lunes, 17 de marzo de 2014

Latinoámerica hipócrita: Venezuela ante la indiferencia hemisférica.

Imagen: Campaña de @_calavera_




Desde hace unos diez años, latinoamerica dio lo que se suele llamar , "un golpe de timón" hacia la izquierda. Por supuesto, que nuestro continente, tan adolescente y explosivo, llevaba sus buena décadas dando bandazos hacia lo radical y esa interpretación poco sustancial del humanismo, en buena lid. Pero con la llegada del Presidente Hugo Chavez al poder, su influencia, su discurso incendiario y sobre todo, la chequera de Petrodolares a la disposición de la ideología, la izquierda logró remontar la cuesta de la lucha para convertirse en real opción. De pronto, el hemisferio entero se llenó de promesas de un mundo mucho más justo, más equilibrado y empático. La política de la gente para la gente. Muchos se sintieron identificados y reconfortados por los vientos de cambios. La gran mayoría aplaudió el renacimiento del viejo discurso reinvidicador y otros, en los que me cuento, debo decir, esperamos con cierta incredulidad, el resultado de la aparente transformación esencial del discurso político. Y lo admito, no me disculpo por mi escepticismo: crecí en un país revolucionario, donde muy temprano me convertí en disidente y "enemiga" (sin otra arma que mi opinión) de un gobierno todopoderoso. De manera que ese reverdecer del ideal utópico, con la mirada soñadora del Che Guevara a la cabeza no me convenció demasiado. Ni tampoco me animo a recorrer los caminos "de la revolución" a pesar de estar convencida que Venezuela merecía y reclamaba justicia social, no digamos latinoamerica. Pero, como buena ácrata, esperé, en la orilla anónima de la historia. Para saber que ocurría.

A la vuelta de quince años, la izquierda gobierna con comodidad en Latinoamerica. Algunas experiencias son exitosas y dignas de admiración, otras son desastres ideológicos, y por supuesto, unos pocos, meros experimentos sin sustancia. Pero el caso es que la Izquierda, la humanista, la autoproclamada liberadora, se encuentra en una posición de poder realmente importante y significativa. De la lucha clandestina a los reclamos armados, se pasó a la lucha en altas esferas, a la diplomacia hemisférica. Las armas son otras, pero uno asume, en su inocencia como observador, que los objetivos son los mismos. O deberían serlo ¿No? O podrían serlo ¿No?

Realmente, la respuesta, la real, la simple, es mucho más compleja que el simple cuestionamiento. Porque estoy convencida que la izquierda histórica atravesó lo que probablemente sea su mayor prueba de integridad demostrando su hipocresía, su lamentable visión partidista y que, sin duda, el poder transforma los ideales en pequeñas historias trágicas donde los ciudadanos tienen poco o nada que decir. En otras palabras, la Izquierda que exigió durante tanto tiempo reconocimiento y elaboró una identidad alrededor de su propia cualidad martir, no logra comprenderse más allá de la simplicidad de la ideología de extremos. Los villanos y los héroes son los mismos de siempre, solo que para la infantil Izquierda de nuestro continente, la ideología disculpa a unos cuantos y condena al resto.

Nos encontramos en Venezuela Marzo de 2014. Durante las últimas cinco semanas, el país se ha visto sacudido por una serie de protestas donde una parte de la población exige reconocimiento y también, reclama derechos cercenados por vía política durante los últimos meses. La población que protesta ha sufrido maltrado, represión desmedida, torturas. Se cuentan veintiocho asesinatos por bala en circunstancias confusas, sin que aún exista una investigación de por medio. Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, el presidente en funciones no solo estimula la exclusión y el odio a través de su discurso, sino que además, utiliza las fuerzas de seguridad del país como arma política. En medio de la represión, de miedo, el ciudadano volvió su mirada hacia fuera de las fronteras, en una pregunta lógica hacia los tradicionales defensores de los derechos humanos, hacia quienes durante décadas presumieron de asumir la lucha de los valores éticos y sociales como parte de su discurso.

¿Que respuesta obtuvo?

