viernes, 18 de agosto de 2017

El terror como hecho cultural: Las referencias del cine/literatura de terror en “Annabelle, Creation” del director David F. Sandberg.



Uno de los mayores aciertos de la recién estrenada precuela basada en el Universo de James Wan, es el uso de la referencia al cine de horror clásico como una forma de sostener un discurso complejo sobre el miedo y lo que nos lo produce. Y aunque no lo logra por completo — el guión en ocasiones parece ser incapaz de sostener la visión sobre el Mal que propone — si consigue construir una percepción sobre lo desconocido a medio camino entre la incertidumbre y también, una atmósfera malsana que logra a partir de golpes de efecto y una puesta en escena cuidadosa.

Sandberg parece muy consciente de la necesidad de crear una comprensión sobre el mal como fenómeno absoluto, de manera que echa mano a todo tipo de referencias cinematográficas sobre el tema. Algunas de las más evidentes son también preferida.

Dario Argento y el terror silencioso:
Sandberg sabe que se dirige a una audiencia que no es fácil de sobresaltar, de manera que recurre a uno de los recursos más viejos del cine, que el gran Dario Argento usó en “Suspirina” con estupendos resultados. Las secuencias avanzan en medio de pequeños espacios claustrofóbicos que utilizan la luz como puntos focales inmediatos. De manera que guía al espectador en medio de la acción para mostrar los elementos básicos que sostienen su discurso: puertas cerradas, pequeñas insinuaciones del mal en medio de la oscuridad. Sandberg escoge expresar el terror como una estructura sólida que avanza de un lado a otro en piezas dispersas y Argento es su mejor maestro en el método.

William Friedkin y los terrores ocultos:
En “Annabelle: Creation” el horror no se muestra y esa es una lección que Sandberg aprendió de Friedkin y su capacidad para las atmósferas inquietantes. Con un manejo impecable de la luz y también de los pequeños terrores escondidos en medio de lo cotidiano, Sandberg rinde homenaje al clásico tradicional del terror “El Exorcista” y lo hace a través de una serie de secuencias en la que muestra los espacios vacíos y corrientes como una amenaza cercana. La capacidad de Sandberg para llevar el horror a algo más duro de asimilar que lo evidente, logra crear una visión sobre el bien y el mal que se basa en lo simbólico y lo temible. Una visión perpendicular que permite a la secuela expandir el Universo de Wan y brindarle una consistencia novedosa, quizás el mayor logro de la película.

John Carpenter y la tensión en aumento:
Sandberg está consciente que el miedo es una reacción a lo anormal y una percepción de la incertidumbre acerca de lo sobrenatural, por lo que toma del Maestro John Carpenter la noción sobre el horror como un elemento invisible e inquietante. En “Annabelle: Creation” , la atmósfera lo es todo pero sobre todo, la capacidad del guión y la puesta en escena de sostener el miedo a través de un punto de vista subjetivo acerca de lo que provoca el miedo. Sandberg asume la deshumanización y la violencia como estrategia para expresar el terror que subyace en la oscuridad de la mente humana — una lección aprendida de Carpenter — hasta crear una noción sobre lo temible de enorme solidez argumental.

David Cronenberg  y el terror de lo inmóvil:
Para asumir el reto de crear un clima malsano alrededor de un objeto inanimado, Sandberg recurre a su inmediato referente en el tema, un David Cronenberg que ha demostrado en más de una ocasión que los monstruos son algo más que terrores informes. Para Sandberg el objetivo es que el terror que se insinúa pero jamás llega a mostrarse de manera directa, sea lo suficientemente duro de asimilar para sostener un discurso sobre el miedo complejo. Y lo logra, a través de recursos en apariencia sensibles como dotar de cierta humanidad expeditiva a Annabelle — como objeto — y además, sostener el punto de vista del miedo sin rebasar las líneas argumentales que definen el comportamiento del Mal sobrenatural que refleja el guión. Es entonces cuando la película alcanza sus mejores momentos y llega a un cuidadoso clímax, donde el terror se convierte en un núcleo concreto y temible. Una mirada a lo oculto y a lo simbólico desde el punto de vista de lo irracional.


