viernes, 17 de mayo de 2013

Delirios Sabatinos: La bruja, la cámara, el lápiz, la taza de café. ¿Quién soy?




Me llamo Aglaia. Tengo treinta y no te importan años, soy escritora y fotógrafa. Tengo una grave adicción al café y a la comida chatarra. Soy soltera ( casi solterona ) por decisión y diversión, señora loca de los gatos por convicción y caraqueña esencial. Y también soy bruja.


Para mucha gente, todo parecía muy "coherente" hasta la última afirmación. Y es que constantemente  choco con esa visión del mundo que no me incluye. Porque en Venezuela, de hecho, en latinoamerica la palabra "Bruja" parece significar cualquier cosa. Abarca desde cualquier tipo de creencia religiosa, hasta definir un estilo de vida y a un estereotipo de mujer. De manera que bruja es la mujer que práctica la Santeria, la que cree en la comunicación con Angeles y de vez en cuando se lee así misma las cartas del Tarot. También es bruja la vieja odiosa con la que  tropiezas de vez en cuando en el ascensor de tu edificio. Bruja también la mujer con gran intuición, la extraña, la furiosa, la salvaje, la que no acepta nada. Y bruja también se le llama a la mujer que se enfrenta, a la gritona, a esa insoportable que todos conocemos, a la "putona", a la que decide y con todo derecho, quien lleva a su cama. ¿Donde encajo yo allí? es una pregunta que me hacen con frecuencia: Cuando te llamas Bruja ¿Que quieres decir? Y lo explico. No sé cuantas veces he dado una explicación que suena bonita pero tan sencilla que mucha gente no sabe que hacer con ella: mi creencia es familiar, la heredé de mis abuelas y tias. Soy bruja porque así nací. ¿Eso tiene sentido para ti? pregunto a cambio. Casi siempre mi interlocutor sonríe. Si es de los que disimulan la incomodidad, me preguntarán por mi trabajo. Los que no, me responderán sin más que no.


De manera que Bruja ¿No? ¿Que hace una bruja? ¿Que te hace serlo? Las preguntas siguen,  van y vienen. Casi siempre respondo, nunca he encontrado un motivo para no hacerlo. Incluso las groseras. No creo que mi educación religiosa me haga una curiosidad cultural, porque no me asumo como la diferencia, sino como una manera de diversidad. Siendo más jovencita la idea me molestaba muchísimo: por hora debatía con católicos fanatizados, cristianos sermoneadores, ateos convencidos, wiccanos sorprendidos, intentando encontrar mi lugar bajo toda la maraña de conceptos que son parte de esa ideo cultural de la creencia. Eran tiempos de debate: me enfurecía con muchísima facilidad y era bastante probable que por horas discutiera sobre el tema con el que quisiera escucharme. ¿Por qué eres bruja? ¿Te gusta serlo? ¿Te consideras diferente por declarar a gritos que lo eres? Muchas veces me sentía herida en una especie de orgullo que no sabía que tenía. Porque no discutía  argumentaba o me enfrentaba a los demás por recalcar la importancia de mi manera de ver el mundo, sino justamente por dejar claro que era tan válida y normal como cualquier otra. Porque  la Brujería  la palabra, el concepto, la creencia ha sido malinterpretada, idealizada o demonizada bajo el ámbito en el que se analice su significado. Y esa ambivalencia, es esa abstracción, lo que hace tan dificil explicar en que consiste mi perspectiva del mundo, que tan importante es para mi y como he evolucionado en ella. Es una aspiración muy vieja, esa, la de querer ser comprendido. Y quizás muy ingrata, también.


Cuando decidí escribir sobre este tema en un blog, harán sus buenos cinco años - se sorprende uno de como pasa el tiempo - mi intención muy sencilla: hablar de la mujer que soy, que además de sus treinta y tantos, su amor por las palabras y el lápiz, la cámara y el café,  es bruja. Compartir mi experiencia diaria, como un ser humano cualquiera, con el hipotético lector que se tome un poco de su tiempo para leer estas lineas. Nunca he esperado encontrar otra cosa que comunicar esa otra visión de las cosas, hablar a ese público invisible que pueden o leer estas apresuradas reflexiones sobre lo que significa construir un nuevo rostro de una herencia muy vieja. ¿Eso me hace un martir de mis principios? Espero que no. Mi intención, más allá de cualquier cosa, es decir en voz alta, que la diferencia es buena, que la diversidad es sana, que lo poco frecuente es tan válido como lo aparentemente normal. Crear, de la manera en la cual me siento más cómoda, una aproximación verdadera al mundo de la bruja, al ahora de una mujer joven, con sueños y esperanzas, llena de dudas y temores que desea aprender de su propia experiencia vital.


Pero esa idea tan elemental, ha ido transformándose en algo más sustancial, coherente. Con los años, la mujer joven que tenía tanta necesidad de demostrar que la brujería era una parte de su vida comprendió, que hay ciertas cosas que se explican mejor creándolas un poco todos los días. ¿Que hace a una bruja serlo? Quizá la necesidad de crear, la idea que todo es posible y relativo, que la Luna y el Sol son visiones de lo único inmutable del ser humano: su espíritu  Comprendí, que hablar sobre la brujería y sobre mi misma,, comienza por sonreír  por extender la mano y expresar una idea simple: "Esta es mi manera de ver el mundo, tan válida como la suya y ambas crean eso tan abstracto que llamamos fe". ¿Eres una bruja? Sí, lo soy. Una afirmación que parece simple, pero que lleva años de historia personal asumir. La niña que se avergonzaba de decirlo en voz alta, la adolescente que lo hacia por furia, la mujer joven que cuestionó su idea del mundo en los momentos más extraños de su vida. Una historia que construyo a diario. Y eso es lo que hago y seguiré haciendo. Estoy convencida que la diversidad cultural y social es la que hace funcionar a una sociedad... pero eso ya es otro tema que tocaré en otra oportunidad. Para escribir es necesario conocer algo. Para conocer algo, es decir, tener un tema es necesario vivir. Viendo como llueve desde una ventana, caminando por una calle rodeada de una multitud anónima, conduciendo por una calle repleta de automoviles, abrumada por los bocinazos, descubrir la alegría profunda de reir de satisfacción y llorar de pura tristeza. Sí, salir a la lluvia, saber que se siente mojarse y secarse al sol. Pero con la experiencia no es suficiente. Para recrearla de manera artística hay que ponderar las posibilidades sobre la forma en que se expresará; entonces es necesaria la reflexión, es necesario aspirar a una forma idónea que le sentido a la idea más intima y personal sobre la propia perspectiva de la verdad.


Sí, soy bruja. Y sonrío al decirlo. Levanto los brazos al sol y de pronto, soy niña otra vez.

Una Diosa de mi propia mente. Una creación de mi imaginación y manera de crear.

C' est la vie.

1 comentarios:

Alan dijo...

Qué bueno encontrar por ahí gente que sigue blogueando, más que twitteando y/o facebookeando. Y si además son del tipo que dice lo que son tal como se conciben, sin pelos en la lengua, más bueno todavía. Pasaremos por a menudo a leerla pues... un saludo.

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