De Rafael Correa, Presidente de Ecuador, recibiño desprecio. El Presidente, con su verbo vivo y encendido que recuerda de vez en cuando al fallecido Hugo Chavez, se apresuró a respaldar a Maduro, declarando "Nosotros sabemos muy bien lo que está pasando en Venezuela, sabemos muy bien de dónde viene esa violencia: de esa derecha fascista". El presidente declaró lo anterior incluso antes de hablar telefónicamente con Maduro para conversar sobre la crisis que enfrenta. Lo hizo con la convicción del izquierdista que se sabe en el Poder, del consumir de ideología que aprendió bien pronto como estigmatizar al enemigo para construir un monstruo invisible a quien responsabilizar de los errores.

Memoria corta la de Correa: en el año 2005 no solo guardó silencio durante el derrocamiento del gobierno de Lucio Gutierrez, sino que además se benefició de la crisis institucional. Pero ya sabemos. Los izquierdistas de nuestra región, olvidan pronto.

Con Cristina Fernandez, incluso la respuesta fue más directa: Sin comerla ni beberla, calificó a las protesta callejeras protagonizadas por ciudadanos Venezolanos como "Intento de Golpe Suave". Lo hizo, en  en el marco del discurso de apertura de un nuevo período legislativo en el Congreso Nacional e insistiendo en hablar de democracia al simple acto electoral. Cristina no mencionó en ningún momento - y por ningún motivo - los desmanes, crimenes y asesinatos ocurridos en las calles de Venezuela. Eso no es realmente importante si quien infringe la herida es izquierdista. Aquí hablamos del voto, del elemento electoral. Una vida humana nunca será tan valiosa para uno de nuestros izquierdistas hemisféricos como el hecho de la urna y el resultado electoral.

Memoria corta, también, la de la señora Fernandez: Parece haber olvidado que durante el año 2000, apoyo sin reservas las manifestaciones que obligaron a Fernando de la Rua a renunciar a la presidencia.

Con Evo Morales, las cosas siempre han sido claras: su apoyo a la Revolución Bolivariana es tan profundo como incondicional. No importa la violencia callejera, las madres llorando a gritos los hijos fallecidos. Lo importante para el Presidente Evo, es sin duda, esa estrategica complicidad con un Gobierno al cual debe no solo presidencia sino la prosperidad de su país. El presidente, además, insiste en la tesis conspirativa y no duda en declarar: “Lo que está pasando en Venezuela es provocado por el Imperio, (para) acabar con la Revolución Bolivariana de Venezuela”, aseveró Morales, en declaraciones divulgadas la agencia oficial boliviana ABI.

El Presidente Evo solo mira el color ideológico, y no, su propia historia: Evo Morales, fue el lider de un nutrido  movimiento civil que durante años utilizó la protesta callejera como forma de lucha. Finalmente y luego de años de persecusión y enfrentarse al poder,  su esfuerzo y la ayuda desde la sombra de Hugo Chavez, logró expulsar de la presidencia a Sanchez de Lozada en el año 2003. Lo demás, incluyendo elecciones y una preponderancia como simbolo hemisféricos de la izquierda tradicional, parece tener más peso que lo realmente sustancial de su antigua lucha.

Ahora bien, el caso más interesante de todo resulta el de Pepe Mujica, convertido durante los últimos años en un idolo Pop mediático por su buen desempeño gobernante y sus frecuentes golpes de efecto, gracias a los cuales construyó una imagen de lider pacifico, la izquierda "progresista" que los humanistas de caviar celebran con tanta frecuencia. Claro que, a Pepe Mujica se le olvida con alguna frecuencia que su camino tuvo poco de democrático y si mucho de resistencia: durante los primeros años de la década de los sesenta, Pepe Mujica Tupamaro y sobreviviente a la clandestinidad, se levanto en armas contra el gobierno electo del Uruguay.

