viernes, 14 de julio de 2017

Una recomendación cada viernes: The Ministry of Utmost Happiness de Arundhati Roy.




La segunda novela de un escritor suele definir su estilo o al menos, esa es la creencia popular. Sobre todo, si el debut se trató de un éxito de crítica y de ventas. En más de una ocasión, puede confirmar los mejores augurios sobre la noción artistica del escritor o en el peor de los casos, profundizar en sus fallas y pequeñas blanduras. Desde el tiempo que separa la publicación de ambas obras hasta la percepción del Universo temático como una forma de expresión en pleno desarrollo, la segunda obra brinda una noción sobre la identidad literaria precisa. Por supuesto, se trata de un evento creativo intenso casi traumático que en ocasiones afecta la forma en cómo el escritor comprende lo que escribe e incluso, a sí mismo. El esfuerzo, la dedicación — y a veces, las crisis existenciales — que sostienen la continuidad del acto literario siempre serán un misterio dentro de un misterio. Una visión múltiple sobre la escritura como una noción individual de enorme valor anecdótico.

En el caso de la escritora Arundhati Roy el fenómeno resulta incluso más complejo: su novela debut “El Dios de las pequeñas cosas” no sólo cosechó un éxito clamoroso sino que además, se convirtió en un símbolo del renacer literario de su natal India. La obra ganó el premio Booker en 1977 y además, la convirtió en una figura significativa dentro del ámbito político mundial. No obstante, a Arundhati Roy le llevó casi veinte años conjugar su quehacer personal, profesional y emocional en una visión literaria coherente. Se trata de un durísimo trayecto en medio de su batalla contra las depredaciones ecológicas a nivel mundial, un decidido apoyo a la causa por la Independencia de Cachemira e incluso su situación legal — Roy enfrenta una batalla legal por los cargos de Sedición que le imputó el gobierno Hindú hace década atrás — y que al final, le llevó a dedicar especial atención a su carrera como escritora de no ficción. Para Roy, el mundo literario se convirtió en un reflejo de sus intereses e inquietudes privadas: con una notable percepción sobre el bien y el mal moderno, ponderó a través de una serie de brillantes ensayos acerca del capitalismo, la globalización, la democracia hasta crear con una reflexión filosófica que la convirtieron en unas de las voces más respetadas de su país. Su brillante activismo le ha valido premios internacionales, críticas y amenazas de muerte. Aún así Arundhati Roy, perseveró en el empeño y convirtió el inmenso prestigio literario que obtuvo por su sorpresivo éxito en ficción como un trampolín para el argumento político.

De manera que su regreso a la ficción, es una peculiar vuelta de tuerca no sólo a su desconcertante visión sobre la identidad colectiva y política, sino a sus profundas convicciones ideológicas. La novela “The Ministry of Utmost Happiness” es una mirada dura pero también, emocional sobre las desigualdades de una India herida por el desarraigo y la pobreza. Un recorrido en clave de asombro a través de las grietas de una sociedad con enormes desigualdades, prejuicios y dolores que no termina de comprenderse a sí misma desde lo esencial. La historia avanza a través de la concepción de Roy sobre un mundo dividido, pero también de la convicción de la capacidad humana para la solidaridad, el amor y la compasión. Dividida en dos hilos argumentales fundamentales, la narración intenta abarcar una reflexión meditada y por momentos descarnada sobre la India moderna, sus vicisitudes y derrotas. Pero también se trata de un canto de amor al país de origen, a su fortaleza moral y la identidad del gentilicio como parte de una concepción mucho más amplia del individuo. El resultado es una novela de un registro muy amplio, en la que Roy dedica especial atención a todos los elementos que crean la identidad moderna y la retrotraen a una expresión conmovedora sobre la percepción de la incertidumbre del futuro. De la misma manera que en “Dios de las pequeñas cosas”, Roy crea un amplísimo tapiz de emociones y visiones sobre la India como comunidad trascendental y originaría, pero también, dedica especial atención a las emociones y dolores de sus personajes. El resultado es una obra mixta entre la ficción casi utópica y un desgarrador realismo.

