lunes, 5 de febrero de 2018

Crónicas de la Nerd entusiasta: ¿Por qué falla el experimento de “The Cloverfield: Paradox”? Todo lo que debes saber del más reciente capítulo de la más inusual franquicia.





El terror suele reinventarse de manera originales a través de esa noción sobre lo sorprendente y lo terrorífico, que en el cine parece encontrarse en constante evolución. La franquicia “Cloverfield” siempre ha jugado con enorme acierto con el morbo publicitario. La primera, estrenada en el año 2008, sólo contó con un tráiler que no incluía el titulo de la película, sino escenas en video de la destrucción de Nueva York por un ente desconocido que jamás llega a mostrarse. La producción de la película había sido un secreto hasta entonces, lo que permitió que la promoción se basara justamente en el enigma no sólo de lo que la película podía ser — o era — sino sus detalles. Dirigida por Matt Reeves y producida por JJ Abrams, la película se convirtió en un suceso inmediato: filmada con un presupuesto de cuarenta millones de dólares, “Cloverfield” recaudó casi el triple en su estreno, lo que aseguró una probable secuela.

“10 Cloverfield Lane” fue estrenada en el 2016, sin que se mencionara durante su producción que el argumento estuviera vinculado a su predecesora. Filmada también sin revelar detalles de producción y a través de avances sorpresas, la película sorprendió por un nuevo giro de la historia original y crear toda una nueva visión sobre el cine monstruoso entretejido con cierta percepción sobre el desastre, el miedo y la tensión que asombró por su eficacia. El director Dan Trachtenberg creó además, una revisión de la idea original a la que agregó una tensión emocional que le brindó solidez e independencia narrativa a la inesperada secuela.

El productor J.J Abrams decidió jugar con los mismos elementos en “The Cloverfield: Paradox”, tercera parte de la franquicia cuyo primer y misterioso spot publicitario se transmitiría durante el Super Bowl. Como el resto de la franquicia, poco se sabía de su producción, a no ser algunas imágenes selectas aparecidas en diferentes medios unas cuantas horas antes del estreno del avance y la noticia que Paramount había vendido la película a la plataforma Netflix una semanas atrás. En un movimiento audaz e inesperado pero sobre todo, un riesgo calculado, la cadena de televisión decidió estrenar la película de manera sorpresiva luego de la transmisión del gran evento deportivo. Hubo rumores que la decisión era un movimiento estudiado por el estudio y la cadena para evitar que las recaudaciones de la película pudieran verse afectadas por su complejidad, pero en realidad “The Cloverfield: Paradox” no es otra cosa que un extraño experimento de planteamiento y argumento, que no termina de sostenerse a la manera de sus predecesoras y que falla por su guion blando y una puesta en escena pobre y en ocasiones rudimentaria. Al contrario de las anteriores secuelas de la franquicia “Paradox” carece de originalidad y la cuidada economía de recursos que convirtió en objeto de culto a la franquicia. El desconocido director Julius Onah parece incapaz de sostener la tensión y el misterio sugerido a través de un guión tramposo y con excesivos puntos en blancos para resultar coherente. A pesar de la mirada analítica sobre el material original — "Paradox" funciona como una precuela no específicamente lineal de la primera entrega — Onah no consigue unir las piezas con suficiente habilidad como para que resulte un producto sólido.

“Paradox” es de hecho, la narración sobre los orígenes del fenómeno que preceden al comienzo de la franquicia, pero también, al origen de lo que le brindó su sorpresivo éxito. J.J Abrams de nuevo juega con la escasa información previa sobre el argumento para crear una atmósfera de misterio que intenta brindar a la película un cierto tenor experimental, sin lograrlo. Con un sólido elenco coral — Gugu Mbatha-Raw (Doctor Who y Touch), David Oyelowo (Spooks) y Daniel Brühl (Captain America Civil War, The Alienist) — la trama medita sobre el terror, la incertidumbre y la amenaza de un futuro distante, en medio de una conmoción sin nombre e inexplicable, que intenta unir Universos diferentes interconectados entre sí y que de alguna u otra forma, tratan de brindar coherencia a las dos películas anteriores. Sin embargo, la ambiciosa maniobra argumental no llega nunca a concretarse: La película es incapaz de mantener un ritmo coherente y termina convertida en una serie de piezas sin sentido que no logran coincidir entre sí.

