miércoles, 11 de abril de 2012

Un país que perdió la inocencia: ¿Quienes somos los Venezolanos sobrevivientes al Once de Abril?



Cada año me lo pregunto: ¿Quienes somos los Venezolanos sobrevivientes del Once de abril?

Pensaba escribir un articulo sobre que viví - y como lo viví - el día once de abril de hace diez años.  Tal vez contar un poco el desconcertado terror que sentí, sentada frente al televisor, y comprender que algo había cambiado en este país para siempre. Las escenas de los heridos, el cadáver solitario de un muchacho que las cámaras de televisión que lo convirtieron en crónica roja de esta democracia que se nos cae a pedazos, los manifestantes, gritando y sollozando. Un grupo de Venezolanos disparando contra otros.

Sí, hay mucho que contar sobre un día que nos marcó a todos, de mayor o menor forma. Un día donde la historia que vivimos, esa de todos los días, se dividió en un antes y después. Pero casi todo lo que podría decir, cualquiera de mis lectores podría completarlo, tener su propia versión. Con toda probabilidad, mejor que la mía. Porque indudablemente, si algo impacta, asombra, conmueve del Once de abril, como fecha y como símbolo, es que convirtió a todos en testigos de lo que ocurría en Venezuela, en protagonistas. En victimas. En impotentes observadores de un momento que creo una nueva definición de lo aceptable, de lo comprensible dentro del mundo político y social de Venezuela.

El miedo.

Diez años después, pocas cosas han cambiado. A veces camino por esta Caracas árida, inhóspita y siento una infinita tristeza. De esa sensación de perdida de las esperanzas rotas. Porque si algo simboliza y claramente el Once de abril, es la perdida de la Inocencia. Recuerdo muy claro, la sensación de alborozo y alegría de esas multitudinarias marchas que se llevaron a cabo cuando el ciudadano tenia un papel concreto en la política nacional. Participé en algunas. De hecho, tenía la firme convicción de estar llevando a cabo un deber concreto, esa inspiración casi ideal de construir mi sueño de futuro, en este país, a través de un esfuerzo mancomunado. La ingenuidad del Venezolano que se aferraba a una idea de país quebradiza, irreal y por completo inexistente.

Y es que el Once de abril demostró de alguna manera, que el Venezolano continuaba confiando en esta idea de país concreta: una forma de mirarse, no solo como parte de un conglomerado social sino como un concepto. Porque Venezuela era redimible - de hecho, aun lo es -, era concebible como una construcción comunitaria, de ideas y condiciones que abarcan no solo el gentilicio, sino una idea uniforme sobre el país, la patria, la nacionalidad. Y era esa absoluta convicción, esa creencia inocente, lo que engendró la enorme marcha que desembocó en los sucesos que todos conocemos.

¿Que ha ocurrido con nosotros, con nuestra visión de nuestro país desde entonces? Creo que todos sabemos las respuestas: Somos sobrevivientes de un hecho de violencia inaudito, del que aun no se tienen respuestas claras, donde no hay culpables ni tampoco responsables. Los asesinados durante el Once de abril, permanecen en un limbo sin respuesta, donde son simplemente piezas políticas propagandistica, o aun peor, una idea brumosa entre una serie de hechos que continúan atormentando la conciencia del Venezolano de pie. Al menos, al que aun recuerda el pánico de la sangre derramada en lo cotidiano, en las calles que recorres a diario, del hombre o la mujer que simplemente quiso expresar su opinión, a viva voz, paso a paso. Ese dolor sin nombre, del asesinado anónimo, de la victima sin rostro, que forma parte de la enorme mitología de destrucción y odio que se ha venido construyendo en Venezuela durante la última década.

Todavía siento escalofríos, mientras camino por el Centro de Caracas, repleto de imágenes de una revolución a medias y sin otro discurso que la política del odio y la segregación. Imagino a los que marcharon, gritando consignas, llevando en alto la bandera de sus ideales, con toda probabilidad  sin saber que más adelante, los esperaba la destrucción del idea simple, de lo cotidiano y lo conocido, en balas, dolor y temor.

¿Quienes somos los Venezolanos sobrevivientes del Once de abril? Me lo pregunto de nuevo, como cada año y sigo sin tener una respuesta.

C'est la vie.

1 comentarios:

Rubén Pérez dijo...

Si la interrogante busca identificar a un grupo humano en específico:

Somos todos!

Pero, si esa pregunta que te haces (o nos haces), expresa una inquietud existencialista que hurga buscando las claves que nos definan; entonces con la decepción con la que se formó, te lanzo mi opinión:

Seres banales, egoístas; temerosos a perder privilegios y ventajas. Peones, marionetas; que movidos por los hilos del miedo nos dejamos subyugar por esa locura y fanatismo que estuvieron a punto de arrastrarnos a una guerra civil sin sentido...banal como somos! Guerra que en los hechos duró tan solo tres dias para volver a las palabras; pero que nos dejó como advertencia algunos muertos muertos. Muertos que no nos importan.

Al parecer, en esa epoca todos decidimos ser "partisanos"; pensábamos, tal vez creyéndonos la sentencia de Gramsci: "que vivir significa tomar partido". Y hoy, al parecer volvemos a ser los mismos "indiferentes" que él tanto odiaba.

Hoy, en medio de mayores problemas reales y tangibles, y aun cuando gran parte de nosotros seamos plenamente conscientes de ello: con la mayor banalida y frivolidad, para intentar sustituir al timonel que con saña nos guía a lo peor, escogemos a otro que con evidentes manifestaciones nos muestra que le falta pericia; y lo que es peor, seriedad y compromiso.

Hoy, estamos empeñados no en avanzar; sino en la revancha, en volver a esos dias de locura.

Eso somos!

rubén
rhpp69@gmail.com

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