martes, 6 de agosto de 2013

Del mundo empresarial y otros dilemas: Redactar el Curriculum vitae ideal.






La primera vez que redacté un curriculum vitae fue un auténtico desastre: No solo me llevó casi diez páginas contar de manera muy primorosa mi corta carrera profesional sino que además, cometí el desatino de incluir fotocopias de los certificados de cursos y talleres realizados, cartas de recomendación e incluso una pretenciosa carta donde ofrecía mis muy calificados servicios para la vacante que pretendía ocupar. Por supuesto que no recibí llamada alguna - ¿Quién en su sano juicio me contrataría así? - pero si aprendí un par de cosas sobre la competencia en el mundo laboral y sobre todo, la manera de vender tu experiencia y capacidad como el mejor producto que tienes. Con el tiempo, aprendí también que el Curriculum Vitae es una forma de construir una imagen laboral consistente y que probablemente se convierta en el mejor activo que puedas tener para mostrar tu rostro profesional.

Como suelo hacer cada vez que toco este tipo de temas, dediqué un poco de tiempo a plantear unas cuantas preguntas no  profesionales en el tema sino a quienes como yo, tuvieron una experiencia desagradable con el tema. El resultado es una serie de consejos prácticos que permiten no solo la redacción de un curriculum vitae moderno sino además, lo bastante atractivo como llamar la atención del posible empleador. Nunca se aprende más que de los errores y en este caso encontré que además de eso, el error nos dejó a todos una lección concreta sobre el mundo laboral: Mirate como un producto de tu experiencia.

¿Y cuales son esos consejos y trucos que pueden ayudarte a redactar el mejor Curriculum Vitae posible? Los siguientes:


1. Sé breve: 

Y con breve me refiero a descartar cualquier información que no sea la imprescindible para explicar y reseñar tu experiencia y habilidades laborales. Como aprendí por tropiezo y verguenza, en el caso del curriculum vitae también se aplica la conocida máxima "menos es más", y sobre todo, al momento de elaborar un resumen de tus principales cualidades como posible empleado. Descarta largas explicaciones sobre tus anteriores cargos laborales - con mencionar el enunciado y años en que desempeñaste el cargo, es suficiente - e incluir toda tu formación académica prácticamente desde la primera vez que te sentaste en un pupitre. Recuerda: El curriculum Vitae es un resumen inteligente de tu desempeño laboral y la manera más rápida como tu empleador podrá conocer tus habilidades y capacidades, no un documento autobiográfico.

Dato:

Según mi madre, experta en RRHH el curriculum vitae moderno no debe extenderse más de dos folios y estar organizado de manera tal que el empleador pueda hacerse una idea clara sobre tu carrera profesional de manera rápida y eficiente.

2. Ordena los datos sobre tu formación académica de manera lógica:

Por algún motivo misterioso, cuando redacté mi primer curriculum vitae, pensé que era una buena idea incluir toda mi formación académica: hablo desde los colegios en que curse la primera enseñanza, hasta cada curso, taller y seminario que tomé en mi vida. ¿El resultado? Una gran cantidad de datos por completo inútiles para mi futuro - y asumo que aterrorizado - empleador.

De manera que lo que aprendí del percance, es que en cuanto a reseñar tu experiencia académica, actúa con lógica: Incluye directamente tus estudios Universitarios porque se sobreentiende que si los cursaste, por necesidad tuviste que aprobar los anteriores. No incluyas información inutil como cursos y seminarios sin relación directa al cargo que deseas ocupar ni tampoco información académica que resulte inutil al momento de esbozar un perfil profesional. Por cierto, desde hace más de cinco años se dejaron de utilizar hojas de notas o calificaciones en un Curriculum vitae, así que hazte un favor y no intentes impresionar a tu posible jefe mostrandole tus logros académicos. Recuerda que serás contratado por tus habilidades para desempeñar un cargo y nada más. Concéntrate en demostrar el punto lo mejor que puedas.

Dato:

Organiza la información académica de manera cronológica, del más antiguo al más reciente. Procura no ocupe más de una linea cada información que incluirás al respecto.

3. Cuida la Presentación formal de tu Curriculum vitae: 

Hace menos de una década, el asunto era sencillo: el curriculum vitae era un documento escrito, con una fotografía más o menos decente y además, un resumen de todos tus datos profesionales. Pero a medida que el mundo laboral se ha vuelto más completo y competitivo, el curriculum vitae - como planteamiento - se ha diversificado. De manera que al momento de redactar el tuyo, en cuenta varios elementos: Tipo de empresa al que lo dirigirás, cargo al que estás optando, tipo de enfoque laboral de la empresa. Todos son datos que te permitirán definir la mejor manera de presentar tu postulación laboral y algo más, hacerla original. Recuerda que un jefe de Recursos Humanos verá probablemente docenas de curriculum vitae: descartará los que no encajen en el cargo, los que no contengan la información necesaria y sí, también lo que no le llamen la atención al primer vistazo. Hablamos de un asunto de rapidez y de visión empresarial y es bastante probable que si tu resumen profesional solo es una hoja con unos cuantas lineas donde informas tu desempeño, pase a engrosar la lista de los que son rechazados " por motivos varios". Seguramente, allí también se encontrará mi largo y detallado curriculum de jovencita, sin duda.

De manera que al momento de elaborar un curriculum vitae, esfuerzate que tu presentación refleje lo mejor de ti mismo: Lo original de tu trabajo, tu visión fresca de tu profesión. En una ocasión, un Jefe de Recursos humanos de una empresa de Publicidad me comentó que había contratado a su Director Creativo gracias a su maravilloso Curriculum: era una gran carpeta de color rojo chillón, donde podías tocar y mover piezas como un juego de niños, para describir su carrera y logros profesionales. Aunque no fue la única razón para aceptar al nuevo empleado, si le permitió resaltar sobre el numeroso grupo de postulantes y tener una mejor oportunidad de conseguir el empleo soñado.

Dato:

 Actualmente, la tendencia permite enviar tu resumen personal vía correo electrónico, pero eso no quiere decir que no debas tener especial cuidado en la presentación: nunca, por ninguna razón, envíes un curriculum Vitae en formato .Word. El consejo general sugiere que el mínimo formato aceptable sea el .PDF. Recuerda que cada detalle aumenta - o disminuye - el valor de tu Curriculum vitae. Cuida que las hojas que utilices sean membretadas o al menos individualizadas con algún tipo de diseño que no compita con la atención del texto, que no haya un solo error ortográfico - no es admisible ninguno, incluso uno que te parezca inofensivo - y que todo texto que incluya sea legible y comprensible. Si vas a incluir una fotografía, que sea de excelente resolución: procura que sea una imagen profesional y con cuidado a todos los detalles visuales. En resumidas cuentas, no olvides que cada elemento dentro de un Curriculum vitae habla de ti, incluso los que te parecen irrelevantes.

4. Deja un espacio para datos de interés que te parezcan puedan promover o mejorar tu oferta profesional:

Es el momento de demostrar que te hace especial por encima del resto de los que optan también al cargo que quieres ocupar: mencionas todos los idiomas que manejas ( nivel, fluidez y donde lo aprendiste ), tus conocimientos de recursos informáticos, incluso si tienes un automóvil y tu disponibilidad para usarlo. Por favor, es imprescindible que los datos que incluyan sean reales y verificables. Puede parecerte inofensivo exagerar tu fluidez al hablar un idioma cualquiera, pero recuerda que eso no solo pone en peligro la veracidad del resto de los datos que mencionas en el resumen profesional, sino que además puede hacerte perder toda posibilidad de aspirar al cargo que optas. De manera que si hablas inglés con dificultad pero lo escribes muy bien, limítate a señalar que tu gramática y comprensión lectora es muy buena, sin añadir nada más. Será una manera honesta de poner en relieve tus puntos fuertes sin mentir.

5. Carta de presentación:


Actualmente no se exige una carta de Presentación en un Curriculum vitae, pero todos los jefes de Recursos humanos a los que le pregunté, están de acuerdo que siempre les gusta leer las aspiraciones y la personalisima perspectiva sobre el mundo profesional de su posible empleado, de manera que si lo deseas, incluyela. Como insistí antes, debe ser corta y concisa, no te vayas por las ramas ni intentes impresionar al posible lector con grandes historias laborales que créeme, no le van a interesar. Resulta más práctico y efectivo, explicar el motivo por el cual crees eres idóneo para el cargo y mencionar de manera pragmática las ventajas que puede suponer para la empresa contratarte. ¿Que te parece egocéntrico? Piénsalo mejor: estás intentando promover tu carrera profesional entre un grupo de aspirantes tanto o más preparados que tu para ocupar el mismo cargo, de manera que esfuérzate por explicar que te hace mejor que el resto al momento de ser escogido. Si es posible, dirigela directamente a la atención de la persona que se encargue del proceso de selección. Será una manera de demostrar que sabes la pirámide jerárquica de la empresa y más allá, la manera como se maneja la información dentro de ella.