El argumento no parece tener demasiado claro la forma en cómo desea plantear la historia que cuenta: Por un lado, un conflicto global genérico — una crisis energética cuyos orígenes el guión no explica lo suficiente — , provoca la amenaza de una guerra total, lo que obliga a la búsqueda de una fuente ilimitada de energía que pueda evitar el conflicto. En medio de la caótica situación, un grupo de científicos dedican esfuerzos y trabajo incansable en un intento de llevar a la humanidad una última cuota de esperanza. Pero, cuando finalmente sus investigaciones alcanzan un inesperado éxito, un violento caos se desata y transforma la mera posibilidad de salvación en una imposibilidad cruel y tenebrosa.

Pero a pesar de sus buenas intenciones, “Paradox” no logra unir todas las partes del argumento y termina convertida en una colección de elementos dispares y descuidados, que el Onah no logra unir en un todo coherentes. Con algunos momentos intrigantes y escenas brillantes, la película tiene excesivos fallos argumentales como para sostener una historia que por momentos se torna absurda y otros, directamente sin sentido. Con giros narrativos inexplicables, una edición desordenada y sobre todo, una evidente incapacidad para mantener cierta coherencia visual y argumental, “Paradox” carece de la tensión que sostuvo la estupenda trama mínima de ““10 Cloverfield Lane”. Al contrario, “Paradox” asume la perspectiva del absurdo desde un ángulo poco congruente con el resto de la narración, lo que convierte a sus insólitos giros argumentales en poco menos que sorpresas efectivas. Desde la desaparición de un planeta hasta la extraña aparición de un personaje literalmente incrustado dentro del metal, Onah utiliza el ingenioso diseño de producción como un shock efectivo que pierde toda solidez al carecer de cualquier explicación o al menos, una correlación de ideas que puedan mantener el misterio como una evidencia sólida de algo inexplicable. No obstante, “Paradox” hay un desarrollo confuso de los personajes y las situaciones, tanto como para parecer que la idea central — ese enigma a medio resolver que se manifiesta en pequeños trozos de información — no termina de ser clara y mucho menos, será relatada de manera eficiente. Al final “Paradox” es incapaz de responder las preguntas que se plantea y cuando lo hace, resulta ineficiente y simple en sus planteamientos, reduciendo el guión a un ejercicio de estilo incompleto sin mayor valor sustancial.
Una de los puntos fuertes tanto de “Cloverfield” como de “10 Cloverfield Lane”, fue la sensación evidente que por extraordinarios que fueran los eventos que ocurrían frente a la cámara o bajo el secreto inexplicable, podían resultar creíbles — o al menos, levemente verosímiles — gracias a sus personajes y sobre todo, esa poderosa visión sobre la normalidad fragmentada y destruída en medio de una situación límite. En “Paradox” ocurre exactamente lo contrario: los personajes avanzan con torpeza en medio de las situaciones desconcertantes, sin que su comportamiento sean realistas. La extraña contradicción entre la noción de la normalidad trastocada — el punto fuerte de toda la Saga — y como el ser humano asume la confusión de lo irracional, no logra encontrar asidero en el guión de “Paradox”, lo que termina convirtiendo a la historia en un sin sentido de reacciones y decisiones confusas. El guión no logra crear ningún conflicto y de hecho, uno de los puntos más bajos de la película, es que el argumento no analiza el conflicto dramático ni mucho menos el enigma, desde una percepción coherente.

Con su predecible juego de espejos en medio de una atractiva puesta en escena, la película se mueve de una escena confusa a la siguiente. Luego de un prometedor prólogo, “Paradox” cae en una tediosa sucesión de pequeños sobresaltos mal montados que atentan directamente contra el flujo narrativo. De la interesante propuesta de los primeros minutos, la película avanza hacia una convencional película de terror espacial, sin otro aliciente que el miedo convertido en un recurso incompleto y paliativo a los frecuentes errores de ritmo y coherencia.

Al parecer y según rumores de la industria, habrá una cuarta parte de la franquicia “Cloverfield” para el final de año. No obstante, a juzgar por el poco convincente resultado de “Paradox” es bastante probable que el experimento — que aún no se sabe si llegará a la pantalla de cine o de nuevo, será estrenado en un golpe de efecto por Netflix — deba enfrentarse a un precedente decepcionante que condicione su posible triunfo en crítica y público. Quizás, el mayor misterio al que deba enfrentarse la franquicia en el futuro.
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