lunes, 3 de agosto de 2015

El ABC del fotógrafo curioso: Todo lo que debes saber sobre el proceso creativo fotográfico.






Hace unos siete años, acudí a un evento llamado “De la creatividad y otros demonios”, que prometía — o eso supuse — brindar herramientas para estimular el proceso de creación de cualquier artista y también, profundizar en todos los planteamientos que permitieran a cualquiera con algún interés creativo, profundizar en sus referentes e ideas más personales. Pero, la experiencia resultó ser una maratónica sesión de lectura y cine: por casi dos días, los participantes acudimos a la proyección de seis películas de diferentes géneros escogidas al parecer por su intrincado argumento, lecturas dirigidas de libros especialmente abstrusos, pequeñas degustaciones de comida y bebida exótica acompañadas por música estruendosa de grupos de los que jamás había escuchado antes. Desconcertada, me tomé aquello con cierta deportividad y me pregunté como podría ayudarme al momento de fotografiar o escribir. No tenía mucho idea de hacia donde nos podía conducir la actividad, pero la disfruté por el mero hecho de resultar intrigante y sobre todo, inesperada. De manera que acudí a todas las proyecciones, comí todo lo que pude del menu, bailé con la rarísima música étnica que se escuchaba por todas partes y finalmente, paladeé el evento como una gran experiencia sensorial. Tuve la sensación que la combinación de estímulos no sólo me sacudía sino que me obligaba a analizar mis sensaciones de una manera por completo nueva.

El último día, el organizador del evento se despidió del grupo de participantes, pidiéndonos enviar a vuelta de correo lo primero que creáramos luego de la extrañísima experiencia. Me pregunté que podía estar esperando resultara de aquella extraña combinación de ideas y tendencias que había intentado combinar sin mucho tino durante ese fin de semana…pero a las pocas horas de llegar a casa, lo descubrí. Comencé fotografiar todo lo que pude, en una especie de súbito despertar visual que incluso me sorprendió a mi misma. Me dediqué también a escribir, con un entusiasmo que había creído perdido y de hecho, me encontré mucho más interesada en investigar y dedicar buena parte de mi tiempo analizar mis ideas desde un nuevo punto de vista, que en simplemente intentar ordenar algunas frases de forma comprensible. Para mi sorpresa, no sólo sentí que el fin de semana me había brindado — con una sutileza que jamás pude esperar — no sólo una nueva visión sobre mi trabajo sino también, sobre cómo dedicaba tiempo y esfuerzo a mis actividades creativas favoritas. Como le escribí al coordinador del evento unos días después “descubrí que crear es una aventura sensorial, antes que únicamente un análisis intelectual sobre el motivo por el cual lo hacemos”.

Al coordinador no pareció sorprenderle mi súbita efervescencia y luego de recordarme que todos necesitamos el estimulo que permita sacudir y despertar la necesidad de crear, me habló sobre algo de lo que hasta entonces, no me había percatado. Crear y construir planteamientos artísticos no se basa en una única idea, en una reformulación de una sola perspectiva y mucho menos, una visión específica sobre una interpretación intelectual concreta. Crear es un cúmulo de percepciones que se combinan hasta brindar un sentido esencialmente personal a una perspectiva y brindarle una dimensión nueva. Una visión original e intima sobre una reflexión general. Como bien insistía el Coordinador, crear es correr el riesgo de equivocarte tantas veces como sea necesario:

“Para crear es necesario recorrer nuevos caminos, reconocer los que ya hemos recorrido y paladear todo lo que nos pueda sorprender en ellos. Crear no puede limitarse a una labor intelectual, a la investigación teórica y mucho menos, sólo a la necesidad de racionalizar el proceso creativo en busca de un resultado. Crear, en suma, es una audacia, un temor, un descubrimiento casual, una idea espontánea. Un accidente. Crear es cien experiencias resumidas en una sola o al contrario, una sola experiencia expresada en infinitas maneras de distintas. Y atreverse a crear, perder el temor al error en busca del aprendizaje, es quizás una de las nociones más profundas de cualquier trayecto artístico de índole personal”.

