viernes, 23 de noviembre de 2018

Crónicas de la lectora devota: Todas las razones por las que deberías leer “Fire and Blood” de George R.R Martin si amas la saga “Canción de Hielo y Fuego”.




Desde la publicación en el año 2011 del libro “Danza de dragones”, la gran mayoría de los fanáticos de George R. R. Martin, esperan con impaciencia — y cierta irritación — la publicación de la conclusión de la saga “Canción de Hielo y fuego”. No obstante, el escritor ha confesado tener “reales problemas” para finalizar no sólo la novela “The Winds of Winter” (con fecha tentativa de publicación en el 2019) sino el séptimo y último “A Dream of Spring”, que según Martin “apenas se encuentra esbozado”. Con la serie homónima del canal HBO convertida en un éxito de crítica y público, la presión el escritor parece haber aumentado con el correr del tiempo. Pero Martin insiste en seguir su propio ritmo y aún más, elaborar una versión sobre su Universo que se atiene más a una perspectiva privada sobre su recorrido y estructura, que a exigencias editoriales o televisivas. Con la promesa de escribir para lectores y por sus lectores, el autor continúa el trabajoso camino por el suelo de Poniente bajo sus propios términos.

De forma que la llegada del libro “Fire and Blood” trae aparejado cierto significado que demuestra que el mayor interés de Martin, es la profundización del mundo creado a partir de los primeros cuentos alegóricos que se remontan a la década de los años ochenta. Con la novela corta “The Ice Dragon” Martin comenzó el recorrido por el mapa de su ficticio Westeros: la narración — ligera, juvenil y carente de la oscuridad tenebrosa que más tarde llenaría a la historia de “Canción de Hielo y Fuego” — muestra ya las primeras huellas de lo que será un Universo mucho más robusto y complejo. El origen de Westeros propiamente dicho podría rastrearse entre las pinceladas del mundo salvaje y austero en que habitan los personajes de la novela, pero también, en medio de la percepción del destino y la magia como una fuerza lóbrega que se adivina en medio de la sencilla narración. En la historia corta “The Hedge Knight” ya es bastante notoria la transición entre el Reino apenas dibujado de los primeros relatos publicados por el autor y los que provienen de la poderosa imagen del mundo creado para la novela río “Canción de Hielo y Fuego”. Martin, con una consistente percepción de las dimensiones de sus Universos, crea a través de las historias de Westeros — y no la historia central — una colección de miradas sobre las relaciones de poder, el odio, la esperanza y la noción del destino, que emparentan sus novelas con las tradiciones historias de caballería y aventura, reinventadas para una nueva generación desde la óptica de las intrigas de poder y la violencia como parte de la naturaleza humana. Al contrario de Tolkien, que meditó sobre la magia, el poder, la guerra, la violencia y la lucha contra los terrores de cierto totalitarismo disfrazado de épica marginal, Martin asume el juego entre personajes desde cierto pragmatismo y construye una lenta concepción sobre el espíritu del hombre como fuente de todo el bien y el mal. La magia, la guerra y la esperanza, tienen un significado distinto para Martin que cualquiera de sus predecesores: Su historia está llena de una percepción durísima sobre lo moral, las manipulaciones éticas y por supuesto, la magia como fuerza de la naturaleza mezclada con lo inevitable. El resultado es una comprensión a un nuevo nivel de la épica en relación con la historia, pero sobre todo, la construcción de una mirada consistente sobre la fantasía como algo más que una excusa para la moraleja moral.

La novela “Fire and Blood” logra recuperar el brillo de las primeras de Westeros sino que agrega un poderoso elemento sobre la noción de la existencia del continente — y sus personajes — como algo más que accidentes históricos. La historia — que transcurre 300 años antes de los acontecimientos contados en “Canción de Hielo y Fuego” — cuenta la enrevesada historia familiar y política de los reyes Targaryen, pero además, reflexiona sobre las consecuencias que las vicisitudes de la antigua dinastía tiene sobre el futuro de Westeros. Divida en dos libros, la narración de la vida de los Targaryen, muestra la madurez de Martin como narrador, pero también que su planteamiento sobre el Universo de los libros, tiene un cierto sentido direccional que acarrea una enorme carga de simbolismo. Desde la historia de Aegon el Conquistador — y sus tropelías por un Westeros salvaje y casi inexplorado — hasta Ageon III, también conocido como Aegon el Menor, Rey de los Siete Reinos entre 131 y 157 AC según la cronología de Martin. Se trata de una historia ambiciosa, que el escritor analiza con cuidado y desmenuza paso a paso. Con la misma atención al detalle de “Juego de Tronos” y la extraña versión sobre la realidad y la magia de “Tormenta de espadas” , “Fire and Blood” intenta contar la historia de la dinastía más antigua y peligrosa de Westeros pero además, analizar el hecho irremediable que su sangre — sus relaciones con el poder, su singular pacto de sangre con la magia — le otorgan una dimensión desconocida, anunciada en los libros previos, pero aquí, es más evidente que nunca. El libro — que toma su nombre del lema de la familia — es mucho más que un recorrido por las diferentes batallas e intrigas palaciegas que llevaron a la destrucción a una sucesión de reyes en apariencia inquebrantable, sino que además, pondera sobre su condición humana de cara a esa versión aumentada de su poder e influencia. Por supuesto, Martin usa de nuevo la historia como principal referente: El auge y caída del Reino gobernado por Targaryen, tiene una evidente similitud con el Imperio Romano, algo que el editor de Martin admitió en varias entrevistas antes de la publicación del libro. Pero más allá de eso, “Fire and Blood” es también un recorrido por esa intensidad de relatos que Martin crea a partir del punto de vistas de personajes que se asumen como testigos de eventos mucho más grandes que si mismos. Contada por el Archimaestre Gyldayn de la Ciudadela, la novela se mueve en tres planos distintos que reflexionan sobre la influencia de la familia, sus logros, virtudes y también sus terribles secretos. Con un pulso casi asombroso por su sutileza, Martin recorre las historias de los Reyes Targaryen con todo la maravilla regocijada del observador, pero también la puntillosa capacidad del detalle del historiador. Entre ambas cosas, la novela logra encontrar identidad propia y separarse por completo de la versión de Westeros que hasta ahora conocía el lector. Ya no se trata de un Reino establecido cerca del abismo, sino uno en todo su esplendor que celebra el advenimiento de una línea dinástica de enorme fortaleza.