¿Una lista corta? Sin duda, pero igualmente creo que incluye todos los datos y consejos que puedas necesitar para redactar un curriculum vitae que te permita competir de manera adecuada en el difícil mercado laboral actual. ¿Tienes algún otro consejo, truco o sugerencia que quieras compartir? ¡Nos leemos en los comentarios!

La rebeldía, el ego y otras turbulencias cotidianas.






( La siguiente historia es real y estoy autorizada por su angustiado protagonista para contarla )


A M. lo conozco hace casi una década: fuimos compañeros de clases durante mis primeros años de mi licenciatura en Letras y después, cuando decidió que la literatura no era lo suyo y decidió abandonar, seguimos siendo amigos. También hemos trabajado juntos: primero en una revista que nunca llegó a publicarse y después, en algún que otro proyecto en que hemos tropezado por azar. Por último y contra mi consejo, me contrató como para corregir su Tesis de postgrado en una Universidad Nacional. Y allí comenzaron los problemas.

Porque M. es rebelde, o así se define así mismo. Lo fue durante la Universidad, donde se burlaba de los profesores en voz alta, provocándolos siempre que podía. Disfruta de su humor sardónico y de lo que llama, con mucho desparpajo, "visión del mundo políticamente incorrecta". Nada que me moleste en absoluto o que me preocupara hasta que digamos, tuve un encontronazo frontal con esa necesidad suya de llevar la contraria por lo que parece ser mero gusto.  Nuestra primera reunión en plan de negocios fue muy tensa: intenté darle las recomendaciones formales y generales que podrían ayudarle a completar su tesis - siempre postergada por algún plan inmediato - y que además, le ayudarían a desarrollar mejor la idea que tenía en mente. Como de costumbre, M. soltó una carcajada casi burlona.

- Sabes que no te voy a obedecer en nada de eso verdad ¿Verdad? - dijo. Lo miré un poco desconcertada.
- Son consejos profesionales - le aclaré. Se encogió de hombros.
- Tu revisa que no cometa locuras ortográficas, que sea legible y con eso es suficiente. De lo demás me encargo yo. No le obedezco a nadie.

Muy bien, me dije. Esto será difícil. De manera que le obedecí. ¿Qué otra cosa podía hacer? Incluso cuando los capítulos y justificaciones comenzaron a llegar - todos ellos con graves problemas de argumentación y desarrollo de las ideas que intentaba demostrar - no hice comentario alguno. Corregí cuidadosamente la ortografía y la redacción - como me había pedido -, me preocupé porque cada párrafo fuera impecable y  fácil de leer. Y  claro está, me contuve siempre que pude de comentar sobre el fondo, de insistir en los problemas evidentes que notaba a medida que avanzaba la argumentación: no solo M. no conseguía expresar una idea clara sobre lo que quería proponer, sino que además, había una enorme debilidad en planteamientos. Sabía que tarde o temprano, habría problemas. Y los hubo claro.

Lo más inquietante de todo, es que como suele suceder, todo estalló en el momento más difícil posible: una de esas circunstancias donde la solución roza la imposibilidad. Cuando recibí la llamada de un M. angustiado y casi desesperado, me quedé muda de asombro:  Su tutor viajaría fuera de Venezuela y no regresaría durante tres meses. Y quería un replanteamiento de la idea "muy rápido". Muy rápido, por supuesto, implicaba un lapso imposible de entrega de menos de cuatro días. Estuve a punto de negarme. Muy cerca estuve de explicarle a M. que era un trabajo cuesta arriba que dudaba pudiera lograr completar. Pero como siempre, decidí hacer un último esfuerzo. Más valía intentarlo que no hacerlo, pensé intentando darme ánimos. Por supuesto, M. se deshizo en palabras agradecimiento.

- Fue una gran estupidez - dijo contrito - nunca pensé que todo esto se me saldría de las manos.

Estuve a punto de mencionar la palabra "Rebelde". Pero no lo hice y seguí trabajando.

De la Rebeldía a la locura, en dos pasos.

Nunca fui rebelde. Fui extraña desde niña, que supongo es otra visión de las cosas, pero jamás me consideré controversial ni contradictoria ni mucho menos polémica. De hecho, era todo lo contrario: silenciosa, educada y pacifica. En realidad, no me importaba ser ninguna de esas cosas. Ya bastante problemas tenía con ser la más joven de un salón de clases lleno de adolescentes, pálida, callada y torpe. De manera que jamás me importó ser rebelde. Nunca pensé en misma en aquellos términos, a pesar de que aparentemente lo era. Desde que recuerde, alguien siempre me acusó de preguntona, de disfrutar llevando la contraria, de ser la que hacia las cosas ignorando a la mayoría. Pero en realidad, de eso no trata la rebeldía ¿No? La rebeldía implica oponerse a todo, disfrutar haciéndolo. Rebelarse significa lanzar groserías a todo pulmón, hacerte escuchar. Imponer la individualidad a cualquier precio. Disfrutar haciéndolo. Y nunca hice nada de eso: en realidad transité mi camino - mi forma de ver el mundo -  con dificultad, siempre un poco incómoda, pero intentando ser lo más fiel posible a mi manera de pensar. Siempre sentí un poco de miedo al hacerlo, siempre me pregunté si era lo correcto. De hecho, si tuviera que definir los primeros años de adolescencia y primera juventud, la palabra incertidumbre, sería la mejor que podría hacerlo. Nunca estuve muy segura si tomaba la decisión correcta. Pero la tomé. Nunca creí que debía contrariar la visión general del mundo, ni que así, sería más fuerte y concreta mi perspectiva del mundo. Pero sin embargo siempre resultó que transitaba la vía contraría a la habitual, casi por accidente. Siempre hice lo que creí debía hacer, por convicción o por necesidad. A pesar del miedo, de la sensación un poco de andar a ciegas en la oscuridad, de recorrer el camino más solitario entre tropezones. Aprendí mucho en el recorrido, claro: sobre todo acerca de mi forma de crear, construir y creer y más allá, de mirar el mundo desde una perspectiva muy personal y privada.

Y es que quizás, la Rebeldía tiene mucho que ver con el Ego, con esa conciencia muy clara que todos tenemos sobre nuestras propias capacidades y habilidades. En mi caso, todas mis formas de expresión, todas las maneras que he encontrado para entender el mundo, han sido a través del arte, por medio de esa insistente e incontenible necesidad de crear. No lo hago porque considere que lo que escribo o fotografío sea especialmente bueno o malo, sino abrumada por una enorme fascinación por todo lo que puedo decir de mi mente - y quién sabe si mi espíritu - a través de una palabra o una imagen. Me asombra siempre, el poco poder que tengo sobre lo que nace de mis manos, lo que se construye en mi mundo de las ideas. Me apasiona la idea de comprender la realidad desde una perspectiva nueva, refrescante. De asumir el pensamiento que el mundo que te rodea puede ser lo que sueñas o aún más, lo que deseas de él. Un idea preciosa claro, pero que muy pocas veces resulta ser verídica o realista. Pero que casi siempre es atractiva.

Una vez, me encontraba cenando con varias de mis primas, cuando una de ellas, comenzó a hablar sobre mi. Relató las montones de veces en que me resistí a jugar con ellas, las veces en que lloré para que me dejaran en paz, en mi sillón con el libro en las rodillas. Otra agregó que siempre le asombraba que prefeririera escribir y leer en silencio al escándalo, a lo que llamó "el necesario sonido de todo lo que pasa". Como si para mi, el silencio fuera una forma de expresarme. O quizás ni siquiera algo tan complejo. Simplemente disfrutaba de otras cosas con una intensidad que ninguna de ellas podía comprender. Las escuché boquiabierta, un poco avergonzada. Esa imagen mia, de niña llorona y de adolescente huraña, me lastimaba las heridas aún sensibles de una primera juventud complicada, de esa torpeza social mia que aún de adulta me atormenta. Una de mis primas rió al escucharme.

- ¿Avergonzarte? ¡si siempre te salias con la tuya! ¡Jamás hiciste nada que no quisieras! - comentó. Me encogí de hombros, aturdida.
- No lo hice porque me divirtiera llevando la contraria - expliqué - solo que...
- Eres una rebelde, a tu manera - insistió G., mi prima menor, la más singular de aquel grupo de mujeres. Muchas veces han dicho que nos parecemos, aunque no sé muy bien en qué: G. es alegre y extrovertida, le encanta la música y bailar. El mundo para ella es un lugar colorido y ruidoso, justo lo contrario a como lo veo yo. Pero siempre hubo una gran complicidad entre ambas: a G. es a quien llamo cuando necesito escuchar una versión fresca de algún problema, cuando necesito un consejo amable.
- Oye, admitamoslo, soy como la tía aburrida del cuento - dije, incómoda  - la tía amable que da las buenas tardes y los buenos días. Que es buena vecina y ciudadana, que siempre está dispuesta a ayudar.
- ¿Hay que vestirse de negro y llamarse rebelde para hacerlo? - respondió G. con un guiño malicioso en los ojos verdes - ¿Hay que dejarle bien claro a todo el mundo que eres rebelde? Yo prefiero tu estilo. Haces lo que quieres, sin estridencias. Pero lo haces.

