miércoles, 22 de junio de 2011

Del Laberinto y otras obsesiones de mi memoria


Como tantas otras imágenes y símbolos paganos, la imagen universal del laberinto cayó presa del sincretismo y acabó principalmente en los suelos de las iglesias cristianas, como la muestra gráfica de las pruebas que debe pasar el hombre en su camino a Dios o como la posibilidad de peregrinar hacia el axis mundi (eje del mundo) que era en ese tiempo Jerusalén, Ciudad Santa. Una forma de fe dentro de la imagineria propiamente pagana.

La utilización más antigua de la imagen del laberinto en un contexto cristiano fue en el pavimento de la Basílica de San Reparatus, en Algeria, que data del 324 DC y que actualmente se conserva en la catedral de Argel. Desde la "S" central, se lee en todos los sentidos "Sancta Eclesia", La Madre Iglesia a la que todo fiel debe llegar. Es interesante notar que la “palabra Eclesia lleva dos "C", la ausencia de una de ellas permite transformar el laberinto en un cuadrado basado en el número mágico 13”.

Recién en el siglo VI el laberinto hace su aparición en Europa. Cinco siglos más tarde, se realizan en el norte de Italia tres laberintos, uno de ellos, el de San Miguel Mayor, en Pavía, contemporáneo de la Iglesia de San Davino en Piacenza y otro en la Iglesia de Lucca. Al costado de la imagen se puede leer: "Este es el laberinto que Dédalo el cretense construyó. Una vez dentro, nadie puede salir salvo Teseo, gracias al hilo de Arianna”.


Asimismo existieron laberintos en la Catedral de Cremona, donde el minotauro del centro fue confundido con un centauro (cosa que fue bastante frecuente). También en la Iglesia de Santa María de Aquiro en Roma y en la de Santa Maria de Trastevere, de 1190. Sin duda el más bello de todos es el de la Iglesia de San Vitale en Ravena, que destaca por su sencilla belleza.


En Alemania, el laberinto que se encontraba en Colonia fue destruido, al igual que el que existía en la Iglesia de San Severin. Sólo quedan en Quedlinburg, como recuerdo más antiguo de la imagen: tres figuras: flechtbaender (cintas entrelazadas) y ewigkeitsbaender (cintas de la eternidad). Asimismo un vórtice solar: Sonnewirbel, pero como sabemos ninguna de ellas es propiamente un laberinto aunque lo antecede en el imaginario.

En Inglaterra en la pila bautismal en la Iglesia de Lewannick, Cornualles, están tallados un laberinto sencillo en forma de pentagrama y una espiral y en la Iglesia de Santa María de Recliffe de Bristol, existe un pequeño relieve en el techo con un laberinto que data del siglo XV. Aparecen laberintos en los pavimentos de la Iglesia de Bourn, Cambridgeshire, y en la Catedral de Ely, aunque esta última se construyera ya en 1870. Otra réplica moderna se encuentra en la Iglesia de Alkborough en Lincolnshire, dentro del revival que se produce en Europa por lo gótico.

Los laberintos recibieron como nombre meandre (la figura que lo antecede en el imaginario), daedali y domus daedali (una clara reminiscencia de Dedalo, constructor del laberinto de Cnosos) y chemin du Jerusalem o lieu du Jerusalem, camino o lugar (hacia Jerusalem). El centro era Ciel o Jerusalem.

Como hemos notado por los nombres dados a los laberintos, el verdadero Cielo de éstos fue Francia y sus iglesias góticas. Lamentablemente casi todos han sido destruidos y sólo queda el dibujo o las referencias en algunos libros. Por ejemplo, el laberinto de Reims fue destruido en 1779 (aunque se conserva la imagen), el de Auxerre, en 1769, el de Arras durante la Revolución Francesa aunque el dibujo se ha conservado, Saint Etienne de Caen en 1802, al igual que el de Touissants en Chalons sur Marne, éste muy tempranamente en 1554. El de Sens, destruido en 1769, el de Bayeaux actualmente se halla en muy mal estado, con el trazado casi irreconocible. El de Poitiers, con un diseño único en forma de árbol, también fue destruido. En este laberinto no se llegaba al centro, sino que después de un largo recorrido se regresaba al punto de partida. Saint Bertin de Saint Omer, también destruido. El laberinto de Amiens, construido al parecer en 1288, fue destruido en 1828 y restaurado en 1896. Con un diseño muy similar, el laberinto de Saint Quentin no corrió la misma suerte, también fue destruido. El laberinto más conocido de todos, el de Chartres, diseñado por el arquitecto Villiard de Honnecourt en el siglo XIII, alcanzó a salvarse de esta destrucción y recibe hasta el día de hoy, casi intacto, a miles de peregrinos al año.

¿Porqué tanto ensañamiento con esta figura? A pesar del claro mensaje didáctico que entregaban en una época en la que muy poca gente sabía leer, la mayoría de los laberintos fueron destruidos por orden directa de los encargados de las iglesias, que no toleraban el ruido que generaban los niños al jugar en ellos, considerándolos por tanto, instrumentos del demonio. Vemos cómo su poder de evocación había superado finalmente al poder asignado de instrucción... Los laberintos están hechos para ser recorridos... A esto se le suma la acción de los vándalos y saqueadores de siempre.

