jueves, 1 de julio de 2010

Un misterioso Aristocrata




El nombre más famoso de los anales aéreos de la I Guerra Mundial es, probablemente, el de Manfred Friher von Richthofen, aunque dicho así no le suene a casi nadie. Se trata del nombre real del legendario y temido Barón Rojo, un mito que inspira cierto romanticismo, un personaje único e irrepetible.

La suya es la historia de un invencible piloto, amable con sus enemigos y que seguía un estricto código de honor, producto quizá de su estricta educación prusiana. Todo un caballero andante de los cielos europeos en una época en la que las batallas aún podían entenderse en términos muy alejados de la guerra total, de atrocidades y fanatismos.

Mandred von Richthofen nació un 2 de mayo de 1892 en Breslau, hoy territorio polaco y entonces prusiano. Como buen aristócrata que era se ejercitó en la carrera militar desde muy temprana edad, ingresando en la caballería y alcanzando muy pronto el grado de teniente. El estallido de la I Guerra Mundial hizo brotar en él un carácter temerario que cerca estuvo de costarle la libertad al estar a punto de caer en manos rusas y francesas y que le impulsaba, incluso, a cargar en solitario contra el enemigo. Pero poco tiempo después quedó muy claro que esa guerra recién comenzada no necesitaba de la caballería. El mundo evolucionaba y la contienda también, así que von Richthofen, relegado a un puesto burocrático, decidió acomodarse a los nuevos tiempos que corrían y probar un nuevo arma: la aviación.

Cuentan que al principio no era un piloto con mucha técnica, pero muy pronto demostró que era un aviador con unas habilidades innatas y una visión extraordinaria y aguda, que poseía un cierto olfato para entrar en acción. Es más, no le importaba tentar a la suerte, y así nació su leyenda, cuando, en un nuevo ataque de temeridad, decidió pintar su avión de un llamativo color rojo. Las victorias le acompañaban y tanto es así que pronto estuvo al mando de una unidad de cincuenta hombres. Éstos, rendidos absolutamente a sus pies, no dudaron en pintar sus avisones de los más llamativos colores en comunión con su comandante, naciendo así el legendario ‘Circo Volante’.

La historia le ha colocado en un puesto de auténtica excepción, respetado por todos. Y es que la suya fue una vida irrepetible, en una época en la que la esperanza de vida para un piloto era de tres semanas, él sobrevivió a 80 misiones. Y no hay que olvidar que aprendió a volar cuando iba a cumplir los 24 años de edad y murió antes de alcanzar los 26. Derribó su primer avión en abril de 1916 y para enero del año siguiente ya era el piloto vivo con más victorias en la aviación alemana, al que los británicos pusieron precio con una recompensa por su muerte de 5.000 libras.

No hay duda de que la suerte estaba de su parte, aunque fatalmente le abandonara en la última ofensiva del ejército alemán, un dato que alimenta la leyenda negra del Barón. Dicen que ese día, el 21 de abril de 1918, Manfred se sentía tan pleno de confianza que desafió una inquebrantable superstición que tenían los pilotos de su escuadrón: no fotografiarse nunca antes de una misión. Fue abatido y cayó en suelo enemigo, donde se le enterró con honores militares, demostrando hasta dónde le precedía su fama de honorable y caballeroso.

1 comentarios:

TAIKUN dijo...

Para su época, el tenia el único avion triplano, el FOKKER DR1 con el cual se cansó de derribar enemigos, tengo una revista en donde habkan de sus hazañas como piloto y hasta le hicieron una pelicula al mas estilo norteameicano ( muy buena x cierto)

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