viernes, 10 de junio de 2011

Danza en la luz naciente.

 
 
 
 
En ocasiones creo que deberia titular estas notas: "Crónicas del insomnio", porque ultimamente se ha convertido en mi motivo de inspiración y sobre todo, un lapso de tiempo muy productivo, intelectualmente hablando. Hace unos pocos meses, estuve convencida que al comenzar el nuevo ciclo solar, el cansancio me haría caer rendida por las noches, o al menos dormiría más horas. Pero creo que la hiperactividad - y la cafeina, admito con sinceridad - me han hecho desear detener el tiempo en este mismo instante, de evitar a toda costa que la noche se termine y venga otro día. Es miedo, tal vez, de ver pasar el tiempo. O pura euforia, mientras tomo fotografias, escribo y leo sin pausa. Y la bendita sensación de casi encontrar la satisfacción, las horas corriendo mientras siento que todo tiene un sentido - para terminar concluyendo que solo se trata de mi imaginación desbordada-. Una epifanía de pura emoción o una simple y perturbada proclividad.

Embebida esa especie de maniatica euforia, estoy leyendo mucho más que de costumbre, aprovechando el tiempo que paso insomne. He leido y releido más de lo que debería, creo, recuperado anecdotas, creado otras nuevas. El paraíso de letras y palabras en el jardin de mi Memoria se reconstruye asi mismo, toma formas novedosas. Paredes que caen y formas que se alzan en medio de las sombras de esta veleidad un poco sombría. Por ejemplo, releí "Ultimos poemas" de Vicente Huidrobo y un poema saltó a mi vista, como si lo leyera por primera vez. Curiosamente nunca le había puesto atención, hasta ayer. Y es que en las palabras Huidobro canta al tiempo y a la quietud de la sombra, hay un sentido uniforme de la verdad con la cual me sentí identificada y profundamente maravillada.

Aire de Alba.

Mi alma está sobre el mar y silba un sueño
Decid a los pastores que el viento prepara su caballo
Y saluda al partir en el orgullo de su infancia
Yo amo una mujer de orgullo y sueño
Desembarcando de su fondo silenciosa
Sabed pastores que debéis cuidarme
Y cuidar sus sueños y cuidar sus cantos
Y la fiesta de las olas
Como alegría de su orgullo y su belleza
Ah cielo azul para la reina al viento
Ah rebaño de cabras y cabellos blancos
Labios de elogios y cabellos rubios
Animales perdidos en sus ojos
Hablad a la osamenta que se peina
En el país del fondo hasta el fin de los siglos
Túnica y cetro
Amplificación de los recuerdos
Ruido de insectos y caminos
Hablad de la comarca como corre el océano
Ah el viento
El viento se detiene para la reina que sale de su cielo

Sí, en el regazo de lo imposible, reina la voz del hombre. Un momento aciago quizás, una pequeña muerte del tiempo simple. Bailo, bailo, con los ojos cerrados y rio en medio del tiempo. Un fragmento pequeño de paz.

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