viernes, 5 de noviembre de 2010

La inquietud de un instante perdido o pequeños delirios del Viernes

 
Levanto la cámara. Comienzo a fotografíar. De inmediato, un chispazo de pura energía, muda, violenta, caliente, exquisita, se derrama en mi cuerpo y en mi mente, Toda preocupación, toda angustia, pierden sentido y significado, mientras recreo el mundo en plata y sombras, mientras le doy un sentido primigenio a esa voracidad intelectual que muchas veces me confunde y me lastima. El cuerpo en tensión, las manos apretando firmemente el cuerpo de la cámara y el ojo de mi mente en libertad, abriendose y cerrandose para capturar el mundo a través de metáforas, de una creencia profundamente sentida que todo tiene sentido ahora, que el lento palpitar del Universo, oblongo y perpendicular, es real, ahora, entre mis dedos, mientras me dejo llevar por la frenética sensación de poder y divina creación.

En mi mente, el orden y el equilibrio no existen. El mundo de las ideas comienza a reconstruirse, como si la linea de mi tiempo personal recorriera derroteros distintos a una sola experiencia lineal. En mi castillo de la Memoria, devastado en ocasiones por el temor y la incertidumbre,  las paredes se levantan de nuevo, ladrillo a ladrillo - el verbo creador -  las puertas se reparan solas, las habitaciones se iluminan por un resplandor dorado y espléndidos. Los cuadros colgados en las paredes recuperan su belleza, los muebles despiertan de su silencioso sueño en medio del polvo del Olvido. Y de nuevo, siento la necesidad expurea, poderosa, palpitante, exquisita, de comprender cada voz y cada rostro, el mundo abriendose en todas direcciones en medio del valor dioclesiano de la verdad aparente.

Sí, curada otra vez del sufrimiento diametral y minimo del temor.

Tradicionalmente, el arquetipo de la Gran sanadora sugiere sabiduría, bondad, conocimiento, solicitud y todas las demás cualidades que se asocian con una fuerza vital capaz de otorgar la salud y la energía suficiente para que recuperarse - fisica e intelectualmente - de cualquier dolencia. No obstante, para la brujería, estas cualidades no son intrinsecas a la personalidad del poder vital que es capaz de curar y devolver la complejidad y la pasión al espiritu humano. Es de hecho, una espontánea explosión de luz, una vitalidad enorme, un despertar luego de un largo e inquieto sueño de la razón. La curiosidad, la fuerza de voluntad se hacen firmes, en medio del caos, la intensidad más profunda,  la vehemencia que reconstruye nuestro mundo más personal hasta otorgarle un nuevo sentido, una nueva manera de comprender la realidad y nuestra perspectiva sobre ella.


La magnitud del tiempo de la memoria, un territorio infinito y desconocido, un valle en sombras, iluminandose por el brillo de un sol secreto y poderoso. Eso es lo que aprendí de esa Sanadora misteriosa, el rostro envueltos en los velos de mis pensamientos, que vive más allá de mi razón, en mi naturaleza salvaje e instintiva. El poder para otorgar sentido incluso a las formás más volátilles de mi mente. Una creencia visceral en mi propio valor como creadora, la tempestad de la razón destruyendo y destruyendo todo aspecto de mi conciencia.

Me detengo, con la cámara apretada contra el pecho. Que placer silencioso y fatal. Una voluptosidad misteriosa que se derramaba en cada pensamiento, en la convicción sin nombre que soy capaz de crear y curar mis heridas a través de esa energía muda y poderosa que brota de mi mente, de mi espíritu, de ese reducto mundo y espléndido que llamamos razón.¿Quién soy, en el tiempo de mi memoria? ¿Quién despojada de todo temor y duda?

Sonrio, mientras un rayo de luz fugitivo - nuevo, recién nacido - me acaricia las mejillas, el viento desordenadome el cabello. La tierra que me sostiene. El olor del mundo me rodea, esa sensación traqueteante de pura expectativa e incertidumbre.  Sana, curada de todo dolor.

Asi sea.

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