Jamás olvidé esa reflexión y de hecho, la he venido aplicando con enorme regularidad desde entonces. Y la he aplicado a todo ámbito creativo que me interesa, pero sobre todo, a la fotografía. Porque la imagen, es sobre todo, una idea que se elabora a partir de todo tipo de reflexiones y visiones distintas, una combinación del ideal y la percepción subjetiva que brinda sentido a la visión del artista como símbolo. Es por ese motivo, que la fotografía como arte y técnica, necesita de esa re elaboración, una mirada en continúa crecimiento y profundización de su propia simbología y más allá de eso, una reflexión sobre sus distintos matices y capacidad para sustentarse sobre un planteamiento concreto. La creación fotográfica, como cualquier otra visión artística se construye a partir de esa necesidad insistente del fotógrafo de encontrar un medio original de expresar ideas que quizás ya no son novedosas, pero no por ese motivo menos importantes, estimulantes y conmovedoras. Para el fotógrafo, que debe construir su discurso fotográfico sobre lo que supone la inmediatez de la imagen que se capta, la creatividad se basa en esa recombinación de valores y percepciones que brinden al lenguaje que maneja elementos frescos y personales. Y es que en la fotografía, la creación implica un recorrido y análisis de lo que la realidad puede ser — y como se asume — pero también, la forma como el fotógrafo la interpreta. Entre ambas cosas, la creatividad fotográfica depende no sólo de la imagen que se capta sino también, de la forma como se racionaliza la percepción de su autor sobre el resultado visual que obtiene.

De manera que al analizar los diferentes medios como el creador visual puede estimular su creatividad, vale la pena cuestionarse no sólo el medio a través del cual se construye un discurso visual, sino los motivos a través de los cuales se construye esa compleja combinación de símbolos y significados que llamamos autoría visual. ¿Que estimula la creación visual en un fotógrafo? ¿Que le hace hacerse planteamientos novedosos? ¿Que le permite evolucionar en su trabajo y propuesta? Luego de algunas semanas de investigación, llegué a la conclusión que los anteriores cuestionamientos pueden resumirse de la siguiente manera:

* Recuerda que fotografiar es un acto sensorial, no solamente un acto mecánico:
Con frecuencia, el hecho que un fotógrafo necesite una cámara para crear, hace que se concluya erróneamente que la fotografía es un proceso mecánico basado en el uso de un aparato tecnológico. Y aunque en ciertos aspectos, la fotografía es de hecho, un evento técnico — toda fotografía se obtiene a través de una cámara — el hecho creativo de la imagen que se toma es un proceso mental y emotivo que atañe únicamente al fotógrafo. En otras palabras, una fotografía nace de las ideas, opiniones y percepciones del fotógrafo sobre el mundo que le rodea, lo que hace a la imagen algo más que el resultado de una serie de procesos técnicos. Como arte y técnica la fotografía es una combinación de la precisión técnica y la subjetividad del artista en pleno planteamiento creativo, lo que hace a la imagen que se capta un documento único de enorme valor personal.

De manera que ningún fotógrafo debe limitar su aprendizaje, crecimiento y la elaboración de un discurso personal, al hecho de cómo fotografía — o sus conocimientos técnicos sobre el hecho fotográfico — sino los motivos por los cuales los hace. Una profundización en los aspectos subjetivos y artísticos que brindar valor estético a la obra que se crea. Toda fotografía es una combinación de diversos elementos visuales que se sostienen sobre un lenguaje en concreto. Y más allá de eso, una reflexión intima sobre los procesos mentales y códigos estéticos que la conforman. Una documento visual único.

Así que nutre tu experiencia creativa como fotógrafo asumiendo que lo realmente importante dentro de la fotografía es tu percepción del mundo y lo que te rodea. Intenta replantearte lo técnico desde un punto de vista artístico, utilizando las herramientas a tu alcance para construir un discurso visual sólido. Experimenta con la composición, la iluminación, los símbolos sutiles que puedas incluir dentro de tus imágenes. Toma el riesgo de transgredir las ideas que consideras esenciales de tu trabajo. Reinventa cualquier percepción que asumas absoluta. Y sobre todo, disfruta de esa noción de descubrir aspectos por completo novedosos en tu trabajo, en tu manera de mirar y sobre todo, de concebir las imágenes como un medio de expresión válido.

* No limites tu experiencia fotográfica a la observación:
Se suele decir que todo fotógrafo es un gran observador, lo cual es cierto, pero con frecuencia se olvida que también, es un gran hedonista. Como cualquier artista, un fotógrafo se nutre no sólo de lo que mira, sino de lo que percibe. Y es esa recombinación de símbolos y percepciones, lo que hace de la imagen fotográfica un documento único. No sólo se trata de una visión sobre la realidad, sino las incontables interpretaciones que el fotógrafo puede obtener de ella. Una y otra vez, el fotógrafo estructura en símbolos visuales concretos cada aspecto de lo que asume como real y sobre todo, expresa como idea compleja.

