jueves, 10 de marzo de 2016

Crónicas del lector curioso: Diez libros filosóficos.




En una ocasión, uno de mis profesores universitarios me recomendó leer “Así habló Zaratustra” de Nietzsche luego de una larga discusión en el salón de clase sobre género y sociología. Para el profesor, todo patrón cultural tenía su origen en la forma como comprendemos lo divino — o su inexistencia — y para el resto del salón — de mentalidad mucho más pragmática supongo -, se trataba de una directa consecuencia de patrones sociales heredados época tras época. De manera que no le encontré mucho sentido a la recomendación — ya había leído el libro y tuve la sensación no tenía la menor relación con el tema — pero el profesor insistió, argumentando que era “Una reflexión necesaria para analizar la realidad desde todos los puntos de vista”. Lo miré, desconcertada.

— Habla como si se tratara de un compendio de sabiduría Universal — protesté. Mi profesor sonrió.
 — Toda obra filosófica, lo es.

No muy convencida de su punto de vista, releí entonces leer el libro e intenté analizarlo desde la perspectiva que podía brindarme respuestas incluso a preguntas existenciales que no parecía incluir en su contexto. Lo hice por supuesto, más por comprobar que no lo haría que por intentar encontrarlas. Pero me sorprendió que en medio de la ambigüedad de la obra de Nietzsche no sólo hallé una forma de reflexionar sobre nuestra naturaleza vulnerable, abrumada por su complejidad y desconcertada por su mortalidad, sino también, una poderosa revisión sobre lo que nos hace ser quién somos, en medio de nuestras virtudes, dolores y prejuicios. Como si de pronto el libro tuviera más de una lectura — y de hecho, comprobé que la tenía — descubrí que Nietzsche no sólo analizó la capacidad del hombre para crear sus propios límites y dilemas, sino también sus fantasías y terrores. Y por supuesto también, sus múltiples formas de reconocer sus prejuicios. Cuando volví al salón de clases, mi profesor me dedicó una mirada maliciosa.

— ¿Encontraste algo interesante? — me preguntó. No pude evitar sonreír.
 — Más de lo que creía.
 — Pienso que todos necesitamos leer sobre filosofía no sólo para aprender cómo funciona nuestra mente, sino la percepción colectiva sobre nuestra identidad — me explicó — parece una idea compleja, pero si lo analizas, todos lo hacemos constantemente. Nos planteamos preguntas concretas sobre por qué pensamos de la manera como lo hacemos, por qué miramos el mundo desde una perspectiva concreta. Y la respuesta es tan variada como extraña.

Se trata de una lección que jamás olvidé y me hizo preguntarme la necesidad de reflexionar desde el punto de vista de la filosofía sobre el mundo, la identidad del hombre y quizás mi perspectiva sobre temas trascendentales como la vida, la muerte y el amor. De manera que me pregunté si somos realmente conscientes de la necesidad de esa mirada filosófica — y lo pertinente que puede ser — y sobre todo, hasta que punto somos parte de ese pensamiento universal, mantenido y alimentado por siglos a través de grandes debates intelectuales.

Así que vale la pena preguntarse ¿Cuáles son los mejores libros para pensar filosóficamente? Quizás los siguientes:

El juego de los abalorios, Hermann Hesse
Hesse no sólo utiliza la filosofía como una manera de crear argumentos densos y espiritualmente complejos, sino además para expresar toda una serie de ideas trascendentales relacionadas con el pensamiento universal. El Libro “El juego de los abalorios” no es la excepción: se trata de una novela de extrañísima estructura que intenta no sólo analizar el conocimiento humano como una síntesis basada en ideas originarias sino además, analizar la utopía como una reflexión sobre nuestras acciones futuras y presentes. Una obra de enorme valor filosófico en la que su autor expresó de nuevo sus trascendentales preocupaciones sobre la naturaleza del hombre intelectual y su aspiración por comprender ideas espirituales a través del conocimiento.

Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche
Probablemente la obra más conocida de Nietzsche y sin duda, la que mejor resume sus inquietudes existenciales. Concebida como una novela de ficción “Así habló Zaratustra” analiza con enorme lirismo y poesía, la idea de la ausencia de Dios y su muerte simbólica, así como las consecuencia de esa progresión espiritual en la cultura y la sociedad. Se trata de una novela llena de metáforas profundamente complejas, que permitió a su autor no sólo concluir toda una serie de planteamientos sobre el pensamiento humano sobre los cuales había meditado anteriormente sino además, sintetizar la mayor parte de su obra en un concepto muy concreto.

Cándido de Voltaire (Aunque negó su autoría la mayor parte de su vida)
En clave sardónica, el autor analiza el llamado “precepto del optimismo leibniziano” («todo sucede para bien en este, el mejor de los mundos posibles»), a través de las peripecias de “Cándido”, un personaje que atraviesa todo tipo de vicisitudes que parecen refutar el famoso precepto. Pero Voltaire va más allá y logra gracias a “Cándido” reflexionar no sólo las raíces de la esperanza — sino también satiriza la filosofía de Leibniz de una manera contundente. La obra es un muestrario de horrores y dolores del siglo XVIII y es uno de los intentos más inteligentes de reflexionar sobre el miedo, la racionalización del idealismo y la aspiración a la bondad.