El pensamiento me desconcertó. Seguí pensando en el tema mientras volvía a casa esa noche más tarde. ¿Quién era un rebelde? Nunca se me podría definir como una: soy educada, política, amable cuando puedo e incluso me esfuerzo en serlo cuando me resulta difícil. Tengo lapsos de mal humor mañanero sin mayores consecuencias. Me gustan las discusiones de ideas, me apasiona el debate y los argumentos. Pero un rebelde es algo más ¿No?. Un rebelde lleva la contraria con tanto placer como necesidad. Lo hace siempre que puede, porque debe como una forma de expresarse. Tal vez la rebeldía es un arte y como todos, hay una cierta belleza en serlo. Recordé a los rebeldes de la Universidad, con su ropa negra y desgarrada, el cabello de colores. O a las de la vida común, los que te dejan bien claro que jamás harán nada por la vía sencilla, de la manera normal. El día a día no es para ellos. ¿Que podía decir a eso? En mi caso, se había tratado de un problema de principios. De una manera de ver el mundo y asumirlo como real: Siempre caminé a mi ritmo, lento o rápido. Pero al mio. Por la orilla menos transitada. ¿Eso era rebeldía?

- ¡Claro que sí! - me contestó G. cuando más tarde le hice una llamada telefónica para comentarle mis reflexiones  - ¿Quién es más rebelde? ¿El que lo dice a todo el que quiera escucharlo o el que realmente hace lo que quiere a la manera discreta? Es una cuestión de reformular la idea, o asumir que es fácil decir, pero muy complicado hacer. La realidad se construye y puede narrarse. Pero una palabra puede ser incompleta para definir una mínima visión del mundo.

Era cierto, medité un poco desconcertada. La rebeldía es esa capacidad del ser humano para resistirse a lo evidente, para comprenderse así misma fuera de la idea básica, de lo que se presume es normal, de lo que elabora la interpretación de lo que consideramos real. Pero ¿Quienes son rebeldes? ¿quienes realmente se asumen a dar el paso? ¿Quienes van más allá de creer que la rebeldía es necesaria para imaginarla imprescindible? Recordé las veces que mucha gente me había preguntado cuando "asentaría cabeza", cuando "comenzaría a madurar" por mi insistencia en hacer las cosas a mi manera. ¿Eso me hacia rebelde?

No lo creía así. Me hacia simplemente individual.

- Tienes esa sonrisa - comenta M. mientras almorzamos juntos para celebrar haber logrado que su tutor pudiera leer su justificación dentro del lapso imposible. Me encojo de hombros.
- ¿Cual?
- Esa que siempre tienes cuando estás pensando - explica - seguro me vas a decir "Yo te lo dije".
- No lo haré - mastico con lentitud mi trozo de torta de chocolate y vuelvo a sonreír - en realidad estoy contenta de haberte ayudado.
- ¡Pensé me mandarías a la mierda por aquello de ser "rebelde y no obedecer a nadie"! - dijo. Y se le veía avergonzado. Casi le creí.
- Pude haberlo hecho, claro.
- Pero dejaste que me estrellara solo - adujo. Solté una risita. Lo miré directamente a los ojos.
- Siempre es más divertido que insultar - admití. M. sacudió la cabeza y tuvo el buen tino de no insistir en el tema. Pero me dedicó una de esas largas miradas inquietas suyas que nunca sé comprender muy bien.
- ¿Qué?
- Siempre te sales con la tuya ¿No?

Esta vez reí en voz alta. Casi me atraganto con el trozo de deliciosa torta de chocolate que no debería estar comiendo pero que estaba disfrutando con todo placer. Me gustó el sonido de mi risa y por una vez, me sentí cómoda, a pesar de mi torpeza. Una manera de crear un mundo particular, de construir una visión de lo individual que pueda no solo definirme, sino más allá, brindarme una manera de soñar.

C'est la vie.

Ningún tesista fue maltratado en la redacción de este artículo.

lunes, 5 de agosto de 2013

Soltera, viviendo sola y con dos gatos ¿Que hay de malo en eso?


Susan Sontag, la mujer independiente por excelencia.


Vivo sola desde que tengo veintiún años de edad. Teniendo treinta y tantos actualmente, podría decir que he sido independiente la mayor parte de mi vida. En un país como el mio, donde adquirir una vivienda es bastante complicado y además, alquilar es toda una aventura burocrática, agradezco mi particular situación. Vivir sola es una experiencia que me ha hecho crecer, responsabilizarme por mi estilo de vida y mi manera de construir mis propias opiniones sobre el mundo. Además, me permitió transitar con tranquilidad ese necesario proceso de la joven a la adulta con mayor facilidad.  Tal vez se deba a que vivir sola te hace más consciente del poder de tu voluntad,  en ocasiones siento que no sería la misma ni hubiese tomado las mismas decisiones de no haber tenido la oportunidad de enfrentarme sola a mis propias disyuntivas y confusiones.

De manera que los primeros años de la tercera década de mi vida, me encuentran con bases firmes para construir el futuro según lo sueño y aspiro. También me encuentra aún viviendo sola, en feliz soltería y además, tengo dos gatos a los que quiero mucho. Disfrutando, quizás, de esa edad de oro que pocas veces tenemos oportunidad de apreciar. Por ese motivo quizás me sorprendió leer el Timeline de la red de microbloggin Twitter lo siguiente: "Solterona, vive sola y con dos perros... Coincidencia o los q tienen problemas con las relaciones se convierten en #PetLovers?. Me hizo sonreír con cierta amargura el prejuicio, esa idea muy extendida que la soltería - la decisión de estar soltera en todo caso - y además, la independencia siempre sea asumida con cierta desconfianza por una cultura que propugna y asume que la mujer tiene un lugar y un deber social. Lo más preocupante del tema, es que esa interpretación errónea de la decisión racional de una mujer de no cumplir expectativas culturales, parece preocupar - cuando no inquietar - a otra visión de la sociedad que insiste en comprender a la mujer - su circunstancia - como un estereotipo, y lo que es peor aún: bajo una sola dimensión: La Tradicional.

Sí, vivo sola, soy soltera y tengo dos gatos. Y también soy lo bastante cuerda para lidiar con las dificultades que supone ser ciudadana en un país como Venezuela y mantenerme espiritualmente cuerda. Soy soltera por decisión y por elección: he tenido largas y apasionadas relaciones, otras muy cortas y olvidables. O las permutaciones entre ambas cosas. Y no considero un problema emocional encontrarme ahora mismo sola. Tengo un terrible humor mañanero, soy adicta al café, mis prioridades son las palabras y las imágenes. Espero parir libros y sueños. Esa es mi visión del mundo y no creo que esté equivocada por no coincidir con la mayoritaria, por no aceptar que debo desempeñar un papel que la sociedad escogió para mi incluso antes que naciera. Esa soy la mujer que he construido a base de esfuerzos, de creer y confiar en mis capacidades, en mi perspectiva del mundo.

¿Cual es lo erróneo en esa visión de lo cotidiano?

Una pregunta interesante que me hago con frecuencia.

La loca de los gatos:

No es la primera vez que me preocupa el tema. Venezuela es un país machista - aunque lo niegue - y esa visión tradicional de la mujer suele ser una piedra con la que te tropiezas varias veces. Comentarios como "¿ya llamaste a la Iglesia para saber cuando puedes ir a vestir santos?" en tono malicioso o la insistente pregunta: "¿Es normal que no tengas pareja ya?" son síntomas que la cultura Venezolana mira de reojo a la mujer - y al hombre también - que decide tomar la senda menos transitada en lo que a construir su vida se refiere. Y en ocasiones, esa opinión tiene la deliberada intención de censura, de dejar bien claro que se perdona el "desliz" de asumir la soltería como opción y la independencia como estilo de vida, pero que no te lo van a perdonar ni fácil ni rápidamente. Porque la sociedad está esperando asumas tu responsabilidad como parte de ella y que tomes la decisión que hará más sencillo deglutirte, asimilarte, homogenizarte. Un pensamiento inquietante, sin duda.

Porque ¿Que ocurre con el que se sale de esa sutil idea de la normalidad que se insiste en todas partes? ¿Estamos condenados a ser el que "tiene problemas" por no coincidir con la opinión mayoritaria? ¿Hasta donde es justo que el estereotipo y la generalización sea una manera de definir a quienes simplemente asumen el mundo de manera distinta?