Roman Polanski y la inocencia perdida:
“Lampa” es un corto del director Polaco de 1959, que muestra un tipo de terror inquietante al humanizar a una serie de muñecos bajo la premisa de lo que se oculta bajo el plástico y la madera. Para Polanski, el reto consistió en crear una concepción sobre el mal y el miedo, que utilizara los elementos básicos del muñeco como símbolo de la infancia hasta pervertirlos en una noción durísima sobre el horror inmediato y frontal. El resultado es una pequeña obra de arte en el que el miedo y la alegoría se mezclan para expresar una idea sobre el horror novedosa y bien planteada. Es evidente que Sandberg no sólo tomó la premisa y la amplió, sino que además, dotó a su Annabelle de cierta percepción sobre la angustia existencial de la pérdida de enorme efectividad.

Mary Lambert y la angustia existencial:
Para “Pet Sematary” (1989) — su película más conocida — la directora creó un clima malsano que subvierte la identidad de la infancia como época especialmente inocente. El resultado es una de las obras del cine de terror más inquietantes de la historia, con su medida combinación de angustia existencial, temor a la muerte pero también, destrucción de la inocencia y la pureza. Con su ambiente retorcido y grotesco, la “Annabelle: Creation” es un homenaje a la tensión medida y angustiosa que Lambert logró para sostener la ya clásica historia de Stephen King.

Peter Medak y la tensión:
En “The Changeling” (1980), Medak encontró la medida del terror en la creación de un secreto dentro de un secreto, en la medida que unió líneas argumentales para sostener lo que parecía ser dos historias en una: desde el duelo de la pérdida hasta la comunicación con lo sobrenatural, el director mezcló con precisión una versión del miedo en la que lo temibles parte de una concepción del bien y el mal antigua y pesarosa. Para “Annabelle: Creation”, Sandberg no sólo toma el buen ejemplo, sino que además lo lleva a un nivel por completo nuevo. Como precuela, la película funciona a dos niveles y logra sostener la conexión entre las historias paralelas que cuenta. Y aunque no siempre lo logra, la tensión entre las percepciones dispares le permite no sólo asumir una identidad específica sobre la película sino además, las implicaciones de su planteamiento.

John Waters y la repulsión del miedo:
“Annabelle: Creation” juega con la convicción del mal originario, pero también, esa noción íntima sobre lo que nos repugna y nos preocupa como impulso primitivo. Y es esa combinación de ambos factores, lo que logra sostener la premisa de la película de Sandberg y que evidentemente hereda desde la noción de John Waters que justo nos asusta, lo que nos obsesiona y nos parece grotesco. De la misma manera en que la directora Jennifer Kent en “The Babadook” ( quien también usó como referente director a Waters y crea una línea emocional que une al dolor y la angustia íntima como una forma de miedo) Sandberg utiliza los terrores internos para sostener lo aterrador como una percepción personal.

Jan Švankmajer y el terror mínimo:
En su película del 2001 “Little Otik”, Švankmajer juega con la deshumanización y la premisa del horror desde lo absurdo en medio de lo cotidiano. “Little Otik” es de hecho, un gran mirada a lo alegórico, siempre desde lo siniestro. Basada en el cuento checo “Otesánek” de Karel Jaromír Erben, reflexiona sobre la maternidad, el dolor, el duelo y el odio a través de una extrañísima premisa que supone una síntesis de cierto horror metafórico: En la historia original, una raíz con forma de niño cobra y comienza a devorar a quienes le rodean con un insaciable apetito. En la película de Svankmajer ocurre otro tanto, pero el director además, analiza la percepción sobre la fertilidad femenina como una condena bíblica a la que parece anudarse cierto enigma inquietante.En “Annabelle: Creation”, Sandberg analiza también lo femenino y lo temible a través de cierta visión sobre el bien y el mal escondido en medio de lo metafórico sobre la mujer. El resultado es una rara combinación entre la noción de lo mítico — el terror como algo primigenio — y la comprensión de lo aterrador como base de nuestras creencias más íntimas.