Uno de los hilos conductores en “The Ministry of Utmost Happiness” narra la historia de Anjum, una mujer transexual que batalla contra el prejuicio, la discriminación y el rechazo cultural en una Nueva Delhi marcada por la misoginia y el machismo. Roy no sólo delinea al personaje, se sumerge en su compleja psicología y avanza a través de la noción sobre el rechazo cultural que sufre a través de una delicadísima comprensión sobre sus dolores y terrores. La escritora encuentra el punto de inflexión entre su criatura literaria y el realismo del ensayo para crear una alegoría sobre el sufrimiento del rechazo y el miedo íntimo que sorprende por su lucidez. Roy evita clichés y sobre todo, la autoindulgencia y convierte al personaje en un recorrido por la India oculta, cruzada y abatida por los horrores y dolores que se esconden bajo la superficie mutable de una urbe superpoblada y mixta. La noción de Roy sobre el estigma social elabora una versión de la realidad que mezcla el sustrato de la crítica cultural — notorio y muy cercano a la superficie de la novela — con algo más elaborado y profundo. Roy no se detiene al momento de describir un país carcomido por el odio, un machismo rampante y una misteriosa concepción sobre el país como núcleo vital. Al final, su doliente mujer en plena transición de género es el símbolo de todo un país en tránsito y rebelión, cansado y herido pero lleno de fortaleza moral.

El otro hilo argumental avanza hacia Tilo, un arquitecto irresponsable, encantador y brillante que termina convertido en activista casi por accidente. Como si de un alter ego de la escritora se tratara, el personaje sufre una súbita transformación moral y utiliza su éxito profesional para la lucha civil y social. Se trata de un personaje engañosamente moral que en manos menos hábiles, podría resultar un cliché sermoneador o lo que es peor, una excusa para la reflexión sobre tópicos políticos. Pero Roy no sólo lo humaniza sino que además, analiza la posición política desde las dudas, los matices e incluso la traición al principio. No hay nada sencillo en las hipótesis en apariencia sencilla que Roy plantea a través de su personaje, que le brinda una ambigüedad que se agradece y le sostiene en los momentos más crudos de la narración.

Ambos visiones sobre una sociedad dividida y fragmentada por su sufrimiento, se unen en una única historia que mezcla el amor, la concepción política e incluso la formación ideológica como un apropiado telón de fondo. Un contexto casi en exceso permeable sobre la razón y la fractura de la violencia que Roy estructura desde la periferia. Para la escritora, la batalla política tiene un importante ingrediente espiritual y en “The Ministry of Utmost Happiness”, esa noción es más evidente que nunca. A medio camino entre un cuento de hadas bien intencionado — para Roy, el amor y las promesas emocionales son de especial importancia — y algo más retorcido e implacable, la novela medita sobre la naturaleza humana y la eventual derrota de sus convicciones. Eso, mientras evoca un mundo brutal y violento. Y lo hace con una sencillez casi humilde, en el que los grandes hechos se suceden entre limpias descripciones emocionales y una reflexión insistente sobre los dolores modernos. Como una visión impecable, Roy logra contar incluso los puntos más duros y descarnados de su novela con una sutileza que conmueve hasta las lágrimas y sorprende por su genuina interpretación sobre la naturaleza humana como último bastión de la fe y la esperanza.

A la escritora se le ha acusado más de una vez de jugar con una cierta llaneza argumental que juega en detrimento de sus personajes. No obstante, se trata de algo más amplio: la aparente indiferencia y frialdad de Roy — su narración no se detiene en consideraciones ni tampoco parece profundizar en la psicología de los personajes — anuncia que cada escena y pequeño detalle en la historia que cuenta posee una especial importancia. Una percepción sobre lo que ocurre bajo la superficie que se transforma en símbolo cada pequeña grieta y visión en el argumenta. Para Roy, la narración transcurre en dos puntos de vista paralelos. Una rara estructura que se sostiene con dificultad en los momentos más intensos pero que sin duda, es una muestra de una extraordinaria precisión literaria. No se trata una falta de exploración psicológica sino más bien, un recorrido preciso y meditado hacia una profundidad progresiva y bien lograda que sostiene la narración entera.

Más que una novela, “The Ministry of Utmost Happiness” es una ofrenda a la India, en todos su sufrimiento milenario y su vida cotidiana convertida en metáfora de todas las sociedades rotas y devastadas por la pobreza. La textura cansada y lenta que Roy brinda a su país ficción, se convierte rápidamente en un drama de conciencia, que aún así se hace las preguntas correctas sin rebasar el terreno de la ficción o convertirse en un panfleto ideológico. Aún así, es imposible no reconocer el pulso político de Roy, su notable habilidad como ensayista. En su recorrido por las grietas políticas y culturales de la India, Roy usa la mirada hacia el absurdo, el temor a la diferencia y el prejuicio convertido en arma política como una razón esencial para comprender el trasfondo y el contexto de sus personajes. La resistencia, el movimiento social, el amor por la justicia no sólo forman parte de la narración sino que además, se entremezclan entre sí para debatir al margen los grandes temas de un país y una sociedad compleja. Los Queer, los adictos, los musulmanes, los huérfanos y otras tantas víctimas de un paisaje nacional dividido y destrozado por la angustia existencial coexisten en una única mirada hacia el ser que se sostiene sobre una fábula sobre la esperanza. La lucha y los triunfos, las batallas a medio completar, aparecen y desaparecen en medio de una historia que se desdibuja en un recorrido mesurado por la comprensión de la inevitable herencia histórica.