Mi amigo N. es de los que piensa de esa manera. Lo más intrigante es que N. nunca se definiría como tradicional: Es un viajero impenitente que siempre ha insistido que el mundo es una gran visión de las ideas. Siendo ingeniero en telecomunicaciones, ha logrado convertir esa pasión nómada en parte de su trabajo y pasa seis o siete meses al año fuera del país. Es una vida complicada, por supuesto: pero N. la disfruta. O la disfrutaba: rozando los treinta y pocos años, ha comenzado a cuestionarse que tan válido es su manera de ver el mundo. Algo muy lógico, sino fuera porque su preocupación radica en que necesita "normalizar" su vida y "asentar cabeza".

- ¿Por qué? - le pregunté cuando me comentó, un poco alarmada. Él se encogió de hombros: su imagen en la pequeña ventanita del Skype pareció ondular, detenerse por un momento.
- Creo que ya me cuesta un poco seguir el ritmo - me explicó. Seguí sin entender.
- ¿Te cansa viajar?
- ¡No! - y sonrió. Nos quedamos en silencio. A través de la ventana abierta de la habitación donde se encontraba, podía ver las luces de la ciudad donde se encontraba, el desorden habitual que siempre parecía rodearle - la verdad podría hacerlo para siempre. Pero ya sabes...
- Pero quieres asentar cabeza - comenté. Se encogió de hombros.
- No lo sé, a veces creo que tomé la ruta complicada. La novia que no entiende, la madre que te reclama.

Lo comprendía. Mi madre solía recordarme una vez por mes que aún no me había casado - ni estaba en mis planes hacerlo - y mi última pareja me había acusado de "irresponsable" cuando me negué a hacer más formal nuestra relación. Decisiones que tenían consecuencias concretas y que muchas veces me habían hecho preguntarme si estaba mirando mi vida desde una perspectiva muy simple. ¿Era necesario comenzara a considerar la posibilidad de "volver al redil"? ¿Realmente era indispensable aceptar la idea de una normalidad forzada en beneficio de una visión cultural más compleja?

- ¿No sientes a veces que estás equivocada? - me preguntó N. como si me hubiese leído la mente, como si tal vez estuviera recorriendo el mismo camino mental que yo en aquel momento. Lo pensé un momento antes de responder.
- Siempre lo pienso - admití - pero es un error aún más lamentable cambiar de opinión sobre como estoy llevando mi vida por ese temor. Obviamente no creo que sea infalible en mis decisiones pero al menos, estoy consciente que es lo mejor que puedo hacer con mi manera de ver el mundo.

N. guardó silencio. Pensé en los años en que me escribía largos correos electrónicos contándome sus experiencias, las fotografías intrépidas y coloridas de destinos exóticos. ¿Había perdido la iniciativa? ¿O realmente siempre llegaba el momento en que todos mirábamos atrás para lamentar lo perdido en la normalidad? El pensamiento me preocupaba y peor aún, comenzó a hacerme cuestionar toda una serie de ideas casi dolorosas.

Mi tia L. soltó una carcajada cuando se lo comenté: L. era otra de las contradictorias, de las que quieren caminar por la orilla del mundo y construirlo. Y lo ha hecho: Escultora, soltera e insigne "Señora Loca de los Gatos" ( como ella misma se llama ) está convencida que el matrimonio es un maniqueísmo que debería desaparecer del argot cultural. Una opinión lo bastante revolucionaria - en el buen sentido del término - como para que cuando escuchara mis débiles dudas me zarandeara con su risa.

- La sociedad es un acuerdo entre todos los que piensan de manera similar, pero eso no quiere decir que sea la única opción, aunque la parezca - dijo. Con casi cincuenta años cumplidos, mi tia L. sigue pareciéndome tan bella como cuando la conocí a pesar que el cabello negro comienza a encanecer y al sonreir, su rostro se llena de finísimas arrugas. En realidad L. no es mi pariente: ha sido amiga de mi madre desde antes de mi nacimiento y de alguna manera, eso la hace aún más querida. Una especie de figura femenina al margen de los lazos de sangre y de responsabilidad familiar.

- A veces me preocupa que esté dando vueltas en círculos antes de llegar al punto donde deba asumir la sociedad tome decisiones por mi - dije, en voz baja - que deba casarme por miedo, por soledad. O que lo haga porque es necesario para asumirme parte del mundo.

- No va a suceder - ¿Y quién mejor que ella para decirlo? Con sus ropas de algodón amplias, su sonrisa juvenil y su melena al aire, L. siempre ha sido el epítome de la libertad. De niña, me encanta quedarme en su taller, admirar sus esculturas regordetas y extrañas que representaban el mundo de una manera nueva. Muchas veces la había escuchado conversar con mi madre, discutir ambas sobre "esa locura de estar sola". L. no solía responderle a mi madre, sino esculpir apretando la arcilla casi con sensualidad mientras mi mamá insistía en sus ideas. Y yo podía entender el motivo por el que lo hacia, lo que significaba esa necesidad de vender el caos cotidiano creando. Una forma de esperanza - harás justamente lo que necesites porque ya sabes cuando duele y cuando te hace feliz una decisión de conciencia. Si en el futuro, deseas casarte, estará bien. Pero jamás lo harás por otra razón que no sea asumir que tu mundo depende de tu voluntad.

Una idea fantástica. Todavía me hace sonreír mientras escribo estas lineas, mientras disfruto de esta sensación de escapar a lo cotidiano o mejor, de crear mi versión sobre la normalidad en palabras e imágenes. Y es que el mundo es capaz de concebirse más allá de lo que es usual, de lo que se acepta, de lo que se teme, de lo que se aspira, de lo que se asume. La vida y sus decisiones, son una manera de crear tu propia versión de la realidad, de asumir tu responsabilidad sobre lo que haces y construyes. Aun más: de asumirte como individuo y confiar en tu capacidad para construir lo que deseas sea tu presente e incluso tu futuro.

Una aspiración de fe, como le llamaría un escritor. Yo le llamo, soñar.

C' est la vie.

domingo, 4 de agosto de 2013

La Señora de los Laberintos: La Diosa Ariadna.





Cuando era una adolescente, solía soñar con laberintos. No los afrancesados, con sus callejones recortados en hierba olorosa o los delicados victorianos, de arcos de metal abriéndose hacia el cielo. Mis laberintos eran de piedra viva, tallados con crudeza, con enormes bóvedas oscuras y pasadizos sinuosos y oscuros. El sueño siempre era muy parecido: corría en la oscuridad, con los brazos extendidos al frente, jadeante, llena de un terror tan insoportable que cuando despertaba aún lo sentía. Me quedaba tendida en la cama, con los ojos abiertos, intentando recordar como había entrado al laberinto o de qué huía, pero nunca lo logré.

Por ese motivo, me obsesioné con La Diosa Ariadna, la deidad que se relaciona directamente con los orígenes y dominios del terrible Minotauro y cuyo culto fue muy importante en Naxos, Delos, Chipre y Atenas. Por otro lado, Ariadna era también llamada "la más pura" y se tenía su propia histórica trágica que contar: enamorada fatalmente de Teseo, le ayudó dándole una espada mágica y un ovillo de hilo para que pudiera sortear los peligros del laberinto y asesinar al Monstruo que habitaba en su interior. Una idea llena de un simbolismo que asombra: Ariadna - la más pura, según algunas etimologías - conduce a su amado Teseo al interior del laberinto para destruir al temible Minotauro. Y lo logra Teseo: no solamente asesina al Minotauro sino que libera al pueblo de la terrible costumbre de entregar 7 jovenes y 7 doncellas para saciar su apetito. Como Mitema - o mito recurrente - es una delicia, pero aún más, como metáfora de la mente humana, me parece incluso inquietante. Y quizás por eso me atrae.

A mi profesor de mitología e historia medieval en la Universidad, todas mis elocubraciones al respecto le parecían graciosas pero también intrigantes. Solía escucharme muy atento, en esas tardes calurosas de Julio con olor a hojas frescas del Campus de la Universidad Central de Venezuela. Como a mi, toda la historia del laberinto le parecía desconcertante.

- Que Ariadna fuera considerada la más pura y se enfrentara al Minotauro a través de Teseo hace pensar en una serie de ideas bastante sorprendentes - insistía - la mujer que es hombre, que a la vez, tiene el poder sobre el hombre para luchar contra una temible criatura sangrienta, que también es masculina. Un macho ingobernable que devora jóvenes y doncellas. Toda la idea podría resumirse en un tema de poder femenino, en la interpretación del laberinto como la mente la mujer, el Minotauro el temor, Teseo ese valor masculino que finalmente le permite liberarse de todo y triunfar.