Alfred Hitchcock y el miedo como vanguardia estilística:
Para la película “Psicosis” (1960), Hitchcock creó una visión del terror basada en una cuidada puesta en escena, una propuesta estética impecable y una banda sonora que para la época, resultó todo un experimento desconcertante. El compositor Bernard Hermann creó para la película una banda sonora que permitió acentuar el ambiente de tensión y suspenso que acompaña toda la cinta. De hecho, tan efectivo resultó la composición de Hermann — basado en altísimas notas repetitivas y combinadas con acordes graves — que años después , el mismo Hitchcock declaraba que “33% del efecto de la cinta se debe a la banda sonora”.

Rodada en un brillante blanco y negro, la película basa su mayor peso visual en una espectacular combinación de luces y sombra que brinda una extraña sensación de dualidad a cada escena. Ninguno de los personajes está bajo la luz ni tampoco completamente bajo las sombras. Y sin duda, es esa transposición en sombras, ese lenta trayecto entre grises, lo que simboliza mejor el clima completo de la película. Una interpretación de las infinitas graduaciones del bien y del mal — de la belleza y lo terrible — que sostienen una visión sustancial de esa voluble y desconcertante naturaleza del hombre e incluso, esa diminuta grieta que parece separar la cordura de la locura.

En “Annabelle: Creation”, Sandberg analiza el terror bajo una evidente influencia de la premisa de Hitchcock. El miedo se basa en la forma como el director convierte la cámara en una mirada subjetiva, sino también en un lenguaje de la presunción sobre el miedo — existe, a pesar de que no podemos verlo — y su capacidad para construir una versión de la realidad a medio camino entre lo onírico y lo efectivo. El resultado es un cuidado juego de luces que construye una versión sobre el miedo tan efectiva como coherente.

Para su película, Sandberg también recurrió a todo de referencias literarias para crear un ambiente malsano y sobre todo, construir una percepción sobre lo temible basado en ciertos límites sobre la cordura, el temor invisible e incluso, la percepción del miedo como figura analítica. Para Sandberg el terror se basa en una visión de la naturaleza humana y sus dolores más profundos y sus evidentes referentes literarios lo demuestran:

El existencialismo terrorífico de Abraham Merritt:
Más allá de su innegable aire pulp, la novela es una profunda reflexión sobre el racionalismo, el pragmatismo y el terror, comprendido como lo que se esconde más allá de lo que supone es la realidad. Ese amor hacia el conocimiento y lo científico que definió las primeras décadas del siglo veinte, parece enfrentarse directamente con esa nebulosa noción sobre el terror que nace de lo misterioso, de lo apenas sugerido. Porque para Merritt, el terror parece surgir de ese desencanto del nuevo siglo por la noción del caos, del nacimiento de nociones relativas sobre lo que se consideraba absoluto. Esa visión de ruptura con esa interpretación del mundo modélico y ordenado ( a la manera como lo imagino Agatha Christie) con algo más confuso. En medio de las guerras, la reinvención de Dios — o esa teorización de la espiritualidad que parece depender de la visión del hombre — el hombre de principios del siglo XX parece buscar una comprensión sobre el mundo sujeta a una profunda transformación. Aterrorizado, con enorme torpeza. Es esa lucha la que refleja Merritt: ese enfrentamiento de lo visceral y racional cada vez más desconcertante y abrumador.
Lo mismo ocurre con Sandberg, que convierte el terror en “Annabelle: Creation” en una modulada reflexión sobre el origen de los temible. La concepción sobre el miedo de la película procede de lo desconocido, pero también en una mirada a la razón y al temor como parte de la mente humana. Un juego de luces y sombra perfectamente construido para crear una comprensión del bien y del mal que se sostiene sobre la oscuridad del miedo como reflejo de los lugares más oscuros de la razón.

