lunes, 17 de febrero de 2014

Mitos, leyendas y propaganda en Venezuela: El rostro real de la Venezuela que sobrevive a la ideología.





Durante los últimos días he protestado. Lo he hecho de todas las formas que he podido: desde participar en una marcha callejera a la que no pude llegar - y que dispersaron con violencia - hasta dedicarme a difundir información que considero útil por todos los medios a mi alcance. También, me he hecho el propósito de analizar a Venezuela, la situación que vivimos y la crisis ques sufrimos desde todos los ángulos posibles. Porque deseo entender que situación vivo, porque quiero asumir mi responsabilidad en lo que ocurre y además, mirar el país no a través de mi opinión sino desde la perspectiva de una mezcla de ideas y perspectivas. A partir de esa decisión, he logrado llegar a una serie de conclusiones, que no sé muy bien como catalogar pero que creo son parte del paisaje nacional que hay que tomar en cuenta para comprender lo que ocurre en nuestro país. Tal vez parezcan obvias, otras no tanto, pero la gran mayoría forman parte del discurso que hemos asumido - y digerido - durante los últimos quince años:


* Confundimos a los dirigentes con el ciudadano común:

Con frecuencia, en nuestro país los dos bandos en disputa confunden al ciudadano con el líder a quien apoyan. De manera que esa generalización, hace que el partidario de cualquier pensamiento político nos parezca responsable de la situación que atravesamos. Un error de planteamiento que nos ha condenado durante años a enfrentamientos por consignas ajenas y que además, apoyamos con la irracionalidad de la emoción.  Pero en realidad este enfrentamiento entre ciudadanos, no es otra cosa que consecuencia del adoctrinamiento - constante y sustancial - que la sociedad Venezolana a sufrido durante los últimos años de Gobierno oficialista. ¿Le parece exagerado? Piénselo de nuevo: ¿A quién exige culpas cuando las decisiones del gobierno le afectan? La mayoría de las veces la frustración la expresamos insultándonos y enfrentándonos a los ciudadanos que al igual que nosotros las padece, pero que tiene diferentes formas de justificarlo.

Recuérdelo: su vecino de veinte años, su amigo de la niñez, su compañero de trabajo no es responsable ni mucho causante de lo que puedan producir las decisiones gubernamentales.

* Todo “Opositor” es un sifrino:

Hace poco, el sitio Web IguanaTv.com publicaba un artículo donde apoyando la visión gubernamental del país, tachaba como “sifrinos, niños rubios y de ojos azules” a los que protestan en diferentes lugares del país. Este tipo de discriminación racial y de clases es corriente dentro de la linea ideológica del gobierno, pero por supuesto, no es cierta. El opositor Venezolano, más allá del ala radical que se identifica con una tendencia política concreta, es simplemente un ciudadano descontento. Un ciudadano que a diario trabaja, se esfuerza, tiene aspiraciones problemas y padece los mismos rigores de la crisis que el oficialista promedio. Las caracterizaciones del discurso oficial solo intentan lograr que el contrincante ideológico se convierta en el enemigo a vencer y de esa manera, favorecer la radicalización y la expresión política sectaria.

* Todo Chavista es un malandro:

Luego de quince años de discurso radical y de adoctrinamiento ideológico la sociedad Venezolana aceptó el discurso de considerar al contrincante ideológico como enemigo. Para la oposición, estigmatizar al “otro” ha sido la forma como se ha enfrentado a la represión y exclusión social que el gobierno utiliza como expresión social. Pero por supuesto, es una visión de la realidad que limita nuestra visión del que diverge de nuestras ideas y lo convierte en el villano de una situación critica. El Chavista moderado usualmente es un ciudadano que no está convencido de la alternativa que ofrece la oposición política y ofrece su apoyo circunstancial a un tipo de política que le parece desacertada pero no precisamente equivocada. El Chavista radical por otro lado, se identifica por completo con el discurso oficial y lo defenderá por una enorme identificación con el discurso y la ideología que profesa. Pero en general el chavista, no es “malandro” ni tampoco “asalariado” es un ciudadano con ideas contrarias a las suyas y tan digno de respeto como el que usted espera recibir.

* Venezuela, a pedazos:

La polarización le ha rendido al gobierno una buena cantidad de frutos. Tanto, que aún es su principal arma para desestimular cualquier protesta o reclamo sostenido. El gobierno se asume infalible y culpa de manera directa a “los otros” ( llámese oposición, derecha, oligarquía, Imperio ) por cualquier circunstancia que pueda complicar el clima país. Claro está, el Gobierno tiene una idea bastante evidente: mientras la ciudadanía se enfrenta para defender el discurso que defiende o el que se opone, la crítica y la exigencia no recae sobre el verdadero responsable, sino una serie de factores abstractos que el gobierno presenta como excusas y justificaciones a su ineficacia. El discurso le ha dado tantos buenos dividendos y ha sido tan aceptado por la sociedad que quince años después de utilizarlo por primera vez, continúa siendo una de las armas que el Gobierno en funciones utiliza para apuntalar su ideología.

