sábado, 22 de junio de 2013

Del Avada Kedavra al conejo en el sombrero: La magia en la historia.






Hablar de magia es caer en un asunto complejo, sobre todo porque la gran mayoría de las veces, cualquier intercambio de ideas respecto al tema, pasa por concluir en que crees y en que no. Algo válido por supuesto, pero que no engloba totalmente lo que es la magia, como concepto y más allá, como parte de una idea cultural. Porque la magia es parte de la cultura, de la interpretación que se le brinda a lo desconocido, lo que no se comprende, lo que no podemos abarcar por medio de los sentidos. Una vez leí que la magia es mitad imaginación y mitad asombro, lo cual es verdad. Pero la magia también es parte de lo que construyes y más aún, de tu manera de comprender lo que te rodea.

Se dice que magia, es toda fuerza, energía, creación o idea capaz de influir o cambiar lo que ocurre a tu alrededor. Es un concepto que siempre me ha agradado mucho, igual que otro que sugiere que magia es "todo fenómeno que logra maravillarte sin tener que entender sus causas". Un poco de inocencia quizás. En brujería, la magia es un poco de ambas cosas y un poco más: La magia es la capacidad transformadora del ser humano, esa visión que puede modificar el mundo físico

con un esfuerzo de voluntad o imaginación. De manera que, si englobamos y resumimos todo lo anterior, concluiremos que magia es cambio, creación, construcción, inspiración. Una idea que siempre me hará sonreír.

Ahora bien, en el ámbito más concreto, magia parece sugerir poderes ocultos, capacidades misteriosas a las que no todos tenemos acceso. ¿Es verdad eso? Si y no. La magia, como se concibió por siglos, es una mezcla entre lo milagroso - la magia que ocurre y crea por si misma - y la que se provoca - hacer magia a través de nuestras capacidades -. Ambos conceptos parecen paralelo pero en realidad, son complementarios. Porque la magia crea ideas, la consciencia del poder de crear, elabora nuevas realidades - o al menos percepciones de ella - que otorgan "poder" - la capacidad de - a quien la ejerce. ¿No es un concepto hermoso ese? La magia como ese poder misterioso e ilimitado que parece habitar en una parte de nosotros mismos, en esa región tan inexplorada llamada imaginación. Entonces, ¿Es la magia fantasía? Podría serlo. Pero también es algo real: la magia de percibir el poder de crear, cuando haces algo que amas, o ese apasionamiento sin nombre que provoca la mera devoción. La magia es por tanto, todo lo que pueda transformar el entorno, por medio de la voluntad, la pasión y el poder creativo.

La magia y la historia: 

Pero usted mi estimado lector, no vino hoy a su blog de confianza, para leer sobre la magia como un tópico esencialmente abstracto. Y yo tampoco escribiría del tema si únicamente creyera se tratara de una idea romántica que formara parte de la imaginación popular. Porque de hecho, la magia, como idea, ha formado parte de la cultura y la sociedad desde tiempos inmemoriales y de hecho, se ha convertido en una especie de supra conciencia ritualista de las que no todos estamos conscientes. Es un pensamiento emocionante, o al menos siempre me ha gustado pensarlo de esa manera. La magia como parte de nuestro lenguaje más primitivo, como una manera de comunicación. Y ya no nos referimos a la capacidad de crear, sino además a ese ritualismo que construye una realidad propia: porque la magia confiere poder, confiere capacidad y una nueva dimensión al que la posee o así se pensó durante mucho tiempo. Es esa visión del poder - otorgado, asumido - lo que hace que la magia, desde su perspectiva histórica, sea una visión interesante y aún más, inquietante sobre la manera que el mundo - la historia - tiene de asumirse y más aún interpretarse.

Del Avada Kedavra al Conejo Blanco:

Para la generación que creció leyendo las aventuras literarias de  Harry Potter, la noción de magia no es tan extraña o singular como pudo serlo para generaciones anteriores. En épocas tan recientes como en la década de los ´50 o '60 la práctica brujería o magia, continuaba siendo penada por la ley en varios países del mundo, por lo que mucho del conocimiento al respecto era transmitido por vía secreta y oral. Claro está, la magia siempre ha tenido un elemento mistérico, algo de reverencia por los misterios que pudiera - o no contener - pero además, la prohibición de su práctica creó toda una idea de "maldad" que justificaba - en apariencia - que fuera tomada por algo al margen, peligroso. No obstante, durante muchos siglos, la magia fue parte de la religión, la cultura y las artes para numerosas culturas y sociedades. Una forma de mirarse así mismas.

