - residió en que su torre de marfil estaba mejor construída y era más bella que la mayoría de ellas; y que invitaba al mundo a compartir sus riquezas".

He aquí un Lovecraft radicalmente distinto del que conocieron los vecinos de su calle. ¡Curioso personaje!. Pesimista y entusiasta, amargado, amable, bondadoso, misántropo, utópico y soñador, vulgar, gris, avaro, generoso, ocultista y racionalista a la vez, amigo fiel y comprensivo, racista, materialista, humanitario, realista y fantástico, simpático, abierto, ateo, degenerado, loco, prodigio de inteligencia,creador de mundos, fracasado y triunfador, aficionado a los helados como un niño, y a los gatos como una solterona; ¿cómo era en verdad este hombre, alto y desgarbado, feísimo, de enorme mandíbula, ojos de pez, y voz chillona?. Pues es seguro que era todo eso y más. El hombre es siempre una estructura dialética de elementos contradictorios y, según unos ambientes u otros, según la gente que lo rodea, o su situación social, son unos u otros elementos los que predominan o son percibidos. Entre sus amigos se sentía admirado y querido, se sentía seguro y volcaba en ellos todo su amor reprimido. Ante la sociedad pragmática y violenta de su país era un hombre aterrado y retraído que soñaba con vagas utopías pacifistas. En contacto con los inmigrantes pobres, brotaba su orgullo aristocrático y los odiaba.

Sin embargo, Lovecraft, como todo ser humano, posee una riqueza que no puede reducirse a un esquema simplista. La amistad postal y multilateral del Círculo de Lovecraft pronto se reflejó en su obra literaria. Sus corresponsales empezaron a salir en sus cuentos. El Conde Derleth correspondía a Derleth. Dicho Conde aparecía como el autor de un horrible libro titulado " Cultes des Gules"; también como Danfort en Las Montañas Alucinantes o Wiltmart "El que Susurraba en las Tinieblas". Ashton Smith, como autor de abominables esculturas y de poemas cósmicos (lo que era en la realidad); Robert Bloch como Robert Blake, ocultista victma de sus propias magias... Por su parte, sus amigos hicieron aparecer a Lovecraft- como Ech-pi-El, como Luve-Kerapf, como Ward Phillips o bajo cualquier otro nombre - en sus propios relatos. Frank Belnap Long y Donald Wandrei despertaron también su interés por la fantasía científica. Y sobre todo, - cosa curiosa aunque lógica- esta apertura de horizontes hizo de él un escritor realista.

Pues, sí. El ha descrito con exactitud y convincentemente, a las zonas rurales de su Estado. El ha sabido pintar con suma claridad la decadencia de las gentes y de las costumbres de esa región. Por esa época Lovecraft se declara realista "Estoy plenamente convencido de que, en esencia, toda gente creadora es fruto que crece del humus de su propia tierra natal y de que ningún material literario se adapta a aquélla tan perfectamente como el rico colorido y los antecedentes históricos de ésta. Ya habrán observado Uds., que en mis cuentos he puesto mucho de mi propia Nueva Inglaterra". Fue historiador, economista y sociólogo de Nueva Inglaterra. "Las viejas calles de Providence, escribe W. T. Scott, han sido visitadas duarante generaciones por el mágico recuerdo de la intensa y oscura figura , a veces vacilante de Edgard Allan Poe. Creo que ahora podemos ver al fin, que otro caballero más delgado, ascético y alto se ha unido a él, se pasea con él y es más especialmente nuestro".

De ésta, su época de apertura, datan los Mitos de Cthulhu. El primero de sus relatos perteneciente a éste ciclo es La Ciudad sin Nombre (1921), que todavía conserva el estilo dunsaniano de su juventud. En El Ceremonial (1923) aún quedan algunos ecos dunsanianos, pero la acción transcurre ya en Nueva Inglaterra. Sus cuentos, aun los no pertenecientes a los Mitos, se sitúan ya indefectiblemente en su región natal, casi siempre en sus zonas rurales.

A partir de La Llamada de Cthulhu (1926), los mitos adquieren su forma adulta y definitiva, en colaboración con todo el Círculo de Lovecraft. Cada uno de sus amigos puso su granito de arena: uno se invento un nuevo Dios; el otro un nuevo libro de oscuro saber olvidado; el de más allá, una situación, un detalle, un ambiente. Los Mitos de Cthulhu son una obra colectiva que cristalizó en torno de un hombre solitario.

También de esta época de apertura social data su amistad con Sonia Greene, diez años mayor que él. Lovecraft era entonces un asiduo colaborador de revistas de aficionados y ella trabajaba en la United Amateur Press Asociation. Lovecraft, ante ella debió haberse sentido de nuevo un niño superprotegido y asustado parece haber visto en ella la imagen de su madre perdida, secretamente anhelada. Lo cierto es que se casarón en 1924, yendose a vivir a Brooklyn. Lovecraft sentía verdadero horror por el sexo. A los dos años decasados y se divorciaron tres años más tarde.

Tras la separación, lovecraft regresó a Providence y se dedicó a escribir, leer e investigar la historia de Nueva Inglaterra. Hizo algunos viajes pero, con el tiempo, se fue hundiendo en un creciente pesimismo y misantropía.

Lovecraft murío de cáncer intestinal e insuficiencia renal el 15 de marzo de 1937. Tenía cuarenta y siete años.

Cuando sus obras se publican en forma de libro en la década del ´45, comienzan las traducciones en francés y español, y crece su popularidad en la literatura europea y mundial. Su fama es póstuma y se debe principalmente a August Derleth (1909-1971), de Sauk City (Wisconsin, USA), amanuense y corresponsal.

En lengua española sus relatos son traducidos por primera vez en Argentina: en Buenos Aires la editorial Molino publica en la década de 1940 dos libros con relatos de Lovecraft. En 1957 Minotauro publica la antología titulada El color que cayó del cielo. En España, Alianza edita en 1968 Los mitos de Cthulhu, antología con relatos de Lovecraft y otros autores. Otras editoriales, como Bruguera, Ediciones de Bolsillo, Seix Barral y Acervo, también publicaron libros de Lovecraft. Sus relatos aparecieron también en numerosas revistas especializadas y fanzines españoles y latinoamericanos. En 1975 Jorge Luis Borges dedica un cuento a la memoria de H P Lovecraft, titulado "There are more things" (En El libro de arena).

1 comentarios:

akumetsu dijo...

que buena biografia del increible Howard Phillips Lovecraft yo tambien soy un gran fan de el es interesante la forma en la que narra sus historias y nos describe a alas criaturas y como creo ese xtraño y bizarro mundo en dodne las cosas mas escalofriantes y extraordinarias pueden pasar... bueno dejando eso de lado me gusto el titulo que le pusiste a la biografia que detras de todo ese mundo hay una persona comun, corriente que tuvo triunfos y fracasos.
Y que a la vista de este pobre critico es uno de los mejores escritores del genero del terro

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