viernes, 18 de junio de 2010

Ensayo sobre la Ceguera


Hoy, a la avanzada y prolifica edad de 87 años, falleció uno de mis escritores favoritos: José Saramago. Incisivo, furioso, intratable, cínico, decepcionado y maravillosamente talentoso, la vida de Saramago fue una elegia a esa fulgurante prosa suya que creó mundos inolvidables, escenas dolorosas y perdurables, que le dió la eternidad en las palabras y el tiempo de las frases. Su muerte me provoca la misma sensación de leve angustia que me hizo sentir la enfermedad de Garcia Marques o la historia de Capote: la perdida de los traductores de nuestra epifania y del tiempo que vivimos. El tiempo lento y desosegante donde la idea más profunda de la literatura parece desvanecerse en medio del silencio.

Leí toda la obra de Saramago, primero por el vicio heredado de mi abuela por su prosa atropeyada y fantástica, y luego por necesidad propia de encontrar sentido a sus largas parrafas llenas de cínica y precisa vehemencia. Sin embargo, ninguna otra obra capturó tanto mi imaginación, creo fantasmas y fantasias aterradoras en mi mente con tanta fuerza que "Ensayo sobre la Ceguera" . Un libro donde el simbolismo toma sentido propio y coexiste con la trama hasta formar un todo abrumador y desconcertante. La naturaleza humana creandose así misma, devorandose, destruyendose, con una lentitud angustiada y simple. Primitiva. Una disgregación helada, intuitiva sobre esa descarnada sin razón del hombre moderno. El temor a ese espiritu descarnado del hombre, superviviente, destructor, raquídeo. El lobo que es el propio hombre, en palabras de Hobbes.

¿Y que mejor para despedir a un pensador que conservar una de sus imagenes? Aqui, un fragmento inquietante de "Ensayo sobre la Ceguera". Una visión levemente apocaliptica, elemental sobre la fragmentada naturaleza del miedo más cerval:

"De la puerta del ala derecha empezaron a llegar voces anunciando que ya no quedaba sitio, que todas las salas estaban llenas, hubo incluso ciegos que fueron empujados de nuevo hacia el zaguán, exactamente en el momento en que, deshecho el tapón humano que hasta entonces atrancaba la entrada principal, los ciegos que todavía estaban fuera, que eran muchos, empezaban a avanzar acogiéndose al techo bajo el cual, a salvo de las amenazas de los soldados, irían a vivir. El resultado de estos dos desplazamientos, prácticamente simultáneos, fue que se trabó de nuevo la pelea a la entrada del ala izquierda, otra vez golpes, de nuevo gritos, y, como si esto fuese poco, unos cuantos ciegos despistados, que habían encontrado y forzado la puerta del zaguán que daba acceso directo al cercado interior, empezaron a gritar que allí había muertos. Imagínese el pavor. Retrocedieron éstos como pudieron, Ahí hay muertos, hay muertos, repetían, como si los llamados a morir de inmediato fuesen ellos, en un segundo el zaguán volvió a ser un remolino furioso como en los peores momentos, después la masa humana se fue desviando en un impulso súbito y desesperado hacia el ala izquierda, llevándose todo por delante, rota ya la línea de defensa de los contagiados, muchos que ya habían dejado de serlo, otros que, corriendo como locos, intentaban escapar de la negra fatalidad.

Corrían en vano. Uno tras otro se fueron todos quedando ciegos, con los ojos de repente ahogados en la hedionda marea blanca que inundaba los corredores, las salas, el espacio entero. Fuera, en el zaguán, en el cercado, se arrastraban los ciegos desamparados, doloridos por los golpes unos, pisoteados otros, eran sobre todo los ancianos, las mujeres y los niños de siempre, seres en general aún o ya con pocas defensas, milagro que no resultaran de este trance muchos más muertos por enterrar. "

Larga vida a la Memoria de los que a pesar de la muerte, se elevan al firmamento de los Inolvidables.

3 comentarios:

Tacua dijo...

Me enteré hace unos minutos, lo primero que sentí fue pena, nos hemos quedado sin un escritor brillante y agudo, de los que nos hacen pensar más que leer.
Salí a buscar una frase para enviarle a mis compañeros de taller de escritura, específicamente una de "Ensayo sobre la ceguera", y google me envió a tu blog, donde encontré un excelente resumen sobre el escritor, me encantó.
Agradezco las palabras que escribiste y no puedo menos que catalogar de brillante tu autodescripción en Datos Personales.
Un saludo.

Miss B dijo...

Muchisimas Gracias Tacua, por tus palabras y tu apreciación sobre mi punto de vista sobre Saramago. Para mi, fue además de un escritor, un agudisimo y muchas veces acertado observador de su tiempo. Y perderlo, signifca de alguna manera perder uno de los rostros de la sociedad literaria que me vió crecer :(


De nuevo, gracias por leer y comentar.

juan dijo...

larga vida pues, toda su obra es sublime!


saludos Miss B

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