* Hay propaganda ideológica que afecta a ambos bandos:

Y no, no me refiero a la evidente, a las cientos de vallas, grafitis, panfletos, arte urbano con el rostro del difunto presidente. Me refiero a hechos concretos como utilizar un lenguaje cargado de intención que minimiza, denosta y vulgariza al contrario. Un lenguaje que lo hace vulnerable, responsable y sobre todo, incapaz de formar parte de ese “otro país” que asume al contrario como enemigo.

La carga ideológica está en todas partes. Desde los espacios públicos dedicados a la promoción sutil de las obras de gobierno, hasta los epítetos utilizados por el funcionario para denigrar a los ciudadanos que no forman parte de su conglomerado natural. Lo que es más peligroso: la propaganda deshumaniza, disminuye y aplasta al contrario hasta convertirlo en una caricatura, intentando negar su existencia. Una manera de reducir al contrincante ideológico hasta hacer ineficaz cualquier reclamo y protesta.

* Hay Fascismo, por supuesto, y del clásico:

Del real. El gobierno utiliza todos los medios a su alcance para atacar al contrario. El fascismo Venezolano tiene mucho parecido con el utilizado por otras dictaduras de izquierda del mundo, solo que en tono tropical que se nutre de la idea de lo “criollo” para crear a un ciudadano “revolucionario”, único que se reconoce como ciudadano en pleno ejercicio de este país. El fascismo Venezolano propugna consignas de odio a través de todos los medios a su alcance, pero aderezado con dosis de buen humor y además una visión muy superficial y burlona del contrario. Pero aún así es tan peligroso como el tradicional y por supuesto, con toda la carga destructiva que supone cualquier método de control social de tal naturaleza.

* Sufrimos Síndrome de Estocolmo:

Me asombró que luego de los trágicos acontecimientos del miércoles doce de Febrero, el debate público se basó en decidir y dirimir cuanto de culpa tenían los opositores por lo que estaba sucediendo. A muy pocos parecía importarle - o tener en cuenta - la brutal represión a fuego que habían sufrido ciudadanos armados únicamente con una piedra o una botella.  Llevaría considerable esfuerzo llevar la polémica a los medios que el Estado uso para reprimir ( y que tuvo un saldo de victimas considerable ) antes de endilgarle una serie de culpas organizativas y estratégicas a los participantes de la marcha. Una visión inquietante, si tomamos en cuenta que la marcha se enfrentó no solo a la Represión policial sino al ataque de grupos extrajudiciales armados de manera fraudulenta y con un considerable poder de fuego. Una idea preocupante, si tomamos en cuenta que la represión no se atiene a color político y puede afectar a cualquier ciudadano.

* El ciudadano Venezolano no tiene conocimiento político:

Un considerable número de ciudadanos protesta en las calles Venezolanas. Pero lo hace sin discurso, objetivo o estrategia. Lo hace por la emoción visceral del descontento y de la mejor manera que puede. Tiene el mismo discurso que ha esgrimido durante quince años y que ha demostrado ser ineficaz, incompleto y polarizador, lo cual favorece al gobierno. Todo lo anterior ocurre mientras el sector político se declara “de Luto” y guarda lo que parece ser un prudencial silencio sobre las manifestaciones callejeras, sin responsabilizarse, deslindarse o mucho menos apoyarlas. De manera que la gran conclusión es que el ciudadano común Venezolano no tiene  mucha idea sobre política. De hecho, tiene tan poca que está convencido que la mejor forma de continuar las protestas que se llevan a cabo es insistiendo en consignas sin vigencia. Preocupa, la ausencia de ideas firmes, de planteamientos que incluyan al contrario en la solución de la crisis que padecemos. Así que la protesta se sectoriza, divide, minimiza su efecto y por supuesto, hace mucho más complicada un posible diálogo fructífero.

* El ciudadano Venezolano es inocente:

Tanto el oficialista como el opositor maneja la crisis con una visión sumamente superficial del país. De un lado, el país se enfrenta a una “conspiración” internacional que nadie ha podido demostrar nunca y del otro “a un grupo de ignorantes”. Entre tanto, la responsabilidad jamás recae en un Gobierno ineficaz, represor y violento, sino en el “otro” ese enemigo imaginario al que ambas partes se enfrentan sin tener un resultado jamás.

En resumen, Venezuela como cultura y sociedad, parece una grave miopia de planteamientos y un dialogo coherente que permita encontrar una expresión viable del descontento. Entre tanto, el gobierno se radicaliza aún más y el Presidente Maduro, torpe y políticamente inepto, maniobra sobre las lineas de una severa crisis económica y estructural que amenaza con devastar cualquier visión ideológica. ¿El resultado a todo esto? No lo sabremos aún, pero estoy convencida que antes de conocerlo, tendremos que transitar un durísimo camino de reconciliación y entendimiento.

Así estamos.

Esta es Venezuela.

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