viernes, 28 de abril de 2017

Una recomendación cada viernes: #GilBoss de Sophia Amoruso.




El éxito suele describirse como un largo trecho plagado de obstáculos y quizás por ese motivo, las grandes épicas para alcanzarlo suelen narrarse desde una perspectiva tediosa romántica que ensalza la dificultad como una conquista moral. Sin embargo, la novela “Girlboss” apuesta por lo contrario y encuentra una insólita energía justo en su capacidad para burlarse de los lugares comunes sobre el trayecto hacia el triunfo corporativo. La historia de Sophia Amoruso es un cuento de hadas moderno con tintes vulgares que fascina por necesidad. Después de todo, tiene todos los elementos para asombrar, cautivar y seducir. Desde una maliciosa protagonista — una cenicienta moderna que perdió bien pronto su inocencia — hasta un final feliz, con una fortuna de 280 millones de dólares de por medio y un futuro prometedor. En apariencia, se trata del triunfo de la cultura millennial — con sus altas y bajas — pero también, de la percepción esencial del éxito moderno. Sophia Amoruso lo vende todo bajo un mismo paquete. Y el resultado es por supuesto una curiosa combinación de ambición muchas trampas de efecto y algo muy cercano al melodrama insustancial.

Todo eso y más lo resume la novela “Girlboss” de Sophia Amoruso con un desparpajo que sorprende e irrita a la vez. Un manifiesto ególatra que medita con enorme cinismo sobre las grietas de la percepción de nuestro siglo sobre la individualidad y sus alcances. Pero no todo es tan simple como pudiera interpretarse a primera vista: Sophia Amoruso es más que una estrella fugaz en medio del firmamento. Se trata del símbolo más inmediato de cierta percepción sobre la futilidad de nuestra época. Una maliciosa interpretación de la fama contemporánea, con su combinación de espectáculo fallido y amarga decepción cultural. Sophia Amoruso es famosa en una época donde se necesita casi nada para serlo y lo logra a través de los golpes de efecto aprendidos en internet. El libro es el reflejo exacto de esa percepción sobre el desvarío de una generación convencida de la necesidad del triunfo inmediato pero sobre todo, es un rarísimo punto de vista sobre la identidad moderna. Divertido, despreciable por momentos y muy consciente de sus baches perversos, el libro deja muy claro desde sus primeras páginas que su intención no es maquillar esa raíz de la apreciación moderna del individuo. Sophia Amoruso saltó a la fama gracias a sus trampas y su chocante ambición. Y el libro no sólo lo muestra sino que además, lo enaltece.

Por supuesto, “GirlBoss” está pensada para ser un reclamo de atención sobre la cultura frugal fruto de las redes sociales y sobre todo, esa gran conversación universal que tiene a internet como testigo. Sophia Amoruso es una gran heroína contemporánea pero al contrario de las épicas extraordinarias como las de Steve Jobs y otros personajes semejantes, Sophia transita a la periferia, entre las miserias vulgares de una sociedad que no se toma en serio a sí misma. Como personaje — autora, Amoruso no duda en describirse como una antiheroína de dudosos escrúpulos y lo hace con toda la intención de demostrar que nuestro sistema — esa percepción cultural del bien y el mal — puede ser subvertido con enorme facilidad. Amoruso es la viva imagen de la vida al margen de los deberes y responsabilidades de una sociedad inocente y obsesionada por una idealizada percepción de la bondad. Y quizás es su insistencia en la banalidad, la desobediencia y cierta rebeldía disoluta los mejores rasgos de una historia que en ocasiones abusa de la frivolidad.

La vida de Amoruso es una rareza que encaja a la perfección en la pléyade de personajes insólitos de nuestra época olvidadiza: Pasó de abandonar la escuela a convertirse en una celebridad de redes y CEO de una compañía con 110 empleados. Todo en menos de seis años y sin en aparente esfuerzo. El libro se convierte entonces en una especie de mirada a corta distancia sobre la posibilidad que cualquiera pueda repetir su hazaña y subvertir el método y el sistema para convertirse en éxito inmediato. Amoruso — como escritora — parece muy interesada en dejar claro que su clamoroso ascenso al Olimpo de las celebridades frágiles de una época con corta memoria es un fenómeno medible y que puede repetirse a la medida del consumidor. Y emplea todas sus energías en demostrarlo en una serie de consejos en apariencia sensatos sobre cómo alcanzar el éxito por la vía rápida. Lo hace además, con evidente buena intención y un desparpajo que convierte a un libro en un manifiesto atolondrado sobre conocimientos básicos sobre el mundo financiero, publicitario y la otra cara de los negocios en la época de internet.