La rebelión de Atlas de Ayn Rand
Se suele llamar la primera novela sobre la filosofía Objetivista y se centra en el análisis de las relaciones políticas y de poder en un escenario de ficción que resume un planteamiento muy concreto sobre la desigualdad y la injusticia. Con un ritmo complejo, la novela es una rara mezcla de ética, epistemología, política, economía, estética e idealización de las relaciones productivas. Objeto tanto de críticas como alabanzas, el libro es probablemente el acercamiento más concreto a la idea de la identidad como expresión formal del progreso y la construcción de un futuro utópico.

Vita brevis de Jostein Gaarder
Crítica mordaz a la Iglesia Católica, esta supuesta colección de cartas de Floria Emilia, Madre de Adeodato — madre de San Agustín de Hipona — causó polémica no sólo por revelar su aparente abandono por parte filósofo, sino también sus críticas a las creencias eclesiásticas sobre la vida presente y después de la muerte, todo un tema tabú dentro de ciertas corrientes religiosas.

Con una narrativa rápida e inteligente, el libro analiza el enfrentamiento de la filosofía del Carpe Diem con el neoplatonismo y además, lo emparenta con el pensamiento agustiniano. Con un cuidado contexto histórico la novela fue tomada por auténtica no sólo por su minuciosa investigación, sino debido también a la afirmaciones del mismo autor, que insinuaba la veracidad del material epistolar, lo cual brindó una nueva relevancia a las supuestas revelaciones que contiene. No obstante, sólo se trata de ficción: Un éxito de ventas que logró que la filosofía pudiera ser debatida por el lector promedio.

Bajo la red de Iris Murdoch
Una novela donde el lenguaje y la filosofía construyen al mundo y lo hacen a través de un juego lúdico ideado por la escritora para analizar los mecanismos a través de los cuales la palabra influye no sólo en la realidad sino en la manera en que la comprendemos. Murdoch no sólo logra el perfecto equilibrio entre la precisión literaria sino también, un interesante análisis de las repercusiones del lenguaje como concepto abstracto y construcción filosófica por excelencia.

La broma infinita de David Foster Wallace
Llamada por la crítica la “novela definitiva” de la literatura contemporánea Norteamericana, “La broma infinita” parece un extraño recorrido por la psiquis de nuestra era — sus dolores, ideales y tragedias -, pero en realidad, es mucho más que eso. Es una búsqueda concienzuda de la raíz de la identidad de lo contemporáneo, una mirada extraordinaria sobre la singularidad y el poder del planteamiento existencialista e incluso, algo tan difuso como la identidad que se construye a partir de una idea filosófica. Aunque no se trata de una novela basada en la filosofía, su acercamiento al ahora — como expresión de la realidad — y al yo colectivo, sin duda brinda un contexto filosófica en su manera de analizar los temas en los que profundiza.

Ficciones de Jorge Luis Borges
A pesar que como “La Broma Infinita” de Foster Wallace, no se trata de una obra directamente filosófica, el maestro latinoamericano logra hacerse poderosas preguntas existencialistas a través de la literatura. Se trata de un conjunto de reflexiones que tienen por objetivo la investigación metafísica, así como la comprensión de la naturaleza humana a través de sus inquietudes trascendentales. Con una prosa asombrosamente eficaz y hermosa, Borges no sólo crea un escenario propicio para el cuestionamiento sino que además, lo dota de una enorme profundidad filosófica.

Viejo muere el cisne de Aldous Huxley
La muerte siempre ha atormentado al hombre como individuo y la cultura como expresión formal del pensamiento universal. Y Huxley analiza esa inquietud en una novela brillante, que intenta no sólo escudriñar los límites del temor a morir y sobre todo a la inevitabilidad de la muerte sino la mortalidad como un concepto aparejado a la naturaleza humana. Como siempre Huxley logra el perfecto equilibrio entre la crítica social y la reflexión sobre la frágil y contradictoria naturaleza humana.

La náusea de Jean-Paul Sartre
Monumental y de difícil lectura, “La Nausea es quizás la obra cumbre de un escritor que se consideraba esencialmente filósofo. La obra analiza la existencia del ser humano desde un punto de vista duro e incluso descarnado pero sobre todo, se obsesiona con el propòsito vital. Una vuelta de tuerca a las dudas existenciales que parecen entrelazarse con la insistente necesidad del autor de contradecir ideas elementales de nuestra cultura. A través de reflexiones que emparentan su punto de vista con el de Camus, Sartre concluye que la vida del hombre no tiene sentido. Una reflexión que sustenta no sólo la paradoja del ser en medio de la ausencia de significado de la identidad sino la idea básica de la existencia del hombre: la supervivencia.

Una lista corta sin duda, pero que como siempre, intenta resumir un panorama variado sobre el pensamiento filosófico y más allá de eso, un punto vista profundo sobre esos dilemas profundamente abstractos de nuestra vida intelectual. Y es que quizás, la filosofía no sólo es un análisis conjuntivo sobre cómo vemos el mundo sino también, como comprendemos ese inevitable ciclo de ideas y percepciones que con tanta ingenuidad llamamos cotidiano.

1 comentarios:

luis lapham dijo...

Saludos Aglaia excelente articulo que voy a tomar para ir leyendo, despacio y con cuidado estos libros que nos recomiendas. :)

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