lunes, 4 de febrero de 2013

La historia se escribe con sangre: El legado del 4 de febrero 1992





No recuerdo muchas cosas del cuatro de febrero del año 1992: si recuerdo el miedo, la angustia, la confusión. Vivo en una zona donde se encuentran las sedes de varias instituciones militares y eso me dio la singular oportunidad de ser testigo de primera mano de lo que ocurría, aunque no lo comprendiera. Vi las tanquetas rodar en plena calle, escuché por primera vez en mi vida el ruido de la metralla, los gritos de pánico, el silencio que vino después. Recuerdo también, las informaciones confusas, al Presidente Carlos Andrés Perez pálido y tenso, en una locución que luego se haría histórica. Y por supuesto, recuerdo al militar sudoroso y cansado, dejando escapar la frase que daría paso a una década convulsa, turbia y lamentable de nuestro país. Era muy joven Hugo Chavez Frías por entonces. O así me lo pareció, con el uniforme sucio, los ojos huidizos y su voz de baritono - ya la tenía, por entonces - explicando que "Por ahora" los "objetivos"  de la revuelta, no se habían cumplido. Lo escuché, aterrorizada, junto a mi familia. Seguía sin entender muy bien que había pasado, pero si sabía que aquel hombre, era el culpable. O así lo quiso la historia caprichosa, la historia sin nombre, de los errores y tropezones históricos que llevó a Venezuela a lo que hoy se vive, a esta revolución malograda, grosera y semi dictatorial que padecemos los venezolanos.

Pertenezco a la generación que creció y se hizo adulto en la violencia. A una generación que conoció el fantasma de los golpes de estado en una Venezuela que creía haberse curado del mal de los gobiernos de puño de hierro hace años. Crecí, entre rumores, entre estallidos de violencia, en una Caracas desgastadas que bien pronto perdió la esperanza de madurar y convertirse en la ciudad que alguna vez pudo ser. La moderna, la segura, la hermosa. Caracas y de hecho, el país entero, perdió el impulso, se derrumbó lentamente. Y todos fuimos testigos de esa destrucción a pasos, por fragmentos. Nos hicimos adultos en una ciudad cruda, sangrienta. En un país violento, que aúpa la agresión y el odio como conquista política. Crecimos en el culto a héroes del pasado convertidos en iconos de la conveniencia. Somos los Venezolanos sobrevivientes, los hijos del desastre, de una Venezuela agonizante.

A veces, me pregunto si la historia podría haber sido distinta. Muchos años después, convertido en Presidente de Venezuela, Hugo Chavez Frías comentó a John Lee Anderson que de no haber existido la "Revolución Bolivariana" probablemente habría otra. Porque este país necesita "una revolución". Un cambio desde sus cimientos para encontrar "La paz".  Un razonamiento asombroso por su sencilla contradicción, de alguien que intentó derrotar el poder por la fuerza y luego lo hizo a través de la democracia. Si, esa que quiso destruir. Un pensamiento paradójico de un hombre que insiste en que "Revolución es pacifica pero esta armada y dispuesta a arremeter". Pero es el pensamiento que resumen esta Venezuela que se creó a partir de un hecho de violencia, esa Venezuela que parió un golpe de estado entre balas y sangre. Porque la Venezuela actual, es fruto de su inocencia, de esa necesidad de buscar el camino más corto, de apoyarse sobre las bases endebles de una cultura donde la violencia está bien vista, donde es aceptable, comprensible. Donde se considera una solución alternativa. Aterroriza pensar en esta Venezuela de catorce años, que nació de la muerte de una decena de sus ciudadanos. Esta Venezuela que busca la igualdad social a costa de la dignidad de sus ciudadanos, de la muerte lenta y progresiva de sus principios, de la destrucción moral de lo que fue alguna vez una circunstancia llamada nación. Pero ahora somos una "Revolución", un país decadente, en ruinas, donde los Venezolanos miramos a otro lado y tratamos de comprendernos más allá de lo que ocurre sin lograrlo nunca. Un apocalipsis de las ideas, una época arrasada por la negligencia.

La Revolución de los pobres morales. La revolución de la mezquindad.

Hace más de dos meses, que Hugo Chavez agoniza en la isla de Cuba. Su muerte o incapacidad fisica, sume a la "Revolución" en la incertidumbre, y por supuesto, a este país fragmentado y sin identidad que se bambolea entre la destrucción y la desidia. Nicolás Maduro, políticamente torpe y frágil en el poder, recorre el mismo camino de Chavez sin su rotundidad, sin la llaneza de su verbo volatil. Un aprendiz de dictador. Y mientras tanto, Venezuela continúa derrumbandose, pieza a pieza, más allá de lo imaginable, hacia una idea de si misma desdibujada y corroída por el desastre social y cultural. Por ahora, los Venezolanos somos observadores de una hecatombe a cámara lenta, sin orden ni razón. Por ahora, los Venezolanos miramos al frente hacia un futuro de incertidumbre, que no terminar de tener sentido, mucho menos razón. Y quizás nos preguntamos a donde nos llevará esta muerte de la esperanza corroída en desastre, de este fragmento ideologico que demostró carecer de otra base que la soberbia del poder.

Y estamos sin respuesta, por supuesto. Probablemente, nunca la hemos tenido.

C'est la vie.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Hey, te dejo unos comentarios de Cabrujas sobre el golpe: http://otrapsicologia.blogspot.com.ar/2013/01/la-cuarta-republica-segun-cabrujas-los.html

Miss B dijo...

Lo lamentable Eleazar, de la divinización de la violencia, ya sea de tu parte o de Cabrujas, o la idea que es inevitable justificarla, es lo que ha llevado al país donde estamos justo ahora. En una lamentable fragmentación de la idea de nación, a una destrucción progresiva de esa aspiración de la justicia social. Somos un Cuartelazo, como diría Cabrujas, y cada día, es más clara la evidencia.

¿Justificas con los argumentos de alguien más, a quién, además, traduces, la violencia que atentó contra el orden constitucional? Te recuerdo, que sea la voz de Cabrujas o la tuya, la verdad es una sola: Chávez intentó atacó la decisión de cientos de venezolanos, que era en ese momento tan válida como la actual, que al parecer defiendes. ¿Justificas con argumentos prestados, escogidos con pinzas y como si fuera poco, adulcorados para darte la razón de manera instantánea, un país destrozado desde sus bases, convertido en una pieza militar ruinosa?

Lo más lamentable es que utilices la figura de Cabrujas para intentar justificar lo injustificable. Los genios, Eleazar, también se equivocan. Y lamentablemebnte, el maestro no sobrevivió para ver, este país en ruinas que heredamos. Este país destrozado por la desidia y el poder utilizado como arma. No sobrevivió para ver a una jueza ir a la cárcel por una decisión, ni tampoco para ver como el país se gobierna por un presidente ausente que prefirió agonizar en tierras extranjeras que en la suya. Y si, Eleazar, si tu expoliaste las palabras de Cabrujas para justificar tu seudo pensamiento "contra cultura" yo lo usaré para demostrar que lo que nos trajo aquí fue la ingenuidad.

Que lamentable, Eleazar, que insistas que el pensamiento " de izquierda" es apoyar a un gobierno que destroza el gobierno humanista a cada acción.

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