El laberinto se desplaza entonces a lugares más mundanos, donde fue mejor recibido como los jardines de las villas y palacios. Abandona el espacio sagrado sin perjuicio ya que es, en sí mismo, un espacio sagrado.

Descripción y explicación de la presencia de laberintos en las Catedrales Góticas:
El arte del embaldosado del suelo de las catedrales había adquirido en la Edad Media bastante perfección para asegurar a los temas historiados la variedad suficiente de dibujo y colorido. Los laberintos se trazaban generalmente en el punto de intersección de la nave y el crucero.


En Amiens, se puede observar en el centro, una gran losa en la que se había incrustado una barra de oro y un semicírculo del mismo metal, representando la salida del sol en el horizonte. Más tarde se sustituyó el sol de oro por un sol de cobre, el cual desapareció a su vez, para no ser ya reemplazado. En cuanto al laberinto de Chartres, y dibujado sobre el pavimento de la nave, se compone de toda una serie de círculos concéntricos que se repliegan unos en otros con infinita variedad. En el centro de esta figura, antiguamente se veía el combate de Teseo contra el Minotauro. Nueva prueba, pues, de la infiltración de temas paganos en la iconografía cristiana y, en consecuencia, de un sentido mito-hermético evidente.

Una de las explicaciones de la utilización de este símbolo es la existencia del llamado laberinto de Salomón, que es una figura cabalística que se encuentra al principio de ciertos manuscritos alquímicos y que forma parte de las tradiciones mágicas atribuidas al nombre de Salomón. Es una serie de círculos concéntricos, interrumpidos en ciertos puntos, de manera que forman un trayecto chocante e intrincado. La imagen del laberinto se nos presenta, pues, como emblema del trabajo entero de la obra, con sus dos mayores dificultades: la del camino que hay que seguir para llegar al centro y la del otro camino que debe enfilar el artista para salir de aquél. Aquí es donde necesita el hilo de Ariadna (1) si no quiere extraviarse en los meandros de la obra y verse incapaz de encontrar la salida. Ariadna, la araña mística, escapada de Amiens, sólo dejó sobre el pavimento del coro la huella de su tela.

Recordemos, de paso, que el más célebre de los laberintos antiguos, el de Cnosos, en Creta, era llamado Absolum. Y observemos que este término se parece mucho a “absoluto”, que es el nombre con que los alquimistas antiguos designaban la piedra filosofal.
De esta manera, podemos considerar al laberinto como camino o vía del Conocimiento o Iniciación en los Misterios, con las pruebas que el alma debe afrontar y salvar en su reforma psicológica. "Entrar en el Laberinto" supone un conocimiento previo de cual es la "puerta" que permite su encuentro; es decir se entra en el Laberinto una vez se ha divisado, cual es el camino o vía hacia el conocimiento, la Tradición misma, con sus símbolos, ritos y mitos.

El Laberinto se traza entonces, después de la entrada en el Templo (lugar de la pila bautismal) y antes del acceso al altar; en el centro, mas o menos, de la Nave, ya que el altar simboliza el centro o punto dónde las influencias espirituales "descienden": donde se materializa el espíritu espiritualizando la materia. De esta forma la idea de Orientación es básica para comprender el simbolismo del Laberinto, que se sitúa entre el bautismo de agua (baptisterio) y el bautismo de fuego (altar) y que corresponde, en la obra alquímica, al Blanco. Igualmente, en el Árbol Sefirótico cabalístico, el Laberinto correspondería al Mundo de Yetsirah, entre Yesod [el Fundamento, también la Luna] y Thiferet [el Amor, también el Sol]. Asimismo en el Adán Primordial [Adam Kadmon] el Laberinto se sitúa en la zona del vientre.
Notas:

1. El Hilo de Ariadna es el que permitió a Teseo cumplir su misión. Ariane es una forma de ariagne (araña), por metátesis de la i. Por lo tanto, puede, pues, leerse arahné, arahni, arahgne. ¿Acaso nuestra alma no es la araña que teje nuestro propio cuerpo? En provenzal, el hierro se llama aran e iran, según los diferentes dialectos. Es el Hiram masónico, el divino Aries el arquitecto del Templo de Salomón. Los felibres llaman a la araña: aragno e iragno, airagno,, en picardo, se dice arégni. Pero aún hay más. El verbo apva expresa el orlo de un astro que sale del mar: de donde se deriva apvav (aryan), el astro que sale del mar, que se levanta; apvav, o ariane, es, pues, el Oriente, por permutación de vocales. Además, apvw tiene también el sentido de atraer, luego, apvav es también el imán. Si volvemos ahora al origen del latino sidus, sideris, estrella, reconoceremos a nuestro aran, iran, airan provenzal, el apvav griego, el sol que sale.

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