martes, 10 de abril de 2012

De como perdí dos horas de mi vida: Los Inmortales o el arte de hacer olvidable una pelicula



Me ocurre con frecuencia con las películas que tienen critica dividida: Las veo por el mero hecho de compronar si realmente son tan terribles o tan buenas como aseguran sus respectivos detractores y admiradores. La cosa con la pelicula "Los inmortales" del director Tarsem Singh es que justamente las opiniones fueron tan tibias que me terminó intrigando tanto indecisión a la hora de calificar un producto visual.  Un quiero no puedo que la dejó en una especie de limbo, donde al parecer la gran mayoría de los criticos y público no supieron muy bien si lanzarla a la basura de las malas producciones o enzalzarla como un producto "pasable", netamente palomitero que cumple su cometido: distraer. Pues bien, luego de ver el film debo decir que en mi caso entro en la linea de los que no saben que decir sobre esta película, como no sea que no recomiendo su visionado si sufres de problemas de sueño o algo parecido.

Porque el principal problema de "The Inmortals" es lo predecible y simple que resulta. Lo olvidable, sin más. Sin duda, es un espectáculo hermoso: los escenarios grandielocuentes, obra de una cuidada puesta en escena, tienen la capacidad de asombrarnos los primeros minutos. Pero a medida que avanza la trama - la contada y vuelta a contar historia de Teseo - esa belleza técnica, tomada sin duda de algunas obras clasicas sobre el tema,  juega precisamente en contra de la narración: me encontré tan interesada por la belleza imposible de los escenarios - sospechosamente parecidos a los de la pelicula 300 - que perdí el hilo de la lentísima trama. Ah, porque resulta desconcertante que los guionistas decidieron que al contrario de "Furia de Titanes",  el cuerpo temático de la historia no serían extraordinarias batallas visuales, sino lentas escenas contemplativas, donde un grupo de Dioses vestidos con extraños uniformes de lamé dorado - al mejor estilo carnavalesco - se enfrentan a un Henry Cavill fuera de forma, encarnando a un Teseo que no parece decidirse entre el estoicismo y la simple estupidez. Y la trama avanza a trompicones,  siempre intentandonos asombrar con su preciosista belleza de escenarios cada vez más extraordinarios, donde  los personajes parecen diluirse en una épica sin chiste que minimiza la historia a un nivel risible. Y es que en "The Inmortals" la historia parece ser lo de menos: Las lentas escenas se suceden unas a otra sin nunca lograr una resolución real, emocionar al espectador, que durante las casi dos horas de metraje, aguarda impaciente la gran batalla que se anuncia, el enfrentamiento entre las fuerzas de los Dioses y los misteriosos Titanes que durante toda la historia, se anuncian como el punto álgido de la narración. Pero no ocurre nada. De hecho, el tramo final de la película termina no solo por aburrir, sino por desconcertar por su carencia de consistencia, su debilidad y peor aun, su necesidad de mostrarse grandielocuente en una trama que se cae a pedazos.

Y es que al final de todo, lo único más o menos memorable de todo, es justamente esa sensación de grandielocuencia en que te envuelve, en esa tierra poética de Dioses y batallas divinas que el director Tarsem Singh se esfuerza por presentarnos. Pero justamente, esa magnificencia visual juega en contra de una historia simple, contada de manera torpe - pero será que los guionistas de Hollywood no se saben otro mito? - que carece de algún aliciente para comprender el axioma máximo del cine de aventuras: Divertir con inteligencia.


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