jueves, 23 de junio de 2011

Delirio, deseo, máscara, necesidad

 
 
 
Creo que todos deliramos de vez en cuando. Tal vez se deba a la tendencia habitual de creer que el mundo tiene un unico significado  - y cansarnos de él - o que simplemente, la mente es incapaz de aceptar la realidad con cierta simplicidad. Cualquiera sea el caso, somos propensos a construir fantasias  e ideas, cada vez más abstractas y generales, más profundas, intrascendentes, totalmente obsurdas, que tienen una cierta sustancia personal. Ya lo decia Schopenhauer:  “there is an unconscious appositeness in the use of the word 'person' to designate the human individual, as is done in all European languages: for 'persona' really means an actor's mask, and it is true that no one reveals himself as he is; we all wear a mask and play a role". Esa máscara consecuente, la mayoría de las veces fragil, persistente en la idea del hombre sin ser otra cosa que una recreación de mi memoira.  Y me pregunto… ¿acaso sólo usamos una máscara, un papel, un sólo rostro que dejamos sobre lavabo como cuando el casado deja la sortija al lavarse las manos o la ropa sucia en el cesto del cuarto de lavado? No es esa máscara lo que creemos la normalidad, la simplicidad, la idea más concreta? Y sin embargo, divagamos, fuera de la máscara, fuera del tiempo, fuera de nosotros mismos. Lineas mentalkes que se abren y se cierran. Ideas inconcretas que crean un concepto que se desvela asi mismo.

¿No está el hombre posmoderno atrapado en una mascarada, cuyo lenguaje se matiza a lo largo del laberinto de espejos, donde la multiplicidad y la distorsión buscan erosionar el fiel reflejo de nosotros mismos? Si nos detuviéramos un minuto, ¿situaríamos una serie infinita de rostros distintos ante nosotros, rostros que se han ido, rostros que usamos por la noche, durante el día, en el trabajo, en las reuniones sociales, al amanecer y después del sexo (o, durante)? Tal vez, descubriríamos que nuestra realidad no se aleja tanto de los sueños, donde somos lo que queremos ser, interpretamos lo que deseamos y realizamos lo que tanto tememos enfrentar.

¿Quiénes somos en realidad? Y, sobre todo, ¿hasta que punto dejamos una máscara para pasar a otra? ¿Somos los mismos en todo momento? ¿Esto nos hace auténticos? Y si no, ¿de qué nos serviría dicha autenticidad en una realidad delirante, que se concibe de una manera distinta a cada momento?
¿Somos individuos o sólo el esboce de un personaje que se está construyendo, que está escribiendo la pluma de un escritor, de un dramaturgo o un filósofo? Ahora que me lees, ¿qué personaje estás interpretando? ¿Que idea del mundo tienes y escondes bajo la necesidad de normalidad, de crear, comprender y aceptar tu lugar en lo que suele llamarse la normalidad?

Tal vez, solo sigo delirando. Solo sigo recreando mi propia historia en hilos largos y inconcretos, más allá de mi misma, una forma de crear la simple necesidad de crear.

C´la vie.

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