No ha sido un trayecto sencillo para Roy, que escribe la novela desde el año 2011 y a quien le llevó esfuerzos encontrar el tono y la forma precisa de contar la historia que la obsesionaba. “Voy a tener que encontrar un lenguaje para contar la historia que quiero contar”, dijo la escritora en una entrevista, mientras trataba de explicar su necesidad de volver a la ficción “Por lenguaje no me refiero al inglés (…)por supuesto. Quiero decir otra cosa. Una manera de unir mundos que han sido destrozados.” El esfuerzo parece haber valido la pena: Roy encontró la manera de mezclar y unir mundos disímiles — en “The Ministry of Utmost Happiness” el lujo de Nueva Delhi se mezcla con angustiosas descripciones de la pobreza crítica que rodea a la ciudad —y además, dotar ambos extremos de una humanidad creíble y coherente que convierte a su novela en un alegato, una historia de amor que logra emocionar y también en un reflejo de una sociedad rota y violenta. Todo en medio de una cuidadosa reflexión sobre el bien y el mal que puede parecer sencilla — y puede serlo — pero que en realidad es una metáfora del sufrimiento colectivo de enorme perspiscacia.
La batalla de Roy por las ideas está más allá de las obvias consideraciones sobre la política como vehículo de expresión y la moral como reflejo de la identidad. Y es justo ese reflejo — en ocasiones distorsionado, la mayoría de las veces muy preciso — en el que se encuentra el triunfo de la novela como propuesta. Lejos de arrastrar la política al arte, Roy logra elaborar un discurso coherente sobre la política y sus dolores que parece formar parte de un metamensaje insistente en toda la novela. La obra de Roy transita la política desde cierta belleza estilística que sostiene la percepción sobre el absurdo y dota incluso a los momentos más caóticos y crudos, de una enorme sensibilidad. Roy, con toda su capacidad de observación, su admiración por las pequeñas transmigraciones del mundo moderno, crea un imperativo ético que se cuestiona con una delicadeza que se agradece. Narra las historias — sobre todo la ambivalencia y profundidad del amor — desde una enorme delicadeza espiritual pero también, un sentido común sabio y urbano. Entre ambos extremos, la novela transita a través de los difíciles recovecos de la emoción humana, la mezquindad del medio y una delicadeza emocional que por momentos, es el rasgo más reconocible de la historia.

Como novela, “The Ministry of Utmost Happiness” es una combinación curiosa: desde su tapiz de superpoblados personajes antropoétnicos hasta la sencillez en la mirada hacia el amor y la esperanza, abarca una percepción sobre las grietas de la visión contemporáneo sobre la sociedad y sus dolores de enorme valor conceptual. Para Roy, lo personal y lo político se unen hasta crear una amalgama de visiones y reflexiones que obliga a cuestionarse y sobre todo, a reflexionar sobre la identidad como parte conjuntiva de la cultural. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Es posible heredar el odio social? ¿Las angustias existenciales? ¿Es ese el sentido último del prejuicio? Roy sabe hacia dónde dirigir la búsqueda de las respuestas y ofrece al lector la oportunidad de hacerlo.

“The Ministry of Utmost Happiness” también es un viaje: de Delhi a Cachemira de India a Pakistán, de la frontera de una ciudad moderna a los barrios más pobres donde los más pobres se pelean por un mendrugo de pan. Roy describe la diferencia con una crudísima claridad que describe mejor que cualquier otra cosa la geopolítica moderna. Todos los protagonistas forman parte de los horrores ocultos o luchan contra ellos. Se mira a través de los fragmentos de dolores pasajeros, históricos y eternos. Hay algo enloquecido, abrumador y extravagante en la percepción de la novela de la realidad, pero es justo reborde de esa gran explosión vital de contradicciones, lo que permite un mosaico de narraciones dolorosas que ponderan sobre el sacrificio individual, la abnegación y el sufrimiento invisible. Arundhati Roy buscó un nuevo lenguaje para describir a un país diverso, de imposible mixtura y belleza. Y a la vista del resultado consistente y poderoso de “The Ministry of Utmost Happiness”, lo logró. Una mirada al mundo que soñamos pero también al que tenemos, todo bajo la pátina de una historia de amor.

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