Por supuesto, hay dragones. Y los hay no únicamente por aumentar la espectacularidad de la historia, sino también para reforzar esa majestuosa visión de este grupo de Reyes y Reinas — exiliados, en mitad de guerras, luchando por lograr el poder con todas las armas a disposición — que se eleva incluso de la leyenda mítica. En esta ocasión, Martin parece muy consciente que los Dragones son el centro vital de cierta concepción sobre sus obras — y la familia Targaryen — por lo que varias de las mejores escenas, incluyen su esquiva, salvaje y monumental presencia. Desde el vuelo de los dragones sobre castillos y tierras conquistadas, hasta la batalla a lomos de sus enormes bestias de dos hermanos, la presencia de la mitología de Westeros es más imponente que nunca. Hay un verdadero interés del escritor por renovar y reverdecer la idea más profunda sobre la enigmática magia que domina Westeros y también, su especial influencia en todo lo que atañe al poder. Entre ambas cosas, hay una enorme correlación de ideas sobre el miedo y la maravilla que se enlazan de manera insólita: Los relatos de “Fire and Blood” tienen vida propia y un peso específico que desmarca por completo lo narrado de la ya conocida — y exitosa — primera saga sobre los Siete Reinos. En esta ocasión, Martin lleva al límite la percepción sobre el poder como elemento ineludible de ambición y enfrentamientos elementales, creando una casi asfixiante atmósfera en torno al tronco principal de la historia.

Como todas de Martin, se trata de una historia extensa y compleja. Con sus 706 páginas pero sobre todo, su enorme cantidad de líneas e hilos conductores entremezclados entre sí en diversos escenarios, la novela avanza con cierta dificultad entre la repetición de nombres idénticos y también, el hecho que la Dinastía Targaryen sea por completo endogámica. El resultado, es un cruce de herencias disparejas y batallas por el poder casi desde la cuna, además de una mirada intrincada sobre la concepción del hecho histórico como parte de una rudimentaria percepción sobre la sangre y la herencia. En “Fire and Blood” hay una interminable cantidad de menciones a miembros de la familia Targaryen pero también, una expresa intención de demostrar que la posterior caída de la familia, era inevitable incluso antes de ser notoria.

En medio de las largas descripciones y capítulos, las ilustraciones de Doug Wheatley muestran un Westero desconocido para la mayoría de los lectores: Hay muy poco de la versión destartalada y decadente de las novelas de “Canción de Hielo y Fuego” y sí, una mirada casi desconcertada sobre el poder y esplendor de la casa reinante. Con su perspectiva ambiciosa, el libro además engloba esa noción sobre lo recién descubierto sobre material conocido, agregando datos sobre familias y personajes ya conocidos — más de un Stark hace su aparición en medio de las batallas y componendas que pueblan la obra — pero además, mostrando su cualidad de precuela en toda su importancia. Poco a poco — y a pesar que la prosa se vuelve por momentos seca y directa, al estilo de los grandes cronistas historias como Plutarco — la historia se desarrolla abarcando un mapa entero sobre Westeros como pieza política Targaryen. Aunque algunos textos incluidos en la novela puedan resultar familiares (por ejemplo “The Targaryen Conquest”, que narra la conquista de Aegon I Targaryen de los Siete Reinos es casi idéntica a la contada en “Canción de Hielo y Fuego”) otros son por completo inéditos y cargados de datos de enorme interés para el fanático meticuloso.

Claro está, el libro se beneficia de su naturaleza como supuesta crónica histórica. La cronología de los Reyes Targaryen, es metódica, exacta y puntillosa. Además, la percepción sobre el dramatismo y la tensión real que envuelve a los hechos se logra por pequeños pero poderosos golpes de efecto, que recuerdan la acción de “Juego de Tronos” pero también a “Danza de Dragones”. Como añadido, la dinastía Targaryen es una manera inteligente e ingeniosa de entender la sociología e incluso la antropología de los Siete Reino desde sus orígenes. Con cuidadoso detalle, Martin reflexiona sobre las tensiones históricas y culturales del Universo y lleva a un nuevo nivel su profundidad.

Tanto para el fanático de la saga literaria como los que han llegado a los libros gracias a la serie suceso de HBO, “Fire and Blood” será una agradable sorpresa que mostrará no sólo una forma nueva de comprender a Westeros sino también un recorrido anecdótico por mundos que se encuentran en pleno crecimiento. Luego de siete años de silencio, quizás el libro la mejor demostración que Martin sabe hacia dónde se dirige pero sobre todo, como construir una visión cada vez más poderosa sobre historia. Quizás, el mayor logro del libro.

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