lunes, 9 de abril de 2012

Entre sombras y juegos de espejos





Cuando leo a Jung o Freud me suceden dos cosas: comienzo a interesarme por mis sueños de una manera maniaca - luego de haberme quejado hasta el cansancio no recordarlos o al contrario, de recordar todas las imagenes con escalofriante detalle - y buscar simbologia incluso en las cosas más sencillas.Obsesionada por la idea que el campo de lo onírico guarda aun enormes sorpresas - espero que sí -, releeí algunos capitulos de la Interpretación de los Sueños de Freud y al completo, el interesantisimo libro "Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos" de Jung.

Una experiencia egocentrica, sin lugar a dudas, esa de intentar interpretar tus propio caos a través de símbolos universales. Porque afrontemoslo, todo el análisis sobre los sueños y el subconsciente, es un intento un tanto torpe de conectar esos pequeños fragmentos de nuestra mente con un todo enorme, universal, tan gigantesco como abstracto. Y claro está,  Como resultado a tales lecturas, siempre obtengo una combinación excentrica de conversaciones, recuerdos, frustraciones, emociones, libros, escenas de mi niñez que creí olvidadas o relegadas a un rincón de mi memoria, pero que aparentemente sobreviven con bastante vitalidad en mis sueños. Una fauna psiquica y psicologica digna de ser mostrada en una siniestra feria de fenómenos de la mente.

Finalmente, un sueño como corolario a toda mi experiencia como improvisada psicoanalista: Me vi de niña, durmiendo en una cama pequeña e incomoda, soñando con un enorme edificio que podía ver a través de mis ojos cerrados. Una imagen dentro de una imagen, el edificio inclinandose peligrosamente sobre una calma oscuridad retorcida. La niña dormida, los ojos de mi mente mirandola atentamente. Y en el centro de la tensión de un silencio impredecible, una vaga sensación de calma, de comprender todo durante un instante, de despertar a un conocimiento sin sentido.

Me niego a interpretar que querrá decirme mi mente. Corro el riesgo de encontrar pequeñas grietas en toda esa surreal idea que todos tenemos sobre quienes somos. O quizá solo se trate que me gusta el misterio de mi mente tal como está, una gran llanura sin norte poblada de símbolos e imágenes incomprensibles. Sin duda, prefiero pensar que aun existen puertas cerradas en mi espiritu. Una poco de vanidad, sin duda.

C' est la Vie.

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