Pero el propio presidente ya no recuerda esas cosas. Para él - y su numerosos partidiarios - Pepe es una especie de idolo a la medida de esa visión humanista tan moderna, tan consumible. Un actor a la medida de esa izquierda que no recuerda épocas sangrientas de luchas y enfrentamientos con el poder. Y es que comprendamoslo, Pepe es un desmoriado. Hace unos días,  leí en un artículo del periódico “El Mundo”, que el celebérrimo y pintoresco presidente de Uruguay, había roto el silencio autoimpuesto por la estrategia política y había manifestado su “preocupación” por lo que ocurre en Venezuela. En realidad,  su inquietud parece ser la posibilidad que el presidente de Nuestro país tome las “armas” para contener a la oposición. Mujica, héroe de los progres y los izquierdistas de caviar de latinoamerica, fue en voz baja, en medio de una tertulia y comentó al vice Presidente de EEUU Joe Biden, su pequeño malestar por el tema. Hablo en nombre de su país, comenta la nota. Y además así, de paso, se ganó de nuevo la simpatía de sus numerosos fans, que de inmediato respiraron aliviados ¡Ah, pero Pepe lo hizo! ¡Comentó sobre Venezuela!

Sí, lo hizo. Y SORPRESA, se enfrentó a los “malvados manejos” geopóliticos que lo obligan al silencio. ¿No lo sabía usted? Mujica debe cuidarse mucho de defender a la victima, porque es un símbolo nacional de la izquierda pop y cult progre. Así que el Presidente, con sus sandalitas de cuero y su discurso de Señor mayorcito amable, comentó, así de pasadita, lo mucho que le preocupaba el tema. No lo hizo de manera oficial. Pero lo hizo vamos, ¿No es ESO lo importante?

Lo hizo,Después de que Venezuela sufrió 28 asesinados por ataques de fuerzas de seguridad, grupos paramlitares, anarquía. Lo hizo, luego que Venezuela ha vivido un clima de guerra, con casi treinta casos de torturas verificados. Pero solo ahora,  Pepe Mujica “teme” que Maduro tome las armas. Lo teme, como buen estadista, como una especie de preocupación a la lejanía, como una posibilidad insustancial. Y por supuesto, no deja de insistir en el hilo constitucional, en lo importante es que “ambas partes” mantengan las formas democráticas.

Claro, hay que disculparle al Buen Pepe, que ignore olimpicamente las noticias rebotadas por cientos de medios de comunicación en el mundo, sobre represión desproporcionada, destrucción de la propiedad privada, censura, asesinatos a mansalva. ¡Es que Pepe no lo tiene que saber!

O mejor dicho, a Pepe no le importa saberlo. Su prioridad no es el ciudadano que lucha, sino la forma democrática de Maduro. Usted sabe, el mismo presidente que a gritos llama “Cobardes y Fascistas” a una buena parte de la población. El mismo que solo lamenta los asesinatos de sus afines políticos, el mismo que insisten en que “hay que soportar a la oposición”. Pero ¿Qué es eso para Pepe? ¿Qué implicaciones pueden tener esa visión de una democracia rota y vilipendiada?

Aterrador como un líder político que conoce los alcances del Terrorismo de Estado, sea capaz de disimular a conveniencia lo que ocurre. ¿Alguien imagina como sería la protesta unánime, sostenida, de los “pueblos del mundo” si los 28 fallecidos fueran “victimas de la derecha? Desde el primer asesinato, de ser Congruente, Pepe Mujica habría manifestado “preocupación”. Pero: Bolsillo en mano, rodilla en tierra.

Las disculpas al silencio del continente sobran. Pero no hay una explicación política, diplomática y mucho menos “social” que pueda justificar por qué una vida vale menos por su ideología. Ni una.

Pero nada, vamos. Hay que alegrarnos. ¡Todos a celebrar que Pepe Mujica levantó timidamente la mano! Un consuelo para los heridos, para las madres que lloran a sus hijos, para los hogares que sufren la detención de uno de sus miembros. Pero Pepe hablo y eso debe expresar algo ¿No? Debe tener algún significado en el complejo juego político extra fronteras que disminuye e invisibiliza al ciudadano que protesta.

No lo culpo, si como yo, se queda en silencio ante mi pregunta.

Esa es la Latinoamerica que heredó las tan cacareadas luchas sociales. Esa es la Izquierda, que no deja de insistir en el Poder para el pueblo. La izquierda que asume el valor de las luchas de acuerdo a la ideología y no a su justicia. La izquierda que solo demuestra, de nuevo, que toda batalla política que invoque el humanismo, necesita congruencia para ser creíble y sobre todo, trascender en el tiempo.

Lamentable, asumir el poco valor del ideal más allá del poder.

C'est la vie.

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