Ejemplos, sobran:  Cuando se desarrolló el lenguaje escrito, los egipcios denominaron a sus jeroglificos "El lenguaje de los Dioses". Los griegos también respetaron la escritura, hasta el punto de la veneración. En ambas culturas, cualquier persona con el poder de "capturar" palabras sagradas en papel era considerada igualmente capaz de blandirlas con resultados mágicos formidables. Los componentes orales y escritos son todavía elementos comunes en el tipo de magia que practicamos en varias tradiciones de la Antigua Religión. Igualmente, durante mucho tiempo, se pensó que escribir y leer - las formas más sencillas y rápidas de transmitir ideas y conocimiento - eran maneras de hacer magia, un vehículo extraordinario para capturar la energía de quien lo hacia y más aún, de lo que le rodeaba. Una idea preciosa, pienso a veces: la palabra como magia.

Fueron también Los egipcios quienes dieron forma a los primeros muñecos de tela representativos, que eran marcados de forma precisa con una serie de palabras de poder - simbolos o caracteres con connotaciones mágicas - para efectos especificos. Por ejemplo, una figura representativa hecha con ropa de un amigo enfermo, relleno de hierbas protectoras, y marcado con una Ankh ( por "vida") era un tipo de hechizo para invocar el bienestar para esa persona. Las estructuras mágicas utilizando efigies de magia todavía los emplean las brujas modernas como puntuales o focos.


La música también fue considerada por mucho tiempo un elemento mágico:  El matemático y filósofo griego Pitágoras utilizó la música como un componente de hechizo para realizar curas, predecir el futuro, y dominar los elementos. Estas técnica se ha recuperado en algunas terapias de la Nueva Era para mejorar la concentración mediante la meditación y para aumentar la vibración energética. Y creo que para nadie es un secreto el poder sanador e inspirador de la música: una tipo de magia tan vieja como primitiva y siempre efectiva.


Incluso en la muy práctica cultura romana, para quienes los Dioses y la creencia en misterios sobrenaturales no tenía mayor influencia en la vida cotidiana, se requería un hechizo para ayudar a los ciudadanos romanos a preservar sus acuerdos de paz: se llevaba a cabo la invocación pública de Júpiter mientras el sacerdote o sacerdotisa golpeaba un cerdo. La implicación era que Júpiter castigaría de esta forma a cualquier romano que osara romper su juramento. Esta pantomima se refleja en algunos hechizos modernos en los que un cambio físico de sus componentes muestra el objetivo de la magia: por ejemplo, romper un cigarrillo con "acabar" con los hábitos propios.

Tal vez por su naturaleza esencialmente misteriosa, Los pueblos árabes desarrollaron un enfoque único en la magia: trabajar con nudos. Este antiguo método caracteriza a los hechizos como telarañas o red con una expresión literal a través de cuerdas. El brujo ataba una hebra o cuerda varias veces, en algunas ocasiones con objetos dentro del nudo, mientras se pronunciaba repetidamente una invocación. Si se dejaba atado, el nudo mantenía la energía atrapada dentro. Si se desataba, el poder se liberaba hacia el objetivo.

Este ejemplo ilustra dos aspectos notables de la brujería que todavía perduran. El primero es el uso de objetos comunes para la magia. Las redes y cuerdas de pescadores eran herramientas habituales de los pueblos antiguos. Debido a que esas herramientas estaban al alcance de cualquiera, también fueron utilizados para la magia. Actualmente, las brujas utilizan la cocina como forma de expresión de la magia, utilizando objetos aparentemente comunes para dar forma a la idea mágica.

Otra faceta de la magia que heredamos como elemento cultural  es la reiteración. Los números contienen un simbolismo mágico especifico a través del cual la practica de la magia obtiene más poder. En la magia de los nudos, el cómputo especifico era siempre importante, una manera de acumular energía, de invocar ese capacidad de nuestra mente para construir ideas. De hecho,  actualmente existe un ritual - la escalera de bruja - que ejemplifica la conservación de esta tradición. Se trata de hacer un círculo de hilos con cuarenta abalorios y nudos, concebido para potenciar la concentración durante los rituales. El practicante repite una invocación, encantamiento, mantra u otro elemento verbal mientras ata un número simbólico de nudos. El continuo eco de palabras sagradas induce un estado semi meditativo en la cual el espiritu es liberado para entrar en comunión con la dvinidad y dirigir la energía resultante de forma benéfica.

Asimismo, los animales tuvieron su papel preponderante en la historia de la mágia: En las regiones celtas, por ejemplo, el pelo de una bestia lanuda se añadía como componente de hechizo en el incienso con la intención de invertir la calvicie. En la magia contemporánea, todavía oímos los términos "poder animal", "totém" o "familiar" con frecuencia, y cada uno de ellos de alguna forma perpetua la tradición y la de nuestros antepasados animistas.


Una idea curiosa, sin duda, esa que la magia forme parte de nuestra vida. Pero así es: cada vez que escuchamos música para sentirnos mejor, cada vez que escribimos lo que sentimos y sentimos esa enorme libertad y tranquilidad de expresar nuestras ideas, cada vez que creas algo hermoso y con eso logras construir algo nuevo y hermoso en tu vida, estás haciendo magia. Sin duda, una idea que perdura, se crea así misma y más allá, es parte de esa idea tan enorme e infinita que tan ingenuamente, llamamos cultura.


C'est la vie.

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