Siendo así, el fotógrafo no puede limitarse sólo a la mirada de lo que le rodea. La imagen es algo más que un reflejo de lo inmediato o lo es, en la medida que la fotografía es un documento visual esencialmente subjetivo. Nutre tu experiencia con todo tipo de estímulos que enriquezcan esa percepción esencial y elemental sobre tu capacidad para crear y sobre todo, que brinden a tus imágenes profundidad simbólica. Crea a partir de imágenes, pero también de sensaciones, sentimientos, incluso olores y sabores. Construye códigos visuales basados en ideas abstractas o que requieran una conceptualización esencial a través de la metáfora. Convierte tus imágenes en percepciones e interpretaciones, más que elementos que reflejen la realidad a medias. Asume tu labor creativa como una medida de tu noción sobre tu identidad como creador y sobre todo, tu visión como artística visual.

* Disfruta de la fotografía como parte de tu lenguaje cotidiano.
En una ocasión, uno de mis profesores me aseguró que nunca dejaba de fotografiar, aunque no llevara su cámara entre las manos. La afirmación me sorprendió porque por entonces, estaba obsesionada con las relaciones entre el aparato y la inmediata creación visual. Pero para mi profesor, la idea era esencialmente simple: Fotografías en la medida que asumes todo lo que te rodea como un escenario proclive de ser fotografiado. Y limitarse sólo al uso de la cámara, no sólo es un prejuicio basado en la simplificación de la fotografía como producto de un proceso mecánico, sino de un menosprecio muy elemental sobre la creación visual inmediata como vehículo artístico. La fotografía no es sólo una ventana hacia la realidad — aunque por mucho tiempo fue considerado su objetivo esencial — sino una re interpretación de lo que la realidad puede ser a través de la mirada del fotógrafo. Y como tal, la fotografía necesita nutrirse de la experiencia cotidiana, intima y reflexiona del fotógrafo sobre su entorno.

De manera que pinta, dibuja, fotografía mentalmente siempre que puedas. Imagina imágenes que puedan crearse no sólo a través de la cámara, sino una combinación de tus reflexiones sobre el espacio y lo simbólico. Aprende a mirar con interés los pequeños detalles, investiga mentalmente cada rincón y lugar que te rodee hasta crear un conjunto de referencias personales sobre lo que consideras de interés y cautivante. Obsesiónate con cada cosa que forma parte de tu cotidiano y encuentra diferentes maneras de mostrarlo e interpretarlo. Recuerda que la fotografía es una constante evolución no sólo de la forma sino el concepto que la sustenta.

* Música para tus ojos:
Uno de mis amigos suele decir que cada una de sus fotografías tiene una canción que la creó. No hablamos sólo de inspiración, sino que la fotografía metaforiza en cientos de maneras distintas, lo que asumimos como real y tangible. Crea una nueva percepción sobre lo que asumimos evidente. Por ese motivo, la fotografía puede — y debe, quizás — nutrirse de estímulos que no sean los obvios y muchos menos, lo más sencillos al momento de constituirse en un lenguaje por derecho propio. Como bien comentaba mi amigo, la música — sus acordes, movimientos, la sensación que se trataba de una realidad viva que interpretar — le permitió construir imágenes por completo desvinculadas de una óptica común y sobre todo, basadas en ideas esenciales de las cuales incluso no era consciente. Para él, el sonido se convirtió en forma. Y más allá en color y en noción de espacio, lo cual le permitió construir toda una nueva reflexión sobre el motivo que te hace crear y sobre todo, asumir el peso de lo que creas.

Crear a partir de estímulos sonoros te permite construir ideas novedosas sobre lo tus planteamientos visuales. Después de todo, se trata de una construcción muy personal sobre lo que percibes y las emociones que te despierta una melodía, canción o sonido en especifico. Intenta abarcar no sólo los sentimientos que te produce sino también, la manera como esa sensación puede transformar tu percepción. Convierte tu capacidad de observación fotográfica en una búsqueda privada de significado de lo invisible y más allá, de lo que se considera puramente privado.

* La palabra, que crea imágenes:
En el evento sobre la creatividad al que asistí que comentaba al comienzo de este artículo, se insistía muchísimo en el hecho de crear “paisajes imaginarios”. Y aunque nadie explicó como o de qué manera debería construirse esa cartografía de lo intangible, si se insistió hasta el cansancio que la realidad es sólo una apreciación limitada de quienes somos y lo que nos rodea. Así que nos invitaba a escuchar poemas y fragmentos de numerosos libros y luego imaginar, las escenas que describirían como mejor nos apeteciera. En el trayecto, se nos pedía transgredir límites, llegar a los extremos de lo que podía imaginar, asumir que nuestros temores y prejuicios son fronteras elementales sobre la percepción. Al final de la actividad, me encontré confusamente consciente que todas las imágenes en las que había pensado, no sólo me resultaban nuevas, sino incluso un poco temibles. Era básicamente el reflejo de una parte de mi misma que no sólo me resultaba desconocida sino también, por completo inexplorada.

