lunes, 27 de junio de 2011

De la razón y el libre albedrio



Despierto. Y casi siempre la primera bocanada de sol, de aire radiante, de mañana, de dia que despierta, me desconcierta. Los ojos entreabiertos, y la luz azulada derramandose en todas direcciones, creando sombras y refracciones propias. Me acurruco, en medio de esa oscuridad opalina, lenta y suave, de un amanecer cualquiera, y siento esa sensación única que se experimenta ante los pequeños prodigios, ante las revelaciones del futuro diario.

Estoy viva.. De estos momentos, está hecha la vida. Un infinito entramado de momentos de similar belleza, de profunda ternura e intimidad.

De pie ante la ventana de mi habitación favorita. Una luz rosa y clara baña la ciudad. Se ve inofensiva, tierna casi, en esa inocencia del dia recién nacido. Las calles vacias, un transeunte apresurado, un coche cruzando la esquina con cierta inquietud. Una escena casi quebradiza en su belleza, esa pequeña circunstancia que se entrelaza entre si para crear una idea firme del mundo. Y somos, y es, y existe, y es real. La vida radiante del amanecer, con esa luz que palpita y modela la realidad. Las luces que se deslizan lentamente creando una mínima variación de belleza.

Sonrío, sentada, en una calle de esta ciudad inmensa. Hace una década, un dia como hoy, tomé la primera decisión de mi vida que cambió mi historia, construyo una nueva, me brindó el valor del libre albedrio. Un dia como hoy, trabajé por última vez como abogada y comprendí, que recorría un camino tan doloroso como temible, tan triste como plano. Una niña aun, de veintiun años, cansada, abatida. Sentada detrás de un escritorio, temblando, las manos entrelazadas, el corazón latiendome muy rápido. De miedo. De profunda desazón. ¿Es esto lo que deseas? ¿Es esto lo que quieres construir? las lágrimas, calientes e inocentes. Y el temor, allí tan latente. Temblando, me levanté. Volví a sentarme. ¿Por qué no aceptar que las cosas deben ser de esta manera? ¿Por qué no mirar el mundo de esta manera y creer que se puede construir algo bueno, quizá, con esta insatisfacción?

Porque no.

No lo deseo.

No lo haré.

Me levanto, tambaleandome. Tomo el maletin y sin mirar a nadie, sin responder preguntas, salgo de la pequeña oficina, a traspies.Y el dolor, la angustia. La incertidumbre. La respiración afanosa, un gemido. No puedo aguardar por el elevador, bajo las escaleras casi a la carrera, huyendo quizá. En algun momento comienzo a llorar, apretando el maletin contra el pecho, aterrorizada como si el monstruo de mi mente, ese el de las pesadillas más personales, estuviera por extender sus dedos largos y avidos para hacerme retroceder, para obligarme a mirar el futuro árido, arrasado, de una soledad triste y pequeña.


No se lo permito. Huyo, si pero, esta huida implacable es también una liberación.

Ahora camino por la calle. Con paso lento. Llevo los zapatos en la mano. Comienza a llover. Una lluvia pequeñita, de gotas casi doradas de sol. Una lluvia de Junio, de ese verano de mi país que bien podria ser simplemente otro dia de sol radiante como cualquier dia del año. Pero a mi me parece un verano mítico, con sus rayos de sol resplandecientes bañando un cielo tenue, de opalo y terciopelo. Y esta lluvia, cada vez más exquisita, con el sabor de las hojas de los árboles, de la tierra que explota en belleza, de los tiempos olvidados, de los buenos recuerdos, de las diminutas esperanzas. Y es esta esperanza, la que camino riendo, a solas, una joven demente que lleva un traje severo, como el dolor y el miedo, y los zapatos de tacón alto en la mano. Camina descalza, esta mujer temerosa, en mitad de la calle. Esta empapada, temblando, el cabello despeinado. Pero nunca ha sido más libre, más feliz. Y una nueva historia comienza. La historia que construiré en el futuro, que no sé a donde me llevará ni que encontraré, un camino de mil dias sin voz, porque yo se la daré. Una tierra de palabras y deseos que se extiende en todas direcciones a partir de mi.

Si, han transcurrido diez años. Desde que abandoné el temor y comencé a escribir una historia que comienza en cualquier dia, un amanecer. Quizá una tierra desconocida, un mundo a mi medida, Universo cuántico en mis deseos. Aun faltan muchas regiones que descubrir, en esta orbe diminuta y espléndida donde habita mi espiritu, pero es mia, tan mia como mis sueños y mis sonrisas, mis lágrimas y mi temor.

Sonrio, este nuevo día. Radiante, un poco brumoso. Una oportunidad delicada y simple, para siempre comenzar otra vez.

C' la vie.

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