- Una idea preciosa, si olvidamos como murió Ariadna: asesinada por Perseo en la batalla de Argos. O peor aún, ahorcada en un árbol. La feminidad herida, para variar - me burlé un poco.

- La mujer no es un tema fácil para la mitología, nunca lo ha sido - me encantaba esos paseos con el profesor M., a pleno sol, en medio de la actividad de los últimos días de clases de la Universidad. A veces he pensado que las mejores ideas nacen así: a plena luz del sol, con el olor de la tierra viva bajo los pies - lo femenino se debate entre lo que deseamos creer de ella y lo que asumimos puede ser en realidad. Ariadna era la más pura según sus coetáneos, pero amaba apasionadamente a este Teseo valiente, arrojado, que no dudo en hacerse tribuno para salvar - o intentarlo - a su ciudad.

- Hablas de Teseo como la versión masculina de Ariadna - insinué, fascinada por la idea. El profesor M. sonrió. Una mueca casi maliciosa.

- ¿Y por qué no? Ariadna tenía la inteligencia para comprender el laberinto, para darles las armas a Teseo que podrian revelar su secreto. Pero ella misma, seguía atada a su propio nombre: La más pura. La más excelsa.

Me inquietaba el pensamiento. Esa visión de Ariadna, furiosa y angustiosa, quizás la próxima en ser entregada a las fauces hambrientas del Laberinto, intentando liberarse a través de Teseo me desconcertaba. Pero me encantaba también. Mis sueños se hicieron más extraños, asfixiantes. Corría con las manos extendidas, entre parpadeos de luz. Perdida, entre temblores. Sin respiración. ¿Y el miedo? Ese siempre estaba. Esa sensación de no ser, de ser tragada por la oscuridad.

Desazón.

- Ariadna es considerada en brujería la deidad de la creación, de esa creatividad natural que brota de manera espontánea - me explicó mi tia L. Le había estado contando mis sueños y mi conversación con el profesor M. y como a mi, le entusiasmo esa idea de una Ariadna poderosa e inteligente, enfrentándose a su monstruo personal a través de ese otro yo suyo, Teseo - no creo que sea casual. El mito describe a una mujer poderosa, a una mujer capaz de construir una respuesta a un viejo dilema. Y derrotar a la bestia, al miedo, por el amor.

- Que romántico - me burlé un poco. Mi tia L. soltó una carcajada.

- ¿Qué? ¿No te lo ha enseñado tu abuela aún? La magia más antigua de todas, viene del corazón.

Sigo soñando con laberintos. Tal vez no con tanta frecuencia que cuando era más joven y sin duda, mucho menos siniestro. Ahora corro por sus pasillos, iluminados por un sol radiante, saltando en pozos de luz. Los brazos extendidos, el rostro vuelto hacia un cielo interminable, de un azul casi doloroso. Y pienso, cuando despierto, si la mujer que fui, no encontró la manera de comprender el poder de la libertad a través de sus dedos y más allá, de soñar con una forma intima de crear.

Ariadna y el poder de soñar:

En brujería, llevamos a cabo un pequeño ritual para celebrar el poder creativo que representa Ariadna. El que más me gusta es el siguiente:


Necesitarás:

4 velas rojas.
Una flor de pétalos color rojo.
Cuenco para quemar.
7 hojas de Romero.
7 hojas de Laurel.

Disposición:

Coloca el cuenco para quemar en el centro de la habitación donde realizarás el ritual. Si no te es posible, colócalo lo más cerca posible de una ventana abierta. Rodealo de las hojas de Laurel, formando un círculo con ellas alrededor del objeto. Ahora, dispón las velas de tal manera que formen un cuadrado que rodeen al conjunto, procurando que cada una de las velas coincida con un punto cardinal. Por último, siéntate frente al cuenco, colocando a tu derecha las 7 hojas de Romero y la flor.

Antes de comenzar el ritual, respira tomando largas bocanadas de aire. Procura que la sensación te rodeé, recorra tu cuerpo por completo hasta relajar cada uno de tus miembros. Visualiza la energía rodeandote, concentrándose a tu alrededor con una tonalidad rojiza, que palpite y se haga material al rozar tu piel. Instintivamente sabrás cuando culminar este pequeña forma de concentración. Ahora, enciende la vela que corresponde al punto cardinal norte e invoca de la siguiente manera:

"Que la Diosa Secreta escuche la voz de la Hija
que se alza en el tiempo y el momento intimo
Que sea la fortaleza de mi espiritu la que cree la belleza
A través de la Diosa Ariadne
Invoco el poder de la creación
Un hilo de plata unido al norte más profundo de mi convicción
Asi sea"

Ahora enciende la vela que corresponde al punto cardinal sur:

"Que la Diosa Secreta me releve la verdad
de la tolerancia y la sutil realidad de la fe en mi espiritu
A través de la Diosa Ariadne
Invoco el poder del espiritu Universal
Un hilo de plata unido al Sur secreto de mi convicción
Así sea"

Ahora enciende la vela que corresponde al punto cardinal Este:

"Que la Diosa Secreta me premie con la paciencia
del aprendizaje y la fuerza de voluntad
Un brillo rutilante en mi espiritu
indicandome el camino más allá de mi visión
A través de la Diosa Ariadne
Invoco el poder de la serenidad
Un hilo de plata Unido al Este intimo de mi convicción
Asi sea"

Por último, enciende la vela que corresponde al punto cardinal Oeste:


"Que la Diosa Secreta me otorgue el valor
de continuar el camino que escogí
en medio del laberinto de mi memoria
En el tiempo de las palabras de oro y plata
El sol y el mar.
A través de la Diosa Ariadne
Invoco el poder de la Sabiduría
Un hilo de plata unido al Oeste más divino de mi convicción
Asi sea"

A continuación, deshoja la flor y con los petalos, crea un circulo que te contenga a ti y al conjunto de velas. Mientras lo haces invoca:

"Soy el tiempo
En la Voz de la Gran Señora
Soy la Hija de la Luna
En creación
En el poder del espiritu
En la Serenidad
En la sabiduría
En mi fe y convicción
Asi sea"

Por último, quema las hojas de romero en el cuenco para quemar. Enciende un pequeño fuego en tanto invocas:

"Crea fuerza en mí
Crea poder en mí"

Disfruta del exquisito aroma de las hojas de Romero al quemarse, permitiendo que tu mente divage y se llene de paz. Imagina que la energía carmesí a tu alrededor se eleva en un espiral y se una al cielo, para crear una armonía perfecta entre tu pensamiento y la fuerza Universal que representa la Diosa. Finalmente, come y bebe algo para equilibrar la energía que has invocado mediante este ritual.

sábado, 3 de agosto de 2013

La virgen, la puta, la santa, la Diosa: La sexualidad para la brujería.








Fui enviada por el poder
Estoy aquí para aquellos que piensan en mi,
y he sido encontrada por los que me buscan.
Miradme, vosotros que pensáis en mi,
y los que escucháis, escuchadme.
Vosotros que esperáis por mí,
tomadme adentro de vuestras almas
y no me desterréis de vuestras miradas,
pues soy la primera y la última.
Soy la venerada y la menospreciada.
Soy la prostituta y la Madre Sagrada.
Yo soy el silencio incomprensible,
Y la idea cuyo recuerdo es frecuente.
Yo soy la voz cuyo sonido es múltiple,
y la palabra que se duplica.
Yo soy el sonido de mi propio nombre...

Con estas palabras comienza mi cuarto libro de las Sombras. Comencé a redactarlo cuando tenía dieciséis o diecisiete años, en pleno despertar sexual. De hecho, escribí el poema en la primera hoja del cuaderno nuevo, unas horas después de haber tenido mi primera experiencia sexual. Un gesto simbólico sin duda, aunque ahora,  a la distancia, estoy convencida se trataba un poco de mi necesidad de contradecir esa visión cultural del sexo que parecía deslucir  lo que acababa de vivir. Leí el poema en un libro de literatura egipcia y me pareció muy adecuado para describir lo que sentía con respecto a mi cuerpo y a mi idea sobre lo femenino y lo sexual.  Porque como mujer, la cultura de mi país me insistió bien temprano que se debe ser puta o santa, pero que es impensable ser ambas cosas a la vez. Y ambas ideas parecían descubrir mujeres bien distintas: La mujer como objeto sexual o carente de sexualidad. La mujer que pierde el control sobre su cuerpo y la que no lo posee de ninguna forma. Ese pensamiento siempre me intrigo - me angustió también - y cuando empecé a recorrer esos confusos años de comprender mi propia actitud hacia el sexo, de tener mis propias experiencias, la idea siguió obsesionándome. ¿Por qué la cultura occidental maldecía el sexo? ¿No era quizás la mayor muestra de hipocresía esa desconfianza hacia lo orgánico, el placer y el poder de lo erótico en un mundo que explotaba el sexo como mensaje? Me cuestioné la idea muchas veces, en muchas maneras distintas y jamás encontré una respuesta satisfactoria. Quizás no existe en realidad algo como una respuesta, sino más bien, una noción sobre lo que la sociedad y la cultura interpreta del sexo y más allá, su manera de condenar la libertad que supone disfrutarlo.