Cuando apliqué el método a la fotografía, me sorprendió la riqueza que le podía brindar a mis imágenes esa necesidad de imaginar paisajes y escenas a partir de párrafos, frases, poemas e incluso palabras sueltas. Y es que el significante — esa idea esencial que construye cualquier concepto fotográfico — parecía ser mucho más sustancioso a medida que lograba trasponer ciertas ideas que por mucho tiempo consideré esenciales. Comencé a hacerme preguntas no sólo sobre la simbología de lo verbal y como podía aplicarse a la fotografía sino por el hecho simple, de construir ideas simbólicas más allá de lo obvio. Poco a poco, construí toda una idea acerca de la capacidad de las palabras para no sólo crear mensajes múltiples sino también, de sus profundas relaciones con la imagen que imaginaba y la forma como fotografiaba. Todo un nuevo concepto sobre mi necesidad de construir un discurso fotográfico coherente y más allá de eso, de mi percepción artística sobre la imagen inmediata.

Usa las palabras como un medio para crear conceptos complejos y sobre todo, tan simbólicos como puedas. Asume las numerosas interpretaciones que una palabra puede tener como una forma de obligarte a abandonar los medios e interpretaciones más habituales que utilizas. Y sobre todo, disfruta de esa libertad de crear que te brinda la palabra: no sólo se trata de una visión nueva sobre lo que creas, sino también, como combinas el significado visual con esa noción puramente intima sobre el motivo por el cual lo hacemos.

* Crea, en absoluta libertad:
Comencé a fotografiar siendo muy joven y eso me permitió, que por muchos años, fotografiara como me apetecía de la manera que consideraba correcto. Durante toda mi adolescencia, fotografié sin atenerme a ninguna regla formal y mucho menos, alguna idea sobre la llamada fotografía “pura”. En realidad, durante esa época me interesaba bastante poco documentar el mundo que me rodeaba. Necesitaba recrearlo, reconstruirlo. Pasaba horas encerrada en mi habitación autorretratándome y también, intentando que mis imágenes fueran algo más que una idea básica sobre mi misma. Esa constante reinvención y experimentación me enseñó una serie de lecciones muy profundas sobre las ideas visuales — y como se crean — y sobre todo, lo que asumo necesario al momento de crear que no olvidaría en las siguientes etapas de mi formación fotográfico. Aprendí que crear es un ejercicio que implica cometer errores, romper las reglas, asumir algunas otras como necesarias para desdeñarlas después. Una evolución constante hacia lo que deseo construir como discurso visual personal y lo que puede definirme como artista.

Al fotografiar, toma un camino personal. Práctica en solitario, asume tus errores como una forma de experiencia, a pesar que puedan parecer insólitos e incluso poco importantes. Déjate llevar por los impulsos, la necesidad espontánea de crear. Obsesiónate con tus puntos de vista. Y sobre todo, respeta tu forma de mirar. De asumir las condiciones idóneas para crear y elaborar un sentido único a las imágenes que creas.

* Salta al vacío:
El fotógrafo Cartier-Bresson solía decir que fotografiar es un conjunto de errores bien asimilados. De hecho, llegó a decir, con cierta altanería artística, que la nitidez es un concepto burgués. Pero no se refería sólo al punto de enfoque en una imagen, sino a la necesidad de forzar los limites y reconstruir el lenguaje fotográfico en algo nuevo. De manera que al fotografiar arriésgate, comete errores. Conoce las reglas sólo para romperlas como prefieras. Confía en tu instinto como fotógrafo, asume el peso y simbología de lo que haces como ineludible. Recuerda que cada imagen, es una combinación de ideas elementales, esenciales, únicas. No importa que lo fotografies sea un tópico o algo muy poco novedoso. Lo esencial es tu mirada, tu visión renovada y sobre todo, la idea que se construye a través de lo que interpretas como real. La fotografía, como todo arte, depende de un discurso que la sostenga. Pero sobre todo, de una idea elemental de la cual pueda alimentarse para profundizar en su planteamiento esencial.



Una reflexión corta pero que sin embargo, intenta analizar las razones que todos tenemos para aspirar a lo original y a las ideas creativas que nacen de nuestras referencias personales. Una percepción ideal sobre quienes somos al construir ideas artísticas y más allá de eso, quienes aspiramos a ser para asumir nuestro valor no sólo como fotógrafos, sino también como artistas en busca de una noción artística válida. Una mirada original.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Este post me ha atrapado, en la medida que persigo esa concepción de como plasmar las cosas que observo

Creo que lo releeré varias veces

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