El terror cotidiano de Shirley Jackson:
En “Annabelle: Creation” el terror es una pieza en medio de una estructura que analiza lo sobrenatural desde la base de su posibilidad. De la misma manera que en la obra de Shirley Jackson, el miedo tiene el mismo elemento coloquial de dura alegoría sobre la realidad que le rodea. Cada una de sus obras se sostiene sobre un elemento mágico que se hace cada vez tenebroso a medida que la narración se hace más compleja pero también humana. Para la autora, la fuente de inspiración primaria no era lo sobrenatural sino las pequeñas vicisitudes que le rodeaban, convertidas en pequeñas escenas cotidianas con un reborde maligno. Lo tétrico no es el motivo ni el objetivo central de su obra, sino algo más cercano a la amargura y al miedo. Al horror reconvertido en algo más abrumador y doloroso. Una mezcla de frustración, apatía y angustia que transforma cada una de sus novelas en una percepción hórrida sobre los dilemas existenciales corrientes. La prosa de la escritora se convierte en paisajes anómalos y deformados de lo cotidiano. Una mirada a los infiernos invisibles poblados de rostros comunes.

El mal en estado puro de Thomas Ligotti:
Ligotti sólo escribe cuentos y lo hace, desde la periferia y el misterio. Poco se sabe de este escritor extraordinario que mezcla los dolores existencialistas y tétricos de Poe con el terror Lovecraftiano para crear algo asombroso y adictivo. Cada cuento es un horror revelado y cada escena, contiene una rara belleza. Pero sobre todo, Ligotti analiza el origen del mal y los terrores invisibles como una percepción del temor que subyace bajo lo aparente. En cada cuento de Ligotti, lo temible se esconde bajo una frágil y engañosa normalidad y en la ilusión de lo temible como parte de una sinfonía de horrores invisibles. Sandberg (confeso fanático del autor) crea una atmósfera semejante a las de varios de los relatos emblemáticos de Ligotti y eleva la apuesta al crear una percepción inquietante sobre el mal originario. El resultado es una propuesta inteligente en la que el miedo es algo más que un mero recurso efectista.

El miedo primitivo de Stephen King:
Porque para King, el miedo no es sólo una reacción, una mezcla confusa entre una percepción física y emocional, sino algo más intrincado, profundo. Inquietante. El terror como idea sugerida, a la que el lector da forma, construye, brinda rostro. Una perspectiva que revolucionó no sólo la manera de concebir el terror sino también de cómo asumirlo como una idea literaria por derecho propio. De pronto, el terror no era sólo imágenes fantásticas, escalofriantes, un poco absurdas. Tampoco la provocación, la sangre, incluso la repugnancia sino algo más. Un planteamiento tan profundo que parecía abarcar no sólo lo que tememos sino por qué nos produce temor.

Para “Annabelle: Creation” Sandberg toma la misma connotación del miedo como una insinuación invisible y le brinda además, un sustrato originario que permite al guión sostenerse sobre una idea general del terror como un elemento abrumador que nunca se muestra en realidad, sino que avanza en medio de todo tipo de percepciones sobre lo inquietante. Una percepción sobre lo aterrador — y sus implicaciones — que evade cualquier explicación sencilla.

Con toda su carga simbólica y alegórica, la propuesta de “Annabelle: Creation” supera con creces a su predecesora y brinda una nueva dimensión al Universo creado a partir de la premisa del director James Wan en la película “The Conjuring”, una buena noticia para los fanáticos del género del terror pero también una visión renovada sobre el miedo como expresión cinematográfica. Entre ambas cosas, es evidente que aún el terror — como visión de la naturaleza humana — tiene mucho que decir y sobre todo, construir a partir de una noción específica sobre su naturaleza ambigua. Una visión temible sobre la percepción humana sobre sus misterios y dolores. Un enigma dentro de un enigma.

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