El poema original del que forma parte el fragmento que encabeza este artículo, se titula "La voz secreta, mente perfecta" y es parte de la Biblioteca Nag Hammad, una colección d escrituras gnósticas del siglo III de la Era Cristiana descubierto en Egipto de 1945. Nadie sabe quién lo escribió o de donde viene y se considera un poema religioso, a pesar de que es imposible clasificarlo en ninguna creencia específica. Una vez leí que se trataba de una elegía a lo femenino, a la dualidad de lo que es el Sagrado del sexo. Una idea preciosa, claro está, pero que actualmente sorprende y desconcierta por el hecho de contradecir esa visión lineal de la mujer.  Desde niñas, la sociedad insiste en que la mujer debe cumplir un rol, desempeñar un estereotipo que intenta en definir que puede o que no puede hacer una mujer para expresar su sexualidad. De manera que, considerar a la divinidad Prostituta y Santa  - a la vez y en una única expresión de la realidad - es un concepto paradójico en un mundo donde ambas visiones están contrapuestas.

Me hace sonreír la idea. De jovencita me obsesionaba: Cuando comencé a pensar en mi misma como una mujer sexualmente activa, comencé a notar esa necesidad social de ocultar  - e ignorar - la opinión erótica de la mujer. Después de todo, para nuestra cultura, la sexualidad de la mujer es pecaminosa, cuando no, algo engorroso. Incómodo. Recuerdo que en más de una ocasión, me sorprendió - y me enfureció -  la manera como los muchachos de mi edad dividían a las mujeres en dos grandes grupos: las putas y las Santas. Las putas eran las que accedian al sexo, las que lo disfrutaban, las que mostraban las tetas y las piernas, las que se reían en voz alta, las que bailaban sacudiendo la melena. Las Santas, eran las discretas, las que sonreían con modestia, las virginales, las pálidas heroinas de las cultura occidental en busca de estereotipos. ¿Que ocurría con las que nos encajaban en ninguna de las dos ideas? ¿Que pasaba con las que disfrutaban el sexo, pero llevaban pantalones y camiseta? ¿Y las que amaban bailar y gritar pero todavía seguían siendo virgenes? ¿Que ocurría con las que disfrutaban el placer del sexo sin miedo ni culpa? ¿Había que tenerlo? En ocasiones, me preguntaba si todo tenía relación con la necesidad de no demostrar que el sexo era placentero, era natural, era primitivo y quizás por todo eso, hermoso. Había algo clandestino, misterioso, en la sexualidad occidental. Como si se tratara de un crimen, un desatino, que se comete a la sombra, que no tiene rostro, que mejor que nadie mencione en voz alta. ¿Por qué? ¿Por qué no admitir que nos gusta el sexo? ¿Que la mujer tiene los mismos deseos, las mismas urgencias al sur de la geografía corporal que un hombre? ¿Por qué la santa y la puta no pueden habitar en el mismo cuerpo?  Quizás, solo se deba a una visión de fe.


De manera que, cuando leí el poema, me pregunté como habría sido en la época donde la mujer no necesitaba definirse de ninguna manera para gozar del sexo y el erotismo, para tener el derecho inalienable y original de meter en su cama a quien le prefiriera.  Recordé la Diosa Lunar de la brujería: la celebración lo esencial femenino, de ese sagrado salvaje y poderoso que insistía que la mujer era libre de toda atadura moral. La veneración a  Ishtar, Isis, Artemis y Diana, todas ellas visiones distintas pero completamente válidas del papel de la mujer en el tiempo, en su propia expresión personal. Pensé mucho en la mujer libre, la que no dependía de la opinión del hombre - como contraste o complemento - para comprenderse así misma. Y me pregunté también, si esa idea, casi utópica, había sido real alguna vez. Quizás no. De hecho, dudo mucho que la mujer alguna vez haya sido absolutamente independiente de la opinión de la familia, la tribu, la sociedad. No obstante, el poema existe. El poema habla de un tipo de divinidad que asombra y desconcierta por su poder para construir ideas sobre lo que es el erotismo, la mujer poderosa, ajena a cualquier restricción cultural.

- El significado del poema es múltiple - comentó mi abuela - la sabia, la bruja - cuando se lo leí en voz alta - probablemente lo comprendas como un manifiesto de libertad y poder, pero en su época pudo ser solo una declaración de valores. La sexualidad para los antiguos no poseía un ingrediente moral. Era en realidad una idea mística, una forma de ejercer poder.
- ¿No es lo mismo?
- Podría serlo, pero en este caso lo dudo - respondió - la sexualidad era un valor religioso. El sexo era sagrado, creador y el erotismo, una forma de ritual. Así que para las sociedades más primitivas, el sexo te vinculaba con lo puramente esencial. Y además el sexo era un vehículo de vida.

Pensé en las sacerdotisas de diversos cultos de Isis y Vesta, cuyo principal requisito era la virginidad. También recordé las prostitutas Sagradas de Ishtar, que permitían al iniciado en los ritos mistéricos, trascender a través del sexo y el placer. Una idea curiosa, si se tiene en cuenta que la mujer y el sexo fueron satanizados unos siglos después por las mismas razones por las que antes se las consideró sagrada.

- Asombra que en una época el sexo fuera considerado de esa manera y ahora sea uno de los grandes tabú - opiné - es como si el miedo sustituyó el asombro.
- En realidad, siempre produjo asombro y miedo a partes iguales - dijo mi abuela - el sexo supone una intimidad monstruosa, una expresión del yo tan directa y cruda que siempre produjo temor. Recuerda además que por varios siglos, la concepción fue un acto misterioso, inquietante. El papel del hombre en la procreación era confuso o incluso poco importante.  A la vista de la tribu, la mujer creaba vida por sus propios medios, era capaz de parir y alimentar a su bebé a solas. Una expresión de voluntad divina que atemorizó al hombre por mucho tiempo. 

Me desconcertó el pensamiento. Imaginé a una mujer, rolliza y fuerte, pariendo a solas en una cueva de roca, apenas iluminada por el fuego a sus pies. La escuché gritar de dolor, debatirse entre el horror y la necesidad de traer su hijo al mundo. Y luego, la vi sosteniendo al bebé, triunfante, aún temblando de debilidad. Imaginé a la tribu recibiéndola, admirados y sobrecogidos por el misterio de la vida, por esa capacidad desconcertante del vientre femenino de crear en medio del dolor. No era de extrañar entonces, que el sexo fuera considerado sagrado - un vehículo de la voluntad divina - y más allá, una manera de elaborar ideas complejas sobre la divinidad.



Dos rostros en la Divinidad:

De hecho, en la Antigüedad, las linea del poema que aseguraba: "Soy la prostituta y la Madre Sagrada" no hubieran presentados paradoja alguna ni hubiera sido considerada ofensiva. Cuando investigué un poco sobre el particular, encontré que para numerosas culturas, el sexo no solo era símbolo poder, sino una manera de definir un momento esencial y cultural en la vida de una mujer: la de personificar a la Diosa dentro de la sociedad y la cultura a la que pertenecía. Por ejemplo,  En Sumeria y Babilonia, las sacerdotisas del templo de Ishtar actuaban como prostitutas sagradas que recibían en su ritual a los hombres que venían en busca de la bendición de la Diosa. Todas las mujeres babilonicas estaban obligadas a servir en el templo de Ishtar como prostitutas sagradas una vez en sus vidas. Era parte de la cultura babilónica.

En muchas culturas, antiguas era considerado imprescindible que el rey de un país llevara a cabo el "Hieros Gamos", o matrimonio sagrado con una sacerdotisa que representaba a la Gran Diosa. Esto era necesario para que la Tierra prosperara y el poder de rey fuera lehitimizado ante los ojos de su pueblo.

La veneración de la Diosa isis se extendió desde egipto a través de todo el Mediterraneo y más allá de éste. En Roma su culto se extendió más allá de los comienzos del Cristianismo. Como la virgen María, Isis era una deidad lunar identificada como Madre Divina y devota. Pero era también la protectora de las prostitutas y mucho de sus templos eran establecidos cerca de casas de prostitución.

La Diosa Blanca en todas sus manifestaciones protegía a la Prostitución como símbolo de la Importancia sagrada de la unión sexual, la cual es uno de sus más grandes misterios. Este misterio ha sido pervertido a través de los siglos y es ahora considerado uno de los lados más oscuros de la naturaleza humana.