No obstante y a pesar de los esfuerzos de la autora, el libro no deja de otra cosa que una revisión no muy profunda sobre los golpes de efecto y suerte que le acompañaron a la cúspide. No hay nada en sus entusiastas palabras, metódicas descripciones e incluso, la noción sobre la ambición que sea distinto a cualquier otro libro al uso. Sophia Amoruso no logra superar la rebeldía infantil para construir algo más profundo y el libro decae cuando intenta englobar su experiencia empresarial en algo más que una serie de jugarretas afortunadas. Una y otra vez, Amoruso intenta dejar claro que su personalidad, ambición inescrupulosa y algo más cercano a la travesura es el secreto de su sólido éxito. Pero la explicación no resulta suficiente y por momentos, simplemente tiene algo de engañosa autocomplacencia.

Claro está, no se trata de un fenómeno único: como todos los que han tenido éxito en el mundo empresarial, Sophia está más que interesada en dejar muy claro que el triunfo de su empresa y su propuesta a largo plazo, es un atributo personal. Pero exagera al intentar mezclarlo todo en una especie de fórmula patentada para alcanzar el Olimpo de la empresa moderna en la que el elemento más reconocible es su comportamiento. Para empezar la autora — que se suele describir a sí misma como “una pequeña tramposa” — admite que el éxito de su proyecto tiene más relación con su falta de escrúpulos que con su habilidad comercial, lo cual no sería del todo desdeñable — y hasta podría catalogarse de intrigante — de no ser por el hecho de sus insistencia en que se trata de una forma de “destruir el capitalismo”. Quizás una de las cosas que más desconciertan de la narración de Amoruso sobre su rápido ascenso al éxito financiero y comercial, es no admitir que se trata sólo de otra visión del sistema que tanto desdeña y no un ataque al sistema mismo. De hecho, para Amoruso lo más importante parece ser dejar muy claro que “se salió con la suya”, una idea que repite en tantas ocasiones que deja de ser graciosa e incluso, interesante.

A pesar de todo, “GirlBoss” remonta la cuesta de sus momentos más bajos con una indudable frescura que se agradece. Amoruso reflexiona sobre todo tipo de tópicos sobre la identidad y el desconcierto moderno desde una atolondrada perspectiva y con una sinceridad que se agradece. No hay contradicción alguna entre su necesidad de demostrar que el éxito fraudulento no es otra cosa que una táctica agresiva de negocios y su encanto personal, a mitad de camino entre un tipo de malcriadez juvenil muy definida y una perspicaz mirada hacia la individualidad contemporánea. Incluso, su visión sobre la ropa como reflejo de lo que aspiramos — “todos queremos ser diferentes pero nadie sabe cómo” insiste más de una vez — sino también, la sagacidad para encontrar un lugar adecuado para la ambición. Porque Amoruso, sea cual sea su táctica para escalar en medio de la feroz competencia del mundo financiero, trabajó duro para lograr su resonante éxito. Un esfuerzo que fue una combinación de ofrecer lo necesario para asombrar a su público y además, una enorme audacia para encontrar el golpe de efecto necesario para hacerlo impactante.

En la novela hay mucho de esa filosofía y quizás por ese motivo, el libro se convirtió en un símbolo sobre el liderazgo femenino quizás con demasiada rapidez. No parece importar mucho la irritante versión de Amoruso sobre la personalidad empresarial sino más bien, parece ser justo esa antipatía que despierta la autora — personaje lo que convierte al libro en un raro producto a mitad de camino entre la celebración del triunfo femenino y algo más ambiguo. No obstante, Amoruso se libera de todo formalismo y logra un considerable éxito en dejar claro que para una mujer el camino siempre es un poco más escarpado y duro, mucho más si se es joven y con pocos deseos de disimular la ambición. Y eso es algo que a Sophia Amoruso — Estrella rutilante caída en desgracia, escritora sin intención de serlo, empresaria tramposa — sabe muy bien.

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