La Diosa Lunar según la acepción cristiana se manifiesta como Madre y como Virgen, pero su sexualidad es negada porque es considerada indigna de su excelsa posición. Por esta razón, la Madre tiene que ser virgen. El placer sexual le es negado. Según la Tradición de Brujeria a la que pertenezco, la Diosa Blanca rechaza esa falsa percepción. Por esto comprendemos que la forma de expresar la concordancia sexual dentro de la frase "Soy la prostituta y la Madre Sagrada" es completamente válida. Con estas palabras eleva el acto sexual a una condición Divina.

Siempre recordaré mi primera experiencia sexual, y no solo por lo obvio, sino por la sensación de asombro y confusión que fue para mi dejar a un lado el tabú, el mito de la sexualidad secreta, que se comenta a media voz. Recuerdo sobre todo, la sensación de plenitud que experimenté mientras caminaba por la calle, unas horas más tarde, sonriendo, convencida que había descubierto una parte de mi misma que apenas comenzaba a comprender. La puta, La Diosa, la Santa. Todos los rostros de la feminidad, en mi piel. En mi manera de ver el mundo. En mi necesidad de crear.


C'est la vie.

viernes, 2 de agosto de 2013

Proyecto "Un Libro Cada Viernes": The Casual Vacancy de JK Rowling





De JK Rowling se ha dicho practicamente de todo: criticos y admiradores parecen tener mucho que decir sobre esta mujer misteriosa que parece sobrevivir a su propio mito. Los primeros la acusa de ser una escritora simplona, vulgar, sin otro mérito que cautivar la imaginación de una generación carente de verdaderos símbolos literarios que admirar. Los segundos la ensalzan como una de las grandes escritoras de nuestro recién nacido siglo, un fenómeno popular y una visionaria del mundo literario. Entre ambas cosas, como suele suceder, está la verdad. Y creo que su modesto debut en el género de las novelas para adultos - sin segundas intenciones de por medio - lo demuestra.

Porque "The Casual Vacancy" es una novela común, tibia: nada pareciera resaltar demasiado en la historia de los suburbios de Londres, contado a través de la pluma de la autora, que parece un poco incómoda en la realidad luego de construir Universos mágicos durante casi dos décadas y media. Y esa incomodidad es palpable en todo sentido: La historia se desarrolla lenta, un poco a saltos, como si Rowling, acostumbrada a controlar hasta el último elemento del mundo que creó a la medida de sus personajes favoritos, encontrara la realidad un poco chata e imperfecta. Se echa de menos el buen humor, la frescura - muchas veces acusada de simplicidad - de su narrativa y sobre todo, su capacidad para contar historias a través de pequeños detalles y escenas. Y es que "The Casual Vacancy" adolece justamente de lo que tanto se acuso a las anteriores novelas de Rowling: construye la historia desde una visión intimista que sabe a poco y que resulta falsa en su crudeza. En un deliberado intento por reinventarse,  Rowling recarga las escenas sexo y drogas, intentando mostrar ese lado siniestro de lo cotidiano,  pero de una manera tan torpe que solo consigue aburrir en lugar de sorprender. Una pequeña tragedia para una escritora que muchas veces fue acusada de pusilánime al recrear un mundo de fantasía que rayaba en lo excesivo de su formalismo y lo politicamente correcto.

Y no obstante, la historia atrapa: tal vez se deba a esa brutal visceralidad de una Rowling desconocida, sino que su habilidad para contar historias sigue intacta. Quizás el problema radica en que lo que cuenta es exceso tradicional para un publico que esperaba de ella algo más abierto a interpretación, mucho más contudente que una narración banal, estereotipada y deprimente que esta historia de personajes, habitantes de una Inglaterra rural casi desconocida. Localista, puntual, la novela parece hablar a un público especifico, regordearse en esa experiencia de la Rowling pragmática y realista, que convierte la historia - y el como se cuenta - en un melodrama negro sin mayor resolución. Los personajes parecen perder continuidad, soltura y lo que es peor, consistencia en medio de las inumerables tramas, entrecruzadas entre sí para intentar mostrar un mapa de ruta de esa visión de la realidad que se desgrana por los bordes, la que poco se muestra, la que simplemente yace detrás de la fantasia que por años fue la manera de crear de la escritora. Y el lector se pregunta, si esta novela pretendidamente compleja y decimonónica, no es casi autobiográfica, un acercamiento disimulado a la Rowling que tuvo que enfrentarse a la realidad siendo madre soltera y desempleada en la Londres inhospita de los años '80. Incluso, la escritora deja entrever la posibilidad cuando declara:  “Se habla de los pobres como esta masa homogénea, como ‘gachas’. La idea de que podrían ser individuos y estar donde están por razones muy diferentes y diversas, de nuevo parece escapársele a algunas personas”, dijo al diario The Guardian poco antes de la publicación de la novela. ¿Se trata entonces "The  Casual Vacancy" de una velada crítica esa Inglaterra clasista y árida a la que tuvo que enfrentarse mucho antes de triunfar como escritora? Quizás. Lo lamentable del caso es la poca habilidad con la escritora intenta mostrar esa realidad que padeció en carne propia, la manera como la historia se desdibuja y parece sucumbir a la incapacidad de la autora por brindarle profundidad.

¿Lo peor? A diferencia de Harry Potter, "Casual Vacancy" es un libro de una Inglesa escrito para los Ingleses. Como latinoamericana, me llevó un poco de esfuerzo identificarme con la historia - se logra, por supuesto - pero lo localista, la idea esencialmente dirigida a un público inglés y con elementos tipicamente ingleses, dificulta esa imprescindible comunicación entre historia y lector. Resulta cuando menos sorprendente, que una escritora que hizo real el mundo de la magia, tenga verdaderos problemas por transmitirnos la misma verosimilitud en lo cotidiano, en lo simple y ese diario devenir de las cosas. Tal vez se deba a que simplemente la imaginación te brinda reinos ilimitados, pero la realidad es poco menos que una metáfora de quien eres. Y quizá, eso es el mayor problema en este intento de Rowling por incursionar en el mundo adulto: La historia es deprimente, triste y limitada quizá, como esos primeros años de privaciones que sufrió. Pero la historia no termina de convencer a nadie y probablemente se daba a que Rowling no consiguió el camino para deslastrarse de si misma por completo.

¿Es recomendable Casual Vacancy? Lo es, pero con reservas. El lector tendrá que perdonarle a su escritora favorita el devaneo y tal vez comprender, con cierta paciencia, con la muy humana obsesión de la historia por analizar y sobre analizar sus propia tristeza, no es más que la consecuencia de esa visión "adulta" de una escritora aun muy niña.

¿Donde puedes comprar el Libro "The Casual Vacancy" en Caracas?

Actualmente, puedes encontrar el libro en todas las librerias de Ramo ( Incluyendo TecniCiencias y Librerias Nacho ) a un costo de 300 bs.

Como siempre, si quieres leer "The Casual Vacancy" en formato digital, déjame tu dirección de correo electrónico en los comentarios y te lo envío.


jueves, 1 de agosto de 2013

Proyecto "En Los ojos de Otro" con @CorvoMecanique




Me gustan los seudónimos. Siempre he creído hay un grado de arbitrariedad y simple desenfado en usarlos. Una máscara a la medida de quién la lleva. Y quizás esa idoneidad, esa libertad del sin nombre, del anónimo por decisión muestre, por paradójico que parezca, el verdadero rostro que se oculta detrás. Una sinceridad que muy probablemente sería impensable en lo cotidiano, en esa normalidad de llevar el nombre propio. Por ese motivo, me pareció muy intrigante invitar a uno de los más inteligentes y curiosos enmascarados de mi TL en la red de microbloggin Twitter a debatir sobre fe y creencia.  Quizás se debió al curioso user name @CorvoMecanique ( de por sí, un curioso juego de palabras ) o al titulo de su blog personal "Aforismos clarividentes" donde pareciera analizar y burlarse de la realidad con una visión caustica. O más allá, la simple sentencia "Estamos aquí, los que siempre han sido" que intenta resumir su historia personal. Cual sea el caso supuse que este Personaje Clandestino, como se llama así mismo, tendría mucho que decir. Y lo hizo. Una manera inquietante y certera de analizar la abstracción de la fe.

Estas fueron las preguntas que le hice a @CorvoMecanique:


1) ¿La Divinidad necesita atributos fuera del alcance del ser humano corriente para ser comprendida como sagrada? Ergo ¿Un hombre solo puede ser sagrado o mesiánico si proviene de una idea superior abstracta? 

En rigor, si algo precisa estar por fuera de la naturaleza humana corriente para ser comprendido, entonces nunca podría ser interpretado -como sagrado o no- por un ser humano corriente; de la misma suerte en que lo que está por fuera de un recipiente hermético es inaccesible al contenido del mismo. Tiene que haber, pues, cierta permeabilidad. En el caso humano, llamémosle «sensibilidad» a esta permeabilidad. Entonces, ¿se necesita de una especial sensibilidad para que la divinidad pueda aprehenderse? Si tal cosa como la divinidad existe, sí. Es necesario.

Un hombre mesiánico o sagrado precisa tener (o que se le atribuya) una especial sensibilidad para ser el mediador o, incluso, el portador de la Idea Superior. En este sentido, habría que detenerse un poco acerca de lo que significa «sagrado»; porque este mesías puede ser sagrado por su capacidad de aprehender lo que el ser humano corriente no puede (esto es, sagrado por ser especial o único entre las demás personas) o puede ser sagrado al ser él mismo la encarnación de la Idea Superior (sagrado 'de facto', sagrado inmanente).

Como se ve, a costa de una Idea Superior, se puede ser sagrado de diferentes formas. Pero lo sagrado también está en lo mundano. A veces no se precisa ni siquiera de un hombre (una montaña puede ser sagrada, por ejemplo), pero siempre se requerirá de una espiritualización o de una Idea de lo sagrado atribuida al objeto.

2) ¿La Santidad está reñida con el libre albedrío?

No, para nada. De hecho, todo lo contrario. La gracia de la santidad está, entre otras cosas, en el sacrificio, en el desapego y en el temple de las virtudes; y eso sólo puede conseguirse al momento de elegir un camino sobre otros. Se precisa del libre albedrío para deambular por el sendero de la santidad, para poder elegirlo. Por eso a los ángeles se les llama ángeles, y a los santos se les llama santos. Aquellos no eligen, estos sí.

3) Si el bien presupone obediencia ¿El mal es una manifestación de rebeldía y decisión? ¿Como encaja la posible respuesta en la idea de autonomía mental y espiritual que supone una individualidad espiritual?

Opino que el bien no necesariamente presupone obediencia. Si se sigue a regañadientes un canon moral, aunque se le obedezca, no se es bueno sinceramente. Y a veces, sin ningún canon, sino con el criterio propio, sin ningún tipo de presión que implique obediencia, se puede encajar casualmente en el criterio de bondad de algún canon moral.

Pero digamos que el desobedecer a cierto canon moral es estipulado como maldad, y que esta desobediencia no es más que la manifestación individual de alguien. Ahí cobra sentido tu pregunta, porque, ¿puede el diseñador de automóviles darle ruedas a su máquina y luego decir que ésta anda mal porque rueda? De la misma manera, si es parte de la naturaleza el que los seres humanos sean capaces de tal o cual cosa, ¿por qué tildar de malignas estas capacidades? Si es Dios, por ejemplo, el que ha creado al ser humano así, ¿por qué reprender al ser humano por ser lo es?

Ahí es cuando vemos que el acto no puede estar desligado del contexto. No necesariamente hay maldad en la rebeldía o en la decisión individual, a pesar de que el canon general apunte hacia otra dirección. La maldad se entrevé de acuerdo al contexto en el que se desarrolla esa rebeldía o individualidad.

4) ¿Dios es una idea perenne o una necesidad invariable en la cultura?

Diría que ninguna de las dos. No es una necesidad invariable en la cultura, porque hay sociedades que no tienen dios (los budistas verdaderos, por ejemplo). Por la misma razón, no es un idea perenne.

Lo que sí creo es que hay una sempiterna necesidad de adoración, oriunda de la capacidad de abstracción que nos da el lenguaje. Todo lo ideal es una extrapolación de lo real, y tiende a ser sujero de admiración o adoración. ¿Qué puede ser Dios, sino un conjunto de idealidades?

5) Muchas religiones hablan de un némesis al Dios principal. Para la Cristiana / Católica es el diablo. ¿Es necesaria la contraposición para conocer el bien?

Sí, desde luego. No tiene sentido hablar de bien sin el mal, así como no existirían las palabras flotar o volar si no existiera el suelo. ¿Cómo sabríamos lo que está arriba sin un abajo? El bien y el mal son, como muchos otros, son conceptos relacionados entre sí.


El bien y el mal, el poder y la religión, la divinidad y la realidad como expresiones de la identidad cultural. O mejor aún, como formas de expresión profundamente arraigadas en el subconsciente colectivo y más allá, un análisis casi cruel de la sociedad.

Estas fueron las preguntas que @CorvoMecanique me hizo:


1) Si crees en Dios, ¿cuáles características le atribuirías?

Cuando era niña, estaba convencida que Dios era una Galaxia. Lo imaginaba muy claro: cometas y planetas, parpadeando alrededor de estrellas fabulosas, quizás con enanas blancas a punto de morir, gases cósmicos. Un gran parpadeo en medio de la quietud del Universo. Nunca me imaginé a la Diosa - mi acepción de la divinidad es femenina - como un ente antropomórfico. Ni siquiera consciente de su poder creativo. Como la Galaxia que menciono, es poder puro, una creación extraordinaria del misterio. La imagino como energía creadora, una gran fuente de sabiduría ciega y cruel, que no se atiene a ningún tipo de idea humana, que somos incapaces de describir. Una proto presencia, tan enorme que somos incapaces de comprender a través de nuestra limitada capacidad intelectual. Muy probablemente el misterio de Dios como concepto, se trate justamente que la idea que lo conforma trasciende todo criterio y concepto que el hombre, en su adolescencia espiritual, pueda concebir. O así me gusta pensarlo al menos. Una monumental visión de lo que no entendemos resumido en un concepto perentorio.

2) Si el alma, de existir, pudiese morir; y si ésta muriese con el cuerpo, ¿valdría la pena tener alguna religión?

No creo que las religiones existan solo para consolar el vértigo de lo desconocido, aunque por supuesto, la mayoría de ellas trata de responder preguntas existenciales dentro de su doctrina y consolar el temor humano. No obstante, estoy convencida que la gran mayoría de los creyentes, son bastante pragmáticos: pertenecen a una religión por costumbre, por rutina o por necesidad. La religión, como tal, es un pacto social entre los que tienen ideas similares sobre el enigma y las grandes preguntas trascendentales. Es una manera de coexistir con lo que tememos y esperamos. Muy probablemente, el temor te obligue a intentar creer en las grandes promesas religiosas, en las ideas que intentan sostener el pánico del No ser. Pero aún así, dudo que lo logren.

De manera que mi respuesta es sí, valen la pena. Lo valdrán mientras el hombre necesite un consuelo creado por su propia muerte para enfrentar los profundos cuestionamientos del espíritu humano.

3) ¿Puedes encontrar belleza en el Islam?

Por supuesto! y muchísima! El Islam es una religión extraordinariamente hermosa y compasiva. El Corán es un libro religioso de gran valor histórico y personalmente, asumo la cultura Islamita como un tránsito entre la devoción y el cinismo que toda sociedad atraviesa. Claro está, las interpretación que se hace sobre los preceptos del Corán y las consecuencias que pueda tener esa interpretación, es lo que hace el Islam sea percibido violento, sectario, restringido, misógino. Supongo que es un factor común entre todos los libros Santos: fueron escritos y recopilados en períodos históricos donde se necesitaba que la ley fuera clara, concisa, evidente y elemental. De manera que el error histórico consiste en asumir que sus leyes y admoniciones sean inmutables, siendo que la historia corre en paralelo.

4) Imaginemos que la humanidad se topa con una raza extraterrestre que tiene creencias religiosas. Esta raza adora a un histórico personaje de su especie, que se sacrificó por todos. ¿Qué pensarías si ocurriera algo así?

Me parecería Intrigante. Seguramente, me interesaría mucho comprender su visión sobre el sacrificio ritual y lo que consideran bueno o malo, todo lo cual podría interpretarse a través de esa expresión religiosa.  Me gustaría saber si consideran la muerte y la donación del yo de la misma manera que algunas religiones monoteístas de la Tierra y si consideran que ambas ideas, tan similares, nos unen de alguna manera. Una idea que me permitiría preguntarme si la consciencia y la razón siempre aspira al dolor como forma de expiación.

5) Ante una desgracia, un sacerdote (no importa su credo) comienza a orar, otra persona actúa para ver cómo puede ayudar, y otra persona se sienta con serenidad y espera. ¿Quién, a tu parecer, es el santo?

Ninguno de ellos. Un santo estaría intentando comprender la desgracia y quizás, intentando traducirla a un teorema de Fe que le permitiera sostenerse sobre sus creencias. Los Santos necesitan asumir que Dios puede expresar ideas sobre su Trascendencia a través de cada situación, incluso las dolorosas o llanamente trágicas.

La fe como una aproximación a nuestra noción de lo desconocido, nuestra visión de la realidad e incluso, esa idea tan abstracta y en ocasiones maniquea que con toda ingenuidad, llamamos individualidad.


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